María Luisa Bemberg: Hay que hacer cine provocativo
Por Octavio Fraga Guerra* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Cuando se revisite la historia del cine en América Latina y del cine hecho por mujeres, se ha de incluir en la cúspide de las imprescindibles la corta, pero sustantiva, filmografía de la argentina María Luisa Bemberg (Argentina, 1922-1995).
Arquitecta de una temprana escritura cinematográfica que destila sensibilidad y sentido del tempo, secundada por diálogos de calado intelectual, en sus piezas fílmicas se avistan bocetos de historias de vida donde la mujer es reciclada en telares de sustantivas estéticas, resueltas con el descollante y cuidado empaque del retrato.
Verdaderas antologías del discurso feminista resulta buena parte de su obra. Son narraciones de agudas dimensiones humanas, legitimadas por una fotografía de encuadres precisos reveladores de su declarada militancia por los derechos de las mujeres.
“Procrear no es crear y la mujer tiene derecho a las dos cosas: queremos ganar nuestro dinero, expresarnos, ser personas autónomas, trabajar, investigar, estudiar, salir, sentir y volver a nuestra casa y encontrar allí un hombre que nos quiera y que nos entienda, que nos comprenda de la misma manera que una mujer comprende a su pareja masculina”, sentenció la Bemberg.
Son sus guiones declaradas provocaciones en torno a lo esencial: la ética y la dignidad de la mujer, todo un subrayado recurrente en buena parte de la obra de la artista, quien destila un vertical sentido del compromiso, manifiesto contra la sociedad global, abrumadoramente machista.
En el año 1985 declaró: Le molesta que las mujeres “‛sigan siendo minoría en los niveles profesionales, que sus trabajos permanezcan en el gueto y que aún haya quienes por temor a desagradar no se atrevan a hacer lo que quieren’. Se muestra reticente a dar detalles personales, porque ‛siempre hay más interés por las circunstancias vitales de una mujer que por el trabajo que hace’. Por ello, ‛como todavía llama la atención que una mujer dirija películas, lo que hay que hacer es precisamente cine provocativo’”.[i]
Los relatos cinematográficos trazados por la cineasta evolucionan desde los ropajes de las fábulas. La tragedia y las parodias son parte de apropiaciones recurrentes en sus puestas, pensadas desde el necesario sentido crítico.
Son historias que nacen del reservorio de su vida, pero también de la literatura y la cronología de la nación latinoamericana. Evolucionan desde el protagonismo femenino, distantes del discurso hegemónico. Es notorio en toda su filmografía el divorcio de esa mirada victimizadora que tradicionalmente es impuesta a la mujer, subyugada por los códigos machistas que aun imperan en nuestras culturas. La poderosa obra de la Bemberg como narradora cinematográfica descansa en metáforas en torno al amor, los ideales y la convicción.
Cercanos colaboradores y amigos la dibujaron como poseedora de un gran temperamento revolucionario que rompió con los tópicos de su tiempo. Además de ser una activa feminista y una de las fundadoras de la Unión Feminista Argentina, María Luisa fue también co-fundadora del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, nucleado por mujeres artistas y creadoras.
Sufrió sórdidas censuras por las líneas revolucionarias que caracterizaron su obra artística y en el año 1980 creó GEA Cinematográfica, una empresa secundada por la prestigiosa directora, productora y guionista (también argentina) Lita Stantic.
La Bemberg realizó su primer largometraje a los 58 años, edad poco habitual para emprender la carrera de cineasta. Según el consenso de la crítica especializada, su obra ha de visualizarse en tres etapas. La primera comprende la producción de sus cortometrajes hasta 1983. Una segunda, con la apertura democrática en Argentina, donde se avista el mejor acabado de sus filmes secundado por la profesionalidad de los actores y actrices que comienza a dirigir (Imanol Arias en Camila, Asumpta Serna en Yo la peor de todas). La tercera definida por la realización de De eso no se habla (Marcelo Mastroniani), donde enfoca sus lecturas críticas, no solo en el reciclado tema de la emancipación de la mujer, sino también en el del derecho a la diferencia, a la libertad del ser humano.
Tras su fallecimiento en Buenos Aires, en 1995, dejó escrito el guión de El impostor, que llevó al cine Alejandro Maci en 1997, quién fue un cercano colaborador de la cineasta. Este 14 de abril María Luisa Bemberg hubiera cumplido cien años de edad.
Filmografía
Crónica de una señora (1971); El mundo de la mujer (1972); Triángulo de cuatro (1975); Juguetes (1978), Momentos (1980); Señora de nadie (1982); Camila (1984); Miss Mary (1986); Yo, la peor de todas (1990) y De eso no se habla (1993).
[i] https://elpais.com/diario/1985/05/27/ultima/485992807_850215.html
(*) Periodista cubano y articulista de cine. Especialista de la Cinemateca de Cuba. Editor del blog Cine Reverso.