Cuba

Los 15 años de Vilma

Por Dailenis Guerra Pérez * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

 

Vilma Espín Guillois partió hace quince años, sin embargo, su delicada estirpe permanece con bríos, como las adolescentes que cumplen 3 lustros. No hay nada que decir de Vilma que no se conozca, una mujer heroica, pero suave como capullo en brote.

A Vilma nadie la puso en la cima como a una estatua. Pulió sus aplausos, sus reconocimientos, su paradigma; desde que ocultó su identidad para defender los principios rebeldes bajo el seudónimo de Déborah.

Ya se le había visto multifacética, bailarina de ballet, soprano, deportista,  ingeniera química industrial, revolucionaria audaz. Tal vez por eso, al ocurrir el triunfo rebelde, defendió hasta el fin de sus días el derecho de la mujer a ser plena.

Vilma fue la mujer de faldas y pantalones bien llevados. Su valentía, su afán de lucha y fe en la victoria, su irrefutable antimperialismo, se hicieron patentes desde sus tiempos de estudiante, en el combate por la oficialización de la Universidad de Oriente, como genuina santiaguera.

Asela de los Santos fue la compañera que junto a  Frank País y un numeroso grupo de la juventud, enfrentaron a los esbirros de la tiranía batistiana en 1952. Ahí comenzaron  a desafiar al dictador cara a cara, con la palabra y el fusil.

Luego del asalto al Moncada, en 1953, se unieron a las fuerzas revolucionarias del Movimiento 26 de Julio, fundado por Fidel.

El alzamiento de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956; el asesinato de Frank en 1957, máximo dirigente de la lucha clandestina en la entonces provincia de Oriente, su designación como coordinadora en ese territorio en sustitución de Frank, y luego su incorporación al II Frente Oriental, comandado por Raúl Castro Ruz, constituyen páginas conocidas y admiradas del proceso revolucionario.

Alicia, Mónica, Déborah y Mariela fueron sus seudónimos en la lucha clandestina y en la guerra. Al triunfo de la Revolución, nuestro pueblo la conoció por su  nombre y su verdadera lucha tomó dimensiones mas allá de las fronteras cubanas.

Vilma logró emancipar a la mujer;  aquella que oprimida entre los oprimidos, no podía alcanzar sus objetivos, aspiraciones, ni explotar cualidades.

Fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas, permitió que las féminas ocuparan un lugar cimero en la sociedad civil y política en la isla, según sus capacidades. Fundó centros de superación como la Escuela para Campesinas Ana Betancourt y las Escuelas Nocturnas de Superación para Domésticas.

Con sus propósitos  dignificó a muchas mediante el plan nacional para erradicar la prostitución, protegió a las madres con la implementación de una licencia postparto y en 1961, creó los círculos infantiles, para que pudieran incorporarse al trabajo, mientras otras protegían y educaban a sus pequeños.

Vilma representó a las cubanas en todos los escenarios. En sus pronunciamientos fuera del país, abogaba por la emancipación femenina continental, la equitativa representación de la mujer en la sociedad, que se escucharan y aplicaran sus derechos y la posibilidad de dirigir social y políticamente a los pueblos.

Era de carne y hueso, pero sobrenatural. Sin estereotipos de género, porque  consideraba que la batalla no es contra los hombres, sino junto a ellos.

Amante del color esperanza, era capaz de diseñar su propia ropa, estaba pendiente de planes, inauguraciones, visitas y orientaciones; responsabilidades que emparejaba con la cocina, la preocupación por los nietos, los hijos y  el esposo.

No hay termómetro que mida su estirpe, su humanismo y naturalidad. Le encantaban las compras como a toda dama, la jardinería, los aviones. Pero era también la que lavaba los jarros y casuelas con ceniza,  y la que veía la novela.

Vilma es la representación natural de la mujer cubana, por eso se desdobla como un sustento moral para ellas. Sus profundas proyecciones y el empeño por el bienestar de las familias, resultan motor impulsor para afrontar los nuevos desafíos.

Vilma vive desde hace 15 años en su obra, aún calentita, porque  faltan muchas ideas y proyectos suyos que materializar en beneficio de las mujeres. La muerte no pudo marchitarla. Sigue ardiente, dulce y firme, como los pasos de las que hoy abrigan en el seno a sus hijos.

 

(*) Periodista cubana, Colaboradora de Resumen Latinoamericano corresponsalía Cuba.

Foto de portada: Cubadebate/ Archivo.

 

 

 

 

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