Palestina: Detalles del infierno de los prisioneros palestinos tras el 7-O
Por Mauricio Morales
Al completarse la primera fase de canje de prisioneros por parte de Israel y Hamas, salen detalles de las condiciones inhumanas y los malos tratos en las prisiones israelíes, que aumentaron tras el 7 de octubre de 2023.
Preguntado sobre los abusos y torturas sufridos en las cárceles israelíes, Nazmi Turkman se toma un minuto, respira hondo y dice con calma: «Sí, pero no quiero hablar de ello».
No quiere, al menos por ahora, que nada le aparte de la alegría de su «segundo nacimiento», como él lo llama. Fue liberado el 25 de enero, tras pasar diez años en prisión en Israel, como parte del canje de prisioneros acordado en el alto el fuego entre Israel y Hamas.
En la sala del apartamento de su hermana, en un barrio periférico de Jenin, donde vive temporalmente mientras reconstruye su vida, cuelga una fotografía de cuando tenía 19 años. En ella aparece sonriente, ajeno aún a lo que le depararía el futuro. Cuatro años después, en 2015, soldados israelíes le dispararían en la cara destruyéndole gran parte de la boca, en el puesto de control de Zatara, entre Nablus y Ramallah. Fue condenado a 20 años de prisión por intento de homicidio con un coche y pasó los siguientes diez años en diversas cárceles israelíes.
El pasado 27 de febrero, tras la suspensión temporal de los canjes, fueron liberados 602 prisioneros palestinos. La mayoría fue trasladada inmediatamente a Gaza, donde más de una docena requirió atención en el Hospital Europeo de Jan Yunis, con evidentes signos de malos tratos: quemaduras, amputaciones, desnutrición y enfermedades en la piel. Numerosos liberados han denunciado abusos y torturas. Otros han sido deportados, impidiendo el reencuentro con sus familias. Es el caso de Nael Marghouti, quien pasó más de 40 años en cárceles israelíes tras ser detenido a los 17 años. Fue deportado a Egipto inmediatamente después de su liberación. A su familia, que reside en Cisjordania ocupada, no se la he permitido viajar.
Cambio tras el 7-O
Nazmi llevaba años preparándose para su salida, consciente de que la adaptación física y mental sería un proceso largo y lleno de desafíos. A causa del disparo que recibió en el rostro, necesitaba atención médica constante. Pese a las condiciones adversas en prisión, logró acceder a controles médicos, aunque tuvo que esperar siete años para que le autorizaran una cirugía maxilofacial.
Sin embargo, todo cambió después del 7 de octubre de 2023. «Lo primero que se suspendió fueron las revisiones médicas -cuenta Nazmi a GARA-. Muchos presos enfermos no recibían atención. Solo los trasladaban al médico cuando ya estaban desmayados o muertos», recuerda.
Todas las citas médicas que tenía previstas fueron canceladas, incluida una cirugía pendiente en el rostro. También se suspendieron completamente las visitas familiares, que antes podían realizarse una o dos veces al mes.
Las condiciones de reclusión se volvieron extremas. Antes del 7 de octubre, él y los otros ocho prisioneros con los que compartía celda podían estar 12 horas fuera de ella. Después de esa fecha, solo les permitían una hora diaria, incluyendo el tiempo para ducharse. La cantina donde antes podían comprar alimentos dejó de operar, y la prisión solo les proporcionaba una pequeña ración de comida al día. Muchos presos la guardaban para la noche, con la esperanza de poder dormir con el estómago menos vacío.
Las palizas de los guardias se volvieron más frecuentes y arbitrarias. «Era por cualquier motivo o sin ninguno -afirma-. Pero eso, comparado con otras cosas, era fácil».
No quiere seguir recordando lo que vivió en los últimos 15 meses. Las noticias del exterior llegaban únicamente a través de los abogados o de nuevos prisioneros. En los pasillos circulaban rumores de que, con la llegada de Trump a la Presidencia de EEUU, la guerra contra Gaza llegaría a su fin, pero muchos se mostraban escépticos. Finalmente, la noticia de la tregua les fue transmitida por los abogados en los pocos espacios que permitían los juicios. Nazmi creyó que sería de los primeros liberados.
Desde el 7-O, cerca de 14.500 palestinos han sido encarcelados. Actualmente, más de 10.000 prisioneros políticos siguen en cárceles israelíes, de los que 3.369 están en detención administrativa, un arresto indefinido sin juicio ni cargos. Entre ellos hay 365 menores de edad, según la organización Addameer, que brinda apoyo a los prisioneros políticos palestinos.
Nazmi se enteró de su traslado a la cárcel de Ofer al escuchar a los guardias israelíes. Aprendió hebreo en prisión. La infame prisión de Ofer, en la Cisjordania ocupada, ha sido denunciada por múltiples organizaciones de derechos humanos como un centro de torturas y abusos físicos y psicológicos a las y los prisioneros palestinos. También ha servido de antesala para los prisioneros antes de ser liberados en los intercambios.
Después de tres días en Ofer, vio por las ventanas las banderas del Comité Internacional de la Cruz Roja. «Estos son los ángeles que nos van a sacar de este infierno», pensó.
Le ordenaron ponerse un pijama gris y luego fue interrogado por agentes de Inteligencia israelíes, quienes le advirtieron que no debía celebrar su liberación al volver a su casa en Jenin y que la situación allá era terrible. Al principio creyó que intentaban jugar con su mente, pero cuando salió comprendió que era aún peor de lo que le habían dicho: su casa, cerca del campo de refugiados, estaba en gran parte destruida.
Cruzó pasillos y múltiples rejas hasta que, al fin, vio una bandera palestina. Fue en ese momento cuando supo que realmente era libre. Por primera vez en mucho tiempo, pudo pisar, tocar con sus manos y sentir la tierra bajo sus pies.
Ahora quiere rehacer su vida. Durante su encarcelamiento, Nazmi se graduó en Derecho y Ciencias Sociales. También dedicó mucho tiempo a leer sobre psicología, buscando herramientas para afrontar la libertad tras años de prisión y para ahora encarar la realidad de la ocupación militar en Jenin.
Fuente: Resumen Latinoamericano Argentina
Foto: France24