Cuba, cuestión de precios
Por Orlando Oramas León* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Una de las prioridades del Gobierno de Cuba es contener el proceso inflacionario que vive la isla antillana y repercute negativamente en el nivel de vida de sus habitantes, afectados además por el férreo bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos desde hace más de seis décadas.
Tal propósito ocurre en un contexto mundial adverso, con un acentuado desequilibrio entre la producción de bienes y su demanda, que afecta en particular a la economía cubana, abierta, y dependiente de necesarias importaciones.
Según la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, “no es un fenómeno exclusivo de Cuba, sino que está presente, incluso, en países del Primer Mundo”.
Al comparecer ante el programa radio televisivo Mesa Redonda, la alta funcionaria reconoció que en su país “eso se traduce en el déficit de oferta, porque el producto no está a la mano y entonces se producen fenómenos de incremento de los precios ante la necesidad de adquirirlos”.
Junto al factor exterior, la nación caribeña inició en 2021 un proceso de ordenamiento y ajustes monetarios que conllevó la devaluación de la moneda nacional y trajo el incremento de los precios.
Según Bolaños se trataba de una inflación diseñada que se compensaba con el incremento de los salarios e ingresos y tenía dentro de sus objetivos incentivar la producción. Pero autoridades de la isla también reconocieron problemas de diseño en la llamada Tarea Ordenamiento, que se complican en un escenario externo de crisis económica atizada por la pandemia de la Covid-19.
Por ahí se explican que los precios en Cuba crecieron debido al incremento de los costos de las materias primas, insumos y productos terminados de importación.
La ministra de Finanzas y Precios ejemplificó con la subida de los precios de los combustibles en el mercado mundial, en el entorno del 30 por ciento, y que ponen al barril de petróleo a más de 90 dólares.
Significó que los fletes también encarecieron e incluso se triplicaron, lo cual complica mucho más las cosas para la economía cubana, sitiada y cuyas transacciones y compras son perseguidas por el bloqueo estadounidense.
Ello todavía es más difícil para concretar las adquisiciones de alimentos que Cuba precisa para la canasta básica, léase arroz, frijoles, aceite y otros productos.
CONTROL DE PRECIOS
Para afrontar la subida de los precios y a despecho de las difíciles circunstancias con que opera la economía, escasez de divisas incluida, el Estado cubano practica una política de control en defensa del acceso ciudadano a servicios sensibles como la electricidad, gas doméstico, combustible automotor, transporte público y las telecomunicaciones.
A diferencia de lo que ocurre en otras latitudes como en Europa, donde hay países en los que la tarifa eléctrica se disparó y fluctúa a diario, en la mayor de las Antillas se mantuvo intacta a despecho de los costos elevados de importación de crudo y sus derivados
Resulta un mecanismo de contención por el cual el presupuesto estatal ha destinado 21 mil 523 millones de pesos para subsidiar el servicio eléctrico.
Algo similar ocurre con los medicamentos, cuyas materias primas cuestan hoy mucho más, apuntó.
Bolaños concluyó que el objetivo, además de preservar el nivel de vida de la población, es transitar hacia la racionalidad en los precios. Ello, dijo, no depende solo de medidas del gobierno central, sino también de la eficacia y control en su formación por parte de las empresas y organizaciones que actúan en la vida económica y social del país.
“Las soluciones al elevado déficit fiscal tienen que transitar por una mejoría gradual, creciendo en los ingresos”, dijo, y reiteró que el país no renunciará a mantener los programas sociales ni a atender a los vulnerables, pero esto tiene un alto costo en el presupuesto estatal.
Al final del tema de los precios en Cuba se impone el crecimiento productivo, el aumento gradual de los ingresos y la racionalidad del gasto público, para conseguir el propósito de construir un socialismo próspero y sostenible.
(*) Periodista cubano, autor de los libros “Raúl Roa, periodismo y Revolución”, “Pohanohara, cubanos en Paraguay” y “Cuentos del Arañero”.