Los estragos del bloqueo en la industria farmacéutica cubana
Por Zaida Fabars Abreu
Los medicamentos son vitales para la salud y sobrevivencia humana. Garantizar su acceso es respetar el derecho a la vida. El amplio mercado de medicamentos existente en la actualidad es sinónimo de lucro para varias empresas, pertenecientes a un grupo de países que dominan casi la totalidad de la producción, investigación y comercialización de los fármacos en el mundo.
A nivel internacional, sobresalen como transnacionales farmacéuticas más importantes: las estadounidenses, alemanas, francesas, suizas, inglesas y suecas. El proceso de concentración por medio de adquisiciones, fusiones y otros tipos de acuerdos no ha cesado. Estas trasnacionales generan elevadas cifras de ganancia cada año y, a su vez, bloquean la venta de medicamentos que pueden adquirir los países más pobres, a precios más baratos.
Pese a esta situación, muchas naciones han desarrollado una industria farmacéutica capaz de producir medicamentos a bajos precios, en comparación con las grandes trasnacionales. Medicinas que, si bien en un inicio eran destinadas a la población de cada país, actualmente alcanzan un volumen destacable de exportaciones a otros países.
Cuba ha sufrido y sufre aún el efecto de las trasnacionales, que limitan el acceso a medicamentos esenciales para la vida, por su elevado costo en el mercado. Esto conlleva que la salud de las personas se vea afectada. Sin embargo, por su incidencia en la salud humana, el gobierno cubano prioriza el desarrollo de la industria farmacéutica y destina importantes inversiones a su desarrollo.
Aun así, persisten dificultades para adquirir materias primas esenciales en la elaboración de medicamentos. En 2022, el escenario financiero internacional y las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos agravaron esta situación.
Adis Nuvia Neyra Muguercia, directora general de FarmaCuba, nació, creció y se ha realizado como profesional en medio del bloque económico comercial y financiero impuesto por Estados Unidos. Ella sufre de cerca las consecuencias de esa política hostil a la industria farmacéutica cubana. Al respecto, comenta:
Comenzaré por recordar que, en el desarrollo de la Industria Farmacéutica cubana, está el pensamiento de Fidel. Desarrollar y sostener esta industria es un reto, mucho más en las condiciones de Cuba, país asediado y bloqueado por más de 60 años. Por ello es una industria, sobre todo, con un respaldo de voluntad política extraordinario, sustentado justamente en que está vinculada a una de las conquistas más importantes de nuestra Revolución: la salud del pueblo. No es posible hablar de salud si no se trabaja en paralelo la farmacéutica y la biotecnología; y todo ello proviene del pensamiento de nuestro eterno Comandante.
Ahora bien, la industria biofarmacéutica se rige por estándares referenciales de normas internacionales. Así mismo lo hace el órgano regulador para los medicamentos, en nuestro caso el CECMED (Centro Estatal para el Control de Medicamentos y equipos Médicos), por lo que su dinámica de desarrollo es fuerte y retadora, ya que se imponen escenarios normativos que obligan a seguir tendencias tecnológicas que para Cuba son más complejas de alcanzar, por causa del bloqueo.
Para lograr y mantener los estándares para el cumplimiento de las buenas prácticas aplicables, se requiere de una fuerte y sistemática inversión en tecnologías. La obsolescencia es un indicador muy dinámico en este sector, justamente porque las trasnacionales imponen el ritmo tecnológico que prácticamente venimos obligados a seguir. Para Cuba, insisto, constituye un fuerte reto.
De positivo tenemos un capital humano altamente calificado, capaz de asimilar las nuevas tecnologías, estar a la vanguardia en el desarrollo de nuevas moléculas y de amplificar su acción hacia otros escenarios terapéuticos. Esta fortaleza nos ha posibilitado garantizar exportaciones que son imprescindibles para realizar las inversiones que, a su vez, posibilitan mantener el estándar regulatorio exigible en la certificación de las buenas prácticas de fabricación y distribución.
El bloqueo es transversal a todos estos procesos. Lo que en otros países es fácil de resolver, porque se accede al mercado con celeridad, aquí nos lleva mucho tiempo hasta lograr ingresar el resultado de las exportaciones. Poder contar con financiamiento líquido constituye un problema, por la fuerte persecución financiera a la que estamos sometidos. Son continuos los avisos de que a través del banco “X” ya no podemos continuar operando. Nos llegan tanto de clientes como de proveedores, por lo que alcanza también a las importaciones y esta es una industria muy dependiente aún de las importaciones, en buena medida justamente porque el bloqueo ha lastrado por más de 60 años el desarrollo industrial del país.
De lo anterior se deriva, entonces, que aun cuando nuestros científicos y trabajadores son capaces de hacer cosas extraordinarias, más incluso con todo ese conocimiento; no siempre logramos hacerlo en el más corto plazo posible, lo que a su vez limita, en algunos casos, poder llegar oportunamente al mercado.
Cuando hablamos de estándar nos referimos a métodos, tecnologías, equipamientos e insumos. Mucho se ha expuesto ya, en los medios de comunicación, sobre las limitaciones que tenemos para adquirir recursos en el mercado internacional. Varios países se niegan a vendernos de manera directa, por temor a las sanciones derivadas de la extraterritorialidad del bloqueo. Lo mismo sucede con bancos y proveedores que se abstienen de suministrarnos directamente porque pueden afectarse sus negocios con empresas estadounidenses. A otros, que son absorbidos por empresas de ese país o reciben una fuerte inversión de ese mercado, se les impone no poder continuar trabajando con Cuba. Estas cuestiones obligan a que tengamos que adquirir muchos recursos mediante intermediarios y hasta por terceros países, todo lo cual encarece y dilata el sistema de aprovisionamiento a la industria y limita su desarrollo.
Hablemos también de equipamiento e insumos, que para ser vendidos a Cuba no pueden tener más de 10% de componentes estadounidenses, una situación que nos afecta sobremanera y ni hablar de su efecto en materia de costos, de no poder comprar una serie de recursos en Estados Unidos que podría ser para nosotros un mercado natural.
Sumémosle, entonces, la logística internacional del transporte, las sanciones sobre navieras y aerolíneas que tocan puertos y aeropuertos cubanos, la lista de entidades de cargas que no pueden ser empleados para envíos a Cuba y los riesgos de pérdidas de mercancías que pueden ser decomisadas en caso de ser identificadas en tránsito por recintos aeroportuarios de los Estados Unidos. Todo esto hace que sea más largo nuestro ciclo logístico para el aprovisionamiento, pues son pocas y cada vez más escasas las alternativas para traer mercancías de manera segura al país; lo mismo nos sucede con las exportaciones
Podemos hablar también de la emigración, un fenómeno que en nuestra industria ha tenido un efecto negativo y se ha ampliado en estas últimas etapas. El robo de cerebros ha sido una de las cuestiones que ha estado presente a todo lo largo de nuestro proceso revolucionario y también sobre nuestro sector.
Como puedes apreciar, el bloqueo criminal que se nos impone y que algunas personas pretenden negar tiene un efecto directo sobre la industria biofarmacéutica cubana y, como consecuencia, en una de sus más crudas expresiones, sobre la salud de nuestro pueblo.
¿Cuáles son las alternativas que ha implementado Cuba para solventar las necesidades de medicamentos en el país?
Esas necesidades están bien identificadas, así también sus afectaciones, que sin duda alguna están influenciadas por el bloqueo a nuestro país. Insistimos en que el bloqueo es la principal causa de casi todos nuestros problemas.
En primer lugar, el Ministerio de Salud ha redefinido una lista básica de medicamentos y los ha clasificado por prioridades, acorde al diagnóstico de salud de la población cubana. Eso nos ha posibilitado trabajar para un menor número de medicamentos y, aun así, no logramos dar respuesta a toda esa necesidad. Priman los que se utilizan en el tratamiento de las enfermedades crónicas no trasmisibles, que son los conocidos medicamentos del tarjetón o por tarjeta; los del Programa Materno Infantil; los de atención al paciente que requiere hemodiálisis renal; los sueros; los medicamentos de atención al paciente grave y los fármacos para el tratamiento del cáncer. Esto no quiere decir que no se trabaje por alcanzar la producción del resto, pero son estas las prioridades en el financiamiento de los insumos necesarios para su fabricación.
Tanto BioCubaFarma como instituciones del Ministerio de Salud y las Empresas de Farmacia en todos los territorios han crecido en la producción a escala industrial y local de medicamentos de origen natural, que es erróneo llamar alternativos porque constituyen una opción más. En las actuales circunstancias, han venido a cubrir de manera eficaz vacíos terapéuticos, en lo esencial por la falta de productos genéricos.
También se ha tenido que importar medicamentos de forma puntual para dar respuesta a la imposibilidad de poder fabricarlos por diferentes causas, en algunos momentos. A la par, trabajamos de manera sistémica para lograr un uso más racional de los medicamentos.
En las condiciones actuales, también recibimos apoyo del CECMED para realizar la distribución en otros tipos de presentaciones: en algunos casos, hemos tenido que prescindir de los estuches unitarios y acudimos al formato de envase múltiple; llevar a frascos productos que se fabrican en blíster, por supuesto, previa evaluación de su estabilidad en esta forma de presentación, entre otras variantes. Lo más importante es que no nos hemos quedado de brazos cruzados, ni nos conformamos con la situación que estamos enfrentando.
No podemos dejar de hablar aquí del control interno sobre los procesos de producción y distribución, incrementados y fortalecidos; del análisis exhaustivo de los rendimientos de las materias primas; de los índices de consumo, las mermas del proceso y la optimización del número de muestras para ensayos. Son medidas que nos permiten obtener mayor rendimiento de los insumos disponibles, sin afectar la calidad, pues con los medicamentos no caben términos medios.
No menos importante ha sido el rápido aprovechamiento de las capacidades productivas cuando arriban las materias primas al país; se trabaja de manera permanente en nuestras fábricas las 24 horas, para acortar el tiempo en que un mayor número de lotes esté disponible a la distribución. En este esfuerzo siempre tenemos el respaldo de los trabajadores, quienes dan muestra –en su inmensa mayoría– de un gran compromiso con la tarea que nos corresponde de cara a la salud del pueblo. Por eso insistimos en que lo mejor que tiene esta industria son sus trabajadores y, sin duda alguna, eso proviene del pensamiento de Fidel. Esto lo reafirmaremos una y otra vez.
El mejor ejemplo de vacío terapéutico resuelto en tiempo récord son nuestras vacunas anticovid. Sin querer ser reiterativos sobre el tema, esto es una muestra de lo que esta industria es capaz de hacer, justo por la calidad profesional y humanista de sus trabajadores, el nivel científico alcanzado, la conciencia revolucionaria arraigada durante todos estos años y el esfuerzo que nuestro gobierno tiene la capacidad de articular por el bienestar de todos. Solos no habríamos podido lograrlo en tan corto plazo, pero en unidad fue un golpe contundente a la Covid y un triunfo más de este pueblo y de la Revolución que el bloqueo el gobierno norteamericano pretende asfixiar. Los nombres de las vacunas encierran el contenido justo de su esencia. Somos un país privilegiado por tener una historia real de hombres y mujeres que, con sus manos, han logrado cosas extraordinarias y maravillosas.
Tomado de Revista Mujeres/ Foto de portada: Cubadebate