Internacionales

Crónicas desde Palestina: El legítimo derecho a la Resistencia (Parte I)

Por Sol Morell y Lisandro Brusco

Los activistas a favor de la causa palestina y miembros de la Radio Popular Che Guevara, Sol Morell y Lisandro Brusco, recorrieron la ocupada tierra de los olivos entre el 16 de enero y el 17 de febrero pasado, y narraron sus vivencias en crónicas de viaje que Al Mayadeen Español reproducirá en tres partes.

Los Territorios Palestinos Ocupados perdieron toda continuidad, no solo por la partición de 1947 y la ocupación de 1967, sino también con la firma de los denominados Acuerdos de Oslo en la década del 90. 

Dichos acuerdos, que tuvieron su origen en la Conferencia de Madrid (en 1991), implicaron el desmembramiento de Cisjordania en Área A, B y C; un plan maestro para habilitar el aumento de colonias judías en territorio ocupado y consolidar el proyecto sionista de limpieza étnica de la población nativa palestina.  

De esta manera, desde 1993 hasta la fecha, el número de colonos incrementó de 100 mil a más de 800 mil por medio de la confiscación de las mejores tierras agrícolas de Cisjordania y Jerusalén oriental.

La imposición de un restrictivo sistema de permisos para la construcción de viviendas es utilizada por “Israel” con el fin de limitar el crecimiento natural de la población palestina y de consolidar el control del territorio por medio de los asentamientos, las carreteras y las áreas militares. 

Es decir, los asentamientos de colonos judíos en Cisjordania, ilegales para el derecho internacional, se convirtieron en grandes localidades; constituyéndose en espacios controlados por ciudadanos extranjeros, quienes intentan reemplazar a la población nativa palestina mediante la fuerza, el robo de tierras, casas y los recursos hídricos.

Los efectos del proceso abierto en Madrid en 1991 han tenido serias implicancias. Mientras los acuerdos han permitido a “Israel” seguir consolidando su proyecto sionista para Palestina, la consecución de las aspiraciones nacionales de independencia y soberanía palestina se han visto progresivamente frustradas. 

En consecuencia, las expectativas creadas en 1991 han derivado en un aumento creciente de las voces palestinas que, en el interior y en la diáspora, manifiestan su escepticismo y rechazo a los Acuerdos de Oslo por las negativas repercusiones que su aplicación está teniendo dentro de los territorios palestinos. 

Si el proyecto de los dos estados, como solución de una paz duradera tuvo alguna oportunidad en el pasado, al día de hoy es inviable por la proliferación de colonias y asentamientos judíos en una cada vez más cuarteada Cisjordania y Jerusalén oriental. 

Era (y es) funcional, eso sí, para la política de hechos consumados del estado genocida de “Israel”. 

Desde hace más de 75 años, la ocupación israelí persigue, expulsa y asesina al pueblo palestino. Pero, la limpieza étnica que sueña el sionismo (apoyado por el imperialismo yanqui y la Unión Europea) es imposible porque se enfrentan a un pueblo digno, rebelde y solidario.

A pesar de la ocupación y de la masacre televisada sobre Gaza, el pueblo nativo palestino se mantiene firme para proteger su tierra, cultivarla y vivir de ella.

Cisjordania vive su mayor espiral de agresión del régimen colonial israelí desde la Segunda Intifada (2000 – 2005)

El régimen colonial israelí ha profundizado la escalada de violencia sobre la población nativa palestina desde el 7 de octubre del año pasado. Desde entonces han muerto un total de 435 palestinos (dato hasta el 16 de marzo) por fuego israelí en territorio cisjordano y hubo más de 7.670 personas detenidas (246 mujeres y 500 niños), según la Comisión de Asuntos de los Detenidos y Exdetenidos y la Asociación de Prisioneros Palestinos. La mayoría de ellos habitan en campos de refugiados en ciudades como Yenín, Tulkarem, Nablus, Ramallah y Belén.

La agresión sistemática sobre los campos de refugiados se debe a que la resistencia se ha hecho muy fuerte y ganado consenso en el propio pueblo palestino.

Desde el inicio de la operación “Diluvio de Al Aqsa”, la situación en los Territorios Palestinos Ocupados se ha deteriorado aún más. Grupos de colonos israelíes han empezado a arrogarse el derecho a evacuar pueblos enteros en el área C.

Hasta la fecha, más de un millar de palestinos se han visto obligados a abandonar sus hogares para salvar sus vidas. Además, los colonos recibieron por parte del gobierno israelí muchas armas y la legitimidad para utilizarlas contra los palestinos de la zona. Si bien muchos colonos, sobre todo de “Israel”, han emigrado a sus países de origen, el gobierno de la ocupación aprobó la construcción de tres mil 500 casas en Cisjordania y Jerusalén oriental.

Los habitantes del Valle de Jordán y de Masafer Yatta sufren diariamente la incursión de los colonos acompañados por el ejército de ocupación, los cuales, muchas veces armados, roban los animales de pastoreo de los campesinos palestinos, destruyen sus tierras productivas o los atacan físicamente.

Masafer Yatta y las comunidades circundantes son objeto de continuas violaciones israelíes, incluidos múltiples asaltos de los colonizadores ilegales contra los agricultores palestinos y sus tierras.

Más de dos mil residentes palestinos de Masafer Yatta se enfrentan a la inminente expulsión de sus hogares por parte de la ocupación israelí con el pretexto de clasificarla como zona de entrenamiento militar para las fuerzas israelíes en la que los palestinos no tienen derecho a vivir. 

En At-Tuwani, una de las doce aldeas de la región, desde el 7 de octubre sufren los ataques de los colonos diariamente.

Musab, que vive con su familia a 200 metros del asentamiento Ma´on, nos contó: “duermo en la ventana, 24 horas de atención… de guardia permanente. Hace más de dos meses que vivimos pensando que van a entrar en nuestras casas”. 

La presencia de los activistas internacionales e israelíes (antisionistas) es muy importante: escoltan diariamente a los niños palestinos de los pueblos de Tuba y Maghayir Al Abeed a la escuela de At-Tuwani; acompañan a los agricultores y pastores en sus tierras cercanas a los asentamientos y puestos avanzados (asentamientos ilegales inclusive para las leyes israelíes); vigilan y denuncian los continuos controles, detenciones, entrenamientos militares y demoliciones que tienen lugar en la zona.

Las denuncias de violaciones de derechos humanos son posibles gracias a la documentación continua (fotos y videos). De todas formas, Musab sufrió agresiones sobre su persona y sobre su hogar:

“El 18 de octubre entraron a mi casa, colonos y soldados, rompiendo todo y amenazando que si volvían a ver a activistas internacionales en mi casa mataban a mis hijos”. 

Las comunidades de Masafer Yatta en particular, y los Territorios Palestinos Ocupados, en general, se encuentran gravemente afectados por las medidas que ejerce el régimen colonial israelí en la región.

Vivir con el miedo constante a un desalojo, ver sus casas demolidas, sufrir la restricción de movimiento o la misma muerte: estos son algunos de los obstáculos a los que se enfrenta la población palestina diariamente.

La situación económica en Cisjordania.

Si bien la economía palestina ha sido históricamente afectada por el régimen colonial israelí; en los últimos meses, se podría decir que, “Israel” está intentando estrangular económicamente al pueblo palestino. En Cisjordania esto se manifiesta a través de distintos mecanismos.

En primer lugar, debido a que los ingresos aduaneros (de los cuales depende en buena medida el presupuesto de la Autoridad Palestina) son controlados por el régimen sionista, éste los retiene regularmente como forma de control político. 

Luego del 7 de octubre este mecanismo se ha intensificado, provocando, entre otras cosas, que el pago de salarios a trabajadores del sector público (principalmente docentes) sea del 50 y 60 por ciento en los últimos meses.

En segundo lugar, considerando que la agricultura, en particular el cultivo del olivo, resulta una de las principales fuentes de ingreso para las familias y para la economía palestina, y representa además su fuerte vínculo histórico con la tierra, uno de los mayores objetivos de la ocupación ha sido impedir la cosecha de esta última temporada, que comenzaba justamente en octubre. 

El ente genocida se valió tanto de su infraestructura de apartheid y el entramado burocrático, así como de sus fuerzas militares, para impedir que los campesinos palestinos pudieran acceder a sus tierras que se encuentran del otro lado del muro, evitar la cosecha de aceitunas dentro de los pueblos, declarando las zonas agrícolas “zona militar” a la cual ningún palestino puede acercarse. 

También sus fuerzas paramilitares, los colonos, quienes, actuando en bandas o de forma individual y fuertemente armados, han destrozado centenares de olivos, han robado parte de la cosecha y han amenazado, atacado e incluso asesinado a campesinos, con el fin de despojarlos de su tierra, de sus ingresos y de sus raíces culturales.

Cabe recordar que antes del 7 de octubre había casi 200 mil palestinos de Cisjordania trabajando en “Israel” o en los asentamientos de colonos dentro de la ribera occidental, que oficiaban de mano de obra barata para la ocupación.

Trabajadoras y trabajadores que estaban en el último escalón dentro de la explotación laboral, y que ahora se encuentran con sus permisos de trabajo revocados, para ser reemplazados por trabajadores de países africanos. Esto vino a engrosar las cifras de desempleo que se abona con los despidos del sector turismo y de los negocios que dependen de la exportación e importación.

Y como si todo esto no fuera suficiente para intentar doblegar económicamente a un pueblo, a fines de enero, EE. UU. y una decena de países principalmente europeos retiraron su aporte al financiamiento de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), dejando en una situación de extrema vulnerabilidad, no solo a la población de Gaza, sino a la enorme cantidad de refugiados palestinos dentro de Cisjordania. 

Visitando las oficinas de UNRWA en ciudades como Nablus o Tulkarem, se pudo conversar con algunos de sus empleados, quienes expresaban su preocupación por el enorme recorte del presupuesto para 2024. 

“A partir de marzo, recibiremos las cifras del presupuesto anual, que sin duda serán mucho menor… En la actualidad no hay recursos para tanta demanda social; y a futuro la situación será peor”; nos dijo uno de los empleados de UNRWA en el campo de refugiados de Askar (Nablus).

Tomado de Radio Popular Che Guevara, Argentina

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