Tarea Vida en Cuba
Por Orlando Oramas León* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
En su condición de archipiélago Cuba sufre con fuerza los embates que trae consigo el cambio climático, que van desde la erosión de costas, suelos, salinización, sequías, la pérdida de territorios costeros y otras que incluso afectan la vida humana.
El clima de Cuba es cada vez más cálido y extremo, su temperatura media anual ha aumentado en 0,9 grados Celsius desde mediados del siglo pasado.
Está comprobada gran variabilidad y cambios en el régimen de lluvias y la extensión de las sequías. Además, se estima que el nivel del mar sube de manera acelerada.
A su vez, se incrementó la actividad ciclónica y las inundaciones costeras ocasionadas por la elevación del mar y el oleaje producidos por huracanes, frentes fríos y otros eventos meteorológicos extremos, con potencial peligro para el patrimonio natural y el edificado.
Los principales elementos de protección costera como las playas arenosas, humedales, bosques, herbazales de ciénaga y manglares y las crestas de los arrecifes coralinos acumulan daños debido a su función de amortiguadores del impacto del oleaje provocado por fenómenos naturales. Todo ello representa una amenaza para la biodiversidad y la vida futura.
Para encarar tales consecuencias del cambio climático el país caribeño alistó la Tarea Vida, un plan de Estado sustentado sobre una base científica multidisciplinaria.
El programa contempla cinco acciones estratégicas y 11 tareas dirigidas a contrarrestar las afectaciones en las zonas vulnerables que fueron aprobadas el 25 de abril de 2017 por el Consejo de Ministros.
Su implementación está a cargo, en papel rector y coordinador, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
La ejecución no está exenta de las dificultades económicas que afronta la mayor de las Antillas, bloqueada por Estados Unidos por más de 60 años. Pese a ello se ejecutan acciones como las que tienen lugar en el oriente del país para mitigar la persistente sequía de los últimos años, que deprimen los embalses.
En esa región tiene lugar un proceso de inversiones y mantenimiento en el sector hidráulico para disminuir las vulnerabilidades, como ocurre en los municipios de Río Cauto, Niquero, Pilón, Yara, Manzanillo y Bayamo, los de mayores afectaciones en la provincia Granma.
Ese territorio cuenta con cinco áreas o zonas priorizadas dentro del plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático. Son los municipios costeros de Niquero y Manzanillo, Playa Punta Hicacos en Pilón, la Carretera Sur Santiago – Pilón y la zona de desarrollo del arroz y el camarón comprometidas por la intrusión salina, en Río Cauto.
Paralelo al Plan Vida, las autoridades cubanas preservan los recursos naturales, ecológicos y paisajísticos. Para ello se determinaron 215 áreas protegidas, de las cuales 79 son de significación nacional y 136 de importancia local, y ocupan el 21,26 por ciento de la superficie del país, incluidas zonas de la denominada plataforma insular marina.
Las áreas protegidas poseen ocho categorías de manejo: reserva natural, parque nacional, reserva ecológica, elemento natural destacado, refugio de fauna, reserva florística manejada, paisaje natural protegido y área protegida de recursos manejados.
Concebidas con el propósito de favorecer la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, del patrimonio boscoso y de otras riquezas, allí hay elevada representatividad de la fauna y la flora cubanas, con altos niveles de endemismo.
Cuba dispone de seis reservas de la biosfera, reconocimiento internacional conferido por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Asimismo, los parques nacionales Alejandro de Humboldt y Desembarco del Granma, en el este de la isla, ostentan la condición de sitios Patrimonio Mundial Natural.
(*) Periodista cubano, autor de los libros “Raúl Roa, periodismo y Revolución”, “Pohanohara, cubanos en Paraguay” y “Cuentos del Arañero”.
Foto de portada: CubaPlus Magazine.