El proverbial amor de madre
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Ya lo dijo Salomón –que no pidió riquezas y sí sabiduría– que aunque fue hijo de su padre, siempre sería «delicado y único delante de mi madre». Él mismo tuvo que juzgar a dos mujeres que reclamaban como propios a un niño recién nacido, ya que una de ellas se había acostado encima del suyo.
Ante el dilema, el justo rey israelita pidió una espada y ordenó a los guardias: «partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a una y la otra mitad a la otra, cortarlo en dos». Ante la disyuntiva y con las entrañas conmovidas, expresó la verdadera madre: «Dad a esta el niño vivo, y no lo matéis». Enseguida Salomón identificó en esa mujer lo que él había experimentado: el amor de madre.
Y este domingo, cuando celebremos el Día de las Madres, se conjugarán los sentimientos más sublimes y el recuerdo de aquel precursor domingo 12 de mayo de 1918, cuando en la primera iglesia bautista de la capital oriental se estrenó esa festividad en la Isla. Así figura en publicaciones de la época, y en las monumentales Crónicas de Santiago de Cuba, de Emilio Bacardí Moreau, y continuadas para esa fecha por Carlos Enrique Forment Rovira.
Muchos ansían encontrar las flores para el día, otros gestionan los regalos, todos tendremos la oportunidad sencilla –y trascendente– de expresar el amor a la que nos ama incondicionalmente, a quien, al decir del Apóstol, «debiera llamarse maravilla».
Tomado de Granma/ Foto de portada: Área Humana