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“Producir armas significa destruir pueblos. El mundo unipolar no puede ganar esta guerra”: Análisis de Luciano Vasapollo

“La escalada militar de la guerra en Ucrania representa el momento más dramático y contundente de la parábola del sistema imperialista”. Luciano Vasapollo, decano de economía de Sapienza, exponente del capítulo italiano de la red internacional de artistas e intelectuales en defensa de la humanidad y vicepresidente de la Asociación Padre Virginio Rotondi para el Periodismo de Paz, que promueve FarodiRoma.it, está convencido de ello.

“Hoy –explica Vasapollo a RadioSonar.net- estamos en plena decadencia de la dirección unipolar del mundo y cuando digo unipolar no me refiero solo a Estados Unidos, me refiero al centrismo del norte, es decir, decimos la zona imperialista . El imperialismo yanqui (que reacciona airadamente como un animal herido de muerte) ha entrado en una crisis irreversible. Un destino que involucra a la zona de la Unión Europea de una forma diferente: es la crisis irreversible de la que venimos hablando desde hace muchos años, una crisis no tanto y no solo en la zona del dólar y del euro o en Estados Unidos y la Unión Europea, sino la crisis del modo de producción capitalista. La hemos llamado en tiempos insospechados ‘crisis sistémica’ porque no es la clásica crisis cíclica: no encuentran salidas en una forma de inversión adecuada, el problema es el maldito desarrollo cuantitativo. Maldito porque está detrás de lo que está pasando, detrás de las mil formas de guerra. Y nosotros, los europeos, estamos notando la guerra solo ahora, porque existe este frente de guerra entre Rusia y Ucrania, pero hasta ahora hemos considerado poco los muchos frentes de guerra en África, Yemen, Siria, Libia, en todas partes “.

Según el profesor. Vasapollo, es decir, “Para tratar de salir nuevamente de esta crisis, los imperios reaccionan con lo que los economistas llamamos ‘economía de guerra’: producir bienes, en este caso armas, lo que significa destruir pueblos enteros. Hay, pues, exceso de capital y desgraciadamente, lo digo con dolor, los hombres se consideran en exceso. Y se resuelve con la guerra, es poder renunciar a financiar las burbujas especulativas que estallan las guerras comerciales, el proteccionismo económico: pienso en el bloqueo, el bloqueo económico contra los que de manera calumniosa e indigna llaman ‘Estados canallas’ simplemente porque no lo hacen, están alineados con ellos. Y aquí están las sanciones contra Venezuela, contra Cuba, contra Palestina, contra el mismo Irán, contra Siria: contra todos los que no toman partido por la OTAN”.

En este sentido, el problema de fondo no es la localización del conflicto en el corazón de Europa: “La guerra entre Rusia y Ucrania -explica Vasapollo en la entrevista- no me importa mucho el lugar, obviamente me interesa los muertos, porque cuando muere gente, en cualquier parte, llora un comunista, nuestra ideología no es una ideología violenta, aunque la historia lamentablemente nos ha llamado, a veces, como en el caso de los partisanos, a reaccionar de esa manera también. Somos gente tratando de entender el mundo para cambiarlo, y lo que viene es muy claro: es un choque entre la dirección unipolar del mundo y un área multipolar, donde el multipolarismo no es el viejo bloque soviético ni tods los paises socialistas: hay países socialistas de otra manera, como Cuba y Venezuela, está China,  hay países que no aceptan en absoluto la dominación norcéntrica y OTAN centrica, es decir, este desarrollo sin sentido y esta vergonzosa expansión de la OTAN: hablo de Rusia, hablo de Turquía, hablo de Irán y hablo de la India, pero también de muchos otros países, y del mismo Brasil. De hecho, también hay países de derecha, pero nacionalistas, que quieren escapar de esta dimensión”.

“Obviamente – confiesa Vasapollo – Espero que esta guerra entre Ucrania y Rusia termine, pero lamentablemente el instrumento de guerra no terminará, no terminará porque las guerras económicas y comerciales y las guerras militares tienen el único propósito de poder sobrevivir a esta fase de crisis y relanzamiento. Lamentablemente esta no es una guerra popular, no es una de las guerras de los trabajadores que deben defender sus intereses”.

“Esta guerra -dice el economista- es sólo muerte y destrucción. Obviamente, además de los estragos que mencioné antes, hay una crisis ambiental sin precedentes, y está la otra guerra: la guerra de la comunicación y la información. Se acredita información engañosa: tienen en sus manos tal instrumento de convicción, de coerción masiva que si deciden hacer decir al mundo que esta camiseta gris es roja lo consiguen. Esto es matar todo espíritu crítico, toda capacidad de juzgar como explica en sus artículos el periodista de Le Monde Diplomatque Ignacio Ramonet que hablaba de los riesgos de un pensamiento único. Hoy es el pensamiento imperialista el que pasa y el que trastorna y lamentablemente lo que tenemos que hacer es trabajar duro. Hoy desde Repubblica al Corriere della Sera todos dan la misma versión por lo que hay una nueva resistencia a la que debemos ayudar enviando armas. Cosas del otro mundo que no tienen absolutamente ningún sentido. Juegan una carta pesada la de la propaganda, la de la información, mejor que la desinformación que se convierte en la cultura infame de la contrarrevolución, es decir, de la represión de las mentes”.

“¿Como reaccionar?  Reaccionamos – concluye Vasapollo en la entrevista – despacio, con calma, aunque sea difícil por la desproporción de los medios. Aunque es cierto que hay una mayoría en contra de la escalada en curso. Es lo que alguna vez se definió por otras razones como una mayoría silenciosa, que no se expresa, que no expresa su capacidad de conflicto. Pero nuestra tarea no es quedarnos a la orilla del río esperando, sería una estupidez, tenemos que trabajar como lo hacen los topos bajo tierra, para sacar esa capacidad crítica que sumerge la violencia de estas instituciones, para lo cual están ni optimista ni pesimista, soy realista: caminemos y trabajemos para cambiar las cosas”.

Tomado de Faro di Roma/ Foto de portada:  Dipartimento di Scienze Politiche e Sociali – Università della Calabria/ Archivo.

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