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Javier Milei y su obsesión por los escenarios en el que las personas mueren de hambre

“De alguna manera va a decidir algo para no morirse”, planteó Milei, al hablar de por qué el Estado ni siquiera debe intervenir a la hora de brindarle asistencia a sus ciudadanos cuando no tienen para comer. Se suma a las declaraciones que hizo la semana pasada, en donde indicó que “no hay hambre” porque no hay muertos en la calle. 

 

Una vez puede ser casualidad. Dos ya es coincidencia. Tres es un patrón. Pero lo que tiene Javier Milei con los escenarios en los que las personas mueren de hambre ya roza la obsesión. Es que el Presidente volvió a plantear esa escena (no tan) utópica en el que los ciudadanos no ingieren alimentos y pueden morir de hambruna para plantear que, aún en ese estado, los Gobiernos no tienen que intervenir en el mercado. “¿Se creen que la gente es muy estúpida? Algo van a hacer para no morirse”, fue su reflexión para tratar de justificar una supuesta perfección del sistema capitalista.

 

Esa referencia formó parte del discurso que el mandatario argentino dio en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford, primera parada de una nueva gira presidencial, octava desde que se calzó la banda presidencial. Allí, tras sacarse fotos con Condoleezza Rice -ex secretaria de Estado de George W. Bush-, para conseguir otra conexión menemista con las relaciones carnales, el jefe de Estado volvió a defender los monopolios, a la vez que criticó el enfoque “erróneo” de la economía neoclásica, justamente por proponer -esa corriente- la intervención del Estado en las fallas del mercado. Para Milei, ese sistema de intercambio es algo perfecto lo que convierte en “delito” la participación estatal.

 
El derecho a morir de hambre

La referencia sobre la posibilidad de morir de hambre es recurrente en Milei. Tiempo atrás, cuando se iniciaba la campaña, el ahora presidente participó de un extenso debate con Juan Grabois. El dirigente social le relató a Milei la cara más violenta del capitalismo, al plantear que no hay libertad cuando una persona tiene el poder de imponerse sobre otra. “Bajo una fachada de libertad, a veces hay una situación opresiva. Por ejemplo, hacerte trabajar 14 horas por día”, explicó Grabois. La respuesta del diputado fue evasiva, al considerar que “nadie le pone una pistola en la cabeza” para dedicar esa cantidad de horas a vender su fuerza de trabajo. 

Lejos de impacientarse, Grabois volvió a explicar su ejemplo, esta vez, con más detalles: “Hay otra forma de coerción que no son la pistola en la cabeza. El consentimiento no solamente se rompe frente a una situación de vida o muerte. Hay muchas cosas que llevan al ser humano a hacer cosas contra su libre voluntad. Si tenés que elegir entre no comer y ser explotado durante 18 horas, o 14 horas o diez horas, yo elegiría ser explotado. Pero esa no es mi voluntad”, argumentó Grabois en la entrevista con el ciclo Periodismo Puro de Net TV.

Ante esa exposición, Milei defendió la alternativa de “morir” si uno no quiere ser explotado. “Podés elegir morirte de hambre y morirte”, dijo, ante la situación planteada por Grabois.

 

La respuesta causó estupor, incluso, en el entrevistador (Jorge Fontevecchia) que moderaba el debate. “¿Vos sinceramente defendés el derecho a morirse de hambre?”, consultó el periodista. “Cada uno puede hacer de su vida lo que se le da la gana. Si tenés la posibilidad de trabajar y alguien lo eligió, prefirió no trabajar y que sus hijos se murieran de hambre”, fue su respuesta final.

 

 

 

Los comedores y el hambre

La última referencia, antes de Stanford, sobre la posibilidad de morir de hambre había ocurrido la semana pasada, en medio del escándalo por las toneladas de alimentos que el Gobierno decidió guardar en galpones de Buenos Aires y Tucumán. La pregunta de un cronista fue concreta: “¿Por qué no reparten los alimentos que están en los galpones?”, fue la pregunta del cronista, ante una multitud y los custodios que lo rodeaban a la salida de La Rural. “Sí, se están repartiendo, lo que pasa que hay gente que curra, que está perdiendo su curro”, contestó.

 

“La gente no llega a fin de mes presidente”, repreguntó el mismo movilero. Y allí volvió a plantear el escenario que tanto menciona: “”Si la gente no llegara a fin de mes, se estaría muriendo en la calle”.

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