Escalada del Conflicto: las llaves de un destino incierto
Por Raúl Antonio Capote
La agresión de Israel a Irán ha alcanzado un nuevo nivel de intensidad. La entidad sionista lanzó una ofensiva masiva contra territorio iraní, centrando sus ataques en instalaciones nucleares, objetivos militares y zonas residenciales de Teherán y otras ciudades importantes. Los bombardeos han dejado al menos 224 muertos y más de mil heridos, con un 90% de las víctimas siendo civiles.
En respuesta, Irán ha lanzado al menos diez oleadas de misiles contra Israel, alcanzando infraestructuras estratégicas como refinerías, la red eléctrica y, recientemente, el hospital Soroka en Beersheba.

Este ataque es uno de los más intensos hasta la fecha y el hospital se utiliza para atender a los soldados israelíes heridos en Gaza. El blanco principal fue un laboratorio de producción de armas biológicas.
Israel ha intensificado su ofensiva atacando un reactor nuclear inactivo en Arak y una planta de desarrollo nuclear en Natanz. También afirman haber atacado Bushehr, la única central nuclear operativa de Irán, aunque posteriormente rectificó esta información. Un ataque contra Bushehr podría generar una catástrofe nuclear superior a la de Chernóbil.
Mientras tanto, Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en la región, desplegando el portaaviones USS Gerald R. Ford y reposicionando buques y cazas en el Golfo Pérsico y el Mediterráneo.
El presidente Donald Trump está evaluando la posibilidad de unirse a los ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes, especialmente la planta subterránea de Fordow, que solo podría ser destruida con bombas de gran potencia que posee EE.UU.
De hecho, desde el inicio, Washington participa en la agresión, como la clásica «gatica de María Ramos», que tira la piedra y esconde la mano.
Por su parte, el líder supremo iraní, Ali Jameneí, ha advertido que cualquier intervención militar estadounidense resultará en un “daño irreparable” para EE.UU.

Expertos advierten que una intervención directa de EE.UU. podría “abrir una caja de Pandora” en Oriente Medio, provocando una guerra de gran escala que involucraría a múltiples actores estatales y no estatales. Las bases estadounidenses en la región serían objetivos inmediatos de represalias, lo que podría derivar en una guerra prolongada y costosa, incluso más compleja que las de Irak y Afganistán.
Incluso dentro del propio gobierno estadounidense existe un intenso debate. Mientras Trump enfrenta presiones de su base política para evitar “guerras interminables”, otros sectores exigen una respuesta contundente en auxilio del principal aliado de la Casa Blanca en la región.
En conclusión, la situación en Oriente Medio tras la agresión israelí a Irán es extremadamente volátil. El riesgo de una intervención directa de EE.UU. eleva la posibilidad de una guerra regional de gran escala, con consecuencias humanitarias, económicas y geopolíticas imprevisibles.
Las advertencias de Teherán y el despliegue militar estadounidense indican que la región se encuentra al borde de una nueva fase de enfrentamiento, cuyas repercusiones podrían sentirse a nivel mundial. Muchos ya piensan, incluso dentro de la propia entidad sionista, que han escogido al enemigo equivocado.
En verdad, la caja de Pandora la abrió la entidad sionista cuando comenzó la última etapa de la masacre contra el pueblo palestino, las bombas y los misiles que asesinan a hombres, mujeres y niños en Gaza son las llaves de un destino incierto, donde se han traspasado todos los límites, éticos, morales y humanos.
Fuentes: Granma, CNN, RT, BBC / Fotos: REUTER