Internacionales

Para que las circunstancias no dicten nuestro discurso, ni el miedo nuestra marcha

Por Raúl Antonio Capote (*) / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

 

En estos tiempos azarosos en los que la fe decae y una especie de fatalismo llena el alma de muchos en el mundo, la doble moral y la simulación suelen vestirse de barricada.

El disfraz de los timoratos se deshace en cuanto se afectan intereses y el temor a ser visto como muy radical, para el gusto de los enemigos, se convierte en pavor.

La crisis provocada por la pandemia de la COVID-19 es aprovechada, mientras los ciudadanos aún se recuperaban del trauma, para rápidamente lograr que las “reformas” neoliberales sean permanentes.

Aplican apresuradamente su doctrina de la llamada “trinidad política” o sea, la eliminación del rol público del Estado, la absoluta libertad de movimientos de las empresas privadas y un gasto social prácticamente nulo.

Mike Battles, exagente de la CIA, devenido empresario, no pudo expresarlo mejor: “Para nosotros, el miedo y el desorden representaban una verdadera promesa”.

Las sociedades y las personas, que viven e intentan superar el trauma causado por una situación en crisis, ya sea climática, ambiental o de guerra, a menudo renuncian a valores que de otro modo defenderían con entereza, al menos eso creen los gestores del caos.

Sembrar la incertidumbre permite a las grandes transnacionales y sus servidores, lograr que el pueblo vea peligrar su futuro y los individuos sientan que el Estado no lo resguarda ni lo representada.

Una izquierda empollada en los laboratorios de Washington, les puede servir para lograr lo que nunca la derecha podría hacer, desmovilizar y romper los frentes unitarios que enfrentan las «reformas» neoliberales.

Nada más sencillo para lograr introducir políticas publicas desfavorables para la mayoría, que utilizar a una izquierda «fantasma» y prefabricada.

Durante años prepararon el escenario, planes de becas, intercambios académicos, cursos de liderazgo, toda una estrategia de formación de cuadros que servirían para implementar, lo que ni con la muerte de miles y la tortura consiguieron por completo en el Continente, silenciar a la resistencia.

Lograr el mutismo necesario para construir el poder absoluto del complejo empresarial, global sí, pero en manos de las multinacionales estadounidenses.

Necesitaban desacreditar a la resistencia, asesinar el prestigio alcanzado por años de lucha de los movimientos y partidos revolucionarios y progresistas, acabar con los líderes populares, mediante el Lawfare y el enorme poder de los medios de comunicación.

La respuesta es nunca dejar de alzar la voz, “mientras el hombre roto se desangra” no desde los foros y tribunas que nos construyen, ni detrás de los aplausos que engordan el ego, sino en la calle formando parte, “para que el alma no nos eche barriga” (1).

Porque recordemos “Si yo me callo”, como dijo Hugo Chávez, “gritarían las piedras de los pueblos de América Latina, que están dispuestos a ser libres de todo colonialismo después de 500 años de coloniaje”, a pesar de quien sea.

 

Nota: (1) Roque Dalton.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

Foto de portada: Getty Images.

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