Argentina: The walking conurban, hacer política con las imágenes
Por Lucía Requejo.
Todo empezó como un chiste interno entre cuatro amigos de Berazategui. “Sacábamos fotos del conurbano, especialmente de lugares viejos o abandonados, nos la mandábamos entre nosotros, y listo. Eso era todo. La idea de crear una cuenta de Instagram nació para tener un backup, un archivo de esas fotos”. Diego Flores desnuda el misterio. Así nació The walking conurban.
La cuenta de Instagram, que empezó como un chiste, hoy cuenta con casi 400 mil seguidores. Su biografía define el contenido como “un paraíso post-apocalíptico a minutos del obelisco”. En las más de 4500 publicaciones conviven graffitis, edificios abandonados, autos destartalados, muebles derruidos, estatuas bizarras, disfraces, y todo tipo de estéticas disímiles puestas a convivir en el amplio territorio del conurbano bonaerense.
Parecería que en The walking conurban cada fotografía funciona por sí sola, pero juntas, dan cuenta del “pastiche cultural” que sirve para caracterizar a la Provincia de Buenos Aires. Un territorio donde el Diego puede compartir pared con Homero Simpson, un dinosaurio o un alien pueden recibirnos en la entrada de una casa y en una parada de colectivo pueden estar esperando los personajes de Mi vecino Totoro.
Con cada foto, los seguidores comentan, discuten, se ríen, de otros y de sí mismos. En 2021, votaron las 8 maravillas del conurbano, que se decidió que serían el Tanque Absoluto, en Monte Grande; la puerta de Pereyraburgo (la puerta de acceso al Parque Pereyra Iraola); La Pava de Goliat, una pava gigante que oficia de tanque de agua en Villa Raffo, Tres de Febrero; el Castillo Olvidado de la fábrica SNIAFA de Berazategui; la Feria Persa, en San Miguel; una Estatua de la Libertad en un local bailable y el Elefante Blanco de Avellaneda, un proyecto de megatorre abandonado a medio construir.
El humor está siempre presente en las capturas y los pie de fotos, pero la seriedad por el trabajo puede leerse en las palabras de Diego, quien asegura a Buenos Aires/12 que en lo empezó como un chiste, hoy en día hay investigación, dudas y reflexiones. “Empezamos a tener un objetivo, o una idea. Empezamos a querer aprender cosas del conurbano y darnos una impresión de lo que creíamos que era ese territorio, que se fue modificando a medida que recolectábamos fotos e información de los lugares”.
Con el objetivo y la intención llegó también el criterio estético: “Nosotros no queríamos que el contenido quedara solamente ligado a lo bizarro o a la fascinación exótica sino que se complejice. Lo que nos interesa de subir una foto de una fábrica abandonada es historizar, y pensar por qué esa fábrica llegó a estar abandonada. Probablemente fue por procesos históricos, económicos, políticos y culturales que hacen que haya llegado a ese lugar. ¿Qué pasó en el medio? Muchas de esas preguntas sirven para intentar explicar o entender procesos socioeconómicos que atraviesan al país, que pensamos como disparadores”.
Con la intención de historizar en la cabeza, los creadores de The walking conurban comenzaron a entender cuál era la potencialidad de fotografiar el territorio que habitaban, y con eso, las prácticas que intervenían ese espacio. Las huellas de los habitantes pueden leerse en esas obras magnánimas abandonadas, o en agregados personales, como una partitura que puede leerse en la reja de una casa.
Con cada foto, está rondando la pregunta por la identidad bonaerense, si es que existe tal cosa. “Más que intentar definirla, creo que es más interesante pensar la disputa de sentido de esa identidad”, reflexiona Diego. Es probable que The walking conurban forme parte de una corriente de discusiones acerca del conurbano que está pregnante desde el 2001, en reacción a la narrativa que los medios hegemónicos de comunicación presentaban del territorio.
“Durante mucho tiempo, el conurbano no tuvo una narrativa propia; era contado por los demás, por el centro. La identidad bonaerense quedaba reducida a una serie de estereotipos que terminaron convirtiéndose en una caricatura del habitante y del territorio. El conurbano como una gran villa donde te roban, te matan, te drogan. Como muchos otros, nosotros también fuimos víctimas de ese discurso, y lo replicamos, de más chicos. Pero cuando crecés te empezás a preguntar algunas cosas. ¿Por qué tantas personas viven en el conurbano aunque sea un territorio tan peligroso? ¿Por qué tanta gente viene desde la capital a trabajar acá? Un poco lo que hace The walking conurban es mostrar la heterogeneidad del conurbano, poner sobre la mesa esa complejidad, y poner en discusión esos reduccionismos”.
Como afirma Diego, el grupo de amigos que empuja The walking conurban se hizo cargo de que lo que estaban haciendo tenía una posición política desde el inicio mismo del proyecto. Debatir sobre la pertenencia del espacio y la narrativa que sale del mismo es algo que pudieron sacar de la virtualidad: “pudimos hacer pie cuando empezamos a salir un poco de Instagram, que nos dió muchas posibilidades pero también nos limitó en otras. A través de las charlas que empezamos a dar, empezamos un poco a poner un acento en lo que queríamos decir. Desde el inicio nos hicimos cargo de que lo que estábamos haciendo tenía una posición política. No meramente partidaria, política”.
Por ejemplo, hoy día las limitaciones quizás sean esos 400 mil seguidores con los que cuentan, con los que no pueden interactuar todo el tiempo. “En los inicios, cuando teníamos mil, dos mil, tres mil seguidores, The walking conurban también era un espacio de debate interesante. Había intercambio de ideas. También había mucha negatividad, y la sigue habiendo, pero es parte de ese universo. Pero también hemos tenido muchos debates muy fructíferos, porque aparecía gente que sabía de un determinado tema, y aportaba”.
Hoy en día, los debates salieron de las redes, al igual que las fotos. El miércoles 23 de noviembre inauguraron su muestra fotográfica en la Casa de la Provincia de Buenos Aires. El poder de decir más allá de lo que está siendo representado trascendió la imagen. La imagen compleja del conurbano hoy puede ser discutida también en espacios oficiales.
Tomado de Página/12