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Venezuela: Chávez economista, el consenso del pueblo versus el Consenso de Washington

Por Geraldina Colotti.

Han pasado diez años desde aquel histórico discurso de julio pronunciado por el Comandante en 2012, año de su última elección como presidente: “¡Chávez ya no soy yo!, ¡Chávez es un pueblo! Chávez somos millones, tú también eres Chávez mujer venezolana, tú también eres Chávez joven Venezolano, tú también eres Chávez niño venezolano, tú también eres Chávez soldado Venezolano, tú también eres Chávez pescador…”

Un indicio para el futuro, porque sólo en esa clave -la clave de la corresponsabilidad, de la complementariedad, a partir de la fuerza consciente y organizada del pueblo- se puede mirar y comprender el enorme legado del Comandante, que continúa desde hace casi diez años desde su desaparición física, el 5 de marzo de 2013. Chávez es su pueblo, es el proceso bolivariano que sigue teniendo al socialismo como brújula y horizonte.

Muchos, desde diversos bandos políticos, se han dedicado a sistematizar el pensamiento de Chávez, midiéndose con su extraordinaria capacidad para aplicar el marxismo y el bolivarianismo a los nuevos tiempos, y para combinar pragmatismo y utopía.

En el plano económico, si tomamos dos arquitrabes fundamentales de la revolución y uno prospectivo, las misiones, la integración regional y las comunas, vemos que, interna o externamente, ambas están guiadas por la búsqueda del consenso de los pueblos contra el Consenso de Washington

Una orientación que quedó clara tras la prima elección de Chávez, el 6 de diciembre de 1998, cuando los emisarios de Washington, que venían a imponer los dictados del gran capital internacional, regresaron con las manos vacías y luego organizaron el golpe de Estado de 2002, tanto para el Estado y la industria petrolera. Un consenso que se persigue buscando más agregando sobre temas compartidos, haciendo transversal el concepto de justicia, que distinguiendo y desechando sobre la base de la «perfección» demagógica.

La primera década de la política económica chavista, entre 2002-2013 y 2012, sirvió para socavar los viejos principios de la búsqueda de ganancias a costa de las clases populares, con otros principios basados en opciones más humanistas, sociales y populares: construir un nuevo sentido colectivo compartido, fundamental para el nuevo bloque histórico decidido a disputar la hegemonía burguesa.

Un concepto en permanente construcción, y en permanente superación dialéctica: capaz de concebir tanto el Salto Adelante de 2004-2005, orientado hacia el Socialismo del siglo XXI como paradigma económico distintivo del proceso bolivariano (a construir sobre la base de un desarrollo humanista, bolivariano y antiimperialista), que los necesarios “pasos atrás” para rechazar los ataques del gran capital internacional. Ataques que alcanzaron feroces dimensiones tras su muerte, con la aplicación de medidas coercitivas unilaterales ilegales contra el gobierno de Nicolás Maduro.

Chávez dejó una gran obra que no fue «ni molde ni copia», pero que quiso hacer irreversible la construcción del socialismo. El desafío, para Chávez, siempre ha sido hacer que la urgencia se resuelva en un mecanismo estructural que apunte a deconstruir el viejo estado burgués desde adentro, alimentando y renovando constantemente la relación entre el estado bolivariano y el pueblo, entre la política pública y la necesidad de las personas, entre la economía y la sociedad.

El primer gran ejemplo fue el de las Misiones. Una deuda social que, dijo el Comandante, no podía ser pagada rápida y profundamente sobre la base de los mecanismos asistencialistas del capitalismo, diseñados para echar agua al fuego de la rebelión popular. El Estado de Misiones, en efecto, no era una especie de estado de bienestar latinoamericano, sino que debía constituir una palanca para la concientización de las masas, basada en una democracia participativa que hiciera al pueblo protagonista en las decisiones de la nueva estructura, y también creó conexiones organizativas entre las diversas áreas de derechos en las que actuó y sigue actuando. Un sistema, por tanto, que tomó también la forma de una gran obra de pedagogía política.

En la economía humanista bolivariana, el valor de uso siempre tuvo que premiar cualquier valor de cambio basado en la lógica mercantil. Y así fue para las diversas Misiones, comenzando por la de salud, educación y alimentación. Y así fue para el desarrollo de todo el Sistema de Misiones y Grandes Misiones dirigidas, como Vuelvan Caras o Madres del Barrio, a generar empleos para el desarrollo de la Economía Popular y Solidaria, o la Misión Che Guevara, que involucra al pueblo en la producción de bienes y servicios, para «convertir, a través del trabajo, el potencial creativo del pueblo en poder popular».

La Misión Piar es un programa para incluir al pueblo minero en el desarrollo económico y social de la nación, favoreciendo a las pequeñas unidades productivas autogestionarias también como antídoto contra la corrupción, el extractivismo salvaje y la infiltración mafiosa. Un proyecto clave también en esta nueva etapa de apertura económica decidida por el gobierno de Maduro.

Y de nuevo, entre las más precursoras, la Misión Ciencia, que reafirmó el vínculo inseparable entre independencia científica e independencia económica y por ello la necesidad de multiplicar la «producción colectiva de conocimiento científico».

Durante la última elección de Chávez, también surgió la Misión Eficiencia o nada, contra la ineficiencia y la burocracia, que bloquean o desvían la necesidad de redistribución social. Y fue también en ese año que, retomando el tema de la crítica y la autocrítica, de la necesidad de fortalecer el Sistema Nacional de Medios Públicos y otras fortalezas para la construcción del socialismo, el Comandante pronunció la frase “Comuna o nada”, precisando la importancia de articular la organización territorial basada en la economía solidaria, con otra globalización de los pueblos, por oponerse a la globalización capitalista.

Siempre, para Chávez, quien creció siguiendo los pasos de Bolívar, pero también de Fidel, quien lo había seguido y recibido cuando salió de la cárcel de Yare, el vínculo dialéctico entre la construcción de relaciones de fuerza tanto a nivel interno como internacional había sido claro.

Con ese espíritu, de luchar contra el capital transnacional, que no tiene nación ni patria, el Comandante trabajó en la construcción de vínculos sur-sur, a partir de la alianza entre pueblos y estados soberanos, hacia una segunda independencia del continente. Con ese ánimo, de reafirmar un tipo de relación integral basada en la igualdad de condiciones y no en la lógica de los tratados de libre comercio impuestos por el capital, quiso quedarse y actuar también en organismos como el Mercosur, intentando trascender la vieja dinámica comercial.

Una extraordinaria red de relaciones que ha permitido a Venezuela resistir los embates del imperialismo, y relanzar el proyecto con Nicolás Maduro quien, con las 3R.Net, ha marcado los pasos para avanzar “hacia un mundo más independiente, más justo y pacífico”. Hacia una Nueva Etapa de Transición al Socialismo. Feliz cumple, Comandante.

Tomado de Resumen Latinoamericano Argentina / Foto de portada: Presidencia de Venezuela.

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