Internacionales

La amenaza Trump, a la nueva carga contra las élites (II y final)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Cuando marzo de 2024, llega a su recta final y los candidatos a las elecciones generales, de ambos partidos tradicionales estadounidenses, han sido nominados para pujar por la presidencia en noviembre próximo, todavía hay incógnitas por despejar y se muestran pobrezas políticas entre elefantes y burros. El relevo generacional de la casta política imperial es pobre, no pudo renovar sus fuerzas y encauzar sus bríos con candidatos más frescos. Estas elecciones estarán bajo el signo de la cuarta edad, denominación, que entra en una etapa de la vida con la acumulación de detrimentos y patologías que se acrecientan a partir de los ochenta años de edad, cuando el cuidado de la salud mental y física, se constituyen en prioridad, ya que pueden aparecen de forma marcada el desgaste mental, con enfermedades degenerativas variadas en las cuales lo cognoscitivo es lo más deteriorado. La persona no logra, con claridad, identificar cuándo se han aumentado sus limitaciones y actúa por inercia en la creencia de estar pleno en sus facultades vitales.

Según un estudio científico conducido por el Instituto Planck para el Desarrollo Humano en Berlín, la cuarta edad tendría como característica principal el deterioro fisiológico, hay mayor pérdida de bienestar, dependencia psicológica, pérdida de memoria y quebranto cognitivo. El proceso ocurre día a día, el daño es acelerado, perceptible y en ocasiones el envejeciente no se percata de estar en la recta final, el recurso de la auto aceptación del no retorno, es una línea muy final difícil de distinguir.

El titular actual de la Presidencia, Joseph Biden, de resultar electo, estaría, antes de asumir el nuevo mandato, el 20 de enero de 2025, en sus cumplidos 83 años el 20 de noviembre del presente año. Desde ya, el actual presidente demócrata le es cuestionado su solvencia de salud, para poder comandar al país más agresivo y probablemente más poderoso del mundo por cuatro años más. Mientras el republicano díscolo, nacido en junio de 1946, cumplirá 78 este año y de ser electo estará en la frontera de la cuarta edad ya explicada, además enfrenta 91 cargos criminales, quien de salir airoso en las urnas lo convertiría en un virtual delincuente al frente del Estado, algo impensable hace años, donde la solvencia moral, ética y política eran requisitos obligatorios y lapidarios.

Atrás, quedan acusaciones no resueltas por evadir de manera sistemática el fisco, las alegaciones de acoso sexual, prácticas lascivas, inclinaciones pedófilas, nexos con inveterados depravados sexuales y otros casos irresolutos de ese tipo.

¿Dónde ha quedado el severo y estricto conservadurismo religioso y su acrisolada moral, que protege a la familia estadounidense?

Causa escozor esa icónica expresión atribuida al laqueado, en relación a su hija Ivanka, donde se ve una foto en la cual la niña reposa sobre las piernas del hoy aspirante, quien gusta pasar estadías en camerinos de concursos de belleza para adolescentes, en ese contexto aparece la cita: “Si Ivanka no fuera mi hija, tal vez estaría saliendo con ella”, solo pensarlo resulta espeluznante, que el republicano apenas haya concebido esa idea en sueños y fantasías eróticas, resulta aberrante.

La evolución del impacto de las élites en el aspirante repitente a gobernar el Salón Oval, no se detuvo y a medida que se acercaban las elecciones a su primer mandato sus “ataques” aumentaron. El 9 de julio de 2015, dijo: “Las elites quieren Common Core para poder eliminar la educación del control de los padres. ¡NO!”. Después, el 21 de octubre del mismo año, escribió en su twitter: “Las elites gobernantes controlan todo lo que hay dentro de nuestras vidas”. En un discurso en Burlington, Iowa el 19 de noviembre de 2015, expresó: “Están equivocados en todo. Se equivocan tanto. Así que no les llamemos élite. No los llamemos intelectuales”. En una entrevista con Steve Bannon en Breitbart News Daily, el 19 de noviembre de 2015 “Los llaman la élite del Partido Republicano. No creo que sean la élite. Creo que nosotros somos la élite”. Dos días después, en una entrevista con Bannon en Brietbart News Daily, señaló: “La elite intelectual de Washington es … no, … no lo son”.

En un discurso en Birmingham, Alabama el 8 de marzo de 2016. Auguró: “Tenemos algo especial en marcha: el Partido Republicano, y desafortunadamente, las personas en el partido, las llaman élites, o como las llamen, pero esa es la gente que todavía no la respeta”.

En otro acto en Jupiter, Florida, el 28 de junio de 2016, sentenció: “Hilary siempre ha estado con las elites”. En un discurso en Monessen, Pennsylvania el 28 de junio de 2016, argumentó: “Quiero que se imagine cuánto mejor puede ser nuestro futuro si declaramos la independencia de las elites”. En un mitin en Monessen, Pensilvania, el 11 de julio de 2016, acusó: “La América de Hilary Clinton es un país donde la elite recibe un tratamiento estándar y todos los demás reciben un tratamiento de segunda clase”.

En un discurso en Virginia Beach, Virginia, el 21 de julio de 2016 “Las grandes empresas, los medios de élite y los principales donantes se están alineando detrás de la campaña de mi oponente porque saben que mantendrá nuestro sistema”.

En la convención en Cleveland, Ohio el 25 de agosto de 2016, criticó: “Pero las elites, que solo quieren recaudar más dinero para las corporaciones globales, ignoran las preocupaciones de los votantes estadounidenses”.

A medida que se acercaban las elecciones generales, Trump, arreció contra las élites: En un discurso en Manchester, New Hampshire el 26 de octubre de 2016 “Debemos rechazar a las elites fallidas de Washington que se han equivocado con respecto a prácticamente todo lo que sucedió durante décadas”.

Al siguiente día, en un discurso en Charlotte, Carolina del Norte, expresó: “Ahora, estas mismas élites, las personas que nos trajeron cada guerra exterior desastrosa, todas estas guerras horribles que nunca ganan, estos tratos comerciales horribles”.

En una intervención en Ginebra, Ohio el 6 de noviembre de 2016, fue más a fondo al decir: “Los medios de comunicación y la elite política no conocen el dolor y el sufrimiento que viven estas personas”. ¿Era auténtico o pura demagogia de un tiburón, que aparentaba haberse convertido en vegano.? En un encuentro político en Sioux City, Iowa el 7 de noviembre de 2016, incitó: “Es hora de rechazar a una elite política fracasada que ha desangrado a este país”.

Quien ahora bate tambores de guerra desde la Casa Blanca, intenta someter al mundo a sus pies y llamarlo “Mundo Trump”, como él estila a marcar lo que apropia, ha manipulado a su conveniencia sus traumas con las élites, aunque no quiera es parte de las que lo colocaron donde estuvo y responde, quiéralo o no a sus órdenes. En este 2024, ellas dirán si les es útil a sus intereses, para ello lo evalúan.

En enero de 2024, la élite mundial se reunió en la ciudad suiza de Davos, el fantasma de la probable presencia de Donald Trump en la Casa Blanca, inquietó a todos, preguntas sobre si el mundo está preparado para el ingobernable aspirante le dio un toque sombrío a los debates. Se calcularon los riesgos globales de ese probable mandato, varias tormentas de ideas, trataron de identificar las amenazas, que superaron las oportunidades de esa inminente realidad. Un político que incitó a la toma del Capitolio de su país, no tiene límites para desencadenar una guerra civil entre opositores y seguidores, qué podría hacer si pierde una vez más en la próxima puja, cuando todavía no ha reconocido la anterior de hace cuatro años, resulta impredecible calcular su furia.

La obcecada puja de los elefantes republicanos y los burros demócratas por derrocar a la Revolución cubana está en ruta de colisión, mientras la actual administración estadounidense trata de aprovecharse de los efectos acumulativos causados por las medidas aplicadas por su predecesor republicano, al que suma los daños de la pandemia y los resultados de seis décadas de bloqueo, la animan a imponer acciones propias que supongan acelerar la esperada caída.

Mientras, el laqueado derrotado en las elecciones se ha negado aún cuatro años más tarde a reconocer su fracaso y sigue con la letanía de que le fueron robadas, asegura que el Gobierno cubano no hubiera aguantado si él hubiese sido reelecto presidente. En enero de 2025, de triunfar este bravucón de barrio a sus setenta y ocho años, asegura que sus correligionarios lo tendrán de vuelta en la Casa Blanca. Dios proteja a los estadounidenses de semejante mal.

El leonado aseguró a la cadena hispana Telemundo de Estados Unidos, que hubiese vencido a la Revolución en un segundo mandato suyo debido a las sanciones que le impuso. Al parecer el tiempo no le alcanzó y culpa a quienes no lo votaron como el Alcalde de Miami Francis Suárez, el no derrocamiento del proceso cubano. Ignorancia supina del penígero amárelo.

El choque entre este elefante republicano y su burro en la Casa Blanca, llega a la histeria, el coloreado, expresó: “Creo que no pudieron durar mucho más, porque hice sanciones, hice muchas otras cosas como ustedes saben, y ahora se sienten envalentonados”, expresó el derrotado al canal Telemundo 51. Durante su mandato aumentó las restricciones de viajeros y sanciones comerciales a aquellos que negocien con empresas cubanas, entre otras medidas. Sentenció: “Mucho del trabajo que hicimos por Cuba y la libertad del pueblo será barrido debajo de la mesa por la administración Biden”. Se equivocó, por la resistencia del pueblo cubano.

Es evidente que lo vaticinado y divulgado por El Diario NY, de Nueva York, ciudad cuna del fanfarrón, donde sus élites no lo reconocen como tal por falta de méritos y lustre. Sus enfermedades crónicas han minado más su raciocinio. En 2017, los psicólogos recomendaban que debiera ir directo a terapia y profesionales alarmados por su salud mental advertían que mostraba signos inequívocos de tener problemas psicológicos. Siete años después, sus males, tienen que haberse deteriorado más.

Más de 65 años de agresiones, con seis décadas de bloqueo, no amilanan a un pueblo, que ha aprendido a resistir y vencer, sea quien sea el que llegue al final en noviembre próximo, el pueblo pacífico y amoroso de Cuba, lo recibirá con el olivo en una mano y en la otra lo necesario para defender su soberanía e independencia.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Jonathan Ernst.

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