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Trump insiste en hacerse con Groenlandia: ¿Por qué?

Por Claudia Fonseca Sosa

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, continúa insistiendo en la adquisición de Groenlandia. De acuerdo con Financial Times, durante una reciente conversación telefónica con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, el inquilino de la Casa Blanca “amenazó con medidas concretas contra Dinamarca, como aranceles específicos”.

La llamada de 45 minutos de duración fue “muy dura”, afirmaron las fuentes citadas por el medio. Frederiksen recalcó que la isla ártica no está en venta. Mientras, el entorno de Trump no hizo en aquel entonces comentarios al respecto.

Las fuentes de Financial Times señalaron que la conversación fue muy mal y añadieron que el republicano se mostró agresivo y confrontativo ante la respuesta negativa de la primera ministra; a pesar de su oferta de más cooperación en materia de bases militares y explotación de minerales.

Según informó Financial Times, el diálogo “fue muy firme”. “Fue una ducha de agua fría. Antes era difícil tomárselo en serio. Pero creo que es serio y potencialmente muy peligroso”, dijo una fuente.

De acuerdo con el medio, una persona informada sobre la llamada indicó que la intención de Trump era “muy clara” y que este “quiere” obtener Groenlandia. Otra fuente apuntó que “los daneses están totalmente asustados por esto”.

La Oficina de la primera ministra danesa dijo “no reconocer la interpretación de la conversación dada por las fuentes anónimas”. A su vez, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Brian Hughes, declaró que el mandatario estadounidense “ha dejado claro que la seguridad de Groenlandia es importante para EE.UU., ya que China y Rusia realizan importantes inversiones en toda la región ártica”.

“El presidente está comprometido no solo a proteger los intereses de Estados Unidos en el Ártico, sino también a trabajar con Groenlandia para garantizar la prosperidad mutua de ambas naciones”, añadió Hughes, recoge The Hill.

A finales de diciembre, Trump expresó su intención de comprar Groenlandia y convertirla en parte del territorio estadounidense, calificando la reclamación como “una necesidad absoluta”.

Desde ese minuto, la isla ártica se encuentra bajo escrutinio, mientras que las autoridades locales descartan tal posibilidad e insisten en que el territorio pertenece a los groenlandeses. En estos momentos, los 57 000 habitantes de la isla más grande del mundo han quedado en el centro de una tormenta geopolítica tras las declaraciones del presidente republicano, que las acompañó con insinuaciones de que podría considerar el uso de la fuerza militar para conseguir su objetivo.

No obstante, el interés de Estados Unidos en hacerse con Groenlandia no es nuevo. Se ha reavivado en los últimos años a medida que el deshielo provocado por el cambio climático aumentaba las expectativas de apertura de nuevas rutas para la navegación y un mayor acceso a las materias primas estratégicas que alberga.

Los analistas identifican la creciente rivalidad con China y Rusia como otra de las razones por las que Trump ha vuelto a desempolvar la vieja aspiración estadounidense de adueñarse de Groenlandia.

Pero sin lugar a dudas, Groenlandia tiene una importancia estratégica para el Ejército de Estados Unidos y su sistema de alerta temprana de misiles balísticos, ya que la ruta más corta de Europa a Norteamérica pasa por la isla ártica.

Los militares estadounidenses mantienen una presencia permanente en la base aérea de Pituffik, en el noroeste de la isla.

Washington incluso ha expresado su interés en una mayor presencia militar, incluida la colocación de radares en Groenlandia para vigilar las aguas entre la isla, Islandia y Gran Bretaña, que son una puerta de entrada para los buques de la Armada rusa y los submarinos nucleares.

Ulrik Pram Gad, investigador principal del Instituto Danés de Estudios Internacionales, explicó a Reuters que la isla forma parte geográficamente del continente norteamericano, y es vital para Estados Unidos evitar que otras grandes potencias se establezcan allí.

¿Cómo es Groenlandia?

Groenlandia es la mayor isla del planeta y también el territorio más escasamente poblado, con alrededor de 57 000 habitantes, la mayoría inuit o antes conocidos como “esquimales”. Cerca de un 80% de su superficie está helada, por lo que la población se concentra en la costa sudoccidental, en torno a la capital, Nuuk.

La economía local se basa principalmente en la pesca y depende en gran parte de los subsidios que aporta el gobierno danés, que representan aproximadamente una quinta parte del Producto Interno Bruto (PIB) de Groenlandia.

En los últimos años han aumentado las expectativas y el interés por sus recursos naturales, como las tierras raras, el hierro y el uranio. La isla posee riquezas minerales, petrolíferas y de gas natural, aunque solo se han explorado pequeñas porciones de la isla, en parte debido a sus duras condiciones, ya que está cubierta predominantemente por hielo y glaciares.

¿Cuál es el estatus de Groenlandia?
Aunque Groenlandia está ubicada geográficamente dentro de Norteamérica, esta isla forma parte de Dinamarca desde hace tres siglos.

A Groenlandia llegaron exploradores y colonos nórdicos desde finales del siglo X, pero para el siglo XV sus asentamientos habían desaparecido. Hasta que, en 1721, el misionero Hans Egede comandó una expedición tras la que colonos daneses comenzaron a instalarse en las cercanías de lo que hoy es la ciudad de Nuuk, relata BBC Mundo.

Actualmente, Groenlandia es, como las Islas Feroe, un territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca.

Gobernada como una colonia, permaneció aislada y apenas desarrollada hasta mediados del siglo XX. En 1953 fue oficialmente incorporada al Reino de Dinamarca y sus habitantes se convirtieron en ciudadanos daneses.

En 1979 la isla adquirió el estatus de territorio autónomo tras un referéndum en el que se decidió que el gobierno local se encargaría de la mayoría de los asuntos, reservándose la seguridad y la defensa al de Copenhague.

En 2009 Dinamarca aprobó tras un nuevo referéndum entre los groenlandeses una ley que amplió las competencias del gobierno local y abrió la puerta a una posible independencia de Groenlandia tras negociaciones entre los gobiernos de Copenhague y Nuuk.

Son los groenlandeses quienes deben decidir su destino
El Gobierno danés afirma que son los groenlandeses quienes deben decidir su destino, lo que refleja el reconocimiento al derecho a la autodeterminación de la isla.

El ministro de Exteriores de Dinamarca, Lars Lokke Rasmussen, lo mostró en su respuesta a los últimos comentarios de Trump: “Reconocemos plenamente que Groenlandia tiene sus propias ambiciones. Si se materializan, Groenlandia se independizará, pero sin la ambición de convertirse en un estado de Estados Unidos”.

En Copenhague reconocen que durante años no han prestado la atención necesaria ni invertido lo suficiente en Groenlandia y ya han comenzado a tomar medidas para mantenerla dentro del reino.

El primer ministro groenlandés, Múte Egede, sin embargo, ha abogado por la independencia, rechaza su incorporación a Estados Unidos y recientemente llamó a Groenlandia a “romper los grilletes del colonialismo”.

¿Por qué EE.UU. no ha podido hasta ahora comprar Groenlandia?
En otras épocas de su historia imperial, Estados Unidos se expandió mediante la compra de territorios que estaban en manos de potencias europeas. En 1803 le compró Luisiana a Francia, en 1819 Florida a España y en 1867 Alaska a la Rusia de los zares.

Los historiadores afirman que Dinamarca también fue parte de esos tratos, ya que, en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, le vendió las Indias Occidentales Danesas, unas islas que poseía en el Caribe, que pasaron a llamarse Islas Vírgenes de Estados Unidos y desde entonces han estado bajo soberanía de Washington.

El gobierno estadounidense ya contempló comprarle a Dinamarca Groenlandia cuando en 1867 adquirió Alaska.

Historiadores indican que la idea rondó las mentes y los escritorios de políticos de Washington en diferentes épocas hasta que la Segunda Guerra Mundial alteró radicalmente el escenario. Con Dinamarca ocupada por las tropas de la Alemania de Hitler, fuerzas estadounidenses tomaron control de Groenlandia, iniciando una presencia militar que se mantendría durante décadas.

Una vez concluida la guerra, el gobierno danés le dijo a Estados Unidos que la amenaza nazi había desaparecido, pero la respuesta de Washington fue que no tenía ninguna intención de retirarse, sino de aumentar su presencia “ante la nueva amenaza de la Unión Soviética”.

En 1946, el entonces secretario de Estado estadounidense, James Byrnes, ofreció al embajador danés en Washington 100 millones de dólares en lingotes de oro por ella. La oferta fue rechazada de plano por el Gobierno danés.

Finalmente, cuando asumió que los militares estadounidenses no iban a marcharse de la isla, en 1951 Dinamarca firmó con Estados Unidos un acuerdo que regulaba su presencia en Groenlandia.

¿Cómo es el contingente militar estadounidense en Groenlandia?
El Tratado de Defensa de Groenlandia firmado en 1951 entre Washington y Copenhague, ambos miembros de la OTAN, estableció el derecho de Estados Unidos a construir bases militares y a desplazar fuerzas libremente por su territorio, siempre que las autoridades danesas y groenlandesas se lo notifiquen.

Este documento se actualizó en 2004, cuando Groenlandia se adhirió al acuerdo, convirtiéndose en su tercera parte independiente.

Durante la Guerra Fría, el Ejército estadounidense llegó a tener más de 10 000 soldados en esa área. Con el tiempo, Washington redujo considerablemente su presencia militar en la isla y algunas instalaciones estadounidenses fueron transferidas a Dinamarca. Sin embargo, la base aérea de Thule sigue existiendo en el noroeste de Groenlandia, y en 2023 pasó a llamarse base espacial Pituffik.

En la actualidad, unos 200 efectivos en servicio activo de la Fuerza Aérea y la Fuerza Espacial de EE.UU. permanecen en la base Pituffik. Su tarea consiste en vigilar los satélites en órbita para detectar naves espaciales y misiles balísticos, así como otras señales de ataque, detalla Politico.

La instalación tiene una importancia estratégica para la nación norteamericana debido a su ubicación. Y es que la ruta más corta de Europa a Norteamérica pasa por Groenlandia.

Al mismo tiempo, Pituffik está ligeramente más cerca de Moscú que de Washington. Según indica un cartel ubicado en la base, la distancia con la capital rusa es de 2 335 millas (unos 3 757 km), mientras que la capital estadounidense se halla a 2 344 millas (unos 3 772 km).
Aunque Dinamarca también tiene presencia militar en la isla, el país “ha sido muy consciente de que no puede defender Groenlandia contra nadie por sí sola”, indicó a Politico Kristian Soby Kristensen, investigador principal del Centro de Estudios Militares de la Universidad de Copenhague.

“Si Trump intentara apoderarse del territorio por la fuerza, la pregunta es: ‘¿contra quién lucharían [los estadounidenses]?, ¿contra sus propios militares?’ Ya están allí”, añadió.

Ulrik Pram Gad, investigador principal del Instituto Danés de Estudios Internacionales, afirmó que, si Trump cumpliera durante su mandato su amenaza de anexionarse la isla por medios militares, sería “la guerra más corta del mundo”.

“No hay capacidad defensiva en Groenlandia. Los estadounidenses estaban al mando”, señaló.

Las aspiraciones expansionistas de Trump
Las aspiraciones expansionistas de Trump no se limitan solo a Groenlandia. Este también ha amenazado con exigir la recuperación del canal de Panamá y ha sugerido en tono jocoso que Washington debería tomar posesión de Canadá.

Al respecto, John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, afirmó recientemente en una entrevista con el periodista Afshin Rattansi, en el programa ‘Going Underground’, que Trump no lograría alcanzar sus objetivos de expansión territorial porque “no entiende lo que está en juego”.

Bolton afirmó que le resulta “muy difícil de entender” la reciente motivación política que ha impulsado a Trump a enfocarse en la expansión territorial de EE.UU., “salvo que piense que a su base política le gusta este tipo de cosas”.

Según Bolton, Trump ha abordado estas cuestiones de una manera en la que “está pisando sus propios objetivos”. “Se está interponiendo en su propio camino, está haciendo que sea menos probable que pueda conseguir lo que quiere, porque no entiende fundamentalmente lo que está en juego”, indicó el exasesor de Seguridad Nacional.

Sin embargo, espera que las declaraciones del nuevo inquilino de la Casa Blanca sean solo “un montón de arte escénico” y que, una vez realizada la actuación, se puedan tener unas “negociaciones tranquilas entre bastidores” para resolver algunas de estas cuestiones.

No obstante, medios locales apuntan que desde su regreso a la Casa Blanca este 20 de enero, Trump ha estado rompiendo los límites tradicionales del poder presidencial en Estados Unidos. Desencadenó una ola sin precedentes de órdenes ejecutivas, desafiando a cualquier intento de detenerlo. Algunas de sus políticas y reformas requerirán algo de tiempo para ser promulgadas. Otras podrían verse bloqueadas por los tribunales. Sin embargo, en los primeros días de su presidencia Trump ya ha causado un sismo con decenas de decretos y acciones unilaterales que representan -según analistas- una expansión sustancial del poder de la Casa Blanca.

Fuente: Cubadebate

Foto: Reuters

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