Venezuela: Maduro, un año más desmontando mentiras
Por Geraldina Colotti
Hay un calendario de los pueblos y uno de quienes los oprimen, elaborado en base a los intereses irreconciliables que impulsan la lucha de clases, y confuso sólo en los países donde la burguesía ganó la partida en el siglo XX, logrando imponer la “verdad” de los vencedores: pero “por ahora”, como dijo el Comandante Chávez entregando una promesa con esa frase.
Que esa promesa se haya cumplido con la revolución bolivariana, y que se siga avanzando hacia una transición al socialismo haciendo alarde de un año más de resistencia, es una fuerte espina clavada en un capitalismo en crisis sistémica, que está llevando al mundo a la catástrofe.
Para imponer la estrategia del “caos controlado” también en América Latina -un continente aún libre de conflictos armados y que, los días 28 y 29 de enero de 2014, una cumbre de la Celac declaró “zona de paz”- el imperialismo liderado por la OTAN debe arrancarse esa espina de su lado a toda costa: sumergiéndo el socialismo bolivariano bajo un manto de mentiras, para preparar un ataque a mayor escala con resultados inciertos.
Si, de hecho, el primer gobierno de Donald Trump exacerbó y multiplicó el sistema de medidas coercitivas unilaterales ilegales puesto en marcha con el decreto de Obama (que definió a Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad de Estados Unidos”), el segundo, que comenzará formalmente el 20 de enero, promete no ser diferente. Tras ganar las elecciones del pasado 5 de noviembre, el magnate anunció que algunos de los representantes más amargados en la persecución de gobiernos socialistas en América Latina, como Marco Rubio y Elon Musk, formarán parte de su personal directivo. El senador de Florida, conocido por sus posiciones de halcón contra China, contra Cuba (de donde huyó su familia), contra Venezuela y Nicaragua, tendrá el papel de Secretario de Estado. Por haber movilizado el voto “latino” a favor de Trump, será el primer jefe de diplomacia de origen hispánica.
Musk, el empresario nacido en Sudáfrica, ciudadano estadounidense naturalizado y gurú ultraconservador de las redes sociales, tomará la dirección del Departamento para la Eficiencia Gubernamental que tiene la tarea de “desmantelar la burocracia gubernamental”: es decir, reducir a cero cualquier intervención del Estado en la economía.
Cuál es la visión política de Musk se vio con el premio otorgado a la primera ministra italiana (que encabeza un gobierno de extrema derecha). Y se refleja en el apoyo abierto que ha expresado a los nazis alemanes: “Sólo el AfD puede salvar a Alemania”, escribió en X con respecto al partido que ahora ocupa el segundo lugar en las encuestas alemanas, y relanzó la figura de Naomi Seibt, una influencer conocida como “la anti-Greta” en los círculos de extrema derecha a los que pertenece.
Musk se ha distinguido por sus teorías conspirativas, en línea con la cultura que alimenta al trumpismo y sus seguidores, diversamente moduladas, a nivel internacional. El segundo mandato de Trump presenta un “sueño americano” diferente de su primer turbulento gobierno, caracterizado por un torbellino de nombramientos y reemplazos.
Para este segundo mandato, sus think tanks han moldeado una mezcla más “atractiva”, una que busca reconciliar a los teóricos de la conspiración con los rurales rabiosos y con poca educación y con los hombres más ricos del mundo igualmente rabiosos, misóginos y racistas, pero con la billetera llena y las finanzas que prometen de impulsar “alta tecnología hacia el futuro”.
Una mezcla de ultraradicalismo conservador a nivel ideológico, que combina el subversivismo de las clases dominantes, decididas a atacar desde dentro (y desde el punto de vista de la oligarquía) el marco del Estado burgués, y la conservación de la identidad, lanzada de cabeza contra el ballet “políticamente correcto” de cierta izquierda tradicional, que ha separado derechos sociales y derechos básicos, dejando un vacío que llenar.
Una visión que mueve a la nueva ultraderecha internacional, deseada por Trump en su primer mandato, sobre los paradigmas de la Convención Republicana refundada para él por Steve Bannon, y formalizada en España por el partido Vox en 2020. Entonces, los principales representantes del fascismo firmaron la Carta de Madrid, expresando la decisión de entrar en un choque frontal con el socialismo en todas sus formas, y también con el progresismo, identificado en su momento con el Grupo de Puebla.
Entre los primeros firmantes se encontraban la golpista María Corina Machado y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Las flechas de la extrema derecha, entonces como ahora, apuntaron al Foro de São Paulo, donde tomó forma la idea de varios congresos internacionales, con los que dar a los pueblos del mundo la oportunidad de contrarrestar el avance del “fascismo, el nazismo y otros experiencias similares”.
Congresos que tuvieron lugar en Venezuela, país que se ha convertido en el motor de una nueva Internacional antifascista, anticapitalista, antiimperialista, antineocolonial y antipatriarcal. Una propuesta que se proyecta el próximo año cuando delegados y delegadas populares de todo el mundo acompañarán al presidente, Nicolás Maduro a la Asamblea Nacional, para formalizar su tercer mandato, tras la victoria presidencial del pasado 28 de julio.
Un choque de conceptos entre una propuesta de paz con justicia social, basada en el socialismo y el respeto a la soberanía y las diferencias, y el regreso agresivo de una nueva Doctrina Monroe para América Latina. Una batalla entre la “comunicación liberadora” en resistencia, en la que los pueblos son protagonistas de su propia historia y destino, y la comunicación adulterada y nociva, impuesta por los grandes monopolios internacionales, cuya agresión contra el socialismo bolivariano y contra el sistema de integración latinoamericano, también ha caracterizado el 2024.
La batalla de ideas, que se ha consolidado en LAUICOM, la Universidad Internacional de la Comunicación, dirigida por la rectora Tania Díaz, acompañará el Festival Mundial Antifascista, del 7 al 16 de enero en Caracas, organizando el Tercer Congreso Internacional de Comunicación, los días 11, 12 y 13 de enero, con el propósito de organizar la comunicación liberadora en la era digital del Siglo XXI.
Recorramos en esta perspectiva el nudo económico-político que marcó el calendario 2024, bajo la mirada oblicua de buitres y falsos “demócratas”, en contraste con la del pueblo que marcha detrás de la bandera del socialismo bolivariano.
“Con Maduro, la economía se hundió”
Hemos leído muchas veces este mantra, uno de los más populares de la ultraderecha venezolana, amplificado por todos los medios y redes sociales. Propaganda de guerra que no incluye las causas que producen el empobrecimiento de un país, sometido durante años a medidas coercitivas unilaterales ilegales por parte de esos mismos centros de poder imperialistas que luego encargan estas investigaciones negativas. Y quienes, obviamente, guardan silencio sobre los responsables del colapso de los ingresos estatales en Venezuela, y ocultan también los costos que asumirá seguir un camino distinto al de la burguesía, que impone lágrimas y sangre a los sectores populares para llegar a fin de mes.
Al presentar el presupuesto de fin de año y someter al Parlamento para su aprobación el presupuesto para 2025, la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, anunció que, también para el próximo año, más del 75% de los ingresos del Estado se destinarán a proyectos sociales: es decir, cobertura de salud, educación, cultura, etc. En los países capitalistas europeos y latinoamericanos estos son “costos” que es necesario recortar para lograr el famoso “presupuesto equilibrado”, impuesto por las grandes instituciones internacionales.
Un “equilibrio” bien asimétrico para los sectores populares, que pagan todos los costes de las políticas neoliberales y de la carrera armamentista que guía la orientación de la Unión Europea, vasalla de la OTAN y de Estados Unidos.
Sólo para comparar algunos números. En Argentina, donde prevalece el “modelo Milei”, es decir, una mezcla de pociones libertarianas inspiradas en el economista Murray Rothbard y ultraliberales como las de Milton Friedman, que quiere eliminar la presencia del Estado en la economía, se ha producido una auténtica carnicería social: la pobreza está en el nivel más alto de los últimos veinte años. En los primeros seis meses del gobierno del “loco de la motosierra”, subió al 52,9%, con un aumento de casi 12 puntos porcentuales en comparación con el semestre anterior.
Además de recortar programas sociales, Milei ha llevado a cabo el despidos masivos de 34.000 empleados públicos.
En cambio, a pesar del asedio al que está sometida, la economía venezolana creció un 8,5% en los tres primeros trimestres de 2024, confirmando una tendencia positiva de 14 trimestres, y hoy logra producir casi el 90% de sus necesidades alimentarias.
Los datos difundidos por instituciones internacionales especializadas, indican que Venezuela es el país de mayor crecimiento en la región, pese al asedio al que está sometido por medidas coercitivas unilaterales e inflación inducida. Una tendencia que promete reconfirmarse en 2025.
Pero entonces aparecen los llamados “organismos independientes”, dispuestos a producir otras estadísticas que, cuando simplemente no pueden refutar los indicadores económicos internacionales, enturbian las aguas y hablan de “opacidad”. Y, mientras tanto, levantan un escándalo contra la aprobación de la ley que impone transparencia en la financiación de las ONG presentes, como ocurrió en agosto de 2024 con la Ley de Fiscalización, Regularización, Actuación y Financiamiento de las Organizaciones No Gubernamentales y Organizaciones Sociales Sin Fines de Lucro.
Las tiendas y los supermercados están repletos de gente, pero la propaganda de guerra sigue haciendo su trabajo sucio: insistir en el tema de los bajos salarios de los empleados públicos que, ciertamente, no fueron despedidos en masa como en Argentina, pero sí fueron los más afectados por la drástica reducción de los ingresos estatales.
El 1 de mayo, Maduro ordenó un aumento del salario mínimo, equivalente a 130 dólares mensuales, subsidios incluidos. Una medida de “salario social”, prevista para evitar que la especulación pulverice la subida con el habitual ataque a la moneda y el aumento de la inflación inducida.
Y, incluso en este caso, surgieron los gritos de la derecha, convirtiéndose de repente en defensora de esos mismos derechos que consideran papel usado en todos los países donde ha vuelto a gobernar. En Italia, donde la primera ministra, Giorgia Meloni, adora a Milei y Trump, la derecha quiere imponer un aumento de 7.000 euros a sus parlamentarios, mientras que los salarios de hambre de los trabajadores (los más bajos de Europa) y las pensiones no aumentan desde hace años, y son devorados por los impuestos, la inflación y el descarado aumento de precios, con los que se financian las guerras imperialistas.
También se han eliminado los magros subsidios decididos por el gobierno anterior, y mientras tanto aumentan los nuevos pobres que, a pesar de trabajar, no llegan a fin de mes.
“Guyana es más rica, mientras Venezuela está en crisis”
Desde principios de año, la propaganda de guerra ha bombardeado el mundo con los datos del Fondo Monetario Internacional, según los cuales, de aquí a 2028, Guyana seguirá registrando una tasa de crecimiento del 13,5%, gracias al descubrimiento de nuevos y ricos yacimientos de petróleo en “sus” aguas territoriales. Datos difundidos para ocultar o minimizar el aumento de las perforaciones ilegales en la zona en disputa con Venezuela, el territorio del Esequibo, que históricamente pertenece al país bolivariano.
En respuesta al aumento de las perforaciones ilegales y la cada vez más imponente presencia de bases militares norteamericanas y del Comando Sur en la zona, en abril de 2024, el parlamento venezolano aprobó la Ley Orgánica para la Defensa de la Guayana Esequiba declarando al Esequibo como estado 24 de Venezuela. Una ley que ratificó el resultado del referéndum popular de cinco puntos, votado por abrumadora mayoría en diciembre de 2023.
Pero la propaganda de guerra pretende distorsionar los hechos. Por un lado, el objetivo es presentar a Venezuela como el agresor, desacreditando el potencial integracionista de la política bolivariana hacia los países de la región (en este caso, la Guyana “más débil”); por el otro, dar a entender que la economía del Sur sólo puede crecer con la “protección” de Estados Unidos; y finalmente, lanzar una advertencia imperialista a la soberanía de Venezuela, amenazando con desestabilizar sus fronteras.
En este contexto, los países del Alba, la Alianza Bolivariana para las Américas, fundada por Cuba y Venezuela, que celebró en 2024 su vigésimo aniversario, miran con preocupación lo que sucede en un Ecuador que ha vuelto a la derecha. No sólo el gobierno de Daniel Noboa permitió el regreso de bases militares estadounidenses al país, sino que también decidió otorgar permiso a Estados Unidos para establecer otra en las Islas Galápagos.
Y las organizaciones populares que se preparan para las elecciones de febrero de 2025 en Ecuador han dado la voz de alarma, al denunciar que el país se está convirtiendo en un activo centro de desestabilización de Venezuela de cara al 10 de enero.
Fuente: Resumen Latinoamericano Argentina