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El Carlos Rafael que yo respeté, disfruté y sobre todo admiré

Por Coronel ® Nelson Domínguez Morera (NOEL)*

Lo conocí personalmente en el año 1976, un día en que le fui presentado por un Jefe Superior del MININT, por haberle sido asignado a la Sección que en aquel entonces dirigía, la atención del recién creado Comité Estatal para la Colaboración Científico Económica, por sus siglas CECE, que él desde su cargo de Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, atendía directamente.

Siempre lo había admirado, primeramente por su gesto audaz de incorporarse temprano a la Sierra Maestra a compartir las rudezas guerrilleras habiendo sido un destacado intelectual y además porque siendo militante de un Partido revolucionario y de vanguardia como el Socialista Popular, comunista, inicialmente no partidario de la lucha armada, tomó la intrépida decisión y adelantando su concepto de unidad, se subordinó sin ningún tipo de reclamo al Comandante en Jefe Fidel Castro quien no contaba en aquel entonces con historia intelectual a su par, pero si había dado sobradas razones de liderazgo y estratégica visión desde el asalto al Moncada y el desembarco por las Coloradas, señalando el camino.

Hoy se cumplen exactamente trece años de ver partir en la capital a CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ, integrante del primer Comité Central del PCC desde su creación en 1965 y ascendido a su Buró Político en el Primer Congreso del PCC de diciembre de 1975. Ya se encontraba en diciembre de 1997 muy angustiado y deteriorado por su enfermedad, pero ello no le impidió continuar como todo un verdadero comunista que siempre fue, escribiendo, creando y aportando, ya desde una silla de ruedas, hasta que la muerte nos lo arrebató, aún dinámico y optimista.

Fidel junto a Raúl le impone la Orden Nacional José Martí otorgada por el Consejo de Estado a Carlos Rafael Rodríguez.

Fue un apasionado Fidelista a toda prueba y lealtad, de lo cual hay muchísimos ejemplos como aquello de ponderar siempre la labor de sus escoltas. Ahí están recogidas sus sentidas frases sobre ellos, en un documental que se realizó en el aniversario de la Seguridad Personal, o aquella desafiante actitud de incondicional defensa a la figura principal y emblemática de esta Revolución, que consideró necesaria asumir finalizado el escrutinio, en el Cuarto Congreso del Partido. Aquello, casi pareció un panegírico.

Me referiré a dos muy personales recuerdos que atesoro. En el verano de 1976, producto de las continuadas acciones contrarrevolucionarias que venía ejecutando un Director del Ministerio de Comercio Exterior (MINCEX) entre las cuales resaltaban el continuo favoritismo a entidades extranjeras en negociaciones importantes a cambio de dadivas y comisiones en efectivo, y más importante aún, haber servido de “señalizador” a agentes de la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) en Ginebra, Suiza, para el reclutamiento de un connotado traidor a la Revolución, la Jefatura del MININT tomó la decisión de proceder a su detención para someterlo a procesamiento jurídico penal.

Aplicando el procedimiento establecido para esos casos, se decidió que personalmente le informara a él dada su condición de Vicepresidente del Consejo de Estado que atendía el Sector, los cargos comprobados que se le imputaban al implicado y lo riesgoso de su permanencia en el cargo. Tuve que visitarlo en una casa de las afueras de la ciudad donde se recuperaba de una seria afección en las cuerdas vocales.

El día convenido me presenté un poco adelantado a la hora prevista y antes de que me atendiera, pude recrearme en una saleta que hacía de biblioteca con una buena cantidad de libros.

Varios estaban regados encima de una mesa, marcados y abiertos, señal de que los estaba leyendo y consultando al mismo tiempo. No recuerdo de autores ni títulos, solo que se trataban de temas económicos y todos en diferentes idiomas, era un conocido políglota, al menos dos en alemán, otro en ruso y el más manoseado en inglés.

Enseguida me hizo pasar y le mostré el grueso expediente debidamente documentado con los cargos, fotos operativas, resultados obtenidos con fuentes humanas y técnicas, etc. Casi ni lo hojeó, dedicándose a escuchar mi apretada síntesis, tomó un bolígrafo y en una misma página del legajo, mandé después que así se conservara para la historia, manuscribió, ...”Dile a Ramirito (Valdés Menéndez, Ministro del Interior en aquellos momentos) que yo no tengo objeción alguna, deben también informarle a Roa (Raúl Roa García Canciller de entonces) y a Inchaústeguí (García Inchaústeguí director del MINREX) que también son amigos de él para que vean que clase de traidorzuelo hemos tenido cerca, dile también que solo estoy escribiendo por el absoluto reposo de voz que me han indicado los médicos…” Y agregó, con su delicado humor irónico y sagaz, también en manuscrito… “Dice Guillén (Nicolás, Poeta Nacional) que cuando yo hago reposo de voz, mis amigos, como él, hacen reposo de oídos…”.

En otra ocasión, el 8 de febrero de 1981 un grupo de elementos antisociales, ocuparon la embajada del Ecuador tomando de rehén al entonces embajador de esa sede, reclamando a cambio se le facilitara la salida del país, como totales ignorantes de la política revolucionaria de jamás aceptar chantajes ni intimidaciones. El MININT instaló un puesto de mando de avanzada próximo al lugar, en la instalación que fuera el Hotel Chateau Miramar devenido desde hacía bastante tiempo, en una importante instalación del MININT y hoy restaurado nuevamente como hotel. Las visitas del Ministro del Interior y del Comandante en Jefe orientando y controlando las medidas que se establecían, eran frecuentes.

Una tarde, casi a las cuatro, llegó Carlos Rafael Rodríguez portando solo unas hojas de papel, que leía y releía en un apartado rincón y sustraído del ruido reinante entre timbres de teléfonos, fax, walkie talkie, plantas de radio y monitores de circuito cerrado de TV, entre otros equipos, sin que nadie se atreviera hablarle, hasta que él mismo rompió el silencio y dirigiéndose al Jefe del Puesto de Mando, el entonces Coronel Gregorio Eladio Sánchez López, después General de Brigada y 1er Sustituto de Dirección ya fallecido,  le extendió las dos o tres hojas de papel diciendo… “toma, es el editorial que el Comandante me indicó le propusiera para sacarlo en primera página del periódico GRANMA sobre estos hechos para mañana,  quiero que todos lo lean y me den sus consideraciones, antes que él llegue…” Los presentes quedamos consternados, dado lo absurdo de que alguien con la reconocida talla intelectual de aquel hombre, nos sometiera un escrito para que le diéramos opiniones… Eso constituía casi una herejía.

Pasaron quizás unos segundos y “el Yayo” Sánchez, como le decíamos, papel en mano no atinaba ni a leerlo, hasta que él obstinadamente insistió una y otra vez. Lo leímos y fuimos pasándolo de uno en otro. Todos asentimos casi al unísono que estaba muy bien redactado y sintetizado en cuanto a contenido y mensaje al pueblo. Entonces, expresó de nuevo con su carga de humor negro refinado… “Así que lo ven bien, no hay que agregarle nada, ¿verdad? Ya verán, ya verán, cuando llegue el Jefe y me lo haga mierda…” Todos cruzamos discretas miradas casi de sonrojamiento, que no habían concluido cuando se sintieron pasos fuertes, estrepitosos, agigantados y todo el barullo que suele acompañarle. Se abrió la puerta intempestivamente y allí estaba, como siempre al frente de sus mil batallas, el Comandante en Jefe. Sin mediar palabras, le fue encima y con el dedo índice tocándole repetidas veces en el pecho indagó… “¿Carlos hiciste el editorial?” Y sin tiempo para que respondiera el aludido, arremetió de nuevo… “¿Lo trajiste, cómo te quedó, está fuerte e impactante?”. El otro anonadado por el baraje de preguntas, se lo extendió tímidamente sin mediar palabra alguna.

El Jefe de la Revolución Cubana comenzó entonces a leer velozmente y en alta voz mientras daba largas zancadas en el estrecho local, haciendo solo pausas cuando mostraba ligero desacuerdo. Entonces, evidenciando su proverbial delicadeza humana y modestia, decía…  “Carlos, así está bien, no es que yo lo refute, pero… esta proposición debería quedar más atrás, ¿no crees? Si no estás de acuerdo, lo dejamos como está… Y aquí, este párrafo es muy largo, pudiera dividirse y acercar el predicado al sujeto. ¿Estás de acuerdo? Tu eres el autor, podemos obviarlo si insistes, yo solo trato de ayudar…”

El contumaz conspirador que siempre fue Carlos Rafael, no hacía más que asentir con la cabeza y nos miraba de reojo con una manifiesta malicia y contenida sonrisa, hasta que el Comandante en una mirada fugaz, lo detecta…“¿De qué te ríes? ¿Es que no estás de acuerdo? Te insisto que no hay que rectificarlo, como tú lo tienes está bien, yo solo intento algunos arreglos, pero no son nada fundamentales?” De inmediato Carlos aclaró…

-“Nada de eso, Comandante, lo que Ud rectifica yo lo entiendo perfectamente y le da más solidez y síntesis, solo miraba a los compañeros presentes, porque sometí el escrito antes a la consideración de ellos y lo encontraron bueno, y yo les alerté de que cuando Ud. llegara, lo rectificaría todo… Solo eso… y ha ocurrido exactamente”.

Así era, así lo recuerdo, hombre filoso, sagaz, audaz, cualificado intelectualmente como pocos y además campechano, criollo, agudo en sus percepciones, pero sobre todo un admirador consciente e incondicional de FIDEL CASTRO. Por todo ello, fue siempre para mí…

El Carlos Rafael que yo respeté, disfruté y sobre todo admiré.

* Artículo escrito el 8 de diciembre de 2010 ante el 13 aniversario de la desaparición física de CRR.

Foto de portada: PCC.

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