Rosa María Payá: Una elección con maraña en la CIDH
La candidata por Estados Unidos para integrar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), disidente cubana Rosa María Payá, fue la «elegida» por la Asamblea General de la OEA contradiciendo la postura de países como Brasil, Colombia, México y Chile.
El evidente conflicto de interés dejó un sabor de sumisión en el 55º período ordinario de sesiones de la OEA en St. John, Antigua y Barbuda, después que el subsecretario del Departamento de Estado de EE.UU, Chris Landau, advirtió sobre la vigilancia de la administración Trump con la OEA.
Sin lugar a dudas, el discurso de Landau reivindicando el respaldo de la Casa Blanca a la candidata implicó un cambio en la tendencia de la votación que favoreció a la ciudadana estadounidense.
Según reportes de agencias, el subsecretario del Departamento de Estado amenazó -entre líneas- en el corazón de la OEA, “como ustedes sabrán, el presidente (Donald) Trump emitió una orden ejecutiva en los primeros días de esta Administración indicando al Secretario de Estado (Marco Rubio) que, en seis meses, revisará todas las organizaciones internacionales de las que Estados Unidos es miembro para determinar si dicha membresía está en los intereses de Estados Unidos y si dichas organizaciones pueden ser reformadas. Al concluir esa revisión, el Secretario debe informar sus conclusiones al Presidente y recomendar si Estados Unidos debe retirarse de alguna de esas organizaciones. Esa revisión sigue en curso, y obviamente la OEA es una de las organizaciones que estamos revisando».
Posterior a tamaña coacción, desprovista del más mínimo respeto hacia las propuestas de otras naciones latinoamericanas, Landau reiteró el apoyo de Estados Unidos a Payá. El subsecretario mantuvo infinitas reuniones extraoficiales para garantizar el éxito en las elecciones.
Los argumentos de Landau fueron, «Payá será un voz importante en la CIDH, y no puede quedar afuera cuando la administración Trump considera que la OEA no hace nada sustancial contra las dictaduras en América Latina».
Un artículo publicado por Belly of the Beast resalta que «el panel independiente que evaluó a Payá y a los demás candidatos concluyó que “en general cumple los criterios de evaluación”. Pero también declararon tener “preocupaciones específicas sobre su experiencia y potenciales conflictos de interés”.
«Esos conflictos de intereses podrían derivarse de Cuba Decide, organización creada por Payá que está respaldada por grupos financiados por el gobierno estadounidense. Payá también ha sido una firme defensora de las sanciones estadounidenses contra Cuba, que han contribuido a la escasez de alimentos, medicinas y electricidad en la isla.»
En esta vieja costumbre de los gobiernos de la Casa Blanca de enmarañar las acciones democráticas en Latinoamérica -al menos ya no se esconden-, no cuidan la ética o el conflicto de interés ante el público, sumamos que Marco Rubio (Secretario de Estado) conoce desde hace muchos años a Rosa María Payá y no dudó en apoyar su candidatura a la CIDH desde la Secretaria de Estado.
Finalizando la semana, Rosa María Payá tenía pocas probabilidades de ser seleccionada frente a los candidatos de Bahamas, Brasil y México, apoyados con los votos del CARICOM (14 en total) y los miembros de la OEA que se oponen a la política hostil del gobierno de los Estados Unidos hacia Cuba.
El empujón de Landau bastó para que la «elegida» trumpiana lograra la mayor cantidad de votos (20 en total) frente a los candidatos presentados por Bahamas, México, Brasil, Perú, Honduras y Colombia.
Al concluir la votación en la Asamblea de la OEA, Rosa María Payá declaró ante medios de prensa: “Mi prioridad está en la intención de acercar a la Comisión a las víctimas, a los más vulnerables, y de proteger y de defender a la democracia en la región”.
Y ya sabemos qué significa «defender la democracia» tanto para republicanos como demócratas, esa maraña es más vieja que la Doctrina Monroe.
Con información de agencias / En foto de portada: Rosa María Payá y el secretario de Estado Marco Rubio.