Cuba

Victoria en Playa Girón: Secretos de un fracaso (I)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

La victoria en las arenas de Playa Girón, no fue el final de los mercenarios derrotados, con el tiempo algunos secretos fueron develados, ahora compartimos algunos de ellos, otros siguen ignotos, pero con el paso del tiempo, serán exhibidos con toda su crudeza.

Cuando los invasores derrotados regresaron a su origen estadounidense en diciembre de 1962, después de ser canjeados por alimentos, maquinarias y otros insumos, de cuya negociación el Gobierno estadounidense adeuda cerca de 10 millones todavía, de los 62 millones y 300 mil dólares valorado por un tribunal cubano por los daños causados.

Los miembros de la llamada Brigada 2506, organizaron un desfile de sus derrotadas fuerzas, algunos se opusieron por considerar que la administración del católico John F. Kennedy los había traicionado al negarles el apoyo necesario cuando ya la derrota era una realidad. En la agresión perdieron la vida 114 mercenarios.

Varios cientos se congregaron a finales de diciembre de 1962 para escuchar al presidente en el estadio Orange Bowl de Miami, lo acompañaba su esposa. En el mitin se le entregó al mandatario una bandera cubana, que los habría acompañado durante los combates, en la cárcel, tras la derrota, y preservada con celo para ser entregada en esa ocasión, en señal de agradecimiento. El Presidente emocionado les juró devolverla en una “Cuba libre”, su esposa ahogada en llanto, exclamó el deseo de tener hijos tan bravíos como ellos.

Como la historia confirma con sobradas pruebas y razones, que todo es secreto hasta un día, ese momento llegó y se develó. La bandera entregada nunca había estado en Cuba, se confeccionó para la ocasión y les fue devuelta por correo postal, a los embusteros, años después. Sobre la alegada bravura de los invasores, se ha escrito en extenso.

Sobre la derrotada invasión, seguidores de este suceso histórico han escudriñado durante décadas, sin embargo hay secretos poco conocidos como el dilema de la administración demócrata al regreso de los vencidos, se enfrentó una vez más al espinoso “the disposal problem”-eliminación del problema-, qué hacer con los mercenarios cubanos. En abril de 1961 había decidido, lanzarlos en Cuba, sí allí es donde querían ir, pocos días después, asume el humillante fracaso de la invasión, los canjea y recibe de vuelta, para enfrentarse a: “Qué hacer con ellos”.

Este aprieto surgió de nuevo, se preguntaban los políticos y militares de la época. Escribieron propuestas y las remitieron al Presidente. En la carta de renuncia del contrarrevolucionario y uno de los guías de los derrotados, José Miró Cardona, a la presidencia del Consejo Revolucionario Cubano, (CRC), expresó: “Ese movimiento fue seguido por otro de gran importancia política. Me refiero a la presencia del Presidente Kennedy en el Orange Bowl, Miami el 29 de diciembre de 1962, cuando recogió la bandera de la Brigada y reiteró su compromiso con Cuba ante el mundo”. Nada más falso.

Añadió: “Después de la “solemne” promesa de devolverles en una “Cuba Libre, la bandera cubana”. Que supuestamente la Brigada 2506 utilizó durante la invasión, ambos se engañaron.

Después, se ha revelado y divulgado poco lo que realmente ocurrió. El memorando del Asistente Especial para los Asuntos de Seguridad Nacional McGeorge Bundy al Presidente Kennedy del 4 de enero de 1963, casi una semana después de regresar los mercenarios, es revelador: “La organización y manejo de los refugiados necesita reestudiarse. Necesitamos una mejor, más abierta y constante comunicación, precisamos clarificación de las oportunidades a ser ofrecidas a los voluntarios cubanos, sean o no veteranos de la Brigada. Si podemos manejar esto, necesitamos lograr un proceso de imagen mejorada hacía los cubanos libres”.

La idea de qué hacer con mercenarios fue tomando forma. El 25 de enero, tres semanas después, en la Reunión 38 del Comité ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad, las propuestas y sentimientos hacia la Brigada parecían expresar una realidad no declarada en el decembrino discurso de Kennedy. Sterling Cottrell, Coordinador de Asuntos Cubanos en el Departamento de Estado emplazó: “La recomendación que rige nuestra política hacia la Brigada cubana, es que no favorecemos continuar con la Brigada como el núcleo duro y todos deseamos un curso medio de acción”.

El general Maxwell Taylor expresó sus reservas acerca de permitir a los miembros de la Brigada, después de completar su entrenamiento militar en Estados Unidos, se conviertan elegibles para ser miembros de una unidad de reserva. Estaba preocupado de que esas unidades se volvieran políticas.

Mientras el Sr. McGeorge Bundy expresó su opinión de que el curso de acción propuesto y decidido, sería difícil de vender a los miembros de la Brigada.

Por su parte, Robert Kennedy, el Fiscal General recomendó: “Algunos miembros deberán ser enviados a América Latina, otros miembros escogerán pasar el entrenamiento militar, mientras que otros podrían ser útiles colocados en unidades de fuerzas especiales asignadas a países de América Latina”.

El Fiscal General, añadió que los miembros de la Brigada debían ser tratados, para evitar que se vuelvan hostiles, pensaba que se obtendría mucho de ellos si se les manejaba correctamente. Una forma podría ser decirles, que no podemos invadir a Cuba ahora y que ellos pueden combatir al comunismo mucho más efectivamente en la actualidad en otros países de América Latina, como miembros de las fuerzas especiales.

Concluyó, que los miembros de la Brigada deberán participar en la planificación de nuestras acciones de inteligencia. Insistió que no solamente escojamos miembros de la Brigada y utilizarlos como agentes, sino más bien debemos estimularlos a tomar parte en la selección de objetivos y métodos de operación. Reconoció, que una razón por la que hasta ahora eso no se ha hecho era por la reputación que tenían los cubanos de ser incapaces de guardar un secreto.

El Sr. McCone, de la CIA, insistió en utilizarla como un recurso, preferiblemente trabajando con miembros individuales de la Brigada. El Presidente expresó su esperanza de que grandes cantidades de los miembros de la Brigada, escojan el entrenamiento militar.

Esto no sucedió, existía una desconfianza recíproca, las autoridades recelaban de los efectos en los mercenarios de la estancia en Cuba, la influencia anti estadounidense, que podían haber recibido; los mercenarios se consideraban abandonados, engañados, dejados a su suerte por los demócratas en el poder, esos sentimientos provocaron que pocos invasores se sumaron a las llamadas Unidades Cubanas del Ejército de Estados Unidos, convocadas por Kennedy en octubre de 1962, concebidas para invadir a la Isla, nuevamente, De la cantera de emigrados cubanos, los entrenadores estadounidenses, en varios campamentos militares, prepararon cerca de tres mil nuevos mercenarios, esta vez con el uniforme militar de Estados Unidos.

El 24 de enero de 1963, cuando el entrenamiento de los voluntarios cubanos estaba en pleno desarrollo se efectuó la reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional para analizar un memorando enviado por el Coordinador de Asuntos Cubanos, con un tema único en su contenido: La Brigada Cubana.

La valoración general fue: “La Brigada Cubana entrenada sería de un valor militar relativamente secundario debido a sus limitaciones cuantitativas y a la capacidad militar restringida, pero su valor psico-político como símbolo de la resistencia cubana al comunismo de Castro puede ser más que compensado por su limitada utilidad militar”.

Se propusieron tres posibles cursos de acción con los mercenarios cubanos: Primero, inducir a que la Brigada sea desmantelada como unidad militar sin una ayuda especial adicional por parte de Estados Unidos. Esta opción tenía la siguiente valoración: “Este curso de acción constituiría la forma más económica y simple de librarnos del problema”.

En este momento de reflexión obligada del lector atento, valdría la pena recordar “Roma no paga a traidores” y “Consumada la traición, el traidor sobra”. Expresiones, que advierten como la deslealtad no es recompensada ni por aquellos que la fomentan.

La segunda opción consistía en: “Entrenar a la Brigada y a los cubanos como una unidad. Mantenerlos y apoyarlos como un componente de la reserva militar de las fuerzas armadas norteamericanas”.

Una objeción al respecto señalaba: “Sin embargo, inevitablemente, se convertiría en un punto focal por las actividades políticas del exilio cubano, la moral, la disciplina y el espíritu serían difíciles de mantenerlos a largo plazo sin el empleo inicial de la motivación para retomar a Cuba.

La tercera propuesta y final consistía en: “Un programa militar y civil para los miembros de la Brigada. Instar a que la Brigada continúe como una unidad “fraternal”. Alentar a los miembros de la Brigada a que se incorporen al entrenamiento militar para los cubanos a fin de establecer un componente de la reserva militar de la Brigada”.

De acuerdo con el real propósito de la administración Kennedy, esta variante permitía: “Dispersar geográficamente a los miembros de la Brigada en diferentes actividades, desmantelando así de manera efectiva la Brigada actual en su totalidad como una unidad”. Sobre esta propuesta el Coordinador escribió: “Recomiendo la propuesta 3, un programa especialmente diseñado para los miembros de la Brigada”. El destino está diseñado y definido, sería una Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos, pero nunca fueron reconocidos como tales, han sido y serán mercenarios para todos los tiempos. Continuará…

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

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