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La proliferación en Miami de personajes corruptos

A los anteriormente “honestos” millonarios Carlos Salman, Bob Menéndez y Sergio Pino se les cayó por fin la “careta”.

Miami, dinero sucio, es un libro que escribí después de largas investigaciones sobre corrupción, latrocinio, narcotráfico y otros oscuros vericuetos que han utilizado numerosos cubanoamericanos para convertirse en millonarios y controlar económica y políticamente a Miami.

Publicado primeramente en 2007 y actualizado en 2022, la obra abarca los hechos e historias de varios personajes que amparándose en fechorías y en la amplia ayuda brindada por las administraciones estadounidenses convirtieron a Miami Dade en un feudo controlado por una poderosa mafia.

Entre las decenas de individuos que ya aparecían en 2007 en las páginas de la obra investigativa tres de ellos han ido “cayendo” al paso de los años.

El primero fue Carlos Salman, (falleció en 2001) un “ilustre” empresario propietario de varias empresas de construcción quien fue presidente del Partido Republicano en el Condado Miami Dade y que en 2007 se conoció que era un testaferro de unos traficantes de drogas colombianos que le facilitaban el dinero para supuestas inversiones legítimas en el sur de La Florida.

Salman con Raúl Masvidal (también vicepresidente de la Fundación Nacional Cubano Americana, FNCA, condenado por corrupción en 2007) fueron llamados en 1980 a Washington para una entrevista con Richard Allen (alto cargo de la CIA) y el cubanoamericano Mario Elgarresta, con el fin de ir creando las condiciones para integrar, en 1981, la FNCA.

Elgarresta propuso que en la integración de esa organización no podría faltar otro corrupto multimillonario, Jorge Mas Canosa quien presidió la FNCA desde su fundación hasta su muerte. Salman y Masvidal quedaron como vicepresidentes de la Fundación.

Tras la muerte de Salman se le dedicaron numerosos elogios en todos los medios de comunicación miamense al “honorable” millonario y se le puso su nombre a una de las principales avenidas de la ciudad que después tuvieron que quitar tras develarse que su fortuna fue hecha con el tráfico de drogas.

Después cayó otro “intocable” de la mafia cubanoamericana, el senador Roberto (Bob) Menéndez, quien durante años, como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado  estadounidense influyó en numerosas campañas y “sanciones” impuestas contra Cuba, Venezuela y Nicaragua; apoyó medidas contra Rusia y China, además de defender a ultranzas las agresiones sionistas en Palestina. Senador desde 2006 y antes miembro de la Cámara de Representantes durante 14 años.

En un reciente juicio fue hallado culpable de 16 cargos por soborno, fraude, extorsión, obstrucción a la justicia y de conspirar para actuar como agente de Egipto y aceptar sobornos y traficar con influencias, además de ayudar a un empresario a conseguir inversiones de un fondo qatarí.

La policía halló en su casa 480 000 dólares escondidos entre la ropa y, en una caja de seguridad, 13 lingotes de oro. Él y su esposa Nadine Arsladian también son culpables de recibir un Mercedes-Benz descapotable, un anillo de diamantes y muebles.

El juez del caso, Sidney H. Stein, tiene previsto dar a conocer la condena el próximo 29 de octubre. El súper corrupto Bob puede pasar el resto de su vida entre rejas ya que los cargos combinados conllevan a una pena máxima potencial de 222 años, según el tribunal.

Ya en 2017 enfrentó 18 cargos por fraude, soborno y corrupción, pero salió absuelto. Son las cosas que suceden en Estados Unidos cuando un sujeto tiene dinero y relaciones en las altas esferas políticas.

En aquella ocasión, el ultraderechista senador demócrata fue acusado, entre otros cargos, de haber recibido 850 000 dólares en forma de donaciones a su campaña, regalos, viajes en avión privado y lujosas vacaciones pagadas por un benefactor a cambio de que defendiera sus intereses de negocio. Su historial de corrupción y fraudes es tan largo que se necesitan decenas de cuartillas para relatarlos.

Ahora acaba de ser desenmascarado Sergio Pino otro multimillonario cubanoamericano que se suicidó en su residencia después de comprobarse que contrató a dos grupos de sicarios para intentar asesinar a su esposa Tatiana.

El primer grupo, que incluía a Bayron Bennent, ayudante en el lujoso yate de Pino, fue responsable de incendiar vehículos y obtener el fentanilo que Pino usó para tratar de envenenar a su esposa pero la operación falló.

Después de que el primer grupo fue arrestado, con Pino ya bajo investigación, las autoridades dijeron que contrató a un segundo grupo, que incluía a Fausto Villar, un empleado del multimillonario. La operación consistía en matarla a tiros por 150 000 dólares, con la condición de que muriera antes del siguiente procedimiento de divorcio. Villar recibiría otros 150 000 si el asesinato no se relacionaba con Pino.

Cuando el crimen estaba a punto de llevarse a cabo, las autoridades informaron que Tatiana logró salir de la vivienda junto con su hija y pedir auxilio. La pareja ha estado en un contencioso proceso de divorcio desde 2022.

Según el FBI, nueve personas enfrentan cargos relacionados con la trama de asesinato.

Su historia en los tribunales se inició en agosto de 2004 cuando siendo Jeb Bush gobernador de La Florida, la Fiscalía Federal, el Departamento Anticorrupción de la Policía y el FBI realizaron una investigación criminal cuyo principal acusado fue Sergio Pino.

Se le imputaban malversación de fondos de campaña del Partido Republicano, evasión de impuestos, fraude electoral, tráfico de influencias y lavado de dinero.

No es casual que su fortuna personal sea superior a los 400 millones de dólares.

Pino invirtió fuertes sumas de dinero en su defensa y recibía en su residencia en Casa de Campo, a “prestigiosos” abogados entre estos Roy Black & Steel.

Como era intimo amigo de los Bush, el juicio salpicaría también al exgobernador Jeb y al expresidente George W. por lo que se realizaron numerosas maniobras para desestimar una posible condena, hasta que el caso desapareció de los tribunales.

Los ejemplos de corrupción, narcotráfico, fraude al Medicare, lavado de dinero y de latrocinios proliferan entre la mayoría de los multimillonarios cubanoamericanos en Estados Unidos.

Estos son solo tres ejemplos pues como afirmó en una entrevista con la revista Réplica en mayo de 1973, Manuel Giberga, el cubano de más alto cargo en la administración de Richard Nixon que fungía como asesor del Director Federal del Buró de Narcóticos: “Se esta formando en Miami una especie de mafia cubana que tiene como objetivo controlar la ciudad al estilo de cómo se hizo por los gangsters de Chicago en la época de Al Capone”.

Las palabras huelgan.  

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