El testamento que Joaquín Areta escribió en una libreta roja, con tinta azul y tachaduras
Por Sheyla Valladares.
Una libreta roja de apuntes donde se dejó constancia, con caligrafía desprolija, de los hechos cotidianos ―direcciones, la hora de un encuentro, cuentas matemáticas, recordatorios de tareas “impostergables”, poemas―, puede servir como la más valiosa herencia de un hombre, porque en ella se guarda para siempre la prueba de que respiró junto a nosotros, tuvo un modo de andar, de reír, de mirar a su hijo. Ese objeto inocuo, engañosamente inofensivo, viene a funcionar como la más certera comprobación de su vida.
Así ha sucedido con Joaquín Areta, uno de los treinta mil detenidos-desaparecidos por la dictadura militar argentina. El pacto de silencio de los militares no ha permitido conocer qué sucedió con él tras su secuestro en 1978, cuando solo tenía veintidós años. Quizá pretendan hacer creer que nunca existió. Pero su pequeña libreta roja de apuntes, mantenida a salvo por treinta años por su compañera Adela Segarra, es su huella dactilar. La flamante bandera que marca su residencia en la tierra.
De ese cuaderno provienen los poemas que conforman el libro Siempre tu palabra cerca, que llega a manos de los lectores de la Isla, de los jóvenes fundamentalmente, en una primera edición cubana compartida por la Casa de las Américas, Resumen Latinoamericano y el Centro Pablo de la Torriente Brau, y que fue presentada en la sala Che Guevara de la Casa por Graciela Ramírez, corresponsal de Resumen en Cuba; Jorge Areta, y Jaime Gómez Triana, vicepresidente de la institución.
Son versos cuyo nacimiento está marcado por una “necesidad vital”, como afirma en el prólogo Jorge Areta, el único hijo de Joaquín, y quien al presentarnos a su padre dijo que de él conoce tres cosas fundamentales: creía firmemente en su militancia, lo guiaba el amor y lo amaba.
“(…) mi deber de hijo es dejar que sus poemas sigan ese camino vital, por siempre joven, y que desde allí nos iluminen” (1). Gracias a la aceptación de ese legado hoy podemos conocer a aquel joven que llenaba las páginas de su libreta roja con las impresiones que la vida dejaba en él y que sin imaginar la connotación y posterior camino de sus palabras escribió: Quisiera que me recuerden / con piedad por mis errores, / con comprensión por mis debilidades / con cariño por mis virtudes. (2)
Este poema, conocido como “Quisiera que me recuerden”, fue el elegido por el expresidente argentino Néstor Kirchner para leerlo durante una feria del libro en Buenos Aires, en 2005. Dicha elección quedó convertida en un acto político trascendente, en una reparación histórica, expresó Graciela Ramírez. Desde la voz emocionada de Néstor y su personal reconocimiento en estos versos de Joaquín, se recuperaba las voces de los poetas militantes detenidos-desaparecidos y las vidas de miles de argentinos que fueron truncadas por la dictadura militar. Tanta fue la identificación de Néstor Kirchner con los versos de Joaquín, que estos se convirtieron posteriormente en su epitafio.
La lectura del poema pudo ser apreciada en video por el público presente en la sala Guevara de la Casa de las Américas, junto a integrantes de la familia de Jorge Areta, entre ellos, su madre Adela Segarra, su hija y su sobrina, entre otros familiares. Asimismo, llegaron los mensajes Alicia Kirchner, gobernadora de la provincia argentina de Santa Cruz; Teresa Parodi, cantautora y exministra de Cultura y Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Para Parodi los poetas escriben para siempre, de ahí que los versos de Joaquín hayan prevalecido sobre la muerte y el silencio, al tiempo que Estela de Carlotto recomendó la lectura del texto porque es un hermoso llamado a la unidad, un reconocimiento de la historia argentina y el recuerdo de todos los desaparecidos.
Siempre tu palabra cerca también cuenta con textos de Abel Prieto, presidente de la Casa de las Américas, quien afirma: “En ese cuaderno está toda su herencia, y no es poco. Como otros muchos desaparecidos que legaron sus versos, el poeta militante habla al presente por él y por otros”. (3)
Podemos encontrar, además, las palabras de Adela Segarra, Víctor Casaus y del editor Julián Axat, hijo también de desaparecidos, a quien se debe, junto con Juan Aiub, la primera publicación de este libro.
Otros elementos que suman valía a este volumen de poemas, si de contabilizar la sensibilidad se tratara, son las fotografías que ofrecen el testimonio gráfico de la vida de Joaquín Areta junto a sus hermanos, sus amigos, Adela, su hijo Jorge, momentos donde la alegría se impuso sobre la ronda perpetua de la muerte en los años más oscuros vividos en Argentina.
Y, por último, esta edición, como otras anteriores, ofrece el facsimilar completo de la libreta original “para que el lector pueda apreciar su contenido”, como indica en su texto Axat, pero también para que pueda conocer sin intermediarios a Joaquín Areta, un joven que, sin proponérselo, dejó escrito su testamento en una pequeña libreta roja, con tinta azul y tachaduras.
Notas
(1) Joaquín Areta: Siempre tu palabra cerca, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2022, pp. 8.
(2) Joaquín Areta: Siempre tu palabra cerca, Fondo Editoral Casa de las Américas, 2022, pp. 39.
(3) Joaquín Areta: Siempre tu palabra cerca, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2022, pp. 6.
Tomado de Portal de Casa de las Américas/ Fotos: Abel Carmenate.