La inflación en el mercado formal de Cuba aumentó casi un 40 % durante el 2022
La inflación en el mercado formal cubano aumentó casi un 40 % en 2022, cifras que se traducen en un menor poder adquisitivo de la población y repercuten especialmente sobre los sectores más vulnerables. En el primer trimestre del año en la isla caribeña, los altos precios con los que tiene que lidiar cada día el pueblo cubano son unos de los problemas de cubanas y cubanos de todos los sectores económicos.
Hay que tener en cuenta también las causas de la inflación y anuncios de un programa de estabilización macroeconómica para 2023, además de las medidas gubernamentales para dinamizar el comercio, la inversión extranjera y la actividad empresarial privada.
La economía cubana transita por el nuevo año sin desembarazarse aún de los conflictos mayores que arrastró en 2022. La inflación continúa como el tormento principal probablemente, pero no es el único. La inestabilidad aguda de precios genera una incomodidad permanente tanto para las políticas gubernamentales como para la vida laboral y doméstica de cualquier consumidor. El escenario no ha cambiado.
La reacción económica que la población esperaba luego de dejar atrás los momentos más dramáticos de la pandemia de covid se diluyó en un año de pobres resultados en sectores esenciales.
El turismo experimentó una magra arrancada, con el consecuente impacto sobre su misión como locomotora del resto de la economía, mientras la producción agropecuaria continuó sumida en un estancamiento que enrareció aún más la oferta del comercio minorista y disparó la escalada de precios.
A la fuerte caída de los suministros comerciales y las inevitables colas, se sumó una cadena de largos apagones por sucesivos accidentes en termoeléctricas. Los cortes en la generación y distribución de electricidad se reiteraron durante todo el año por el desgaste tecnológico del sistema electroenergético nacional. En más de un sentido, el panorama recordó el duro Período Especial de los años 90.
Convencidas de que el escenario monetario y cambiario impidió en 2022 el esperado despegue de producciones y servicios, las autoridades económicas anunciaron, antes de cerrar el año, un plan antiinflacionario que pueden constituir el sello distintivo de 2023.
No es la única jugada que ha emprendido el gobierno, en un modelo económico donde se expanden las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) privadas, se abren nuevos espacios a la inversión extranjera directa y se flexibilizan gradualmente las oportunidades para las empresas estatales.
PIB demasiado corto
La economía cubana cerró 2022 con un resultado más pobre que lo soñado en el Plan Nacional de la Economía. Por segunda vez consecutiva, la realidad se revela más amarga que las previsiones oficiales. El producto interno bruto (PIB) creció alrededor de un 2% el año pasado, tras mantenerse aferrado el gobierno a un 4% como propósito casi todo el año, a pesar de que el plan pintaba casi inalcanzable ya al cierre del primer semestre.
El país no ha logrado articular a plenitud fuerzas para vencer la semiparalización económica que le desangró durante los dos años de pandemia (2020 y 2021). La reacción comienza a visibilizarse con más lentitud que lo deseado por la persistencia de causas que trascienden al coronavirus SarsCov2.
El ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, argumentó en diciembre ante el Parlamento que el elemento principal que ha impedido un avance más veloz y dinámico de la economía es la imposibilidad de alcanzar los ingresos previstos por exportaciones. Las privaciones en moneda dura tienen efecto en cadena sobre sectores como la agricultura.
Otras actividades primarias y secundarias que siguieron en 2022 lejos de los valores prepandemia son la pesca, la manufactura, el comercio y el turismo, informó Gil. Las telecomunicaciones también amasaron ingresos en divisas inferiores a los programados –300 millones de dólares menos por recarga de servicios desde el exterior–, pero trajeron la buena noticia del enlace a otro cable submarino de fibra óptica para ampliar las conexiones de Cuba a Internet por banda ancha.
Tras la firma en 2022 del acuerdo entre la empresa ETECSA y la compañía francesa Orange S.A., el cable submarino Arimao quedó tendido en enero del actual año entre la isla de Martinica y la costa sur cubana por la provincia de Cienfuegos. Las pruebas continúan en estos momentos.
Washington le mantiene vedado a Cuba el acceso a la espesa madeja de cables submarinos que existe en el Caribe, la mayoría propiedad de empresas estadounidenses.
Razones externas para un año gris
El economista José Luis Rodríguez identificó tres razones externas del mal comportamiento que mantuvo la economía un año después de poner coto Cuba a la covid mediante las vacunas Soberana y Abdala, de producción nacional. Este analista sumó a la pandemia “el impacto del bloqueo económico de Estados Unidos, que entre julio de 2021 y febrero de 2022, se incrementó en 3006 millones de dólares”. El daño de las sanciones creció 2,5 % en solo ocho meses.
El tercer factor, según Rodríguez, es “la crisis económica internacional, agudizada por la guerra de Ucrania, (que) ha provocado en 2022, un incremento en los precios de los alimentos y el combustible, por encima de lo ya registrado en los notables crecimientos del 2020-2021”. La crisis del comercio europeo como consecuencia de la guerra afecta a Cuba desde muchas perspectivas.
Cuando rindió cuentas ante los diputados, el Presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel agregó como causa para un año marcadamente difícil el impacto negativo del conflicto militar en Europa para “los precios de los alimentos y las medicinas, el transporte, la logística y los requerimientos esenciales de los países en desarrollo”. Pero catalogó el efecto pernicioso del bloqueo económico de Estados Unidos como “el obstáculo fundamental para el desempeño de nuestra economía”.
La Administración Biden mantuvo las sanciones y medidas contra Cuba incrementadas por Donald Trump en plena pandemia, incluida la introducción unilateral de esta nación
antillana en la lista de países patrocinadores del terrorismo, con toda la ola de conflictos derivados en los ámbitos comerciales, bancarios y financieros internacionales.
Turismo y conexión con el mundo
Los truenos de guerra y de inflación internacional congelaron parte de los mercados emisores de turismo de Europa occidental y de Rusia. Cuba sintió el golpe por constituir estos países una de sus principales fuentes de visitantes.
La industria cubana del ocio consiguió el año pasado un despegue demasiado pálido en relación con las previsiones. Aunque después de la contracción casi total durante la pandemia, en 2022 reaparecieron los turistas en las calles y hoteles de La Habana, en Varadero y en otras playas. El total de visitantes internacionales quedó casi un millón por debajo del plan de 2,5 millones que se había propuesto el gobierno.
Hasta el cierre de diciembre, el país recibió un millón 614 087 visitantes extranjeros, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), contra un 2021 en que habían llegado solo 356 470 personas.
A pesar de la insuficiencia del despegue, el gobierno calcula que en este 2023 el turismo podría redondear alrededor de 3,5 millones de visitantes.
La mejor noticia para estas previsiones la aportaron en 2022 las aerolíneas extranjeras que gradualmente han restablecidos vuelos con la mayor de las Antillas, incluida la autorización por Washington a la norteamericana American Airlines para restaurar viajes entre Miami y Varadero.
Canadá, entretanto, se ha reacomodado como principal mercado emisor de Cuba –con más de medio millón de visitantes, casi un tercio del total–, calzado por las aerolíneas OWG en operación con la agencia Hola Sun/Caribe Sol, Sunwing, Air Canada y Transat, entre otras.
Inflación, otras culpas
La mayoría de los analistas coinciden en señalar la inflación como razón interna de la pobre velocidad económica en 2022 y citan como causa de la misma tanto la inflación global, como el fracaso de la reforma monetaria y salarial que implementó el gobierno cubano bajo el cintillo de Tarea Ordenamiento. “No dieron los resultados esperados e impactaron en la tasa de inflación”, comentó Rodríguez.
Según datos de la ONEI, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) creció un 77,3% en 2021 y avanzó un 39,07% en 2022. A su vez, Economist Intelligence Unit (EIU) calculó una tasa de inflación del 152% para 2021 y un 65,7% en 2022.
Convencidas de que el escenario monetario y cambiario impidió en 2022 el esperado despegue de producciones y servicios, las autoridades económicas anunciaron, antes de cerrar el año, un plan antiinflacionario que pueden constituir el sello distintivo de 2023.
El ministro de Economía agregó a las causas del pico inflacionario la disminución de los planes de producción, el déficit de oferta e indisciplinas asociadas al desvío de recursos, la especulación, la reventa y el enriquecimiento ilícito. La reanimación de la producción nacional es lenta, reconoció.
En medio de la covid –admitió Gil ante el Parlamento–, “tuvimos que pagar dinero sin respaldo productivo, tuvimos sobregastos en la salud y afectaciones al presupuesto del Estado, debimos pagar a trabajadores interruptos, y todo esto genera desequilibrios macroeconómicos y más déficit fiscal (…), con independencia de que hemos hecho otras cosas mal”.
Estabilización macroeconómica
La incapacidad para hilar un despegue económico más sólido abrió paso al convencimiento de que es necesario reordenar primero el escenario monetario, cambiario y fiscal. Antes de 2019 era perceptible el consenso social para emprender sendas reformas monetaria y salarial, pero el gobierno asumió finalmente la Tarea Ordenamiento en un contexto de pandemia y semiparalización económica que impidió calcular bien y aplicar con éxito varias de las medidas monetarias.
En la sesión parlamentaria final del año, el ministro de Economía anunció como uno de los objetivos principales del país en 2023 un Programa de Estabilización Macroeconómica. Aunque todavía no se han precisado públicamente los pasos que dará el gobierno, Gil anticipó que apunta a reestructurar el modelo de asignación de divisas de la economía.
En intervenciones posteriores, especialistas del Ministerio de Economía y Planificación (MEP) y del Banco Central de Cuba (BCC) hicieron nuevas precisiones bajo el criterio de que es necesario reequilibrar el entorno monetario, financiero y fiscal para devolverle funcionalidad al peso cubano y poder adquisitivo a los salarios y pensiones. Es el paso previo imprescindible para conseguir una reactivación de la actividad comercial y productiva del país.
Entre los desequilibrios macroeconómicos que ahogan a la economía nacional se encuentran la inflación y un déficit fiscal que por segundo año alcanzó en 2022 dos dígitos en relación con el PIB. La dolarización parcial del comercio y la persistencia de dos tasas de cambios implican de facto el fracaso de la Tarea Ordenamiento. La desdolarización gradual sería otro de los objetivos del Programa de Estabilización Macroeconómica.
Mercado cambiario en seca
Con alcance fiscal, monetario, en el sistema de precios y en el poder adquisitivo del consumidor, el programa de estabilización en estudio podría tener repercusiones sociales no siempre felices en un primer momento. Pero de la firmeza con que sea aplicado en 2023 dependerá la capacidad del gobierno para reordenar problemas que se mostraron indóciles ante las tibias maniobras emprendidas en 2022.
A mediados de año, el ministro de Economía y la Presidenta entonces del BCC, Marta Sabina Wilson, anunciaron la apertura de un mercado cambiario para la compraventa de divisas. La sorpresa mayor fue la disposición gubernamental de tener en cuenta esta vez al mercado. Casas de Cambio (Cadeca) retomó en agosto la compraventa de divisas para la población con una tasa de cambio de 120 pesos por dólar. Era la cotización vigente entonces en el mercado informal, con la moneda nacional cinco veces más devaluada que en la tasa oficial, de 24 pesos por dólar.
Pero ni Cadeca ni los bancos contaron con suficientes reservas en divisas para atender la venta a la población. Dos consecuencias inmediatas: primero, continuó limitado el acceso de la población a la red de tiendas mejor abastecidas, cotizadas en MLC, un recurso monetario virtual con que se ha maquillado la dolarización de la economía. Segundo, el peso cubano se depreció aún más en el mercado informal: la tasa de cambio del dólar volvió a escalar y concluyó el año en torno a 175 pesos por dólar.
Además del mercado informal, han quedado como alternativas para adquirir divisas y tener acceso al comercio en MLC las remesas de familiares y las ventas de los privados a los turistas.
El envío de remesas desde Estados Unidos, donde radica la mayor comunidad de emigrantes cubanos, es uno de los pocos frentes que el gobierno de Biden aceptó suavizar en sus relaciones con Cuba. A partir de mayo del año pasado, Washington quitó el límite de mil dólares por trimestre para el envío de remesas a Cuba, además de permitir los vuelos charter. A fines del 2022, la compañía Western Union anunció su vuelta a la mayor de las Antillas para atender esta actividad financiera.
Paliativos comerciales
Ante la severa contracción de la oferta comercial, representó un alivio al menos la importación personal de alimentos, productos de aseo y medicamentos, libre de aranceles y sin límite, que las autoridades cubanas han prorrogado sucesivamente, cada seis meses, desde que introdujo esa opción a mediados del 2021.
En julio del año pasado, el Ministerio de Finanzas y Precios y la Aduana General de la República ampliaron esta alternativa con bienes industriales que pueden traer las personas naturales en mayor cantidad y surtido –laptops, celulares, televisores y otros equipos electrónicos–, pero siempre sin fin comercial.
Como otro paliativo para el deprimido comercio minorista, el gobierno ha continuado flexibilizando las normas para la importación y exportación de bienes por las MiPymes privadas. En agosto, el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera autorizó a actores económicos no estatales seleccionados a importar o exportar de manera directa, junto a otras medidas para dinamizar esta actividad.
Comercio Exterior abrió la posibilidad de que las pequeñas empresas privadas y las cooperativas accedan a mercados externos desde el 2020, pero hasta el año pasado solo era posible a través de las empresas estatales que controlan ese sector en Cuba.
Aún así, el número de acuerdos para importar y exportar de las formas de gestión no estatal (trabajadores por cuenta propia, cooperativas y MiPymes) ha crecido sostenidamente: en septiembre de 2022 habían firmado 15497 contratos, por un valor total de más de 300 millones de dólares.
Sorprendentemente, en algunos casos, como la cerveza, el incremento evidente de la oferta de marcas importadas por estos privados favoreció cierta moderación de precios a fines de año.
Inversión extranjera en el comercio
Después de varios años con la caja central de divisas en depresión, los ingresos por exportación de bienes aumentaron en 816 millones de dólares en 2022 y llegaron a 8 712 millones, a cuenta de productos como el níquel, el tabaco, el ron y la miel. Pero estos ingresos todavía se mantienen por debajo de los niveles prepandemia: 3.912 millones de dólares menos que en 2019. La disponibilidad de divisas persiste como uno de los problemas lacerantes de la economía cubana.
De acuerdo con datos de la ONEI analizados por el economista José Luis Rodríguez, el fuerte impacto negativo que recibió el comercio exterior en los años de pandemia provocó que el saldo de cuenta corriente de la balanza de pagos pasó de 2 016 millones de dólares en 2018 a 1 300 millones en el 2021. Cuba perdió ingresos por 3 316 millones.
Ante las fuertes limitaciones en la disponibilidad de moneda dura, el gobierno adoptó en 2022 medidas para flexibilizar y atraer inversiones extranjeras. En un Foro Empresarial con compañías foráneas, el viceprimer ministro y ministro de Economía, Alejandro Gil, informó en agosto que se permitiría a los inversionistas operar en divisas dentro de la economía cubana, aunque alertó que el gobierno no renuncia al objetivo de que la economía vuelva a operar totalmente en pesos cubanos, con un tipo de cambio económicamente fundamentado, cuando la economía recupere fuerzas y garantice la convertibilidad interna de la moneda nacional.
La viceministra de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Ana Teresita González, agregó en el Foro que los inversionistas extranjeros podrían disponer de cuentas reales en divisas, una opción que orientaría a estos empresarios hacia las redes del comercio mayorista y minorista que operan hoy en MLC.
Sin embargo, en el ámbito comercial, la noticia de mayor impacto en el año se la anotó la decisión gubernamental de aceptar, por primera vez, inversiones extranjeras directas en su comercio. La ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, dijo en agosto que la actividad mayorista permitirá asociaciones económicas internacionales, empresas mixtas y empresas de capital cien por ciento extranjero, mientras el comercio minorista admitirá solo empresas mixtas.
Funcionarios del Comercio Exterior declararon durante la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2022) que 16 empresas extranjeras habían mostrado interés por emprender inversiones en el comercio cubano. Y a Gran Ferretero S.A. se le citó como primera compañía en incursionar con un negocio de este tipo, en su caso para la comercialización mayorista de artículos de ferretería y materiales de la construcción.
Sin embargo, no han aparecido luego en los medios nuevas informaciones sobre posibles acuerdos del capital externo con la deprimida actividad de comercialización de Cuba.
Año de desastres
A la depresión de los mercados internos y la inflación se sumó otro desastre que caldeó en particular el escenario social cubano: los apagones. Una serie de roturas por agotamiento de la tecnología afectó sucesivamente a la red de termoeléctricas del país y recortó la capacidad de generación y distribución de electricidad.
La vejez tecnológica se agravó por incumplimiento de los programas de mantenimiento y reparaciones, entre otras razones, por carencia de recursos o demoras en la importación de piezas y equipamiento industrial. Como en los años 90, los apagones, programados durante largas horas, volvieron a convertirse en símbolo de la crisis económica.
La fragilidad del sistema electroenergético nacional se puso en evidencia también con el impacto del huracán Ian, que azotó al archipiélago a finales de septiembre. El sistema volvió a sincronizarse como un circuito único de oriente a occidente apenas tres días después de ser mutilado por este huracán, categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, que causó daños catastróficos en el oeste de Cuba. Pero la provincia más devastada, Pinar del Río, demoró mucho más en ver la luz eléctrica en las casas.
Casi la totalidad de la provincia más occidental quedó sin electricidad por un tiempo más largo que el resto del país, unido a limitaciones en el abasto de agua y otros servicios básicos. Dos meses después cerca de la mitad de las viviendas pinareñas todavía seguía a oscuras. La restauración completa del servicio de electricidad en Pinar del Río demoró más que en otros eventos meteorológicos.
El corte completo de electricidad que vivió el país después de Ian provocó manifestaciones en las noches habaneras, con cacerolazos en protesta por las penurias que sufre el país, en un año dramático por la suma de desastres naturales e industriales. Al huracán Ian se agregaron el incendio en agosto en la Base de Supertanqueros de Matanzas, con pérdida de vidas y parte importante del combustible almacenado, y tres meses antes la explosión por accidente en el Hotel Saratoga de La Habana.
Reacción eléctrica
Ante la tragedia evidente del sistema eléctrico, el gobierno implementó a lo largo del año una estrategia para levantar gradualmente el ritmo de reparación de las viejas termoeléctricas. Los beneficios demoraron en verse hasta diciembre; los apagones tuvieron una reducción clara solo al cierre del año.
A lo largo del 2022, los medios de prensa se inundaron con noticias de accidentes en termoeléctricas, el mantenimiento y reparación capital de unidades generadoras y el reporte día a día del programa de apagones en cada territorio. En algunas jornadas, en el horario pico la demanda nacional de electricidad casi duplicó al suministro disponible.
Una de las maniobras más importante que desarrolla el gobierno cubano para ir restituyendo capacidad de generación es la contratación de centrales termoeléctricas flotantes de la empresa turca Karadeniz Holding. Durante el 2022 continuaron arribando hasta completar la octava a inicios de 2023.
Ancladas en los puertos del Mariel y La Habana, ambos en occidente, estas termoeléctricas sostienen actualmente el 15 % de la generación de electricidad en Cuba. Con este apoyo, el gobierno cubano se ha propuesto mantener fuera de servicio un número importante de termoeléctricas sujetas a mantenimiento. Es “parte de la estrategia para la recuperación de potencia a través de la generación térmica”, declaró el director técnico de la Unión Eléctrica, Lázaro Guerra.
Las medidas implementadas ante el desastre eléctrico incluyeron el nombramiento simultáneo en octubre de un nuevo ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, y de un nuevo director general de la Unión Eléctrica, Alfredo López.
Empresas privadas en expansión
Como parte esencial en la búsqueda de salidas económicas, han continuado expandiéndose las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes). Desde que esta fórmula recibió luz verde en septiembre de 2021, se han multiplicado velozmente, con amplio predominio de las privadas.
Al cierre del 2022, habían recibido autorización para operar 6 273 nuevos actores económicos de los cuales 6 138 son MiPymes privadas, 75 MiPymes estatales y 60 cooperativas no agropecuarias, según datos del MEP. Entre todas, aportan más de cien mil empleos, dijo Gil. Es una ganancia a la que parece difícil que el gobierno renuncie.
Entre los trabajadores por cuenta propia, las MiPymes y las cooperativas agropecuarias y no agropecuarias sostienen alrededor de la tercera parte de los 4,7 millones de puestos de trabajo del país.
Las nuevas formas privadas mantuvieron crecimiento, pese a un polémico y criticado ajuste tributario que adoptó el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) a inicios de diciembre. La ministra Meisi Bolaños anunció que a partir del 2023 “queda sin efecto la exoneración de pago de impuestos a las MiPymes”.
El ministerio anuló así un beneficio tributario que había adoptado en julio de 2021, por seis meses para las MiPymes que surgían por reconversión y por un año cuando eran de nueva creación.
Este reajuste alentó dudas sobre la disposición gubernamental para seguir dando entrada a actores no estatales en la economía. Pero, después de eliminar ese beneficio, las autoridades aprobaron otras 400 MiPymes. En el año también han flexibilizado la importación y exportación por estas empresas, además de abrirles puertas como agentes del comercio mayorista.
Las transformaciones en este sentido les han abierto el camino hacia el capital foráneo a estos nuevos actores de la economía. La empresa Carne D’ Tres, que cada año produce y comercializa unas 130 toneladas de carne de cerdo y derivados, se anunció como la primera privada cubana en recibir una inversión extranjera directa.
Soberanía alimentaria para comer
La producción de alimentos continuó en 2022 como una de las debilidades mayores de la economía cubana, a pesar de las medidas y leyes que ha venido aprobando el país para levantar la actividad agropecuaria. La alternativa tradicional para servir la mesa, la importación, se vio doblemente limitada por la insolvencia de Cuba en moneda dura y el crecimiento global de precios.
En mayo la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó una Ley de Soberanía Alimentaria que otorga mayor autonomía a los municipios para que articulen mejor sus estrategias de desarrollo y producción agropecuaria. La nueva norma busca reordenar los procesos de producción, transformación, comercialización y consumo de los alimentos, a partir de las capacidades endógenas de cada territorio.
“Debemos lograr que esta Ley de Soberanía Alimentaria sea para que haya más comida para los cubanos”, declaró el Presidente Miguel Díaz-Canel, quien ha insistido en la urgencia de reducir, en el menor tiempo posible, la dependencia de las importaciones de alimentos mediante el desarrollo de producciones nacionales.
Todos los años Cuba invierte alrededor de 2 000 millones de dólares en compras de alimentos en mercados externos. Unido a los combustibles, son las partidas que absorben mayor cantidad de gastos en moneda dura.
Al deprimirse las producciones nacionales de 2019 a 2021 y no contar con fondos para compensar esta baja con importaciones, la oferta de productos alimentarios cayó en el país, otro factor de la inflación, perceptible mes tras mes en las tablillas de precios de los mercados. Sobre los productores pesa la carencia de inversiones y recursos de importación.
El Parlamento también aprobó antes de finalizar el año una nueva Ley de Fomento y Desarrollo de la Ganadería, mientras aguarda por las primeras reacciones de la producción pospandemia, que comenzaron a percibirse muy lentamente en el ámbito agropecuario en 2022.
Emigración y deuda externa
La mayoría de los conflictos de impacto económico que se visibilizaron con fuerza en Cuba en 2022 prometen seguir en el centro de la escena en el nuevo año. A los mencionados anteriormente –inflación, abastecimiento de alimentos y generación de electricidad- habría que agregar otros dos igual de dramáticos por motivos diferentes: la emigración y la deuda externa.
El flujo emigratorio se aceleró desde hace dos años, con énfasis en edades jóvenes. Unido a las tendencias de envejecimiento de la sociedad, implica un debilitamiento preocupante en la fuerza de trabajo disponible. Sectores vitales como la agricultura y la industria reportan pérdidas de fuerza técnica y de trabajadores como un traba significativa hacia la recuperación.
El demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos observa en estos años un descenso gradual pero sostenido en la población económicamente activa. Otros estudios registran un descenso del 8% en la fuerza de trabajo empleada del 2011 al 2020.
La solución del conflicto migratorio puede demorar mientras el gobierno no consiga una reacción antiinflacionaria que devuelva valor y funcionalidad al sistema monetario y poder adquisitivo a los salarios y pensiones. Pero la estabilización monetaria depende a su vez del éxito que tenga el gobierno frente a un conflicto que reemergió en los tribunales de Londres al comenzar el nuevo año: la deuda externa.
Uno de los analistas más sistemáticos de la deuda cubana, José Luis Rodríguez, observa que “a partir del segundo semestre del 2019 se presenta un default parcial en los pagos, que se generaliza en 2020 y 2021 con incumplimientos de 4 471 millones de dólares”. En su opinión, esto ha limitado el acceso del país a nuevos créditos, situación que se extendió hasta octubre del 2022.
Ante la magnitud del conflicto, el gobierno ha emprendido intensas negociaciones con aliados cercanos y menos tradicionales. En noviembre de 2022, el Presidente cubano emprendió una gira internacional por Argelia, Rusia, Turquía y China. En Beijing y Moscú la delegación cubana destrabó inversiones que estaban detenidas por impagos y renegoció un nuevo enfoque del servicio de la deuda cubana acorde a posibilidades del país. Como resultado, Cuba concretó nuevos plazos de pagos con China y Rusia y con el Club de París.
Estas negociaciones se anticiparon oportunamente, pero no pudieron evitar el sonado caso interpuesto contra el Banco Nacional de Cuba y la República de Cuba por el fondo buitre CRF I Limited. La sentencia final de este caso no ha sido dictada aún en el tribunal de justicia de Inglaterra. Con independencia de la parte que sea favorecida en el fallo, este enfrentamiento legal amenaza con estar apenas en un capítulo inicial.
El 2023 será clave para salir de un conflicto legal que es quizás menos enrevesado, pese a todo, que la solución para otros problemas económicos de vieja data que eclosionaron durante 2022 con particular severidad en Cuba. (2022).
Tomado de IPS Cuba/ Foto de portada: Ricardo López Hevia/ Granma