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Algunas verdades de la migración ilegal de los cubanos

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Las migraciones humanas datan de tiempos inmemoriales. Tanto es así, que muchas teorías apuntan a que, gracias a ellas, fue posible poblar diversas regiones del planeta.

Aunque las razones para emigrar son diversas, generalmente se deben a la búsqueda de mejores condiciones de vida. Es por eso que las guerras, la pobreza extrema o la complejidad del entorno económico, individual o social, son detonantes de este fenómeno.

Si bien hay esfuerzos a nivel global que promueven una migración legal y ordenada, y que se reconozcan y respeten las garantías y derechos de quienes adoptan esa decisión, independientemente de su estatus legal, aún estamos muy lejos de lograrlo.

En este asunto no hay consenso y, por lo tanto, la migración irregular y desordenada es hoy un problema latente, cuya solución no asoma todavía en el horizonte.

 

Cuba, ¿un caso excepcional?

Ante el derecho de las personas a migrar, nuestro país ha logrado, de manera paulatina, ordenar la legislación vigente. Los cubanos pueden viajar a cualquier parte del mundo, si cumplen, lógicamente, con las regulaciones establecidas por otras naciones.

Pero, ¿qué hace de Cuba un caso excepcional en materia migratoria? La respuesta es harto conocida. Durante décadas, en su afán de desestabilizar el proceso revolucionario, construir el mito de su «ineficacia» en cuanto al nivel de vida que ofrece al pueblo, y crear ante el mundo la idea de que es este un país en decadencia, los sucesivos gobiernos de Estados Unidos han obstaculizado las vías legales para la emigración de cubanos hacia esa nación.

Por otra parte, promueven regulaciones especiales para los nacidos en la Isla, estimulando así tanto la salida ilegal de los cubanos, como su intento de llegar a esa nación por medio de las peligrosas rutas que involucran a varios países del continente.

El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EE. UU. y Cuba, durante el mandato de Barack Obama, y la reapertura de su Embajada en La Habana, dieron un cierto cambio de color al asunto, aun cuando nunca se llegó al número de visas pactado. Sin embargo, el Gobierno de Donald Trump dio marcha atrás a todo lo logrado, y llegó al punto de suspender los servicios consulares y obligar a los cubanos a viajar a otros países para solicitar su visa.

Su sucesor, Joe Biden, ha mantenido la línea de actuación respecto a Cuba, y aunque recién anunció que se retomarían ciertos procedimientos en la Embajada, no parece que cambiarán mucho las cosas.

Tales circunstancias, unidas a las dificultades económicas que generó el terrible dueto pandemia-bloqueo recrudecido, estimularon la salida del país de miles de cubanos que, si bien abandonan el archipiélago de forma legal, una vez en el país-escala, se convierten en migrantes ilegales con el fin de llegar a Estados Unidos.

 

A merced de la extorsión y la trata de personas

Desde el triunfo de la Revolución en 1959, Cuba se ha erigido como pilar en la lucha por la erradicación de la trata de seres humanos. Es un delito severamente castigado en la Mayor de las Antillas, mientras en buena parte del mundo es todavía un negocio muy rentable y, claro, los migrantes irregulares se convierten de inmediato en un grupo altamente vulnerable.

Aunque sea triste reconocerlo, en nuestro continente operan disímiles redes dedicadas al tráfico de seres humanos. Quizá las figuras más conocidas dentro de ese oscuro entramado sean los denominados coyotes, cuya función es básicamente burlar o sobornar a las autoridades, y conducir a los migrantes a través de los pasos fronterizos.

Estos grupos, fuera de toda ley, se mueven exclusivamente por intereses monetarios, sin compromiso alguno con las personas a las que conducen. De ahí que, en caso de verse perdidos, son capaces de abandonar, entregar y, en el peor de los casos, pero no por eso menos frecuente, asesinar a sus acompañantes.

Por ende, una vez que se inicia la ruta de tránsito ilegal, son esas las personas en cuyas manos se encuentran nuestros connacionales. ¿Los cubanos han sido estafados, amedrentados, han sufrido desde violaciones hasta otras agresiones físicas, han sido amenazados y algunos asesinados? Sí. Ese es el riesgo que corren, y es, muchas veces, el alto precio que pagan.

 

La travesía cuesta: ¿Dé donde sale el dinero?

Es increíble cómo la obsesión de «irse» les roba a las personas el sentido común. Lógicamente, una travesía de esa envergadura necesita respaldo económico, pues comienza en la solicitud de la documentación necesaria, pasa por la compra del pasaje y luego, claro está, el pago a quienes guían el tránsito.

Para solventar el proyecto hay quienes lo venden todo, se deshacen prácticamente de todas sus pertenencias, muchas veces a precios inferiores, para ganar en tiempo. Al no existir seguridad de completar el viaje, no pocos se han visto en la difícil situación de retornar y no tener, literalmente, nada.

Por otra parte, ante la imposibilidad de reclamar legalmente a sus familiares, los cubanos residentes en el exterior asumen el costo de un viaje que es, a todas luces, incierto.

La cantidad de dinero, a su vez, determina las condiciones del trayecto. Por eso, algunos tienen mejores garantías de transporte, alimentación, incluso alojamiento; mientras otros deben enfrentarse, por ejemplo, a la posibilidad real de morir tragados por la selva del Darién, en Panamá.

Lo cierto es que, sea cual sea el monto, no creo que pague jamás el valor de la vida.

 

Cuba siempre en titulares

El tema migratorio no escapa al constante ataque mediático de que es objeto nuestro país. Esa es la razón por la que, aunque miles de latinoamericanos emprenden cada día la misma travesía, no acaparan los titulares que sí generan los cubanos.

Como es de esperar, ninguno de esos títulos comienza diciendo, por ejemplo: «Medidas unilaterales de Estados Unidos incitan la migración ilegal de cubanos». Claro que no.

Los más comunes, sensacionalistas y malintencionados se enfocan de formas tales como: «Cubanos huyen desesperados por la situación imperante en la Isla», o «Cubanos prefieren ser tragados por el Darién antes de seguir viviendo en su país».

Eso sirve para entender que nada escapa a la manipulación cuando se trata de nuestro país, y que siempre, sean cuales sean las causas de un problema, culpar al sistema socialista o al Gobierno Revolucionario será la hipótesis preferida.

 

¿Emigrar o no emigrar?

Sería ingenuo y falso negar que Cuba vive hoy una situación compleja. Indudablemente, la necesaria batalla contra la pandemia, agudizada por una política tan criminal como el bloqueo, impidieron el logro de objetivos encaminados a darle un nuevo aire a la economía cubana.

Sin embargo, es muy injusto decir que eso ha sucedido por la incapacidad del Gobierno, o por falta de voluntad política y de esfuerzos para salir adelante. También es incierto que exista en Cuba una situación crítica, a tal punto que obligue a sus ciudadanos a escapar, del mismo modo que lo hacen quienes huyen, por ejemplo, de un conflicto bélico.

Inflación sí, especulación con los precios, escaseces, todo eso es real, como también lo es el hecho de que nunca se detuvieron los servicios básicos imprescindibles para el pueblo, que jamás se dejó de distribuir de forma equitativa la canasta familiar normada, que no se cerró ningún hospital, que no hubo despidos masivos, que se protegió al sector privado de la quiebra de sus negocios, que se ha vacunado, sin costo alguno para el pueblo.

La decisión de irse, aun a riesgo de la vida, es individual, responde al libre albedrío de cada persona. Cada quien tiene sus razones y nadie pretende cuestionarlas.

Vale destacar que esta Isla no les cierra las puertas a sus hijos; por eso, aquellos que decidan retornar pueden hacerlo.

Algunos han contado su historia. Otros, jamás tendrán el valor de narrar lo vivido, y los que lleguen raras veces hablarán del lado oscuro de su trayecto.

Por encima de todo eso hay una realidad. A veces, lo que a algunos les parece poco, para otros puede ser la mayor de las riquezas. Unos persiguen el sueño americano, mientras, para la inmensa mayoría, Cuba es el más grande de los sueños.

 

EN CONTEXTO

  • EE. UU. incumple su obligación legal de otorgar no menos de 20.000 visas anuales, impone la carga del brutal bloqueo económico y presiona a gobiernos de la región para que exijan visa de tránsito a migrantes y viajeros cubanos.
  • La parte cubana ha advertido en varias ocasiones al Gobierno estadounidense de su responsabilidad –que incumple unilateral e injustificadamente desde el año 2017– de facilitar la emigración regular, segura y ordenada.
  • Estados Unidos lleva semanas ejerciendo presión sobre gobiernos de la región para que tomen medidas contra el viajero cubano, en empeño cínico de cerrarle las puertas a la emigración que ha estimulado durante décadas.
  • En su afán de utilizar a la población cubana como «rehén de su ambición hegemónica», EE. UU. viola los derechos humanos de nuestros ciudadanos y mantiene una política desestabilizadora contra Cuba que infringe el Derecho Internacional.

Tomado de Granma/ Foto de portada:  Joe Raedle/ AFP.

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