Negro: un color, no un delito
Por Daylén Vega Muguercia.
Un sonido cegador. Fuerte. Inesperado. Sin tiempo para el entendimiento. Sin excusa. Un disparo. Dos proyectiles de un arma calibre 32 impactaban hace apenas unos días y a quemarropa, el cuerpo de Ralph Yarl, un joven de solo 16 años cuyo único delito fue tocar en la puerta equivocada.
La semana pasada, sus padres le pidieron que recogiera a sus hermanos en la dirección 115th Terrace, pero accidentalmente fue a una casa equivocada y tocó el timbre en 115th Street.
En Estados Unidos hay 120 armas de fuego por cada 100 estadounidenses, siendo la única nación con más armas que civiles, de acuerdo a un informe estadístico presentado por la organización suiza Small Arms Survey (SAS).
Yarl sobrevivió a la furia de un octogenario, que forma parte del 44% de los adultos que en EE.UU. tienen armas en su hogar. Yarl no violó ninguna ley, pero cometió el “delito” de ser negro y tocar a la puerta de un blanco, en un país donde el odio racial es tan común como portar un arma.
Yarl no murió, pero en su cabeza y su brazo derecho aún están las heridas causadas por los disparos que, según un documento judicial, tuvieron lugar a los pocos segundos de que Andrew Lester (quien disparó) abriera la puerta.
Ralph Yarl es un estudiante de secundaria que ama la ciencia y quiere ir a la Universidad de Texas A&M para especializarse en ingeniería química. Es miembro de la Asociación de Estudiantes de Tecnología y del Equipo de la Olimpiada de Ciencias de su escuela. Es un exalumno de la Academia de Becarios de Missouri de 2022.
Yarl además de ser un buen estudiante, es un músico talentoso que destaca al frente de una sección en la banda donde toca el clarinete bajo, ha obtenido una mención de honor de Missouri All-State Band y es amante de los deportes.
¿Qué tiempo necesita una persona para entender que quien toca su timbre es un niño y no un peligro? ¿Qué derecho tiene alguien para juzgar basado solo en el color de la piel? ¿Quién decide si blanco es mejor que negro, o viceversa? ¿Cómo explicarle a un niño que estuvo al filo de la muerte porque el racismo existe y por racismo matan?
En los últimos años, los crímenes de odio en Estados Unidos se han incrementado de manera alarmante, el Fondo Educativo de la Conferencia de Liderazgo (LCEF, en inglés) en su informe sobre la violencia étnica y racial, señaló que éstos han aumentado en más del 80%. De acuerdo a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), 2021 fue el año con la mayor cifra de crímenes de odio, desde que se comenzaran a publicar estos datos en 1991.
El 21 de octubre de 2022, el Chicago Sun-Times en su artículo titulado “Aumento de informes de delitos de odio” señalaba que hasta el 18 de octubre de ese año el Departamento de Policía de Chicago había recibido informes de 120 delitos de odio.
En mayo de 2022, Payton Gendron, un agresor blanco de 19 años, acababa con la vida de diez afroamericanos y dejaba heridos a otros tres en una masacre racista en un supermercado en Buffalo, Nueva York.
El video del ataque fue filmado por el asesino, para ser transmitido en vivo. Armas-Racismo-Morbo tres componentes nefastos de esa sociedad, de estos tiempos.
Ser negro en Estados Unidos, te coloca en desventaja. Unos mil civiles son asesinados cada año por la policía. De ellos, la inmensa mayoría suelen ser negros. En 2022 sólo hubo doce días sin registro de muertes violentas por policías y la cifra récord de 1183 muertes, según los datos del observatorio Mapping Police Violence.
En más de 700 casos las víctimas pertenecían a etnias no blancas, 302 eran negros y 207 hispanos.
Tristemente, el caso de Yarl no es fortuito. La mayoría de los menores de edad que mueren a consecuencia de la violencia armada y el odio racial en el país del Tío Sam, pertenecen a comunidades minoritarias. Los homicidios son la segunda causa de muerte entre los niños y niñas negros, y el 65% de estos homicidios se cometen con armas de fuego.
¿Cuántos de nosotros en nuestra niñez no tocamos una puerta para después salir corriendo? ¿Cuántos de nosotros no nos reímos a carcajadas por “molestar” a algún vecino con esas bromas tan comunes? ¿A cuántos de nosotros, ahora adultos, no nos han tocado la puerta alguna vez y hemos visto a los niños salir corriendo?
En ninguno de esos casos, nadie salió herido. No fue así el caso de Yarl.
Imposible permanecer tranquila al conocer la muerte o lesión de algún menor, solo porque alguien se adjudicó el derecho sobre la vida, envalentonado por un arma de fuego y amparado por un sistema que defiende y aboga por el porte de arma, incluso sin licencia.
En EEUU unas 49 mil personas murieron por armas de fuego el año pasado. En lo que va de año, 429 niños menores de 17 años perdieron la vida por causa de estas, según información difundida por el sitio Gun Violence Archive.
La industria de ventas de armas supera con creces otras industrias, los estadounidenses poseen 393 millones de los 857 millones de armas civiles disponibles, lo que supone alrededor del 46% del arsenal civil mundial.
La revista de la Asociación Médica Estadounidense advierte que mueren más niños por armas de fuego que en accidentes automovilísticos. Disparar es algo demasiado común.
En Estados Unidos hay una realidad aplastante: el gobierno prioriza la posesión de armas de fuego por encima de necesidades básicas. Recientemente, y pese al incremento de la violencia en esa nación, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, firmó una ley que anula en esa región los requisitos de licencia para portar armas de fuego ocultas.
Llevar un arma sin tener la capacidad de uso o sin mediar antecedentes penales, ahora es tan natural como simplemente caminar. Y lo que para algunos pudiera resultar “raro” o descabellado, es solo un asunto estadístico más: con esta medida, Florida se convierte en el estado número 26 del país que posee una ley de porte de armas sin permiso.
Dos frases del líder del movimiento por los derechos civiles y políticos, Martin Luther King, resumen e ilustran el panorama hoy: “Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda” y “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.
Tomado de Cubadebate / Foto de portada: Ralph Yarl recibió dos disparos después de tocar el timbre de una casa por error en Kansas City.