Entebbe, donde todo comenzó
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
“Nosotros venimos al Consejo de Seguridad, con un simple mensaje: estamos orgullosos de lo que hemos hecho, porque demostramos al mundo que para un país pequeño en las circunstancias de Israel…la dignidad del hombre, la vida humana y la libertad, constituyen los valores más altos”.
Chaim Herzog, embajador de Israel, 1976
Estas palabras pudieran ser las mismas que pronuncie, el actual embajador israelí Girad Erdán, quien se pasea por los pasillos de la ONU exhibiendo una estrella de David en la solapa de su traje con orgullo por el genocidio, ante el Consejo de Seguridad, cuando la agresión fratricida se pause en la Franja de Gaza, hayan sido exterminados suficientes palestinos para saciar la sed de venganza sionista; los nuevos territorios ocupados están poblados por colones judíos en la nueva tierra prometida abonada con la sangre de miles de niños, las lágrimas de sus padres y el dolor de los cientos de miles de desplazados, segregados en reducidos espacios, para acercarlos a lo prometido por el carnicero Benjamin Bibi Netanyahu ante la tumba de su hermano mayor Yonatan Yoni Netanyahu, comandante del equipo de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y único comando muerto durante la operación de liberación de rehenes, ejecutada en Entebbe, Uganda, el 4 de julio de 1976. Entonces el joven Benjamín, hizo la promesa, ante la tumba de su hermano, de expulsar a los palestinos al mar. Lo cual, hace ahora con saña y resentimiento acumulados durante décadas.
El vuelo 139 de Air France, había despegado de Tel Aviv el 27 de junio de 1976 con destino a Paris, hizo parada en Atenas, en el despegue, suben a bordo dos integrante del Frente Popular para la Liberación de Palestina, se embarcan además dos miembros del grupo alemán de extrema izquierda Células Revolucionarias.
Armados con pistolas y granadas toman el avión a los siete minutos del despegue y ordenan al capitán llevar el avión a Benghazi, Libia, para reabastecerse de combustible y seguir vuelo hacia su destino final Entebbe, Uganda, donde todo comenzó.
En la madrugada llegaron al país africano, que se había declarado solidario con la causa palestina, su gobernante de entonces Idi Amin, era criticado por sus “malas costumbres” de eliminar a sus adversarios políticos y alentar al genocidio, prácticas habituales del Israel actual.
Recordar el asesinato del primer ministro israelí Yitzhak Rabin, el 4 de noviembre de 1995, a manos de un extremista de derecha, persuadido de la necesidad de exterminar a los palestinos, tal y como se hace ahora. Los Tratados de Oslo en 1993, aproximaban una distensión entre ambos pueblos y representaron una amenaza para los señores de la guerra en Israel. Otro firmante, Yasser Arafat, fue asesinado.
Los raptores exigían la liberación de 53 presos en cárceles europeas y africanas, también en territorio hebreo. Dos días después 148 pasajeros no israelitas fueron liberados. Tel Aviv, necesitaba “marcar territorio”, varias acciones en años previos habían afectado a sus nacionales o intereses y para recuperar la “autoridad” agredida, hicieron lo que nadie esperaba, una iniciativa de rescate de rehenes. Su entonces primer ministro Isaac Rabín, ex jefe del ejército, se opuso a cualquier intento de rescate, temía que un fracaso ocasionaría la muerte de rehenes y la caída de su cuestionado gobierno. Entonces Simon Peres, su rival dentro del partido Laborista, captó que podía pescar en río revuelto y expresó no tener temores ante un fiasco en el lance, Sostuvo que la posición de Rabín solo estimulaba más agresiones y al final ganó su posición, que le sumó puntos políticos. Israel estaba urgido de recuperar su credibilidad como gendarme regional y enviar un mensaje a la causa palestina, ignorada desde 1948.
El comando fue seleccionado con esmero, devotos capaces de morir en el intento y convertirse en mártires de un arrojo. Al frente de los 29 soldados élites, se designó al teniente coronel Yonatan Netanyahu, de treinta años de edad, nacido en la ciudad de Nueva York en 1946 y hermano mayor de Benjamin, que había nacido en 1949.
Aterrizaron la madrugada del día 4 de julio en, una pista apartada en Entebbe, del avión descendieron en un auto Mercedes Benz y dos camionetas marca Land Rover, para simular se trataba de la llegada de un funcionario de alto rango ugandés y su escolta. El ardid funcionó cuando los soldados locales se percataron los invasores abrieron fuego y diezmaron a algunos de los defensores. Los secuestradores no se percataron del ataque, cuando reaccionaron era tarde, en menos de una hora, la operación había terminado.
Las consecuencias fatales se resumieron así: El comando tuvo solo la baja de su jefe, quien se convirtió en mártir y le sirvió de aval sentimental a Benjamín para instalarse en la política local, no era solo un político más, su currículo estaba aderezado con la sangre de su hermano, un héroe nacional y eso daba puntos y credibilidad, era un compromiso que lo hacía probo, 20 años después del hecho, se convirtió en primer ministro de Israel, hasta 2021, desde diciembre de 2022, es primer ministro y presidente del partido Likud.
Los cuatro secuestradores fueron ultimados; cuatro rehenes y cuarenta cinco soldados ugandeses murieron, además 103 rehenes liberados. Once aviones del tipo M-17, fueron destruidos en tierra
El logro, recuperó el pavor israelí, otros países tomaron como ejemplo en la preparación de operaciones similares, para enfrentar amenazas de ese tipo.
La reacción internacional no se hizo esperar, Israel había violado todas las normas de convivencia entre Estados, había quebrantado la soberanía de Uganda, matado a sus soldados, atacado sus instalaciones, produjo la muerte de cuatro de sus nacionales israelitas, dañó un avión de Francia, en resumen desconoció principios universales de la ONU.
El gobierno de Uganda convocó a una reunión urgente del Consejo de Seguridad para denunciar el atropello y lograr la merecida condena de Israel, así como ser resarcido de los millonarios daños ocasionados y la reparación material y moral por la muerte de casi medio centenar de sus ciudadanos, además de las decenas de heridos provocados.
Nada paso, como ahora, el Consejo declinó emitir cualquier resolución sobre el tema, dejando sin condena a Israel. Con regocijo el citado embajador del Estado hebreo, pronunció en ese momento las palabras, que provocaron algunos aplausos.
Años después, en el panegírico por la muerte de Simon Peres, impulsor de la operación de rescate, el ahora precursor de muertes, expresó entre sollozos: “Querido Simon, lloraste por Yoni, cuando él murió, Yo lloro por ti hoy”.
Este fue el suceso donde todo comenzó, la promesa empeñada se está haciendo realidad con creces.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Enlace Judío.