Palestina: Cuando el capitalismo muestra su rostro más macabro
Por Francisco Delgado Rodríguez.
La más abrumadora conclusión a la que se puede arribar al analizar someramente los acontecimientos en Palestina, conduce a un aspecto definitivamente no tratado, por los grandes medios que intentan dominar el relato sobre lo que ocurre allí: La agresión a la franja de Gaza expone el lado más oscuro y aborrecible del sistema capitalista. Esto debe decirse con plena convicción, sin ambages.
Viene al caso lo que en su momento planteó el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en la sede de Naciones Unidas hace 63 años, recordando que la filosofía del despojo está en la base de las guerras.
Porque sí, porque el sustrato de la agresión al lado oeste de lo que queda de Palestina, la Franja de Gaza, tiene un sentido básicamente de rapiña, de desplazar seres humanos que “estorban” para determinados fines geopolíticos y económicos.
Por qué tanta insistencia, por ejemplo, en que los habitantes palestinos abandonen en particular, bombardeos mediantes, el norte de la Franja de Gaza. No pueden alegar que solo allí está Hamas.
En 1999, frente a las costas de esa parte de la franja se descubrió GazaMarine, un yacimiento de gas natural, valorado en 6 mil millones de dólares, es decir, unos 1,4 billones de metros cúbicos de gas; se sabe que en el área existe otro yacimiento de petróleo valuado en más de mil quinientos millones de dólares. Los esfuerzos de Israel por arrebatarle esta riqueza a Palestina han sido infructuosos. Fronterizos, Siria e Irak, donde los norteamericanos han instalado bases militares ilegales en ambos países, para actuar llegado el caso.
Parece evidente que el momento, de extraordinaria inestabilidad del comercio energético, impone la urgencia de acabar de controlar GazaMarine; esa premura marca la intensidad y dirección de las acciones agresivas de Israel.
Ciertamente este elemento muestra la naturaleza del capitalismo. El sacrificio del pueblo palestino, la masacre contra el pueblo palestino es claramente inherente al sistema; tanto en los valores que dice representar y cotidianamente ignora, como en las verdaderas motivaciones que lo mueven.
No se trata de un posicionamiento ideológico, no son simples diferencias de ideas sobre qué modelo de sociedad es mejor, recuerda mucho a Rosa Luxemburgo, es civilización vs barbarie, está última con talante sionista y apoyo imperialista.
Por otro lado, el genocidio que el gobierno israelí está implementando, coloca a la humanidad en un antes y un después.
En pocas palabras, no tiene parangón en la historia contemporánea de pos guerra. La magnitud de la crueldad sionista, se parece a lo peor de la segunda guerra mundial, incluido su final termonuclear.
Lo que sufre Palestina ya emula con Hiroshima y Nagasaki, emula con el holocausto anti hebreo aplicado por el monstruo nazi fascista.
Absurdas, ridículas justificaciones de índole religioso pueden provocar un efecto contrario al buscado, a un descrédito de esa religión; ya comienza a verse la reacción de históricos adversarios religiosos, toman fuerzas expresiones violentas que van contra todo lo que represente a ese judaísmo, ahora secuestrado por versiones extremistas y la ideología política del sionismo, que en uso de sus poderes fácticos y convencido de su impunidad, gracias al apoyo político diplomático de las autoridades norteamericanas, emprendió una operación de limpieza étnica.
La desmedida respuesta bélica contra la franja de Gaza convirtió en escombros políticos, un sin número de normas de convivencia, asumidas colectivamente por el sistema de Naciones Unidas, incluso dentro de lo absurdo de cualquier acto guerrerista.
En paralelo, también merece una mirada suspicaz la reacción de personas que profesan el judaísmo, gente común, que de forma creciente rechazan esta masacre, se expresan y manifiestan contra lo que hacen a nombre de sus sagradas creencias. ¿Estará presente en este caso, una expresión de la lucha clases?
Sería muy interesante explorar la posición social de la mayoría de esos judíos, de seguro mostraría a sectores populares, ajenos a aquella parte de la oligarquía norteamericana, y altos funcionarios del gobierno de ese país, que son judíos y desde luego apoyan siniestramente el crimen sionista.
Pretender una actualización de las estadísticas del ataque sionista sobre la población civil gazatí, corre el riego de ser superado en pocos minutos. Con un promedio de 150 niños asesinados diariamente, que no son solo números, tienen nombres y apellidos, nos remite a que estamos ante un crimen de lesa humanidad.
Con este dato, el sionismo impone otro record perverso, es la primera vez en la historia de las guerras contemporáneas donde los infantes son la mayoría de las bajas mortales.
La incapacidad del sistema judicial internacional para juzgar a los líderes y altos oficiales militares israelitas, también muestra la fragilidad de estas estructuras, sin dudas superadas por las circunstancias. En todo caso, este sistema ya es otra víctima de la pesadilla, ojala que recuperable.
La Franja de Gaza es ahora doblemente victimizada. Desde al menos 2007, sus habitantes han sido sometidos por Israel a un fuerte bloqueo, tras el pecado de haber electo al grupo Hamas como sus gobernantes; un lugar de donde no se puede salir ni entrar, donde sobrevivían 2,26 millones de personas en 365 km2, 6 100 habitantes por km2, el tercer territorio más densamente poblado del mundo; siendo el 40% de estos menores de 15 años.
Estas cifras, lógicamente eran conocidas por los sionistas, cuando decidieron aplicar la actual operación de tierra arrasada. Ya lo dijo en su momento el escritor uruguayo Eduardo Galeano, cuando afirmó que el ejército israelí,….“sabe a quién mata. No mata por error”…
En general también ha sido rebasado el sistema de Naciones Unidas, creado para mitigar o neutralizar este tipo de catástrofe humanitaria, develando con crudeza, la urgencia de que debe ser modificado. Empezar por el Consejo de Seguridad, donde gracias a su obsoleto mecanismo de veto, no han prosperado al menos 4 proyectos de resolución, la única aprobada está lejos de suplir mínimamente las necesidades.
En paralelo, resulta absurdo que no sea vinculante, como se dice a la no obligatoriedad de su aplicación prácticas, el abrumador apoyo de la Asamblea General a las propuesta de alto al fuego o la que insiste en la legitimidad del estado palestino.
En cualquier caso, estas votaciones dicen algo, expresan que la mayoría aplastante del mundo rechaza el desenfreno sionista.
Una secuela de esta guerra, probablemente inesperada por el imperialismo y los sionistas, es la reacción de millones de personas indignadas prácticamente en todo el mundo, algo que sin dudas también influyen en sus gobernantes, interpelando a timoratos, derribando una narrativa basada en la guerra contra el terrorismo que nadie cree.
Parodiando las famosas primaveras árabes, relato que vendieron para justificar otras guerras de rapiña, toma fuerza el concepto de primavera mundial, a tono con esas multitudes de personas enardecidas, que en numerosas ciudades del mundo se alzan contra este crimen; la gente común no resiste más, temen que su propio país puede ser la próxima víctima; tal vez sin saber bien, que los máximos responsables gestionan, usufructúan el complejo militar industrial norteamericano y forman parte del famoso 1% integrado por la plutocracia norteamericana.
Otro daño colateral para el imperio es que, acostumbrados desde su prepotencia a juzgar al resto del mundo, han quedado en el banquillo de los acusados; el que funciona en la conciencia de las personas honestas, más allá de las instituciones. Mucho tendrá que hacer el gobierno norteamericano, algún milagro tendrá que ocurrir, para levantar de tales ruinas una política exterior ya maltrecha por un cumulo impresionante de errores y galopante perdida de hegemonía.
Si algo está alarmantemente ausente en el mundo de hoy es la paciencia y la prudencia. Ese mundo cambio dramáticamente tras la pandemia de la covid. A ello se suma en Palestina, 75 años de ocupación y oprobio.
Como cualquier otra conflagración bélica, puede saberse como empieza pero no como terminará. La posibilidad de que la agresión israelí se convierta en un conflicto regional de gran envergadura, es a todas luces una consideración lógica. Basta preguntar cuáles son los objetivos de las 70 unidades navales de guerra enviadas por Estados Unidos, incluido dos de sus principales portaaviones, listas para defender a su discípulo sionista.
Desde Cuba, como no podía ser de otra forma, el pueblo cubano, alérgico por antonomasia a cualquier injusticia, repudia desde el inicio este genocidio, calificado así oficialmente por el presidente Miguel Díaz- Canel, que en una vehemente intervención afirmó que … “aquellos que hoy se oponen al cese de la violencia en Gaza como cuestión de la mayor prioridad tendrán que asumir la responsabilidad por las graves consecuencias que esto implica… preguntándose más adelante…. “¿permitirá la comunidad internacional que continúe esta situación insostenible?” para concluir que …. “la historia no perdonará a los indiferentes. Y no estaremos entre ellos”…
Foto de portada: Hosam Salem / The New York Times.