India: Manipur, la persistencia del odio
Por Guadi Calvo.
El estallido de la violencia étnica en el estado de Manipur, en el remoto noreste indio, conectado con el resto del país, por un estrecho corredor conocido como Siliguri o “el cuello de pollo”, cuya principal vía de comunicación terrestre con el resto de India, es una línea férrea que atraviesa una geografía escabrosa entre estrechas gargantas en las montañas.
Habitado por diferentes grupos tribales, disociados por la lengua y la religión, se han conformado grupos insurgentes, que demandan desde mayor autonomía hasta la separación de India.
Tras años de tensiones entre las tribus Meitei y Kukis, finalmente el pasado tres de mayo, tras haberse realizado una marcha de solidaridad tribal por parte del Sindicato de estudiantes tribales de Manipur (ATSUM) comenzaron una serie de ataques, saqueos, incendios de viviendas y comercios, lo que se terminó saldando entonces con unos cien muertos, alcanzado en la actualidad entre 150 y 200 muertos.
El detonante fue la designación como Tribu Registrada a los Meitei, un estatus verificado que la Constitución india, que puede otorgar a discreción por parte del
gobierno federal a cualquier grupo tribal, que, dadas las históricas diferencias sociales y religiosas, podrían haber quedado desprotegido del estado. Manipur forma parte de lo que se conoce como las “siete hermanas pequeñas”, no solo por sus dimensiones, sino también por el abandono que ha sufrido a lo largo del tiempo. Manipur fue recién incorporada a la Unión India en 1972 y sus fronteras con Bangladesh, Birmania, Bután y China, le han dado una visión diferente que la marcada por el gobierno central.
La decisión de Nueva Delhi, de otorgar a los Meitei, esa condición, cuando son de los más beneficiados en Manipur, que ya controlan el gobierno, la policía y el servicio civil, además de ser la población mayoritaria y tener la ventaja de estar instalados en los valles, aunque el fundamento fundamental para esta nueva ventaja es practicar el hinduismo, un dato para nada menor, si se tiene en cuenta las políticas supremacistas, que históricamente ha practicado el Primer Ministro Narendra Modi, desde que alcanzó el cargo de Ministro Principal o gobernado del estado de Gujarat (2001-2014) y confirmó a partir de 2014, ya como primer mandatario de la Unión India.
Desde entonces ha aplicado centenares de mediadas, que apunta a fortalecer el concepto del Hindutva, una compleja mezcla de supremacismo racial, religioso y de interés económicos, que busca instalar a la mayoría hinduista cercana a los mil millones de fieles por encima del resto de los ciudadanos indios unos 400 millones más, apuntando principalmente a la primera gran minoría religiosa del país, el islam, con 220 millones de practicantes y en menor modo con el resto de las minorías religiosas.
Lo que es avalado, no solo por su partido Party Bharatiya Janata o BJP (Partido Popular Indio), sino sostenido por la Rastriya Swayamsevak Sangh o RSS (Asociación
Patriótica Nacional), un símil de las camisas pardas nazis, articulando grupos de choque, que operan parapolicialmente con cobertura estatal, en todo el país.
Las ya históricas políticas segregacionistas desde que Modi, llegó al cargo de Primer Ministro, replican en el gobierno estadual, también a cargo del BJP, fue lo que puso en alerta tanto a los Kukis, como a los Nagas etnias que ocupan los distritos montañosos y son de mayoría cristiana, que se localizan en las alturas en torno a los valles y que junto a otras etnias que temen, ser despojados de sus tierras para favorecer a los Meitei.
Desde que se conoció la medida tomada por Nueva Delhi, de incorporar a lo Meitei a la condición de Tribus Registradas, los enfrentamientos no han disminuido y siguen aumentando los episodios de mayor violencia, destrucción y muertos a los que se le suman unos 50 mil desplazados. Mientras, esto sucede, las intervenciones del gobierno estadual, siguiendo la dirección marcada por Modi, favorecen ampliamente a los Meitei, provocando una respuesta cada vez más desesperada de las etnias no hindúes. Para controlar los desbordes desde Nueva Delhi, ya se han enviado importantes dotaciones del ejército, que al igual que la policía estadual, y las Assam Rifles, una fuerza paramilitar controlada por el gobierno indio encargada de controlar las fronteras del noroeste, particularmente con Birmania y contener a la insurgencia local, parecen solo intervenir para contener a los Kukis, ya que cuando las acciones son tomadas por los Meiteis, la orden parece dejar hacer.
El pasado lunes doce, con el comienzo de una nueva oleada de enfrentamientos armados, entre civiles de uno y otro bando, terminaría eclosionando el miércoles
catorce, con disturbios y tiroteos, que se prolongaron por horas, dejando nueve muertos y once heridos. Los enfrentamientos se registraron al pie de las colinas del distrito Kangpokpi de mayoría Kuki y en el distrito de Imphal, la capital del estado de Manipur de mayoría Meitei.
El estatus de Tribu Registrada, no solo otorga beneficios económicos, cuotas para empleos gubernamentales y mayor acceso a educación, sino que facilita la compra de tierras en áreas reservadas para los Kukis.
Toque de queda y resistencia
A pesar de la vigencia del toque de queda y el cierre del acceso a Internet, en casi todo el territorio de Manipur, la situación, continúa extremadamente tensa, conociéndose que se han producido ataque tanto en aldeas Kukis y Nagas, como de Meitei, al tiempo que, en otras muchas aldeas, cuya población es mixta y hasta hace pocas semanas vivían en armonía, los choques han sido numerosos. Desde el inicio del conflicto se han registrado la destrucción de decenas madires hindúes como de iglesias cristianas.
Se han registrado en los días sucesivos al inicio del conflicto numerosos robos de armas, se cree por parte de los Kukis, por lo que el ejército ha lanzado una fuerte operación en procura de recuperarlas, imponiendo fuertes sanciones para quienes no lo hagan voluntariamente. Se ha precisado de que muchas de las armas robadas son de última generación, por lo que su manejo implicaría un entrenamiento previo que da a sospechar que alguna otra fuerza insurgente, posiblemente la guerrilla de origen maoísta, conocida como Naxalita, de larga presencia en este indio, y que no opera lejos de Manipur pudiera estar detrás de esto.
Mientras que los víveres y medicamentos han comenzado escasear; los comercios, las escuelas, los bancos y las oficinas públicas permanecen cerradas; y miles de personas se han refugiado en campamentos de refugiados que rápidamente se han abarrotado de gente, desbordando sus instalaciones al punto de convertirse en insalubres. Al tiempo que nuevos desplazados siguen llegando al ritmo de que los enfrentamientos se extienden.
Ya existen informes donde se habla de que la gente ha empezado a pasar hambre y algunos periodistas describen la situación con características de guerra civil.
A su vez los líderes comunales, creen que la crisis procura en verdad una limpieza étnica de tribus, que no sean hinduistas, advirtiendo que ya las diferencias son irreconciliables, por lo que para muchos la solución dos estados separados y para los más extremistas, dicha solución será resuelta, sólo con la creación de un estado independiente de India, para la colectividad cristiana de Manipur. Algo impracticable bajo el regimente religioso-nacionalista de Modi.
Si bien la crisis tras denominar a los Meitei, como Tribu Registrada, pareciera ser nueva en verdad todos los estados indios del noreste, fronterizos con Bangladesh, China y Birmania, están compuestos por comunidades étnicas, atravesados por siglos de rencores e incluso algunos de ellos, como los Kukis, que tienen hermanos étnicos en territorio birmano, que combaten contra la junta de gobierno birmana, con la denominación del Ejército Nacional Kuki (KNA) uno de los veinticinco grupos de las tribus Kuki-Zomi que habían acordado una suspensión de operaciones en Manipur pocos años atrás y se podrían haber reactivado después de que en marzo, el gobierno de Manipur se retirara de dicho acuerdo y podrán aspirar a conformar una sola nación, si el odio sigue persistiendo.
Tomado de Resumen Latinoamericano – Argentina/ Foto de portada: Saumya Khandelwal /The New York Times.