Internacionales

Más de medio siglo de un crimen impune

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

El viernes 15 de marzo de 1963 a las doce y treinta hora local de Arica, Chile, los correos diplomáticos cubanos Enrique Valdés Morgado y Juan de Dios Mulén Quirós abordaban el vuelo 915 de la línea aérea Lloyd Aéreo Boliviano, LAB con destino al aeropuerto de El Alto, La Paz, Bolivia. Apenas ciento noventa millas, unos trescientos cinco kilómetros tendrían que recorrer hasta llegar a su destino. A las trece horas y veintisiete minutos el Douglas DC-6B decoló.

El avión había salido de Cochabamba, Bolivia, llegó a Arica y tomó los pasajeros con destino a La Paz, para después regresar a la ciudad de origen. Un vuelo internacional habitual. Apenas veinte y ocho minutos más tarde se precipitaba contra las faldas del volcán Tacora en su parte perteneciente al territorio peruano. Los treinta y seis 36 pasajeros a bordo y sus cuatro tripulantes perecieron al instante, incluidos los mencionados funcionarios cubanos.

Los restos del avión y su carga humana quedaron esparcidos en una extensa zona de un kilómetro de diámetro, marcada por una profunda mancha negra muestra de la ocurrencia de una combustión intensa, era una zona de difícil acceso en medio de condiciones climáticas complejas con gran nubosidad y lluvia intensa.

Los nueve aviones bolivianos que participaron de inmediato en la búsqueda no encontraron indicios del destino final de la nave y regresaron a sus bases debido a que: “la visibilidad era nula y se aproximaban tormentas que imposibilitaban continuar”. Con rapidez, la organización de la aviación civil, OACI culpó al piloto del accidente, sin entrar a considerar el motivo de la toma de sus decisiones tan controvertidas.

La inmediata denuncia de las autoridades cubanas significó, que había sido un acto de terror, con la intención de apoderarse de las valijas diplomáticas cubanas, que portaban los funcionarios, con la premeditada intención de propalar campañas difamatorias contra la Revolución.

Aparecen, de inmediato, acusaciones contra Cuba pretextadas en el supuesto contenido de la documentación que transportaban los correos diplomáticos. Así La Prensa de Perú inserta en su edición del 19 de marzo una nota titulada: “Documentos de los correos diplomáticos cubanos están en poder de la Guardia Civil de Tacna”. A continuación afirman que los correos cubanos llevaban, además, dos fusiles ametralladoras.

Los documentos calificados como secretos fueron encontrados y llevados a Tacna por el coronel Humberto Canelas. Mientras la estadounidense AP, el mismo día, desde Santiago de Chile, afirmaba que eran escritos importantes sin referirse en concreto a sus contenidos y que podrían producir un incidente internacional, entonces se recordó, que cuatro meses antes, en noviembre de 1962, un avión de la línea aérea brasileña VARIG se estrelló cerca de Lima y en el mismo fueron ocupados documentos a una delegación cubana, los cuales, según la citada AP se referían a la supuesta injerencia en los asuntos internos de países de América Latina por parte de Cuba, campaña difamatoria de moda entonces.

El incidente aéreo mencionado se refiere a la caída del avión Boing 707-441, vuelo 810 de la línea aérea brasileña VARIG, que se estrelló el martes 27 de noviembre de 1962 con 80 pasajeros y 17 tripulantes a bordo, todos perecieron, entre ellos toda la delegación cubana que participó en la conferencia de la FAO, integrada por: Raúl Cepero Bonilla, Presidente del Banco Nacional de Cuba.

En ese mes de marzo en Cuba se repudiaba el incremento de los actos terroristas y sabotajes contra los barcos mercantes que traían o llevaban mercancías en la Isla. El barco soviético Bakú, había sido blanco de un ataque por embarcaciones artilladas procedentes de Florida, hecho que fue condenado por los dirigentes de la Revolución. También las bandas criminales de alzados diseminadas por las montañas cubanas habían recrudecido sus crímenes.

Después del derribo del avión, las aerolíneas se negaron a transportar a funcionarios cubanos por considerarlos una amenaza a bordo, al ser estimados blancos de actos violentos con fines políticos, este fue un efecto residual de la atmosfera tóxica generada referente a que el siniestro había sido motivado por un acto terrorista dirigido contra los cubanos. Era el clima de cubano fobia y anti comunismo exacerbado de esos primeros años de la década de los años sesenta en los gobiernos latinoamericanos dominados por administraciones sumisas plegadas a los Estados Unidos.

Los poetas Pablo Neruda de Chile y Jesús Orta Ruiz “El Indio Naborí” dedicaron poemas al acontecimiento. Sobre la presunción de que la caída del avión fue debido a acciones premeditadas, Alfredo García Almeida, quien fuera funcionario diplomático cubano en Chile en el momento del suceso e intentó llegar al lugar del siniestro para recuperar los documentos, que transportaban los correos diplomáticos y después fue expulsado por el gobierno chileno al tomar como pretexto este loable empeño, reflexionó lo siguiente en su informe elaborado en los días posteriores al incidente: “El accidente, está rodeado de una serie de elementos extraños, que nos lleva a pensar de que no se trata de un simple suceso casual. Estos elementos son: En algunos periódicos salió la noticia de que dos americanos que viajaban en la nave eran agentes selectos de la CIA, que se encontraban chequeando a los compañeros correos ya que conocían su itinerario y sabían que después de La Paz se trasladarían a Brasil en donde se iba a efectuar un Congreso de Solidaridad con Cuba”.

En el periódico cubano Revolución del martes 19 de marzo en su página primera apareció una nota sobre la tripulación de la nave. El miércoles 20 nuevamente salen notas en la primera y cuarta sobre la presencia de norteamericanos en el lugar de la caída y que estaban revisando las pertenencias de los diplomáticos cubanos. El jueves 21, igualmente en las mismas páginas aparece un desmentido extremadamente raro de las autoridades peruanas que niegan que entre las pertenencias de los funcionarios de Cuba, hubiesen armas y documentos secretos, subversivos, lo cual desmentía las noticias propaladas por agencias norteamericanas UPI y AP que aseguraban el hallazgo de materiales de ese tipo en el lugar.

El viernes 22, en las páginas primera y tercera del mencionado diario cubano aparece una acusación del poeta chileno Pablo Neruda, quien afirma que la caída del avión fue resultado de una bomba que estalló a bordo de la nave.

El artículo aparecido en la primera página de Revolución titulado Acusa Neruda a EE.UU. de sabotaje en el avión que se estrelló en el Perú, tuvo una gran repercusión internacional.

En la página interior se ampliaba el titular: Provocó Estados Unidos desastre del avión del Perú. En su desarrollo, según un cable de Prensa Latina, fechado en Santiago de Chile el día 21, se informa una carta pública titulada: Kennedy roba a los muertos en cuyo texto se acusaba el gobierno de los Estados Unidos de haber colocado una bomba en el avión boliviano y que con gran cinismo los aviones estadounidenses acantonados en Panamá, esperaban el momento del siniestro para terminar la obra de saqueo de los cadáveres y apoderarse de sus pertenencias.

En respaldo a la acusación del poeta chileno Pablo Neruda, sobre el acto terrorista en el avión, un cable de Prensa Latina fechado en La Paz el 25 de marzo reproduce un artículo aparecido en el periódico conservador El Diario, que aseguró que la caída del avión se produjo como consecuencia de una bomba o de la explosión de uno de sus motores. Para sustentar esta conjetura se refirió a la abrupta interrupción de las comunicaciones con la torre de control que se mantenía de forma rutinaria con la de Arica, solo de esa forma se pudo cortar de golpe el registro radial y de mano de la tripulación del avión y precipitarse a tierra en forma inmediata. Se asegura también que la torre de control del aeropuerto internacional de El Alto, trató, sin respuesta, de comunicarse con el avión en repetidas ocasiones.

A este análisis se le añade, la sospechosa e inmediata presencia de militares estadounidenses procedentes de sus bases en Panamá en el lugar del desastre antes de la llegada de los socorristas de los países fronterizos, para lo cual debieron pedir permiso a las autoridades peruanas, que al instante aprobaron la incursión de los estadounidenses, cuando ellas tenían todos los recursos necesarios para socorrer y participar en la búsqueda sin la presencia foránea.

Además el interés por buscar las pertenencias de los correos diplomáticos cubanos y la campaña que agencias de prensa de los Estados Unidos pusieron en marcha a escasos días del siniestro, que después, de manera misteriosa, fue desmentida por las autoridades limeñas. Ya que en Tacna estaban dislocadas, de manera permanente, fuerzas militares norteamericanas, que pudieron ser movilizadas de inmediato por la cercanía al lugar de la caída.

El lunes 25, Revolución anuncia en su página cuatro, que los restos de los diplomáticos llegarían a Cuba en los próximos días. En otra nota aparece una argumentación que apunta a que el incidente es resultado de un acto terrorista. Se anunciaba que el MINREX recesaría sus labores el 26 de marzo en homenaje a las víctimas.

El miércoles 27, se informa que los restos de los diplomáticos arribaron a Cuba procedentes de México, fueron acompañados por el subdirector de Protocolo del MINREX Roberto Meléndez y por el funcionario de correos diplomáticos Jaime de la Cruz Montero.

Es un crimen, que después de más de medio siglo se mantiene impune, llegará el momento cuando los famosos documentos secretos desclasificados, ofrezcan la verdad, entonces el sucesos se sumará a la larga lista de agresiones de Estados Unidos contra Cuba, por más de seis décadas.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Aeronauticapy.

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