Cuba y los diálogos de paz entre el ELN y el gobierno colombiano. Nuevas oportunidades Vs. viejos obstáculos (Parte II)
Por Gustavo A. Maranges* / Corresponsal de Resumen Latinoamericano US.
La semana pasada, se anunció el restablecimiento de los diálogos de paz entre el recién formado gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). La declaración fue hecha por el Canciller Álvaro Leyva en La Habana, ciudad donde se llevaban a cabo las negociaciones hasta que fueran interrumpidas por el ex presidente Iván Duque.
Retomar las negociaciones de paz es un paso estratégico para el nuevo Presidente Gustavo Petro, quien tiene entre sus metas de gobierno lograr la paz total en el país.
Colombia contará con los buenos oficios de Cuba y Noruega, dos países que demostraron un apoyo incondicional al proceso, incluso durante los difíciles 4 años de la presidencia de Duque.
Cuba, por ejemplo, fue incluida en las listas de países patrocinadores del Terrorismo por negarse a extraditar a la delegación del ELN, lo cual le costó numerosas sanciones económicas. A pesar de esto, hoy nuevamente La Habana vuelve a ser la sede de los diálogos, en una especie de desmentido en los hechos, dejando sin argumentos a todos los que en su momento creyeron en el teatro armado por Iván Duque y Donald Trump para acusar a Cuba de país patrocinador del terrorismo.
La delegación del gobierno colombiano en la Habana, fue encargada por el presidente Petro de explorar no solo la reanudación del diálogo con el ELN sino con todos aquellos grupos dispuestos a hacerlo. Desde que Petro ganó las elecciones en junio pasado, existen rumores de que además del ELN otros grupos guerrilleros están interesados en negociar la paz. El canciller Leyva trasladó al equipo negociador del ELN su interés en que confirmaran estas informaciones con el objetivo de contribuir aún más a la paz y la reducción de la violencia en Colombia.
Desde el mismo momento del anuncio ambas partes han comenzado la desescalada que permita un proceso más distendido. Por ejemplo, en las 48 horas posteriores al anuncio, el ELN liberó a 9 secuestrados. Esto indica que, en el corto plazo, debe haber avances concretos en el diálogo dada la voluntad de las partes negociadoras.
Viejos obstáculos
Sin embargo, en el mediano y largo plazo, dígase una vez alcanzado un acuerdo, los retos crecen. El cambio de la teoría a la práctica ha demostrado ser traumático sobre todo para las guerrillas. En el caso de la FARC-EP estuvo marcado por el boicot del gobierno de Iván Duque.
Al mismo tiempo, hay que reconocer que más allá de la voluntad política existen estructuras como los tribunales, las fuerzas armadas y otras instituciones que necesariamente deben sufrir cambios para que el acuerdo pueda aplicarse en su totalidad y rinda los resultados esperados para la reducción de la violencia en Colombia. O sea, es un proceso complejo que implica cambiar muchos paradigmas de una sociedad que ha funcionado por décadas sobre el paramilitarismo, la subordinación a Estados Unidos, la naturalización del exterminio de líderes y lideresas, el relato oficial -salvo honrosas excepciones- de que los guerrilleros son el enemigo, la ausencia de justicia y la impunidad.
Cambios de Petro
Petro es consciente de ello por lo que no solo retomó el diálogo con el ELN y declaró su voluntad de respetar e implementar el acuerdo con las FARC-EP, sino que renovó la jefatura de los cuatros cuerpos de las Fuerzas Armadas, es decir, la Marina, el Ejército, la Fuerza Aérea y las Fuerzas militares. Al mismo tiempo, otros 23 generales de la Policía terminaron su gestión antes de lo previsto.
Por otro lado, el presidente anunció que los parámetros para el ascenso deberían cambiar y premiar la vida en lugar de la muerte.
En lo adelante no será un mérito el número de bajas, sino la reducción del número de masacres y asesinatos, lo cual tendrá implicaciones directas en el historial de los militares.
Se trata de cambios sustanciales, pues uno de los aspectos más delicados de la aplicación de los acuerdos de paz con las FARC, ha sido la seguridad de los desmovilizados. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) entre 2016 y lo que va de 2022, 338 firmantes de los acuerdos de paz han sido asesinados. Este dato no solo ilustra la falta de voluntad política por proteger a los exguerrilleros sino, las falencias de los mecanismos ideados para ello. Tanto así que no pocos retomaron la guerra, entre otras cuestiones, porque era la vía más segura de continuar con vida, por muy paradójico que suene.
Nuevas oportunidades
La llegada al poder del primer gobierno progresista en 200 años de república es un hecho que debe traducirse en un cambio radical en la política interna y externa de Colombia. Petro ha demostrado comprender la complejidad del país que hoy dirige y está dispuesto a hacer lo mejor por solucionar un problema tan sensible como la violencia, aunque para ello tenga que enfrentar a quienes han hecho de la guerra un negocio.
Está claro que 4 años de gestión son insuficientes para lograr lo que Petro llama la paz total, pero al menos se aprecia una estrategia coherente. Se trata de un plan que pretende desmovilizar a los guerrilleros para sumarlos al desarrollo del país. Esto implica menos desplazados por conflictos, menos gasto militar, menos tráfico de armas y de drogas, lo cual reducirá drásticamente la violencia y permitirá al gobierno avanzar en otros temas.
De momento, Petro ha lanzado una propuesta para que no uno, sino todos los grupos beligerantes se sienten a dialogar y asegurado que respetará los acuerdos violados por Duque a pesar de estar obligado a ello por la Constitución. Por lo cual ha iniciado transformaciones importantes que allanarán el camino, demostrando una voluntad real por resolver el problema y la prioridad que le da al mismo.
Ante este escenario, no queda otra opción que ser optimista, lo cual no implica desconocer los muchos obstáculos que la extrema derecha colombiana pondrá en el camino de la paz. Pero sin duda se trata de nuevas oportunidades para un pueblo que ha sufrido hasta el hartazgo los efectos nocivos de la violencia y el paramilitarismo fomentados por los gobiernos de extrema derecha.
* Licenciado en Ciencias Políticas.
Foto de portada: Ismael Francisco / Cubadebate.