Un genocida siembra muerte, no derechos humanos
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El 80 % de la población de un país ha vivido bajo un genocidio. El pueblo de otra nación ha sufrido también un genocidio, por 75 años, aunque desde el pasado 7 de octubre, la espiral de barbarie allí ha escalado horrorosamente. Se trata de Cuba y Palestina.
También Yugoslavia, Afganistán, Libia, Iraq, o Japón han sido testigos de ese hálito de muerte absurda; el África expoliada, desde el colonialismo, huérfana de sus hijos vendidos como mercancía, no ha dejado de sentir ese infierno.
Hoy, cuando Palestina, en dos meses, ha perdido a 17 000 seres humanos, 7 000 de ellos niños y niñas; cuando Cuba pasa por las penurias del recrudecimiento del bloqueo económico más largo de la historia contra un país, que llega a 62 calendarios, el Gobierno de la nación más poderosa del planeta se aparece vetando una Resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU, a favor de la vida.
Estados Unidos, vergonzosamente, impidió la aprobación de un texto propuesto por Emiratos Árabes Unidos sobre la situación en el Medio Oriente, incluida la cuestión palestina, para exigir un cese el fuego humanitario inmediato. No hizo caso alguno de que casi un centenar (97) de delegaciones, Cuba incluida, lo copatrocinaron. Por supuesto, tampoco le interesó que 13 miembros de ese órgano hayan dado su voto a favor, con la abstención de Reino Unido.
Eso lo hace responsable de que, en Gaza, como afirmara el presidente de Irán, Seyed Ebrahim Raisi, se martirice a un niño cada diez minutos; lo hace responsable de las vidas segadas por negarle el oxígeno a Cuba y los ventiladores pulmonares, en el punto más crítico de la COVID-19. Sobre los gobiernos estadounidenses está la sangre que el fósforo vivo quemó en Yugoslavia; las muertes de la primavera mortal en Libia; las de Iraq, con la mentira como arma, la de los cientos de miles que volaron en Hiroshima y Nagasaki, o las que ocasionó en las pieles desgarradas el Napalm, en Vietnam. También las que lloran aún hoy las madres y abuelas en Latinoamérica, porque un Cóndor asesino sobrevoló esa geografía.
El genocidio no es un invento de los que lo sufren, es una calificación de derecho internacional sobre la base de la Convención contra ese delito, de 1948, al referir el acto punible, delictivo e ilegal de provocar daños en grupos humanos; y al acto similar de generar condiciones que pongan en peligro la existencia de grupos humanos.
Pero las administraciones estadounidenses no respetan la ONU. Su postura en el Consejo de Seguridad es una burla a su Secretario General, quien afirmó que en Gaza ya han sido asesinados más de 130 de sus colegas.
Hoy es el Día Mundial contra el Genocidio; mañana, el de los Derechos Humanos. ¿Puede un genocida hablar de algún derecho, cuando siembra muerte en la humanidad?
Tomado de Granma