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Ríos intermitentes y Magdalena Campos

Desde Matanzas otra mirada a la Bienal de La Habana

Por Maribel Acosta Damas* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Fotos: Cortesía de Ríos intermitentes / Ramón Pacheco / Alexander Rodríguez / Tanja Petrovic / Beatriz Rosales Vicente.

Matanzas fue el emporio azucarero cubano del siglo XVIII: los ingenios, las plantaciones, el puerto, el mar… Miles de esclavos fueron traídos hasta su tierra, a engendrar una prosperidad tan injusta como fundacional. Al mismo tiempo que se derramaba sangre, nacía una cultura de resistencia y  diálogo que emergió en rumba, poetas, cantores, pensadores, libertadores y artistas; como los ríos que atraviesan la ciudad y se sumergen o afloran en las sequías o en los temporales. Matanzas es cintura de Ríos intermitentes, cuyo vocerío acompaña a guerrear y a sanar.

María Magdalena Campos nació en el batey La Vega, de un ingenio azucarero de Matanzas que ya en el siglo XX estaba desactivado. Uno de sus abuelos era de origen chino y otra española. Su bisabuelo fue esclavo. Ella es la tercera de tres hermanas y un hermano. Su padre la llamaba mi mamá, por aquello del parecido físico y la sangre caliente. Todavía en el Instituto Superior de Arte de Cuba (ISA) se recuerda su paso. Delgada y voraz. Es una de las artistas cubanas de mayor reconocimiento internacional. Vive y trabaja en Estados Unidos. Doctora en Arte, es actualmente profesora de la Universidad de Vanderbilt en Nashiville, Tenessee. Ella es la creadora de la propuesta Ríos intermitentes que tuvo su primera edición en Matanzas, en la 13 Bienal de La Habana de 2019. Arcadio es su hijo.  Y la lengua mordaz  de Magdalena Campos da cuenta de una obra que saca de los cuencos de la tierra de donde viene desde hace siglos.

Ríos intermitentes nació para visibilizar, hacer, recuperar y sanar; y tal vez tiene que ver con ese recorrido de la artista por los mundos y sus propios dolores personales que cristalizaron también en la resistencia utópica de una promesa de  batallas y de arraigos para Matanzas.

En compañía de la colega Beatriz Rosales y  la antropóloga eslovena Tanja Petrovic, propongo acercarnos a Ríos intermitentes como esta otra mirada a la 14 Bienal de La Habana que recién concluyó; de los nexos entre esta edición y la anterior en la propuesta de Matanzas, que remarca un  concepto curatorial  en espiral- en mi opinión- de referencia para las artes visuales en cualquier punto del planeta. Vamos de la mano de una mujer, su equipo, los y las artistas, la ciudad y las inexorables aguas de los ríos y del mar de Matanzas:

Luis Octavio Hernández es artesano y coordinador de Ríos Intermitentes. Expone esta propuesta como pensamiento antropológico que habla de raíces y cubanidad: “Estamos hablando del rescate de valores patrimoniales,  de la sanación, del mejoramiento humano, de la convivencia con el medio ambiente”.

“La primera edición de 2019 tuvo una presencia muy fuerte de artistas extranjeros y  un espacio como núcleo central, en el Palacio de Justicia frente al Teatro Sauto, coincidente con los 325 años de fundada la ciudad. Los artistas negros matanceros  Agustín Drake Aldama, Lorenzo Padilla y José Ramón Chávez, cuyo tema central en sus obras es la africanidad y la esclavitud como tronco recurrente de nuestra identidad, establecieron diálogos excepcionales con el norteamericano Melvin Edwards y con el artista de origen nigeriano Olu Oguibe, quien trabajó en Matanzas durante varios meses con material reciclado en una antigua fábrica de cubos. Después esta exposición viajó a Europa con una gran repercusión internacional.”

En la edición de 2022, Ríos intermitentes contiene 23 proyectos implementados y por primera vez interviene el espacio público y las comunidades como centro de su propuesta. A su vez, como alternativa a las incertidumbres que generó la pandemia, optó por invitar a artistas matanceros, consagrados y emergentes que lograron establecer una extraordinaria articulación entre el imaginario local y los desafíos del mundo de hoy en cualquier parte.

La creadora y curadora Helga Montalván, explica que a partir de la convocatoria de Magdalena Campos, a la par que un Comité internacional de curadores definía los proyectos que serían seleccionados, se realizó un mapeo de la ciudad, que buscara aquellos espacios  abandonados u olvidados junto a otros visibles y de gran acceso de público en las áreas del centro de la ciudad y en las comunidades y vías de acceso a la urbe, como oportunidad de redescubrir también áreas en desuso con un dibujo o mapeo de la ciudad donde pudieran converger todos los proyectos. “Hemos logrado hacer un anfiteatro que entra a la ciudad  donde se incorporan espacios y se integran al circuito de la Bienal.”

“Para integrar las propuestas de los  artistas jóvenes y los más consagrados fuimos estableciendo las articulaciones entre espacio y obras para que pudieran conversar sobre los temas que estaban re/emergiendo, sin prejuicios y  de acuerdo con las miradas  de los artistas y las maneras de abordarlas. Así ocurren complementaciones de fenómenos, aristas distintivas, significaciones otras que en su conjunto están reforzando y a su vez resignificando los conceptos de partida. La convocatoria aludía a la urgencia de sanar y de dar a la ciudad. Entonces de ahí salieron -como brazos- temas del pasado con el presente; cómo nos vimos, cómo nos vemos y cómo nos vamos a ver.”

Casa de muñecas…

En varios puntos de la ciudad fueron visibles cuatro piezas hechas de material reciclado, con las manos; en que la joven artista Liz Melisa Jiménez denuncia la violencia: Casa de muñecas, Casa corazón, Casa de feria y Casa coliseo. Ella define su obra como la apuesta “por educar a la comunidad con respecto a temas donde impera la conducta social violenta, incentivar a la educación ambiental para redimir la flagelación de la ciudad y las rupturas ecológicas por el consumismo, y fomentar el reciclaje y el rescate de la memoria histórica.”

Generación…

En la Oficina del Conservador de la ciudad Julio César García expone, en grandes paneles con retratos, una obra en desarrollo, que visibiliza otros de los grandes desafíos de la Cuba de hoy: la emigración en los jóvenes y sus ausencias y desarraigos.

“Quise hacer una obra colectiva. Primero pedía  a mis amigos que me enviaran una foto y pedía como información, el nombre de pila, la edad, el país en que estaban viviendo y lo que habían estudiado, la profesión con la que se fueron de Cuba. Entonces empezaron a llegarme fotos… ha sido muy personal, de mucha comunicación con cada persona… primero los amigos empezaron a mandarme fotos, después se empezaron a identificar los amigos de los amigos y en las fotos que me están llegando no conozco a las personas… La idea era que  se pudiera crear un espacio que simbólicamente tuviera reunidos todos esos rostros… El mensaje es una espada en el pecho. Ahí hay gente muy cercana a mí y entre los que se identifican y, entonces cuando interactúas con la obra te percatas de esa ausencia aunque no seas tú el amigo directo… esas ausencias generan un vacío en los espacios que ocuparon y las estadísticas indican cómo el cono de población joven se va estrechando. La pieza es muy visitada. Su característica desde el punto de vista conceptual es concebir la obra desde el uso de placas positivas, que impiden la reproducción de la fotografía, como símbolo de que cada vez que perdemos a un joven, seguimos adelante formando más personas pero hubo un hogar que lo perdió, un espacio, un tiempo… cada persona que perdemos es irrecuperable, con esa ya no cuentas más… más allá de las estadísticas…”

Casa-Cuerpo…

Alexis Plascencia quiso encontrar una casa abandonada en Matanzas para convertirla en galería donde pudiera archivar las intervenciones de body painting que ha venido haciendo en distintos espacios de la ciudad.  Hace intervenciones públicas con modelos que son pintados/camuflados en el sitio elegido.

Y en este otro espacio en medio de la ciudad, están los registros a modo de no olvidar… “Me interesa mucho el rescate del patrimonio y de la naturaleza, de redescubrir esos pequeños lugares de la ciudad que la gente no mira porque están ruinosos; y llamar la atención. Hago body painting para decir: ¡Rescátame! Es ponernos la piel de nuestra ciudad, en algunos sitios maltratada, en otros cuidada. Están las alarmas a lugares emblemáticos de Matanzas como el Puente Giratorio… y mis intervenciones son para ponernos la piel de esos hierros que se están oxidando y que detrás de esos hierros viejos o las paredes derruidas están las energías de todas las personas que antes tuvieron contacto con estos espacios y que han hecho posible que la ciudad exista. Es una intervención pública y performance en que cada modelo interpreta la pieza para integrarse con ese espacio. Y este otro espacio de naturaleza donde se guardan esas huellas, es un pequeño bloque de paz dentro de la ciudad ruidosa en que de pronto el transeúnte se sorprende y entra en contacto con la naturaleza y  disfruta de estas acciones documentadas que tal vez algunos las han visto pero otros no. Mi proyecto no tiene fin porque soy un eterno buscador… entre las huellas de la ciudad, entre los rastros de Cuba, las pieles de la sanación. Quiero llevar el trabajo del body painting a toda Cuba.”

Taller de Lolo, Manuel y En camino…

En la calle Narváez está el corredor cultural de la actual Matanzas. En la ribera del río San Juan- que fue una acera maltrecha- se asentaban edificios magníficos y ruinosos.  Desde hace pocos años, el gobierno de la provincia, la comunidad de artistas e instituciones de la ciudad empezaron a rescatar cada espacio hasta hacerlo hoy un Paseo en que convergen Estudios de artistas, pequeños negocios gastronómico-culturales…  como una galería al aire libre con esculturas y puertas abiertas de cada recinto, devolviendo la dignidad a las aguas del río San Juan y a cada transeúnte de la memoria… Ríos intermitentes tiene allí su mano…. En una de esas puertas está el Taller del Lolo (Osmany Betancourt), artista emblemático matancero, que junto Manuel Hernández, el reconocido artista visual, caricaturista y humorista cubano y Premio Nacional de Periodismo José Martí, lideran uno de los proyectos más activos en favor de la ciudad.  De este taller salieron obras para emplazarlas tanto en Matanzas como en el proyecto Detrás del muro en La Habana y en este espacio se exhibe una muestra de la obra de Manuel.

El Lolo estudió en la escuela elemental de arte de Matanzas y se graduó de escultura  en la Escuela Nacional de Arte (ENA) en 1992. Hizo  una obra en cerámica durante 16 años en el Taller de Cerámica Artística de Varadero. Luego quiso experimentar con otros materiales y otras técnicas. “Entonces pido un espacio y me enseñan este en la ribera del río San Juan cuando todavía este sitio era una orilla abandonada y ruinosa. Mi taller hoy, era un basurero pero me gustó desde la primera vez que lo vi.”

“Después invito a Manuel Hernández, el caricaturista matancero, a trabajar aquí conmigo y también volví a la cerámica. En el taller tenemos condiciones para trabajar casi todo lo que incluye la escultura. Hemos llegado a crear obras de gran formato. La más grande, la hicimos para esta segunda edición, tiene 7 metros y es de resina de poliéster. Se llama Mujer con sombrero y está junto a la Bahía.  Forma parte del proyecto En camino de esta edición de Ríos intermitentes, que incluye obras de diferentes artistas, desde el río San Juan hasta, pasando por varios emplazamientos de la ciudad, la cercanía al mar. El taller desarrolla la escultura y también nos integramos con la comunidad para mejorar el entorno, como este bulevar con murales y esculturas primero una acera y lo que hoy es el Paseo… Por eso a este proyecto le llamamos En camino, porque nos proponemos extender la escultura por todos los caminos. Es toda una poética alrededor de hacer camino al andar, siempre en marcha. En la edición anterior trabajamos en el rescate del lugar e hicimos una exposición con alrededor de 100 artistas norteamericanos. En esta edición en el proyecto En camino, hay tres obras fabricadas en el taller, una de mi hijo y dos obras mías. Y apoyamos a otros proyectos para que sus obras se produjeran aquí. La idea es apoyar siempre al arte y principalmente a la escultura. Los sábados en el taller también dábamos cursos de arte para los niños antes de la pandemia. Seguro lo retomamos ahora. Pero en los dos años de pandemia, producimos aquí cinco piezas de gran formato para Detrás del muro: El pescador y Los bancos que están en el Malecón de La Habana para este Bienal…”

El taller del Lolo y Manuel es un centro Bienal en Matanzas. Muchos artistas vienen a hacer su obra, reparar, preparar… Este es también sitio de reunión del equipo directivo de la Bienal en Matanzas. En esta edición de Ríos intermitentes, Manuel  presenta dibujos ampliados de caricaturas suyas, algunas ya publicadas, otras realizadas para la Bienal. Aquí también se muestra su famosa colección de platos de cerámica, que de algún modo recoge su memoria de vida. Nos recibe su obra El banco de la diversidad, para estos tiempos excepcionales…

Maribel Acosta Damas- ¿Manuel, después de tan larga vida profesional, sigues con el mismo ímpetu de trabajo? ¿No se te han quitado las ganas?

Manuel  Hernández-“¡No! ¡Qué va! Yo todos los días que me levanto es a trabajar temprano… ¿Cómo es que decía Máximo Gómez?, que un día sin combate era un día perdido. Yo sin trabajo no puedo vivir… me pongo estresado (y se ríe…)  … Y me preocupo porque quede bien… Uno tiene un compromiso con lo que hace… El humor es muy complejo. Puede ser racista, clasista o liberador y emancipador… Uno tiene que ser serio, profundo… Entender el tiempo en que vive.”

Fotografía de Mulier…

Stephanie O’Connor tiene 22 años. Es autodidacta. Este es su primer ensayo fotográfico. Era bailarina. Tuvo que dejar de bailar y necesitaba hacer arte y, la fotografía fue el medio que la impulsó. Su serie fotográfica nace de la urgencia de reconciliarse con su cuerpo, de encontrar en su memoria -para la sanación- la memoria de muchas mujeres; “de los procesos que he pasado, de los cambios, de vincular objetos con el cuerpo femenino, de los tabúes sociales… por eso surge esta serie…” Fotos como Ciclos representa “el dolor que pasamos las mujeres cada mes, o esta que contiene dos testículos y dos ovarios en cuerpo de mujer para parodiar la frase popular de las mujeres fuertes y machos. Es también la mujer vida.  Y Mulier, que da nombre a la serie, viene del latín y es la mujer de las muchas ideas, un cuenco de energía… Este llavín que abre todas las puertas, es Luchadoras, que no tenemos miedo a nada. Y están estos senos femeninos… ¿qué cómo nace? Yo tengo vitiligo en mis pezones y quería buscar la diversidad de nosotras las mujeres, contra los estereotipos, con todos los rasgos de cada una, su textura, su color de piel. Son mujeres con todas las huellas de la vida. Es una obra en construcción que incluirá también mujeres con cuadrantes de operaciones de cáncer de mama, mujeres que tienen una historia que contar a través de sus senos…”

Ensayo fotográfico de Stephanie O’Connor.

Arte en la fábrica y el sonajero gigante de Salomón…

Un artista llama la atención sobre la necesidad de reciclar, de no desechar; de recuperar para seguir creando… de rescatar las células de la memoria de los patrimonios industriales donde se guardan memorias mayores de varias generaciones. Y quiere devolverle a su ciudad lo que viene dando desde hace más de tres siglos.  Jorge Yunior Gutierrez Salomón hizo una  residencia en la  Fábrica Conformadora de Métales Noel Fernández para su proyecto de Ríos intermitentes. Egresado de la especialidad de pintura y dibujo de la Escuela Profesional de Arte Roberto Diago Querol de Matanzas, su obra para esta edición de la Bienal en Matanzas consistió  en trabajar con los materiales de desecho de la producción industrial y crear esculturas devenidas obras de arte.  A partir de la recortería metálica,  presentó  una propuesta ecológica de unas cien piezas, distribuidas por diferentes espacios o jardines de la ciudad. De ahí nació también el sonajero gigante de 70 campanas que sonaron bajo el puente de la calle Narváez.

Decolonización y cambio…

Como parte de la veintena de proyectos de Ríos intermitentes están Ella entre nosotros,  del artista Adrián Gómez Sancho, de seguimiento de la edición anterior, que ante una Virgen de la Caridad que portó rezos y peticiones, esta vez solicita “devolver” esa promesa cumplida, ya sea desde lo espiritual o lo material. Y la virgen se presenta en ocho piezas de gran formato dialogando en distintos puntos de la ciudad directamente con el espectador. Asimismo otros proyectos atendieron  al legado de los ancestros y la familia desde la identidad matancera, en una búsqueda de archivos y documentos que rescatan identidad y memoria.

En el proyecto expositivo Mundo Forjado de José Manuel Díaz Herrera, Noly, curado por Alexander Rodríguez Castellanos, confluyen obra fotográfica y el audiovisual en 3d de Esteban Grau González Quevedo, espeleólogo devenido realizador audiovisual quien tiene una particular mirada sobre diferentes ecosistemas naturales matanceros y cuya obra se interconecta con las esculturas en metal reciclado que realiza Noly.

Paisaje post industrial es una serie fotográfica del fotorreportero Ramón Pacheco Salazar, que indaga  en el olvido y abandono al que son sometidas las instalaciones de producción industrial, que una vez fueron útiles para el hombre, cuando ya dejan dejan de serlo. Nos muestra el deterioro de estas y su impacto en el paisaje y el medio ambiente. La serie es una reflexión sobre la huella implacable del ser humano y del tiempo en nuestro entorno y de las consecuencias de su maltrato y abandono.

Otros proyectos intervinieron áreas rurales en fincas eco-sostenibles, reanimaron jardines y espacios verdes de la ciudad y lugares emblemáticos como el paisaje en el Valle del Yumurí. Confluyeron en la búsqueda de miradas propias, de pieles diversas, de honduras de la memoria…

La Marina y Los muñequitos de Matanzas…

Emilio Ofarril Almendares  es el coordinador del proyecto Afro arte en La Marina. Él reconoce que este es un barrio muy especial  porque tiene “una manera de vivir, de relacionarse: es rumba, es religión, es amistad, es ayuda… Es eminentemente cultural y la gente te acoge como familia si te comunicas bien con ellos… Es el barrio fundacional San Severino de La Marina, que surge desde las primeras mediciones de parcelas que se hicieron en la ciudad. Este es el barrio de Los muñequitos de Matanzas. Aquí  nació la simbólica agrupación de la rumba cubana, referente de la cultura nacional. Aquí viven y trabajan para su comunidad. “Este ha sido un núcleo de oficios como sastres, lavanderas, muchos trabajadores del puerto… Aquí se fueron concentrando cabildos, se posicionaron casas de santos y vinieron hacia acá músicos, practicantes de la regla de Ochá Santería, de Ará, Abacuá… por la cercanía del puerto y porque se mudaron con sus prácticas… Ha sido como África pequeña, una zona de resistencia en que conservaron creencias y prácticas culturales que a su vez conformaron una cultura propia, cubana y de soberanía.”

 Ofarril  es de adentro. Su familia viene de la Casa de Pucho, una de las casas de cabildo más famosas de Matanzas. Él pinta los solares, la rumba…  Y Afro arte es un proyecto de gestión cultural que crea, articula y promueve espacios para el arte y la cultura a partir de las artes visuales. En la segunda edición de Ríos intermitentes el proyecto de Ofarril recreó los espacios de vida de las casas de La Marina donde los vecinos intervinieron con el concepto de defender una estética y la dignidad de su manera de vivir, el uso de los colores vivos, “porque además es una estética también de resistencia, que se ha ido construyendo sobre la base de lo que está a mano, de lo que hay, de lo que tenemos disponible.  Y funciona el principio aprendido también desde el espíritu africano, que lo que manda, lo que importa, es lo de adentro de sí mismos.” En esta edición de Ríos intermitentes, La Marina ha tenido sobre todo acciones de limpieza, de sanación del barrio desde la recuperación de su intimidad con el río y con la naturaleza, el medio ambiente… Se intervinieron lugares derruidos para crear una casa de juegos para los niños y niñas del barrio con juguetes comunes, con paredes donde exponer sus personalidades emblemáticas, que rescata memoria  ancestral y  se plantea una dignificación desde el conocimiento  y la participación de la comunidad.  

Emilio Ofarril -Proyecto Afro arte en La Marina.

Amor y Magdalena Campos, las mujeres de la familia…

Amor Díaz Campos empezó muy pequeñita a trabajar alrededor de Magda y de su obra. Es su sobrina,  que ha venido representándola, junto a su madre, Conchy, como los ojos de Magdalena, que trabaja lejos. “Afortunadamente no he estado sola, somos un equipo integrado y he recibido ayuda y tutela de artistas y colegas muy valiosos”.  

Maribel Acosta Damas- Por una serie de azares concurrentes Magdalena Campos no ha podido llegar, ¿cómo ha sido la comunicación con ella, la creadora de Ríos intermitentes? Tú has sido el puente fundamental…

Amor Díaz Campos- “Aunque  este es un proyecto de la provincia y de la Bienal de La Habana, es además un proyecto familiar, con mi madre Concepción Campos, quien durante muchos años ha trabajado de la mano de Magda; mi prima, que es la vice delegada del CITMA en la provincia y como esta edición tuvo una alta conexión con el medio ambiente, la memoria botánica y la reforestación, su intervención ha sido de gran importancia. Mi madre lleva muchos años trabajando con Magda. Trabajando con ambas, aprendí a hacer. Mirando a mi mamá  trabajar, me fue legado su puesto. Mi familia es un matriarcado… Es un desafío ser de una familia de mujeres líderes en sus profesiones. Creo en las energías, y por eso uso una prenda de cada una de ellas, de Magda y de mi madre. Las otras las cambio, pero las de ellas son permanentes. Ríos intermitentes involucra a la comunidad artística, y por supuesto a los actores formales de la comunidad y a las autoridades del gobierno que  han financiado los proyectos. A mí me ha tocado estar al frente por legado familiar”.

Maribel Acosta Damas- ¿Se sabe algo ya de Ríos intermitentes para la Bienal de La Habana 2024?

Amor Díaz Campos- “Hemos optado por conectar 2022 con 2024 por varias razones: tenemos una serie de artistas extranjeros que no pudieron llegar en este año por las incertidumbres de la Covid y que quieren hacerlo para la próxima edición. Y queremos hacer realidad los tres proyectos que esta vez no pudimos producir: Equilátero, que son tres pirámides basadas en la energía curativa de las pirámides que instalaremos en las áreas de los hospitales de Matanzas; el otro proyecto maneja la idea del almacenamiento del conocimiento en la nube, que es para la Universidad de Matanzas y un tercero que alude a la idea del alambique como centro  del arte. En esta segunda edición nos centramos en jardines no solo de belleza, sino de consumo de vegetales y de recuperación de la producción de henequén y de reforestar áreas que protejan las zonas de inundaciones… Estas son acciones que llevan tiempo, que son procesos; por eso inician desde ahora y ya están conectadas con 2024. De manera que ¡ya empezamos la tercera edición de Ríos intermitentes 2024!”.

La 14 Bienal de La Habana cerró sus puertas luego de varias etapas que en seis meses de trabajo ofreció un panorama sucesivo y relacionado, del arte en la isla y con artistas de otras partes del mundo. Si una propuesta merece ser estudiada es Ríos intermitentes en Matanzas, por la ejecución creativa, sistémica y de pertenencia entre todos los actores del territorio. El concepto curatorial de partida fue enriquecido y plantado en un espacio a la manera de tejido estético y sociocultural que no dejó cabos sueltos. Ríos intermitentes trasciende como una poética antropológica visible, que está jalando de la identidad, como los propios ríos  que atraviesan la ciudad y que se sumergen o afloran en las sequías o en los temporales.

Magdalena Campos ya está bien de salud. Ella lleva en sí misma su batey La Vega, la abuela española, el abuelo chino y el bisabuelo esclavo africano. Su lealtad de mujer negra, de Matanzas, brillante, vertiginosa y voraz, son el aliento del mundo para su trecho de Cuba.

… Milagros Milián, la vecina del barrio de La Marina ve a  la Bienal como la recuperación del parque y la casa de juegos para los niños y niñas, Los muñequitos tocando…, “estamos contentos porque cuando se termine el parquecito se va a cuidar. Y yo como Presidenta del Comité, cito a la gente todos los domingos para trabajo voluntario. La Bienal son las actividades que se están haciendo… Estamos aquí… ¡Pa’ servirle y pa’ lo que sea!”.

             “¡Qué linda han puesto la ciudad!”

(*) Periodista cubana, especializada en televisión. Es profesora de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana y   Doctora en Ciencias de la Comunicación.

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