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En honor al amor, la vida

Por Yaimi Ravelo / Graciela Ramírez / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba. 

Julián Pupo Castellanos dejó su Holguín natal después de terminar el servicio militar activo. Todo cubano del campo tiene un familiar en La Habana al que siempre se puede acudir.

A inicios del 2008 el hermano de Julián lo invitó a la capital para estar juntos y emprender un nuevo camino, y allí conoció a Yanet Sánchez, toda la felicidad del mundo en el centro de Guanabacoa.   

El joven recién llegado solía pararse en la esquina de la cuadra que era en aquel momento su nuevo barrio, conocer otros jóvenes, conversar…, cosas de chicos. A pocos metros estaba la casa de ella. Del intercambio de sus hermosas miradas pasaron a las palabras, surgió una amistad en la que ambos sabían que había mucho más… y a los ocho días se hicieron novios.

-“Eso fue un 14 de febrero, me llama y dice”, -con ojos de eterna novia cuenta Yanet.

-“Tu mamá y tu papá son unos ladrones” –piropea él.

-“Oye más ladrón eres tú” –le interrumpe ella sin entender la broma.

-“Pero si lo que te quiero decir es un poema, ¿puedo terminarlo?”

-“A ver, termínalo”.

-“Que se robaron las estrellas y las pusieron en tus ojos”.

“Ahhhh, te salvaste” –ella echó una carcajada.

Y ahí comenzó una historia de amor, de sueños y de metas para ambos.

“Yo tenía 18 años y él 19 –recuerda Yanet. Desde el inicio fue una relación seria. Mi familia lo miraba de arriba abajo, ‘cuídanos la nieta’ le decían mis abuelos que siempre han sido muy celosos conmigo.”

“Esos abuelos son cosa seria, lucharon en la Sierra y pertenecieron al cuerpo de seguridad del Comandante, les mostraré las imágenes –devela la joven con orgullo. Lo recibieron como a un nieto más, ‘mecaniqueaban’ los carros, pasaban horas y horas juntos.”

Ángel Fonseca junto a Fidel.
Presidencia de la República de Cuba. Expediente 219, Delio Fonseca Rosello 1ro de Agosto de 1962, firma Celia Sánchez Manduley.

“Mis padres lo acogieron como a un hijo. Comenzamos a vivir juntos muy jóvenes, yo no sabía hacer nada en la casa. Él lo hacía todo, fue quien me enseñó a cocinar”.

“Se arrebató cuando salí embarazada de nuestro primer hijo, al momento corrió a buscar trabajo y consiguió una plaza como chofer en la Empresa de Gas.”

Desde ese entonces Julián Pupo Castellanos emprendió su labor como chofer de “pipa” de gas licuado de la empresa “Cupet”, en La Habana.  

Muy trabajador y muy responsable, hacía lo que fuera necesario para ahorrar. Julián, por aquellos años en que germinaba la joven familia también confeccionaba percheros artesanales para vender. Los cubanos se crecen con ingenio ante las dificultades que históricamente enfrenta la economía en la isla. Es el castigo que confiere el gobierno de los Estados Unidos a los que nacen en Cuba y deciden echar raíces, crear una familia con y en Revolución.          

Los sueños de una familia cubana

Víctor, Yulian y Yoselyn son los hijos de Yanet Sánchez de 33 años y Julián Pupo de 34. Con el nacimiento de la pequeña Yoselyn en el 2019 -la joven madre con tres hijos ahora-, cumplía los requisitos para solicitar vivienda en el gobierno de Guanabacoa.

En el 2020 el gobierno les facilitó un terreno y la adquisición de materiales para la construcción de la nueva casa.

“Corriendo comenzó a construir, hizo un cuarto, el baño y la cocina para mudarnos lo antes posible a nuestra casita. Sabía hacer de todo, lo que se propusiera lo hacía y le quedaba bien”, -dice la esposa.

Julián sin ser albañil juntó bloques, cemento y arena. Terminaba los turnos de trabajo en el camión del gas y echaba a andar su otro proyecto. Los fines de semana los aprovechaba al máximo para construir, contó siempre con la ayuda de su papá . La meta, el sueño, ver a sus hijos y esposa en una casita hermosa, resguardar su gran tesoro, la familia. El amor que salía de sus manos se convirtió en hogar.           

“Él no solo construía nuestra casa, le hizo a su mamá la cocina, ayudó a los vecinos a levantar sus paredes. Si a alguien se le rompía la lavadora, la arreglaba él”, -cuenta Yanet.

Julián es el héroe y confidente de Víctor, su hijo mayor de 13 años. Yulian de 11 es autista, en su mundo interior su papá también lo es todo. Yoselyn de tres años es la princesa consentida, la que llegó el 5 de enero del 2019 para completar la dicha.  

“Si compraba chupachupas (caramelos), él traía cuatro, para mimarme a mi también. Éramos iguales para él, vivía para nosotros”, -recuerda la joven.

“Mi esposo es el que muchas mujeres sueñan tener. Nunca discutíamos, llamaba a la manicure para guardar un turno para mí… Mi esposo era mi peluquero, él me teñía el pelo, quitaba los cayos de mis pies, hasta eso”.  

“Cuando Julián se dormía –relata- yo le pintaba la cara, se despertaba y nos reíamos, él no sabía que pasaba y cuando se miraba en el espejo reíamos más. Éramos una familia feliz, lo teníamos todo.”

 “Las mejores comidas del mundo las hacía mi esposo en ese hornito de carbón hecho por él”,-señala la hornilla rústica que está en el patio, aún se ven restos de carbón.

Nuestro sueño era lindo y simple, terminar nuestra casita y ver juntos a los niños crecer. Durante 18 años no nos separamos ni un día. Yo voy a continuar…, por él”.

Un fatídico día para Cuba, explosión en el Hotel Saratoga

El pasado 6 de mayo Julián Pupo Castellanos se levantó de madrugada para salir a trabajar. Era un viernes cualquiera, un café bien temprano y el beso de hasta luego. A las 8 de la mañana correspondía el turno de trabajo para la “pipa” de gas que conducían Julián y su compañero Orlando Vargas.

Orlando Vargas junto a Julián.

Transcurrió sin problemas el despacho del combustible, cumplieron con ese primer turno el cometido del día, se disponían a retornar a sus casas. Una llamada imprevista los regresó a la unidad para cubrir el segundo turno, de otro compañero.

 El Hotel Saratoga reabriría sus puertas el 10 de mayo, correspondía abastecerlo de gas para la esperada reapertura.    

Yanet es maestra de preescolar, lleva unos cuantos años sin poder ejercer su profesión, Yulian tiene dificultades para socializar, Yoselyn es muy pequeña, la necesitan. Estaban ellos en la casa hecha con las manos de Julián cuando ocurrió lo inesperado. Víctor estaba en la escuela.

“Cuando me entero de la noticia, sin una lágrima le digo al niño: -Ahora vengo mi amor. Fuera de la casa, sin que los niños me vieran me volví loca, los vecinos no comprendían qué me pasaba, me sequé las lágrimas y entré a la casa”.

“Ahora vengo, tengo que salir”, fueron las palabras de la viuda a sus pequeños hijos ante la llamada del centro de medicina legal, donde debía reconocer el cuerpo de Julián.  

Yanet no habla de ese día, ni de la muerte. En honor a su amor, a la vida, así lo quiere recordar:

“El mayor de nuestros hijos es asmático, él era quien siempre le daba el aerosol. Mira este video, es de los dos años de la niña. Él trajo unos mariachis y se disfrazó –cuenta la joven viuda con orgullo-. Míralo, míralo, como canta. Ese es él, estaba enamorado de su hija.”

El video era una daga para nosotras, aquel joven “mariachi” cantando “Las Mañanitas” a su pequeña, tanta felicidad en 18 minutos de reproducción. Las manos de Yanet acarician la pequeña pantalla del celular, el amor vive.

La casita en plena construcción acogió a los vecinos para la fiesta de cumpleaños, “se llevaba bien con todos” –dice Yanet.

“Ese cumpleaños fue el 5 de enero del año pasado. Este año también lo celebramos, pero no lo filmé porque estaba sin teléfono –dijo con lamento. Ese hombre vivía para mí y sus hijos, éste celular que tengo ahora –con el que nos muestra las imágenes– me lo compró reuniendo kilito por kilito”. 

“Salía del trabajo corriendo para la casa, los amigos le decían ‘pero quédate vamos a compartir un rato’ y él: ‘no, no, no, que tengo que hacer no sé qué…’, siempre llegaba temprano y hacíamos las cosas de la casa escuchando música, le encantaba la música.”

“El 19 de abril fue mi cumpleaños, me hizo una comida deliciosa al carbón, fue la última vez que hicimos una fiesta, que compartimos en familia. Por el día de las madres él iba a hacer la fiesta de ese mes, entonces pasó…”, se hizo un silencio enorme.

“Ahora quiero estar para los niños, y continuar todo lo que dejó por hacer, en honor a Julián, el amor de mi vida y de la vida de nuestros hijos”.

Conocimos a Yanet en la Vigilia por los fallecidos en el accidente del Hotel Saratoga, declarado Duelo Nacional por el gobierno cubano. Sus lágrimas, y las de tantas familias que perdieron a sus seres queridos, eran también las nuestras. Se reflejaban en la profunda tristeza del presidente Miguel Díaz Canel, su esposa Lis Cuesta y todos los miembros del gobierno presentes allí.

Al cumplirse un mes de aquel accidente que llenó de luto a Cuba, rendimos homenaje a todos los que hoy faltan en sus hogares y a los que trabajaron incansablemente para encontrarlos.

Para recordarlos Siempre con Nosotros, desde el Amor y la Vida, tal como lo hace Yanet.

El papá de Yanet, Marino Sánchez, Yanet, Graciela Ramírez y el abuelo Delio Fonseca Rosello.

Fotos: Cortesía de la familia.

3 comentarios en «En honor al amor, la vida»

  • Gracias por tan bello texto,todas las palabras son pocas para narrar y describir a tan hermoso Ser, yo su hermana , agradesco tan noble gesto y tan bellas palabras, 2 mitades de 1 mismo corazón. Gracias 🙏🏻

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    • Un ser hermoso, una historia bella y difícil de contar. Gracias a uds por permitirnos hacer este sencillo homenaje en nombre de todas las víctimas de ese triste día para Cuba. Un fuerte abrazo. Corresponsalía en Cuba de Resumen Latinoamericano.

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  • Triste suceso. Mi solidaridad con la familia. Cualquier cosa estoy a la orden.

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