Culturales

Roberto Chile y Alexis Díaz Pimienta unidos por Convergencias

Por Syara Salado Massip / Resumen Latinoamericano – Cuba


Convergencias”, la reciente exposición del destacado fotógrafo y realizador cubano Roberto Chile junto al poeta y decimista Alexis Díaz Pimienta, está abierta al público en la galería El reino de este mundo de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.


La muestra fue inaugurada el 26 de septiembre y se mantendrá hasta el 16 de octubre, una propuesta inigualable para todos los apasionados a la fotografía y y la poesía, una muestra que por la belleza de las imágenes de Chile y expresividad poética de Pimienta enriquece el espíritu de quienes la visitan.


Roberto Chile tiene un alma inquieta y una mirada que llega a lo profundo del ser humano, la ciudad, el país, los símbolos, enriquecidos por su talento, cubanía y la experiencia de cuatro décadas de fecunda labor.


Testigo de momentos trascendentales de la historia de Cuba junto al líder de la Revolución Fidel Castro y sobre todo con una gran sensibilidad para inmortalizar en sus fotos momentos, lugares e identidades del pueblo que compone la nación.


Para la ocasión nuestra corresponsalía conversó con el fotógrafo, quien nos comentó sobre el proceso creativo, hablamos del ensayo fotográfico como propuesta en su carrera y los antecedentes de Convergencia.
Pero nos quedó pendiente el diálogo con el poeta, decimista y narrador Alexis Díaz Pimienta, quien tuvo la gentileza de responder nuestras interrogantes ante tan acertada dupla Chile-Pimienta.


Resumen Latinoamericano: ¿Alexis, cómo describes esta fusión décima/fotografía, Pimienta/Chile?
Alexis Díaz Pimienta: La fusión de la décima y la fotografía me parece tan natural como respirar. Ambas disciplinas, aparentemente distintas, tienen mucho en común. Tanto la poesía como la fotografía capturan un instante, congelan un momento en el tiempo y lo transforman en algo eterno. Y en esa captura está la esencia de lo cotidiano, de lo que a veces pasamos por alto en el día a día. La fotografía no es solo lo que ves, sino lo que sientes en el momento de la captura. La décima, por su parte, es una estrofa con una estructura precisa, casi matemática, pero que encierra un universo en cada verso, una fotografía verbal si se quiere. En este proyecto, las décimas dialogan con las imágenes, se complementan y se refuerzan. Chile y yo, aunque de lenguajes diferentes, hemos logrado crear un puente entre la palabra y la imagen, entre lo visible y lo intangible.
Si miras las fotos de Chile te das cuenta de que en una sola imagen pueden contar una historia completa. Así es la décima también: es un epigrama con ritmo, un poema que, como una fotografía, capta una verdad en el momento preciso. En este caso, esa verdad es la Cuba nuestra, actual, dura, difícil, pero también hermosa, llena de contrastes, de luces y sombras, de blanco y negro. Esa Cuba que se revela tanto en mis décimas como en las fotos de Chile.


RL: ¿Crees que el espectador interpretará tus décimas y las fotos de Chile tal y como las interpretan ambos?
ADP: Uno de los grandes misterios del arte es cómo el espectador, el lector o el oyente terminan interpretando la obra. Lo que nosotros ponemos en una décima o en una fotografía es un reflejo de nuestra visión personal, pero cada espectador trae consigo su propia experiencia, su propio contexto, su propia sensibilidad.

La Cuba que yo describo en mis décimas no es la misma Cuba que todos ven, aunque comparta sus luces y sombras. Las imágenes de Chile, con su crudeza y su belleza, hablan a todos, pero cada quien las escucha de manera diferente.
Creo que cada espectador encontrará en este trabajo lo que esté dispuesto a ver y a sentir. La interpretación de una obra de arte, ya sea un poema o una fotografía, siempre es subjetiva. Lo que sí sé es que el espectador podrá captar, con crudeza y elegancia, esa realidad cotidiana que estamos tratando de mostrar. Cuba no es solo un paisaje exótico para los turistas, es un país en blanco y negro, como las fotografías de Chile. Es un país de contrastes, de luces y sombras, donde la vida puede ser dura y compleja, pero donde también se encuentra la belleza en lo más simple. Las décimas y las fotografías tienen la capacidad de condensar esa realidad en una forma artística.
El espectador verá a través de la lente de Chile lo que yo trato de decir con las palabras, y viceversa. ¿Lo interpretarán tal y como lo hacemos nosotros? Quizás no exactamente, pero esa es la magia del arte, ¿no?. Cada uno lo verá desde su propia perspectiva, desde su propio ángulo. Lo que sí espero es que sientan el peso de lo cotidiano, de lo que está detrás de la fachada, de lo que es real en nuestra Cuba.


RL: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar a distancia con Chile en este proyecto?
ADP: Trabajar con Chile a distancia fue un desafío, pero un desafío hermoso. Hoy en día, la tecnología nos permite estar conectados aunque estemos a miles de kilómetros de distancia. Fue una experiencia de “convergencia” en todos los sentidos, no solo geográfica sino artística. Él me mandaba esos momentos de luz y sombra captados con su cámara, esos poemas visuales y yo iba tejiendo mis décimas, creando imágenes con palabras, traduciendo o glosando las imágenes. Y, sin embargo, a pesar de la distancia, nunca sentí que estuviéramos lejos en términos creativos. Muchas veces el diálogo era con la foto en sí misma; otras con el fotógrafo; otras con el personaje o los personajes de la foto; otras, con Cuba; otras conmigo mismo. Y también varían los tonos, el enfoque, el lenguaje.

 


RL: ¿Qué confluye en estas Convergencias?
ADP: En Convergencias confluyen muchas cosas, como bien dices: poesía y fotografía, luz y sombra, décima y arte fotográfico, lo cubano y lo universal, lo bueno y lo malo, Pimienta y Chile. Este proyecto es, en muchos sentidos, una metáfora de lo que somos como país y como artistas. Es la convergencia de dos lenguajes que, en apariencia, son distintos, pero que al final buscan lo mismo: contar una historia, congelar un instante, mostrar una verdad variable y compleja. Es también un recordatorio de que la vida es eso, una serie de contrastes. No hay luz sin sombra, no hay belleza sin algo de dolor, no hay poesía sin realidad.
Pienso en Robert Capa, uno de los grandes fotógrafos de guerra, quien decía que si una fotografía no es lo suficientemente buena, es porque no estás lo suficientemente cerca. Con la décima pasa lo mismo. Si no te acercas lo suficiente al alma de lo que estás describiendo, al sentimiento detrás de las palabras, el poema se queda vacío. En este proyecto, Chile y yo nos hemos acercado, desde nuestras disciplinas, lo más posible a esa Cuba que late, que lucha, que sufre, pero que siempre resiste.
Las décimas son, en esencia, poemas epigramáticos, casi fotográficos. Cada estrofa es un instante congelado, un retrato verbal de una emoción, de una experiencia. Y en ese sentido, no hay diferencia entre una fotografía bien tomada y una décima bien escrita. Ambas tienen el poder de captar lo esencial, lo humano, lo que subyace en la superficie.
Así que lo que quiero expresar con Convergencias es precisamente eso: que la poesía y la fotografía, cuando convergen, pueden mostrarnos verdades profundas, pueden hacernos ver lo cotidiano con otros ojos, y pueden, en definitiva, ayudarnos a comprender mejor el mundo y el país en el que vivimos.
La fotografía y la décima resumen con crudeza y a la vez con elegancia nuestra vida diaria. Las imágenes de Chile, como las de grandes fotógrafos de la historia —pensemos en Robert Capa, Eduard Weston o Korda—, tienen esa cualidad de transmitir en una sola imagen la totalidad de una experiencia, un conflicto, una lucha o un momento de respiro. Mis décimas buscan lo mismo: son poemas epigramáticos, casi fotográficos en su capacidad de condensar la vida en diez versos. Es una síntesis necesaria y poderosa que, al fusionarse, logra un impacto más profundo.

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