Cuba

10 claves sobre el embarazo adolescente como desafío social en Cuba

Por Lisandra Fariñas Acosta y  Edilberto Carmona Tamayo

“Este no es un informe sobre la maternidad. Es sobre si el mundo valora a las mujeres y a las niñas más allá de su capacidad reproductiva y en qué medida. Se trata de lo que ocurre antes de un embarazo, la información que no se recibe, los anticonceptivos que no se utilizan, la falta de negociación en las parejas. Se trata de la coacción y la desinformación sobre el uso de anticonceptivos, que socava el poder de decidir de las mujeres sobre sus propios cuerpos”.

Así afirmaba en marzo de 2022 Grisell Rodríguez, oficial de programa del Fondo de Población de Naciones Unidas en Cuba, al presentar el Estado de la Población Mundial 2022, publicado por el UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, bajo el título “Visibilizar lo Invisible: La necesidad de actuar para poner fin a la crisis desatendida de los embarazos no intencionales”.

El documento advertía entonces que esta crisis de derechos humanos tiene consecuencias profundas para las sociedades, las mujeres y las niñas y la salud mundial, y colocaba como un paso innegociable para la igualdad plena y la autonomía, evitar los embarazos no intencionales.

Vale apuntar que la mayoría de los embarazos que se producen en la adolescencia son no intencionales, y muchos de estos embarazos terminan en un hijo o hija nacidos durante la niñez.

Un año después, cuando en todo el orbe se celebra el Día Mundial de Población este 11 de julio, el UNFPA vuelve a colocar el acceso a salud y derechos sexuales y reproductivos, como un camino esencial para alcanzar el futuro próspero, pacífico y sostenible que se imaginó hace tres décadas en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD).

El embarazo en la adolescencia y la capacidad de decidir es un tema de preocupación a nivel global y es también una prioridad en Cuba, donde la gestación en edades tempranas es un punto de alerta y un reto para la sociedad en su conjunto. Numerosas investigaciones han colocado su análisis en esta problemática, que desde la demografía los especialistas han alertado constituye la mayor desarticulación presente en la fecundidad cubana hoy, expresada en su baja tasa global de fecundidad (TGF) y la tasa específica de fecundidad adolescente por encima de lo esperado y deseado.

La Tasa de Fecundidad adolescente (nacimientos por 1 000 mujeres de 15 a 19 años) es de 50.6.

Este indicador, si bien se ha reducido a lo largo de los años en términos generales, difiere entre los territorios, muestra patrones preocupantes y se eleva incluso por encima de la media nacional. Las investigaciones en este  campo evidencian que se mantiene la resistencia al descenso notable de la fecundidad adolescente, fundamentalmente en la zona oriental del país.

Cubadebate conversó con la psicóloga y demógrafa Matilde Molina Cintra, subdirectora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana sobre el embarazo adolescente y ofrece a sus lectores 10 puntos claves para entender este desafío.

1. El embarazo adolescente es un problema social, no es únicamente un problema de salud, sino que es un desafío multisectorial e interdisciplinario.

No es solo un problema para los adolescentes. Es un problema también para la familia y la comunidad, lo es para la sociedad. La prevención del embarazo adolescente es un problema de todas las personas.

El embarazo adolescente limita además el desarrollo inclusivo, aumenta las desigualdades para las familias y las sociedades, incrementa las desventajas sociales, aumenta las brechas de género y las heterogeneidades entre los territorios.

2. Es una desarticulación de la fecundidad cubana.

Cuba tiene muy baja Tasa Global de Fecundidad (1.41 hijos por mujer al cierre de 2022) y altas tasas de fecundidad adolescente. La fecundidad adolescente disminuye más lentamente que la tasa global de fecundidad y se constata una resistencia a su descenso.

En 2022 aumentó la fecundidad adolescente con relación al año 2021. Una característica de este indicador es el ascenso que se produce en el peso de la fecundidad adolescente respecto al total de la fecundidad del resto de los grupos de edades o fecundidad total del país.

Cerca del 18% de los nacimientos en Cuba, al cierre de 2022, fueron aportados por madres adolescentes.

3. En Cuba, generalmente el embarazo adolescente es un embarazo no deseado, no intencional, así lo han demostrado las investigaciones

La mayoría de los embarazos que se producen en la adolescencia son no intencionales, y muchos de estos embarazos terminan en un hijo o hija nacidos durante la niñez. En el mundo, el 75 % de las niñas que tienen su primer hijo antes de los 15 años, tienen un segundo hijo antes de los 20 años.

Cuando las niñas se convierten en madres tienen muchas más probabilidades de tener más de un hijo en la adolescencia, lo cual incrementa los riesgos para el desarrollo personal de esa niña, pero también para su descendencia, la familia y la comunidad.

4. El embarazo y la fecundidad adolescente son más altas en la región oriental del país.

Es un patrón característico de la fecundidad cubana históricamente. Sin embargo, es importante destacar que se asemejan a los valores de la región oriental otras provincias y municipios de otras zonas del país.

Existe gran heterogeneidad en el comportamiento según territorios de la fecundidad adolescente. Entre las provincias con mayor peso de nacimientos de adolescentes con relación al resto de la fecundidad están Las Tunas (22,7%), Holguín (21,3%), Camagüey (20,5%) y Granma (20,3%).

5. Por zona de residencia, Cuba tiene un comportamiento de un mayor diferencial en la zona rural.

No obstante, existen provincias donde la tendencia del embarazo y la fecundidad  adolescentes es mayor en la zona urbana que en la zona rural. Por ejemplo, en Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.

6. Un embarazo puede interrumpirse o puede continuarse.

En el caso de las adolescentes, la interrupción de embarazo es un evento que se produce más en este grupo que en el resto de grupos de las mujeres. En Cuba, es mayor la tasa de interrupción voluntaria de embarazos en las mujeres menores de 20 años que en las mujeres de 20 años y más.

Cuando se realiza un análisis de los embarazos que se interrumpen y de los nacimientos que se producen en las edades menores de 20 años, obtenemos una tasa de embarazo muy alta. Este dato es importante conocerlo para visibilizar y concientizar la necesidad de la prevención del embarazo adolescente, por el impacto que tiene además sobre la salud de estas muchachas.

7. Inicio precoz de relaciones sexuales. 

Los determinantes próximos de la fecundidad adolescente más importantes son la edad de inicio de las relaciones sexuales (incluso antes de los 15 años de edad), la frecuencia de las relaciones sexuales, la nupcialidad o matrimonio y  uniones consensuales, la anticoncepción y la interrupción de embarazo.

Al inicio temprano de las relaciones sexuales se suma una todavía deficitaria educación integral de la sexualidad y una baja percepción de riesgo sobre las prácticas sexuales sin protección.

El hecho de que cerca de una tercera parte de los adolescentes entren en la vida sexual sin protegerse, como demostró la encuesta nacional sobre Indicadores de Prevención de Infección por el VIH/Sida, publicada en 2019 por la Oficina Nacional de Estadística e Información, refleja que aún quedan espacios por recorrer en materia preventiva.

8. Uniones tempranas.

El embarazo y la fecundidad adolescentes están asociados a los matrimonios precoces, es decir a los matrimonios que se producen en edades tempranas. Aquí es importante destacar que el nuevo Código de las Familias eliminó, primero la desigualdad que había entre la edad de la muchacha y el muchacho  adolescente y en estos momentos para ambos esa edad se ha aparejado a 18 años; y además la excepcionalidad que había para la muchacha a la hora de contraer matrimonio.

Es un paso adelante y un salto cualitativo. Sin embargo, no resuelve todo el problema porque se pueden seguir produciendo relaciones de pareja estables, uniones consensuales que no son declaradas y es un factor determinante importantísimo para la fecundidad adolescente. Vale apuntar que una característica de estas uniones precoces está relacionada con la distancia de la edad entre las muchachas y su pareja, donde la media de esa diferencia de edad puede estar entre siete y 10 años de edad. En la medida que es menor la edad de la adolescente esa distancia se hace cada vez mayor.

Esta diferencia de edad que existe entre la muchacha y su pareja, la colocan en una posición de desventaja total, en tanto se produce una relación de poder asimétrica donde las posibilidades para tomar decisiones propias para su autonomía corporal, su autonomía económica, su autonomía política se reducen cada vez más.

La convierten entonces en una mujer que está en condiciones de vulnerabilidad, con mayores brechas de género, menores posibilidades de ejercer sus derechos sexuales y reproductivos y se puede convertir también en víctima de violencia basada en género y en víctima de abuso sexual.

Las relaciones de pareja con estas características hacen que la muchacha tenga que educar y criar a su hijo casi siempre en condiciones de ausencia de la figura paterna, en acompañamiento de su familia y que se establezca un patrón familiar con una dependencia económica para la mujer, con abandono de los estudios, por supuesto con una primera unión temprana con ese embarazo precoz y una separación posterior de la pareja —en caso de que tengan pareja— en un momento en que quedan embarazadas.

Otra característica de este tipo familia que configuran estas muchachas es que no tienen calificación profesional o técnica. Por supuesto, esto limita las posibilidades de acceder a empleos con mejores condiciones y remuneración.

Hay una situación que se agudiza por no tener garantizado el cuidado de los hijos y por las limitaciones de la atención paterna. De ahí que en muchas ocasiones se vuelven entonces mujeres que han configurado un tipo de arreglo familiar monoparental y ausencia de la figura paterna con las características mencionadas anteriormente.

9. Pobre uso de métodos anticonceptivos.

Existe un pobre uso de métodos anticonceptivos fundamentalmente del condón, un comportamiento que hoy se agrava a partir del déficit de métodos anticonceptivos que tiene el país.

En 2021 y 2022 aumentó ligeramente el uso de métodos de larga duración, pero estos métodos anticonceptivos todavía no satisfacen la demanda de esta población. Por lo tanto, estamos hablando de una alta demanda insatisfecha con relación a los métodos anticonceptivos.

De manera general, las particularidades de la fecundidad adolescente en Cuba están enfocadas hacia la desarticulación que constituye la fecundidad adolescente para la fecundidad cubana, en que existe una resistencia al descenso y una mayor contribución de este grupo a la fecundidad total del país, que se acrecienta la heterogeneidad de la fecundidad adolescente por zonas y municipios y además se acelera el diferencial por zonas de residencia, el cual había sido un diferencial donde habían existido cortas distancias entre la zona urbana urbanas y la zona rurales.

10. Algunos desafíos para atender el embarazo adolescente en Cuba:

  • Intensificar la educación integral de la sexualidad
  • Romper cada vez más con los estereotipos y las brechas de una sexualidad y una cultura patriarcal
  • Disponer de métodos anticonceptivos cada vez más adecuados para los adolescentes. La experiencia de los países de América Latina que han disminuido la fecundidad en esta última etapa es que abogan por el uso de métodos anticonceptivos de larga duración acompañado, por supuesto, de la educación integral de la sexualidad y la labor de las escuelas.
  • Mayor acompañamiento y preparación de las familias en estos temas
  • Mayor información sobre los servicios sexuales y reproductivos y un mayor acceso a los mismos de manera equitativa

Tomado de Cubadebate/ Foto de portada: Archivos

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