«Lo que está ocurriendo en Palestina no es un conflicto, es una colonización y un apartheid»
Por Sarah Babiker.
Mariam es representante en Bruselas de Al Haq, la veterana organización de derechos humanos palestina. No usa su nombre real porque el Estado de Israel considera que documentar las violaciones de derechos humanos que perpetra cotidianamente es terrorismo.
5 de enero de 2023: soldados israelíes entran en el campo de refugiados de Balata, sito en la ciudad ocupada de Nablús, y asesinan a Amer Abu Zaytoun, un adolescente palestino de 16 años. 3 de enero: Itamar Ben Gvir, el extremista nuevo ministro de seguridad de Israel, irrumpe en la mezquita de Al-Aqsa. Esa misma mañana, en Belén, un francotirador israelí acaba con la vida de un niño de 15 años. 1 de enero: en las primeras horas del año, en la ciudad ocupada de Jenin, son Fouad Abed, de 17 años y Mohammed Hoshieh, de 21, quienes mueren bajo el fuego del ejército ocupante.
Estos cuatro chicos son las primeras víctimas de Israel del 2023, pero no serán las últimas, siempre hay más. Hace un mes, el 3 de diciembre, fuimos testigos de la agilidad con la que los soldados israelíes segan las vidas palestinas: un vídeo mostraba cómo uno de ellos ejecutaba a sangre fría, de un tiro en la cabeza, a Hamdy Mefleh, de 22 años. Los compañeros del asesino impidieron que testigos y ambulancias se acercaran a auxiliar al joven.
Un goteo de asesinatos, demoliciones de casas, violencias: así es la realidad del pueblo palestino.
Al Haq, organización que lleva más de 40 años documentando estas vulneraciones de derechos humanos, fue declarada —junto a otras 5 organizaciones— un organismo terrorista en octubre de 2021 por el entonces ministro de defensa. Las consecuencias han sido contundentes: todas las organizaciones fueron invadidas y clausuradas por el ejército israelí el pasado agosto y algunos de sus integrantes, perseguidos. Es el caso de Hamouri, quien fue primero detenido, y a quién después se revocó su residencia y expulsó a Francia el pasado 23 de diciembre, en lo que supondría una deportación ilegal de un ciudadano cuya residencia está en Jerusalén. Trabajar por los derechos humanos de la población palestina, es considerado terrorismo, y bajo esa coartada, el gobierno israelí se permite toda represión. Hablamos de ello con la representante de Al Haq en Bruselas, la llamaremos Mariam, pues decir su nombre real la pondría en la mira de Israel.
Al Haq tiene cuatro décadas de existencia, ¿cómo surgió?, ¿cuál ha sido su camino?
Al Haq es en realidad la primera organización de derechos humanos de Oriente Medio. Se creó porque había un vacío en Palestina, las violaciones y atrocidades que estaban teniendo lugar a principios de los ochenta y también en los setenta, eran muy graves y nadie las estaba documentando. Una de las lagunas más peligrosas que se producen es que, si no se documentan las vulneraciones de derechos humanos, es como si no hubieran ocurrido realmente. Si queremos hacer que el autor o el infractor rindan cuentas por los crímenes y las violaciones, lo que realmente hace falta es documentar.
Al-Haq fue creada por un grupo de abogados que se unieron. Eran palestinos, pero de diferentes lugares. Decidieron crear una organización que se dedicara a la documentación. Más adelante añadiríamos otro nivel en el que realizáramos un análisis jurídico de la documentación y demostraríamos por qué determinados incidentes constituyen realmente una violación del derecho internacional y del marco de los derechos humanos. Así es como empezó al-Haq. Y luego empezó a crecer hasta convertirse en esta organización en la que la documentación es muy sólida, que se basa en documentación jurídica y no en documentación de los medios de comunicación. No es periodística, no es social, es documentación jurídica.
Después, se ha hecho un extenso análisis jurídico de la documentación, lo que nos permite realmente hacer advocacy. De hecho, es también una de las organizaciones pioneras en el Medio Oriente que hace advocacy en términos legales. Utilizamos la información que recopilamos y analizamos para concienciar y tratar de influir a los responsables políticos en Europa y los EEUU, en toda la comunidad internacional.
El pasado verano vimos cómo el ejército israelí irrumpía en las oficinas de Al Haq y otras organizaciones. ¿En qué marco se insertaba esta ofensiva?
La redada del 8 de agosto fue otro paso tras la designación como terroristas de las organizaciones, en octubre de 2021, cuando seis organizaciones palestinas, todas ellas muy antiguas y prominentes, que trabajan en diferentes campos —mujeres, niños, prisioneros, agricultores, así como en investigación— y Al Haq, fueron declaradas ilegales. Ahora se nos considera una organización terrorista, que trabaja fuera del marco legal. Desde entonces se han emprendido diversas acciones contra nosotros, y a algunos defensores de derechos humanos, nos han prohibido viajar. Uno de ellos, mi colega Salah Hamouri, estuvo bajo detención administrativa. Es palestino y francés, y ha sido deportado, por desgracia, de Palestina.
En la redada, unos 25 o 30 soldados, totalmente equipados con sus armas y su material, asaltaron nuestras oficinas sobre las 3 de la mañana, entraron en ellas y empezaron a registrar todas las salas, incluida la sala donde tenemos el servidor, que contiene todas las redes, los archivos compartidos, la información. Allanaron siete organizaciones ese día, y algunas fueron totalmente destruidas. Incluso se llevaron la cadena del inodoro, ya sabes, la cisterna, en una de las oficinas en las que entraron.
¿Y por qué hicieron eso? Creemos que es otro signo de dominación: podemos hacerlo, así que lo haremos. es una práctica simbólica de poder. Después de vandalizar las oficinas, destruyendo algunas pertenencias, equipos, archivos, las tarjetas de visita… lo que hicieron algunos soldados —lo sabemos porque tenemos cámaras en nuestras oficinas— se quedaron ahí tomando selfies, burlándose de la situación de una manera muy tonta. Son signos de dominación y hegemonía extremadamente repugnantes.
Al marcharse, sellaron las oficinas con chapas metálicas y pusieron un papel que decía que no se nos permitía estar en estas instalaciones ni realizar nuestro trabajo. Que independientemente de si estamos en la oficina o fuera de ella, todo lo que hacemos se considera un acto ilegal. Pero las oficinas siguieron abiertas porque estamos muy decididos a continuar con nuestro trabajo, todo el personal sigue acudiendo a la sede. Nadie ha dejado de hacer su trabajo, aunque nos enfrentamos a la posibilidad de que haya otra redada, de que vuelvan a asaltar la oficina y la cierren. Y también prevemos, por desgracia, que podrían empezar a detenerlos y encarcelarlos por seguir trabajando en lo que, según sus leyes arbitrarias, es ilegal.
Parece que Israel puede hacer lo que quiera sin costo, sin que la comunidad internacional haga nada. ¿Cómo os sentís apelando al marco de los derechos humanos en este contexto?
Consideramos que la decisión en sí del ministro de la Guerra, Benny Gantz, es una decisión política. No es una acción legal contra nosotros. Y el motivo por el que pensamos que ha tomado una decisión política tan absurda y extrema es que llevan mucho, mucho tiempo intentando silenciar a las organizaciones de derechos humanos. Esto no es nuevo, los ataques contra las organizaciones de derechos humanos y las campañas de desprestigio, las campañas de difamación, las acusaciones contra nuestras organizaciones y contra las personas que trabajan en ellas llevan produciéndose más de diez años. Pero vimos una escalada después de que el Estado de Palestina se adhiriera al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Una vez abierta la investigación en el Tribunal Penal Internacional, el gobierno israelí del apartheid decidió que estas organizaciones eran muy peligrosas: hace poco describió nuestra existencia como una amenaza para la existencia de Israel. ¿Te imaginas? Considerar a las organizaciones de la sociedad civil que trabajan por los derechos humanos de acuerdo con las leyes internacionales una amenaza existencial…
Todo esto entra dentro de la narrativa que califica cualquier crítica al Estado de Israel como antisemitismo.
Es exactamente lo que también estamos viendo crecer en este momento, ahora todo se considera antisemita. Este es su juego:: la manipulación de las definiciones. Ahora es muy común que cualquier crítica al estado de apartheid de Israel se considere antisemita. Y por supuesto, teniendo en cuenta la historia de Europa, los gobiernos israelíes todo el tiempo se aprovechan del sentimiento de culpa que Europa tiene. Así que cualquier crítica contra las acciones del gobierno israelí se considera antisemita. Y es muy cansino, otra táctica que se está utilizando para silenciar a los periodistas, silenciar a los abogados. Pero también es una táctica para intimidar y asustar a cualquiera que vaya a criticar las acciones de la ocupación israelí contra los palestinos.
Pero, en la actitud de Europa, además de la culpa están los intereses económicos.
Por supuesto, lo que vimos este año es que Europa, ahora que está en una crisis energética, ha querido retomar las relaciones con el Acuerdo de Asociación UE-Israel. Es un acuerdo que se congeló durante 12 años debido a las violaciones y las atrocidades, porque el Estado de Israel no respeta los derechos humanos y porque la UE quería demostrar una cierta preocupación hacia sus acciones. Pero les vemos reanudar la relación con Israel en este marco, durante un año que se considera uno de los más aciagos desde 2004: Este gobierno de coalición que los estados europeos calificaban como progresista y abierto, encabezado por Yair Lapid, ha protagonizado uno de los años más mortíferos que los palestinos han experimentado, con más de 40 niños palestinos asesinados y más de 200 muertes.
Estamos viendo un amplio uso de la fuerza, nada que encaje en las normas del derecho internacional, aumentan los ataques desproporcionados e indiscriminados contra civiles. También hemos visto lo que ocurrió en Gaza durante el ataque de tres días este año y también la continuación de la anexión de Cisjordania. Hay un aumento de las demoliciones. Todo con este gobierno considerado progresista. Así que ahora que vemos la llegada de un gobierno fascista, es extremadamente preocupante. Esto no significa que el proyecto colonialista sea diferente. El proyecto colonialista es el mismo y no esperamos que haya un cambio de ideología. No es el caso. Lo que sí esperamos es que con estos nuevos ministros que se consideran de los más radicales y de los más violentos, que llaman a la violencia, aumente esa impunidad.
Israel goza de impunidad todo el tiempo. Nadie duda de Israel. No hay nadie que lo critique, especialmente los países que realmente importan, como Estados Unidos y Europa. El año pasado, con este gobierno progresista, vimos mucha violencia y muchos tiroteos. Este año se ha ampliado la política de disparar a matar: La mayoría de las lesiones son en la parte superior del cuerpo, lo que significa que el fin no es preventivo, no es de ninguna manera autodefensa. Son ataques contra civiles. Personas que no están armadas, que intentan resistirse a la ocupación, que es su derecho, según el derecho internacional. Podemos anticipar que esto también podría intensificarse en el próximo año. Y estamos preocupados.
La situación se ha puesto además muy difícil para los palestinos de nacionalidad israelí, que sufren numerosos ataques, y a quienes parece que se puede deportar.
Sí, también se aprobó este año la ley de revocación de la ciudadanía, que es muy, muy, muy alarmante. Por supuesto, se enmarca en todo el proyecto de colonización, en el que se quiere desplazar a las personas, sustituirlas por otras. El proyecto colonial trata de la dominación racial, de la dominación de una raza sobre otra. Se trata de sustituir a los indígenas de Palestina y a los palestinos por judíos. Mira al Ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, conocido por el plan de transferencia. Es decir: limpieza étnica. Se trata de un crimen de guerra.
O lo que hemos visto recientemente con la deportación de nuestro colega, el defensor de los derechos humanos Salah Hamoudi, quedando revocada su residencia permanente en Jerusalén -él es una persona protegida —de acuerdo con el derecho internacional— que vive en los territorios ocupados, que es Jerusalén Este. Su identificación fue revocada, resultando deportado. Esto sienta ahora un precedente y pueden utilizarlo para continuar, escalar y ampliar el alcance de la aplicación de tales prácticas contra los palestinos, incluyendo a las personas que tienen la ciudadanía israelí. No van a revocar la ciudadanía israelí a un judío israelí. Estas son exactamente las prácticas del apartheid: diferentes prácticas de la ley dependiendo de tu origen, dependiendo de tu religión, dependiendo de tu raza.
En este marco, la disidencia también se hace difícil para los israelíes, ¿cómo funcionan las alianzas?
Funciona siempre y cuando esas organizaciones reconozcan los derechos de los palestinos a la autodeterminación, el retorno de los refugiados palestinos y el derecho del pueblo palestino a la liberación. Normalmente no tenemos ningún problema. Sin embargo, creemos que tenemos diferentes ámbitos de trabajo. A veces coordinamos parte del trabajo. Pero depende de la propia organización y de cuál sea la agenda de esta organización israelí. Nosotros, por supuesto, estamos en contra de la normalización, porque la paz por sí misma, si es una paz injusta, no va a convertirse en una paz real. Así que es muy importante que no caigamos en la trampa de la normalización, porque lo que pedimos es muy claro. Invitamos a todo el mundo, incluidas las organizaciones israelíes, a asociarse a nuestras demandas.
A casi 75 años de la Nakba, ¿en qué momento nos encontramos de la lucha del pueblo palestino?
Para mí hay dos elementos, tenemos el aumento del discurso del apartheid, vemos, por ejemplo, en Catalunya, el Parlament, adoptó la definición de apartheid que es lo que realmente está sucediendo en Palestina. Esto muestra que hay voces que están siendo más escuchadas. En diferentes estados se está pidiendo el reconocimiento de este sistema de apartheid. Por otro lado, tenemos la intimidación, la reducción del espacio de libertad de expresión, la persecución de periodistas, de abogados, de defensores de los derechos humanos, de cualquiera que hable de las injusticias que están ocurriendo contra los palestinos. Creo que ambas cosas van de la mano.
Más gente empieza a saber lo que realmente está ocurriendo en Palestina y empieza a llamarlo por su verdadero nombre: no es un conflicto. Es una colonización y un apartheid. Tenemos que dejar de llamarlo conflicto porque un conflicto significa que dos partes que son más o menos iguales luchan por un objetivo determinado. Pero en el caso de Palestina, tenemos muy claro que se trata de una situación de apartheid colonial.
Estuviste a principios de diciembre en Madrid, reunida con el Ministerio de Exteriores, ¿cuál fue tu sensación después de ese encuentro?
La razón principal por la que me reuní con ellos es que quería ver qué está pasando con la designación como organización terrorista. Para nosotros es una amenaza existencial: Quieren silenciarnos de una vez por todas. Si no existimos, ¿quién va a documentar y analizar las vulneraciones de derechos humanos como lo hacemos nosotros? Es muy peligroso. Lo más importante es que los países poderosos de la Unión Europea, entre ellos España, den un paso adelante. En julio emitieron una declaración, junto con otros ocho Estados europeos, diciendo que rechazan la designación y que continuarán la relación con las seis organizaciones. Pero eso no es suficiente. Lo que pedimos ahora es que la Unión Europea y los diferentes Estados europeos, pidan al Estado de apartheid israelí que cancele esa designación, porque mientras la designación esté ahí, estamos cerrados. Todo lo que hago como persona se considera un acto terrorista.
A mí, en mi trabajo en Al Haq, según la Ley Antiterrorista israelí, me puedan caer 15 años de cárcel. Mientras exista esa designación, la ocupación israelí puede tomar todas estas medidas contra nosotros. Y lo que estamos viendo con esto, con este gobierno extremista, por supuesto, es que pueden porque nadie les dice que no. Nadie realmente toma medidas. Hemos pedido sanciones. Hemos pedido que se acelere la investigación de la Corte Penal Internacional. Hemos pedido diferentes procedimientos para que los responsables israelíes rindan cuentas ante tribunales internacionales. No se está haciendo nada.
En nuestra reunión, la respuesta del Ministerio fue bastante decepcionante. Me dijeron “no podemos hacer nada solos. Es complicado. No entendemos cuáles son las implicaciones legales para España”. Así que están preocupados por cómo les afectará esta designación. Y yo les decía que pueden hacer el análisis de riesgos, pero ya ha pasado bastante más de un año. Ya es suficiente. No pueden decir que quieren esperar a que el gobierno del apartheid israelí les proporcione más pruebas, les dije que no hay tal cosa. Sabemos que no hay pruebas de que seamos una organización terrorista o de que estemos afiliados a partidos políticos.
Sí, me sentí un poco decepcionada. Pero esto también demuestra hasta qué punto la influencia israelí y los intereses políticos de los Estados individuales, por desgracia, están por encima de los valores de los derechos humanos, las libertades, la libertad de expresión. Yo les decía que el problema va más allá de Palestina. Muchos regímenes opresivos de todo el mundo verán esto y dirán, vale, podemos silenciar a las organizaciones de la sociedad civil diciendo que son organizaciones terroristas. Y si Israel lo hizo y nadie dice nada, nosotros también podemos hacerlo. Así que estamos muy preocupados por la funcionalidad de esta estrategia en todo el mundo, porque es muy alarmante permitir que se lleven a cabo estas prácticas y que no se exijan responsabilidades.
Y en este marco de impunidad, ¿qué podemos hacer?
Me gustaría animar a quienes me estén leyendo a comprometerse, creemos que es muy, muy importante que cada individuo dé un paso adelante. Y también animo a los periodistas a que lo cubran de una manera que realmente explique la situación: creemos que es simple. No creemos que sea complicado. Es como cualquier proyecto colonialista en el mundo. Y hemos visto muchos. Entendemos de qué va el colonialismo y entendemos de qué va el apartheid. Así que es hora de empezar a llamar a las cosas por su nombre para que podamos encontrar las soluciones adecuadas a estas atrocidades.
Tomado de Resumen Latinoamericano Argentina.