Internacionales

Plan de EEUU para Gaza: Legitimar la ocupación y despolitizar el Islam

Por Xavier Villar.

El objetivo de este artículo es analizar el plan estadounidense para la “reconstrucción de Gaza”, un plan concebido por muchos de los mismos responsables que diseñaron la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos hace más de 20 años.

El documento, publicado conjuntamente por los think tanks neoconservadores, Jewish Foundation for National Security Affairs y la Coalición Vandenberg, dirigida por Elliot Abrams, propone la creación de una entidad privada, el “Fondo Internacional para el Socorro y la Reconstrucción de Gaza”, que sería dirigida por Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y, en particular, por Arabia Saudí. El documento estadounidense busca otorgar a Arabia Saudí un papel principal en el escenario palestino, lo que se traduciría en una tutela saudita sobre la Autoridad Palestina, tanto en términos económicos como en la supervisión de todos los aspectos religiosos, sociales y políticos.

El plan tiene como uno de sus objetivos lograr, gracias a esta supervisión saudí, la promulgación de leyes que detengan la ayuda económica a las familias de los prisioneros palestinos, así como también cambiar los planes de estudios. Esta última medida es una demanda antigua de Israel que busca desde hace años prohibir toda enseñanza de la Nakba (el gran desplazamiento palestino provocado por la colonización sionista en 1948).

Es evidente que este plan, en el plano discursivo, sigue las líneas de lo que se conoce como la división entre buen musulmán y mal musulmán. Este discurso busca dividir a los musulmanes al sancionar algunas prácticas como aceptables y otras como amenazas. En términos generales, se puede decir que un buen musulmán es aquel que se ajusta a la lógica de la modernidad, el liberalismo y la occidentalización.

Este mismo discurso es el que permite a los saudíes, presentados como “buenos musulmanes”, beneficiarse de la ocupación colonial sionista en Palestina. Arabia Saudí se convierte, por tanto, en virtud de ese discurso, en un actor racional y moderno en el que se puede confiar para disciplinar a los palestinos. Esto último implica que el horizonte saudí en Palestina es el mismo que el estadounidense y el israelí: la ausencia de autonomía de la población y la continuación del statu quo colonial.

El plan para Palestina también contempla la creación de un nuevo gobierno, aunque sin ninguna forma real de soberanía sobre el territorio, que incluiría ministros tanto de Gaza como de Cisjordania. En cuanto al ámbito legislativo, un comité de la Organización para la Liberación de Palestina asumiría temporalmente las funciones legislativas hasta que se realicen elecciones. En términos de seguridad, la Autoridad Palestina se haría cargo de la gestión de Gaza mientras se negocia un acuerdo con Israel y con una entidad internacional en la que estarían representados Egipto, Turquía, Jordania y Arabia Saudí.

Es decir, se busca que la población ceda su agencia y su capacidad política a una Autoridad Palestina que no tiene ningún tipo de legitimidad en el territorio, y a una serie de países que abiertamente han mostrado su voluntad de reconocer y/o colaborar en algunos aspectos con la entidad colonial sionista.

El papel que el “Fondo Internacional para el Socorro y la Reconstrucción de Gaza” tiene para Hamas ejemplifica la intención final de romper el vínculo que hace del grupo el representante legítimo de la resistencia anti-colonial palestina. El documento apunta a la necesidad de integrar a Hamas en la Organización para la Liberación de Palestina, siempre y cuando el grupo “acepte de manera clara y sin ambigüedad” las condiciones de la organización; es decir, que el grupo renuncie a su lucha de resistencia anti-colonial y acepte el statu quo colonial. El documento añade que Hamas podría continuar como corriente política siempre y cuando se desarme y “detenga la resistencia violenta”.

Aquellos líderes de Hamas que no acepten este programa podrían ser deportados a Argelia, algo que el país por el momento no ha confirmado.

Al mismo tiempo, el documento para Palestina sirve también como hoja de ruta para la “normalización” entre Israel y Arabia Saudí, algo que por el momento está paralizado debido al rechazo a dicho acercamiento diplomático por parte de la inmensa mayoría de la población saudí.

Desde el punto de vista discursivo, tanto el documento como el papel otorgado en el mismo a ciertos países como Arabia Saudí y Emiratos, se mueven dentro de un liberalismo fundamentalista que busca criminalizar la opción representada por la Resistencia Palestina en su modalidad anti-colonial y anti-hegemónica. Este discurso considera que una identidad política construida desde el Islam y que entiende lo político desde una búsqueda constante (y nunca alcanzable) de un horizonte de justicia es una amenaza para su propia existencia.

El discurso desplegado en el documento mantiene una jerarquía injusta que, al mismo tiempo, obstaculiza cualquier negociación posible entre la tradición islámica y las promesas de la modernidad. En otras palabras, el documento para la “reconstrucción de Gaza” busca crear, después de provocar una de las mayores tragedias de la historia, una articulación política que no ponga en riesgo ni el proyecto colonial sionista ni la presencia extranjera, en particular la estadounidense, en la región.

La única solución para evitar esa “reconstrucción” discursiva es seguir las líneas marcadas por “los malos musulmanes”, aquellos que buscan recentrar el Islam dentro del ámbito público de la comunidad musulmana y, al hacerlo, negar la ocupación discursiva colonial que propone el documento.

Es decir, el documento busca legitimar la ocupación colonial sionista mientras que Estados Unidos y otros países de la región ayudan a amortiguar las repercusiones de esa misma ocupación ofreciendo migajas y una absoluta despolitización al pueblo palestino.

Los fundamentalistas liberales, incluida Arabia Saudí (en términos políticos, Arabia Saudí es una fuerza anti-ummática que busca despolitizar el Islam y adoptar el discurso hegemónico occidental), intentan moldear al pueblo palestino a su imagen. Al no lograrlo, buscan disciplinarlo.

Tomado de HispanTV.

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