Culturales

Poesía militante: Otto René Castillo

Por José Ernesto Nováez Guerrero

Otto René Castillo nació en Quetzaltenango, Guatemala en abril de 1936. En 1953 se gradúa de bachiller en el Instituto Nacional Central para Varones. Para entonces, ya el joven Otto era un sujeto político activo y consciente. Estaba afiliado al Partido Guatemalteco del Trabajo, organización comunista fundada como partido político en 1949 y que permaneció activo hasta 1954, momento en que lo ilegalizan.

Entre 1951 y 1954 Guatemala vivió una etapa de importantes cambios políticos y sociales, de la mano del presidente Jacobo Árbenz. Árbenz pertenecía al grupo de militares que protagonizaron la denominada Revolución del 44 en el país. Bajo su mandato se emprendió un proceso de modernización de la economía y la sociedad guatemalteca, tendiente a la autosuficiencia productiva, lo cual chocó frontalmente con las relaciones de producción y dominación coloniales sustentadas por los poderes locales y las grandes transnacionales agrícolas norteamericanas. Sobre todo la United Fruit Company, que era dueña de más del 50 por ciento de las tierras cultivables del país y que se enfrentó frontalmente a la tímida reforma agraria impulsada por el gobierno.

Luego de una feroz campaña anticomunista, en la cual la CIA jugó un papel importante, el 27 de junio de 1954, el gobierno democráticamente electo de Árbenz es derrocado. Esto incide significativamente en la radicalización de toda una generación, desde el joven Otto René Castillo, quien debe exilarse en El Salvador, hasta el entonces joven también Ernesto Guevara, quien vive de primera mano los acontecimientos en el país y por varios revolucionarios cubanos, presos en la entonces Isla de Pinos, quienes también sacan las lecciones correspondientes.

Otto René Castillo regresa a su país cuatro años después del golpe para estudiar derecho en la universidad de San Carlos de Guatemala. Al año siguiente obtiene una beca para estudiar letras en la República Democrática Alemana. Allí lo sorprende el triunfo de la Revolución cubana, el 1ro de enero de 1959.

En 1964 regresa Guatemala, donde alterna la labor cultural con la militancia política. En esa etapa dirige el Teatro Experimental de la Municipalidad de Guatemala. En 1965 debe partir al exilio. Recorre Argelia, Alemania, Austria, Hungría, Chipre y Cuba, donde permanece varios meses.

En 1966 regresa de modo clandestino a su país, ya como guerrillero, para incorporarse a las nacientes Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Capturado luego de un combate en marzo de 1967, fue ferozmente torturado por el ejército guatemalteco y finalmente fusilado.

Su obra permanece vital y útil para la lucha, como fiel testimonio de que “nada pudo jamás contra la vida”.

Muestra de poesía

Nada podrá contra esta avalancha del amor.

Contra este rearme del hombre en sus más nobles estructuras.

Nada podrá contra la fe del pueblo en la sola potencia de sus manos.

Nada podrá contra la vida.

Y nada podrá contra la vida,

porque nada pudo

jamás contra la vida.

LIBERTAD

Tenemos por ti

tantos golpes acumulados

en la piel, que ya ni de pie

cabemos en la muerte.

En mi país,

la libertad no es sólo

un delicado viento del alma,

sino también un coraje de piel.

En cada milímetro

de su llanura infinita

está tu nombre escrito:

libertad.

En las manos torturadas.

En los ojos,

abiertos al asombro

del luto.

En la frente,

cuando ella aletea dignidad.

En el pecho,

donde un aguante varón

nos crece en grande.

En la espalda y los pies

que sufren tanto.

En los testículos,

orgullecidos de sí.

Ahí tu nombre,

tu suave y tierno nombre,

cantando en esperanza y coraje.

Hemos sufrido

en tantas partes

los golpes del verdugo

y escrito en tan poca piel

tantas veces su nombre,

que ya no podemos morir,

porque la libertad

no tiene muerte.

Nos pueden

seguir golpeando,

que conste, si pueden.

Tú siempre serás la victoriosa,

libertad.

Y cuando nosotros

disparemos

el último cartucho,

tú serás la primera

que cante en la garganta

de mis compatriotas,

libertad.

Porque

nada hay más bello

sobre la anchura

de la tierra,

que un pueblo libre,

gallardo pie,

sobre un sistema

que concluye.

La libertad,

entonces,

vigila y sueña

cuando nosotros

entramos a la noche

o Ilegamos al día,

suavemente enamorados

de su nombre tan bello:

libertad.

RETORNO AL DOLOR DE TODOS

He vuelto

después de cinco años.

Y sola estaba la calle

para mí.

Este viejo viento

que conozco desde niño,

caracoleó un poco en mis cabellos

y se quedó ahí de pie, y alegre

tal vez por mi regreso.

De los amigos,

ninguno estaba para verse.

Casi todos siguen lo mismo,

me dijeron vagamente,

pero su piel

se ha vuelto grave ya.

Casi todos también

laborando en la sombra,

dejando

con su vejez

una dura y amarga constancia

de su lucha.

Algunos, sin embargo,

se han cansado ya y le dieron

las espaldas al pueblo y a su frente.

Para poder comer y dormir

mejor

se despojaron de sí,

se convirtieron tristemente

en el gusano que odiaban

y ahora reptan,

hondo,

en la inmundicia,

donde se hartan

junto a las bestias.

A pesar de todo,

han sido muy pocos

los traidores,

los que un día

temblarán

ante la furia

múltiple

del pueblo

y pedirán perdón

y serán dura,

cierta,

justamente

castigados,

porque ellos

siempre supieron

lo que estaban haciendo.

He vuelto

después de cinco años.

Y nadie

pudo acudir a saludarme.

Ni aún aquellos

para quienes he vivido

luchando, gritando:

‘¡Vosotros sois grandes,

poderosos, y unidos podéis

hacer más llevadera la vida.

Subleváos!’

Ni aún ellos me recuerdan.

Mis compatriotas

siguen y siguen sufriendo

diariamente.

Tal vez ahora

un poco más que siempre.

He vuelto, digo.

Y estoy aquí

para seguir luchando.

Y aunque,

a veces,

me ardan otras lunas

muy lejanas y muy bellas

en la piel,

me quedaré con todos,

a sufrir con todos,

a luchar con todos,

a envejecer con todos.

A su regreso,

dirán después los hombres,

no hubo nadie, no hubo nada,

a no ser la calle sola.

Y este viejo viento

que conoció de niño,

hace ya tanta estrella

y tanta, tanta lluvia.

VIUDO DE MUNDO

Compañeros míos,

yo cumplo mi papel

luchando

con lo mejor que tengo.

Qué lástima que tuviera

vida tan pequeña,

para tragedia tan grande

y para tanto trabajo.

No me apena dejaros.

Con vosotros queda mi esperanza.

Sabéis,

me hubiera gustado

llegar hasta el final

de todos estos ajetreos

con vosotros,

en medio de júbilo

tan alto. Lo imagino

y no quisiera marcharme.

Pero lo sé, oscuramente

me lo dice la sangre

con su tímida voz,

que muy pronto

quedaré viudo de mundo.

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