DestacadasInternacionales

¡Hazte tu propia opinión! Derecho a la información: Lee el discurso completo de Vladimir Putin al pueblo ruso

DISCURSO COMPLETO DE VLADIMIR PUTIN AL PUEBLO RUSO DEL 24 de FEBRERO de 2022.

Vladimir Putin:

“Ciudadanos de Rusia, amigos del mundo.
Considero necesario hoy volver a hablar sobre los trágicos acontecimientos en Donbass y los aspectos clave para garantizar la seguridad de Rusia.

Comenzaré con lo que dije en mi discurso del 21 de febrero de 2022. Hablé sobre nuestras mayores preocupaciones, y sobre las amenazas fundamentales que los políticos occidentales irresponsables crearon para Rusia de manera constante, grosera y vulgar año tras año. Me refiero a la expansión hacia el este de la OTAN, que acerca cada vez más su infraestructura militar a la frontera rusa.

Es un hecho que durante los últimos 30 años hemos estado tratando pacientemente de llegar a un acuerdo con los principales países de la OTAN sobre los principios de seguridad igualitaria e indivisible en Europa. En respuesta a nuestras propuestas, invariablemente enfrentamos engaños cínicos y mentiras o intentos de presión y chantaje, mientras que la alianza del Atlántico Norte continuó expandiéndose a pesar de nuestras protestas y preocupaciones. Su maquinaria militar se mueve y, como dije, se acerca a nuestra misma frontera.

¿Por qué está pasando esto? ¿De dónde les venía esa manera insolente de hablar desde lo alto de su excepcionalidad, infalibilidad y arrogancia total? ¿Cuál es la explicación de esta actitud despreciativa y desdeñosa de nuestros intereses y demandas absolutamente legítimas?

La respuesta es simple. Todo es claro y obvio. A fines de la década de 1980, la Unión Soviética se debilitó y posteriormente implosionó. Esa experiencia debe servirnos de buena lección, porque nos ha demostrado que la parálisis del poder y de la voluntad es el primer paso hacia la degradación y el olvido completos. Perdimos el control solo por un momento, pero fue suficiente para romper el equilibrio de fuerzas en el mundo.

Como resultado, los antiguos tratados y acuerdos ya no tienen vigencia. Las súplicas y las solicitudes no ayudan. Cualquier cosa que no convenga al Estado dominante, y a los poderes fácticos, es denunciado como arcaico, obsoleto e inútil. Al mismo tiempo, todo lo que él considera útil se presenta como la verdad última y se impone a los demás sin importar el costo, abusivamente y por cualquier medio disponible. Quienes se niegan a obedecer se exponen a tácticas de mano dura.

Lo que estoy diciendo ahora no concierne solo a Rusia, y Rusia no es el único país que está preocupado por esto. Esto tiene que ver con todo el sistema de relaciones internacionales y, a veces, incluso con los aliados de Estados Unidos. El colapso de la Unión Soviética condujo a una nueva división del mundo, y las normas del derecho internacional que se desarrollaron en ese momento, y las más importantes, las normas fundamentales que se adoptaron después de la Segunda Guerra Mundial y formalizaron en gran medida el mundo de la postguerra, desaparecieron en el camino de los que se declararon vencedores de la Guerra Fría.
Por supuesto, la práctica, las relaciones internacionales y las normas que las regulaban debían tener en cuenta los cambios que se producían en el mundo y en el equilibrio de fuerzas. Sin embargo, esto debería haberse hecho de manera profesional, tranquila, paciente y con la debida consideración y respeto por los intereses de todos los Estados y la propia responsabilidad. En cambio, vimos un estado de euforia creado por el sentimiento de superioridad absoluta, una especie de absolutismo moderno, junto con los bajos estándares culturales y la arrogancia de aquellos que formularon e impulsaron decisiones que solo les convenían a ellos. La situación tomó un giro preocupante.

Hay muchos ejemplos de esto. Primero se llevó a cabo una sangrienta operación militar contra Belgrado, sin el acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU pero con aviones de combate y misiles utilizados en el corazón de Europa. El bombardeo de ciudades pacíficas e infraestructuras vitales se prolongó durante varias semanas. Tengo que recordar estos hechos, porque algunos colegas occidentales prefieren olvidarlos, y cuando mencionamos el evento, prefieren evitar hablar de derecho internacional, enfatizando en cambio las circunstancias que interpretan como les da la gana.
Luego llegó el turno de Irak, Libia y Siria. El uso ilegal del poder militar contra Libia y la distorsión de todas las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia arruinaron a ese Estado, crearon un enorme foco de terrorismo internacional y empujaron al país hacia una catástrofe humanitaria, hacia el vórtice de una guerra civil, que ha continuado allí durante años. La tragedia que se creó para cientos de miles e incluso millones de personas no solo en Libia sino en toda la región, ha provocado un éxodo a gran escala desde Oriente Medio y el norte de África hacia Europa.
Un destino similar también estaba preparado para Siria. Las operaciones de combate realizadas por la coalición occidental en ese país sin la aprobación del gobierno sirio o la sanción del Consejo de Seguridad de la ONU solo pueden definirse como agresión e intervención.
Pero el ejemplo que se destaca de los hechos anteriores es, por supuesto, la invasión de Irak sin ningún fundamento legal. Usaron el pretexto de información supuestamente confiable disponible en los Estados Unidos sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Para probar esa acusación, el Secretario de Estado de EE. UU. mostró públicamente un frasco con polvo blanco para que todo el mundo lo viera, asegurando a la comunidad internacional que se trataba de un arma de guerra química creado en Irak. Más tarde resultó que todo eso era falso y una farsa, y que Irak no tenía armas químicas. Increíble e impactante pero cierto. Fuimos testigos de mentiras hechas al más alto nivel estatal y expresadas desde la alta tribuna de la ONU. Como resultado, vemos una enorme pérdida de vidas humanas, daños, destrucción y un aumento colosal del terrorismo.

En general, parece que casi en todas partes, en muchas regiones del mundo donde Estados Unidos impuso su ley y orden, esto creó heridas sangrientas que no sanaban y la maldición del terrorismo y el extremismo internacionales. Solo he mencionado los ejemplos más evidentes, pero son lejos de ser los únicos, de desprecio por el derecho internacional.

Esta matriz incluye promesas de no expandir la OTAN hacia el este ni siquiera una pulgada.

Para reiterar: nos han engañado, o dicho simplemente, se han burlado de nosotros. Claro, a menudo se escucha decir que la política es un negocio sucio. Podría ser, pero no debería ser tan sucio como ahora, no tanto. Este tipo de comportamiento de estafador es contrario no sólo a los principios de las relaciones internacionales, sino también y sobre todo a las normas morales y éticas generalmente aceptadas. ¿Dónde está la Justicia y la Verdad aquí? Solo mentiras e hipocresía por todas partes.

Por cierto, los propios políticos, politólogos y periodistas estadounidenses escriben y dicen que en los últimos años se ha creado un verdadero “imperio de mentiras” dentro de los Estados Unidos. Es difícil no estar de acuerdo con esto, realmente es así. Pero uno debe ser claro al respecto: Estados Unidos sigue siendo un gran país y una potencia formadora de sistemas. Todos sus países-satélites no sólo le dicen que sí con humildad y obediencia y lo repiten como loros al menor pretexto, sino que también imitan su comportamiento y aceptan con entusiasmo las reglas que les ofrece. Por lo tanto, se puede decir con razón y confianza que todo el llamado bloque occidental formado por los Estados Unidos a su imagen y semejanza es, en su totalidad, el mismísimo “imperio de la mentira”.

En cuanto a nuestro país, después de la desintegración de la URSS, y después de toda la apertura sin precedentes de la nueva Rusia moderna, su disposición a trabajar honestamente con los Estados Unidos y otros socios occidentales, y su desarme prácticamente unilateral, inmediatamente intentaron apretarnos por última vez, acabar con nosotros y destruirnos por completo. Así fue en la década de 1990 y principios de la de 2000, cuando el llamado Occidente colectivo apoyaba activamente el separatismo y las bandas de mercenarios en el sur de Rusia. ¡Cuántas víctimas, cuántas pérdidas tuvimos que soportar y qué pruebas tuvimos que pasar en ese momento antes de romperle la espalda al terrorismo internacional en el Cáucaso! Recordamos esto y nunca lo olvidaremos.

Hablando con propiedad, los intentos de utilizarnos en su propio interés nunca cesaron hasta hace muy poco tiempo: buscaron destruir nuestros valores tradicionales e imponernos sus falsos valores que erosionarían a nuestro pueblo desde dentro, las actitudes que han estado imponiendo agresivamente sobre sus países, actitudes que conducen directamente a la degradación y la degeneración, porque son contrarias a la naturaleza humana. Esto no va a pasar. Nadie ha tenido éxito en hacer esto, ni lo tendrá ahora.

A pesar de todo, en diciembre de 2021 volvimos a intentar alcanzar un acuerdo con Estados Unidos y sus aliados sobre los principios de seguridad europea y la no expansión de la OTAN. Nuestros esfuerzos fueron en vano. Estados Unidos no ha cambiado su posición. No cree necesario ponerse de acuerdo con Rusia en un asunto que es crítico para nosotros. Estados Unidos persigue sus propios objetivos, mientras descuida nuestros intereses.

Por supuesto, esta situación plantea una pregunta: ¿qué sigue, qué podemos esperar? Si la historia sirve de guía, sabemos que en 1940 y principios de 1941 la Unión Soviética hizo todo lo posible para evitar la guerra o al menos retrasar su estallido. Para ello, la URSS procuró no provocar hasta el final al potencial agresor, absteniéndose o postergando los preparativos más urgentes y evidentes que debía realizar para defenderse de un ataque inminente. Cuando finalmente actuó, ya era demasiado tarde.

En consecuencia, el país no estaba preparado para contrarrestar la invasión de la Alemania nazi, que atacó a nuestra Patria el 22 de junio de 1941 sin declarar la guerra. Nuestro país detuvo al enemigo y lo derrotó, pero esto tuvo un costo tremendo. El intento de apaciguar al agresor antes de la Gran Guerra Patria resultó ser un error que tuvo un alto costo para nuestro pueblo. En los primeros meses después del estallido de las hostilidades, perdimos vastos territorios de importancia estratégica, así como millones de vidas. No cometeremos este error una segunda vez. No tenemos derecho a hacerlo.

Aquellos que aspiran al dominio global han designado públicamente a Rusia como su enemigo. Lo hicieron con impunidad. No se equivoquen, no tenían ninguna razón para actuar de esta manera. Es cierto que tienen considerables capacidades financieras, científicas, tecnológicas y militares. Somos conscientes de esto y tenemos una visión objetiva de las amenazas económicas que hemos estado escuchando, al igual que nuestra capacidad para contrarrestar este descarado e interminable chantaje. Permítanme reiterar que no nos hacemos ilusiones en este sentido y somos extremadamente realistas en nuestras evaluaciones.

En cuanto a los asuntos militares, incluso después de la disolución de la URSS y la pérdida de una parte considerable de sus capacidades, la Rusia actual sigue siendo uno de los estados nucleares más poderosos. Además, tiene cierta ventaja en varias armas de última generación. En este contexto, nadie debe dudar de que cualquier agresor potencial enfrentará la derrota y las consecuencias devastadoras si ataca directamente a nuestro país.

Al mismo tiempo, la tecnología, incluso en el sector de la defensa, está cambiando rápidamente. Un día hay un líder y mañana otro, pero una presencia militar en los territorios fronterizos con Rusia, si permitimos que siga adelante, permanecerá durante las próximas décadas o tal vez para siempre, creando una amenaza cada vez mayor y totalmente inaceptable para Rusia.

Ya ahora, con la expansión de la OTAN hacia el este, la situación de Rusia se ha vuelto peor y más peligrosa cada año. Además, en los últimos días, el liderazgo de la OTAN ha sido contundente en sus declaraciones de que necesitan acelerar e intensificar los esfuerzos para acercar la infraestructura de la alianza a las fronteras de Rusia. En otras palabras, han ido endureciendo su posición. No podemos quedarnos ociosos y observar pasivamente estos desarrollos. Esto sería algo absolutamente irresponsable de nuestra parte.

Cualquier expansión adicional de la infraestructura de la alianza del Atlántico Norte o los esfuerzos en curso para obtener un punto de apoyo militar en el territorio ucraniano son inaceptables para nosotros. Por supuesto, la pregunta no es sobre la OTAN en sí. Simplemente la OTAN sirve como una herramienta de la política exterior de EEUU. El problema es que en los territorios adyacentes a Rusia, que debo señalar es nuestra tierra histórica, se está configurando una “anti-Rusia” hostil. Totalmente controlado desde el exterior, está haciendo todo lo posible para atraer a las fuerzas armadas de la OTAN y obtener armas de última generación.

Para Estados Unidos y sus aliados, es una política de contención de Rusia, con obvios dividendos geopolíticos. Para nuestro país es una cuestión de vida o muerte, una cuestión de nuestro futuro histórico como nación. Esto no es una exageración; Esto es un hecho. No es solo una amenaza muy real para nuestros intereses, sino también para la existencia misma de nuestro Estado y su soberanía. Es la línea roja de la que hemos hablado en numerosas ocasiones. La han cruzado.
Esto me lleva a la situación en Donbass. Podemos ver que las fuerzas que dieron el golpe de Estado en Ucrania en 2014 han tomado el poder, lo mantienen con la ayuda de procedimientos electorales ornamentales y han abandonado el camino de una solución pacífica del conflicto. Durante ocho años, durante ocho interminables años, hemos estado haciendo todo lo posible para arreglar la situación por medios políticos pacíficos. Todo fue en vano.

Como dije en mi discurso anterior, no se puede mirar sin compasión lo que está pasando allí. Se hizo imposible tolerarlo. Teníamos que parar esa atrocidad, ese genocidio de los millones de personas que viven allí y que pusieron sus esperanzas en Rusia, en todos nosotros. Son sus aspiraciones, los sentimientos y el dolor de este pueblo la principal fuerza motivadora detrás de nuestra decisión de reconocer la independencia de las repúblicas populares de Donbass.
Me gustaría enfatizar adicionalmente lo siguiente. Centrados en sus propios objetivos, los principales países de la OTAN están apoyando a los nacionalistas de extrema derecha y a los neonazis en Ucrania, aquellos que nunca perdonarán a la gente de Crimea y Sebastopol por elegir libremente reunirse con Rusia.
Sin duda, intentarán llevar la guerra a Crimea tal como lo han hecho en Donbass, para matar a personas inocentes tal como lo hicieron los miembros de las unidades punitivas de los nacionalistas ucranianos y cómplices de Hitler durante la Gran Guerra Patriótica. También han reclamado abiertamente varias otras regiones rusas.

Si observamos la secuencia de eventos y los informes entrantes, no se puede evitar el enfrentamiento entre Rusia y estas fuerzas. Es solo cuestión de tiempo. Se están preparando y esperando el momento adecuado. Además, llegaron a aspirar a adquirir armas nucleares. No dejaremos que esto suceda.

Ya he dicho que Rusia aceptó la nueva realidad geopolítica tras la disolución de la URSS. Hemos estado tratando a todos los nuevos Estados postsoviéticos con respeto y continuaremos actuando de esta manera. Respetamos y respetaremos su soberanía, como lo demuestra la asistencia que brindamos a Kazajastán cuando enfrentó eventos trágicos y un desafío en términos de su condición de Estado e integridad. Sin embargo, Rusia no puede sentirse segura, desarrollarse y existir mientras enfrenta una amenaza permanente en el territorio de la actual Ucrania.

Permítanme recordarles que entre 2000 y 2005 usamos nuestro ejército para hacer retroceder a los terroristas en el Cáucaso y defendimos la integridad de nuestro Estado. Preservamos Rusia. En 2014, apoyamos a la gente de Crimea y Sebastopol. En 2015, usamos nuestras Fuerzas Armadas para crear un escudo confiable que impidió que los terroristas de Siria penetraran en Rusia. Era cuestión de defendernos. No teníamos otra opción.

Lo mismo está sucediendo hoy. No nos dejaron otra opción para defender a Rusia y a nuestro pueblo, más allá de la que nos vemos obligados a usar hoy. En estas circunstancias, tenemos que tomar medidas audaces e inmediatas. Las repúblicas populares de Donbass han pedido ayuda a Rusia.

En este contexto, en conformidad con el Artículo 51 (Capítulo VII) de la Carta de la ONU, con permiso del Consejo de la Federación de Rusia, y en ejecución de los tratados de amistad y asistencia mutua con la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, ratificados por el Asamblea Federal el 22 de febrero, tomé la decisión de llevar a cabo una operación militar especial.

El objetivo de esta operación es proteger a las personas que, desde hace ocho años, se enfrentan a la humillación y el genocidio perpetrados por el régimen de Kiev. Con este fin, buscaremos desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, así como llevar a juicio a quienes perpetraron numerosos crímenes sangrientos contra civiles, incluso contra ciudadanos de la Federación Rusa.
No es nuestro plan ocupar el territorio ucraniano. No pretendemos imponer nada a nadie por la fuerza. Al mismo tiempo, hemos estado escuchando un número creciente de declaraciones provenientes de Occidente de que ya no es necesario acatar los documentos que establecen los resultados de la Segunda Guerra Mundial, firmados por el régimen totalitario soviético. ¿Cómo podemos responder a eso?

Los resultados de la Segunda Guerra Mundial y los sacrificios que tuvo que hacer nuestro pueblo para derrotar al nazismo son sagrados. Esto no contradice los altos valores de los derechos humanos y las libertades en la realidad que surgió durante las décadas de la posguerra. Esto no significa que las naciones no puedan disfrutar del derecho a la libre determinación, consagrado en el artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas.

Permítanme recordarles que a las personas que viven en los territorios que forman parte de la actual Ucrania no se les preguntó cómo querían construir sus vidas cuando se creó la URSS o después de la Segunda Guerra Mundial. La libertad guía nuestra política, la libertad de elegir independientemente nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos. Creemos que todos los pueblos que viven en la Ucrania actual, cualquiera que quiera hacer esto, debe poder disfrutar de este derecho a elegir libremente.

En este contexto me gustaría dirigirme a los ciudadanos de Ucrania. En 2014, Rusia se vio obligada a proteger a la gente de Crimea y Sebastopol de aquellos a quienes llaman “nats”. Los pueblos de Crimea y Sebastopol optaron por permanecer en su patria histórica, Rusia, y nosotros apoyamos su elección. Como dije, no podíamos actuar de otra manera.

Los acontecimientos actuales no tienen nada que ver con el deseo de infringir los intereses de Ucrania y del pueblo ucraniano. Debemos defender Rusia contra aquellos que han tomado a Ucrania como rehén y están tratando de usarla contra nuestro país y nuestra gente.
Reitero: estamos actuando para defendernos de las amenazas que se nos crean y de un peligro mayor que el que ahora acontece. Les pido, por más difícil que sea, que lo entiendan y que trabajen con nosotros para pasar cuanto antes esta trágica página y avanzar juntos, sin permitir que nadie se inmiscuya en nuestros asuntos y nuestras relaciones, sino desarrollándolos de manera independiente, a fin de crear condiciones favorables para superar todos estos problemas y fortalecernos desde adentro como un todo único, a pesar de la existencia de fronteras estatales. Creo en esto, en nuestro futuro común.

También me gustaría dirigirme al personal militar de las Fuerzas Armadas de Ucrania.

Camaradas oficiales,
Sus padres, abuelos y bisabuelos no lucharon contra los ocupantes nazis y no defendieron nuestra patria común para permitir que los neonazis de hoy tomaran el poder en Ucrania. Usted hizo el juramento de lealtad al pueblo ucraniano y no a la junta, el adversario del pueblo que saquea Ucrania y humilla al pueblo ucraniano.
Le insto a que se niegue a ejecutar sus órdenes criminales. Les insto a que depongan las armas de inmediato y se vayan a casa. Explicaré lo que esto significa: el personal militar del ejército ucraniano que haga esto podrá abandonar libremente la zona de hostilidades y regresar con sus familias.

Quiero enfatizar nuevamente que toda la responsabilidad por el posible derramamiento de sangre recaerá total y completamente en el régimen gobernante de Ucrania.

Ahora me gustaría decir algo muy importante para aquellos que pueden verse tentados de interferir en estos desarrollos desde el exterior. No importa quién intente interponerse en nuestro camino o, más aún, crear amenazas para nuestro país y nuestro pueblo, deben saber que Rusia responderá de inmediato y las consecuencias serán tales como nunca las han visto en toda su historia. No importa cómo se desarrollen los eventos, estamos listos. Se han tomado todas las decisiones necesarias al respecto. Espero que mis palabras sean escuchadas.

Ciudadanos de Rusia,
La cultura y los valores, la experiencia y las tradiciones de nuestros antepasados ​​proporcionaron invariablemente una poderosa base para el bienestar y la existencia misma de estados y naciones enteras, su éxito y viabilidad. Por supuesto, esto depende directamente de la capacidad de adaptarse rápidamente al cambio constante, mantener la cohesión social y la disposición para consolidar y convocar todas las fuerzas disponibles para avanzar.

Siempre necesitamos ser fuertes, pero esta fuerza puede tomar diferentes formas. El “imperio de la mentira”, que mencioné al comienzo de mi discurso, procede en su política principalmente de la fuerza bruta y directa. Aquí es cuando se aplica nuestro dicho de que son “todo músculo y nada de cerebro”.

Todos sabemos que tener la justicia y la verdad de nuestro lado es lo que nos hace verdaderamente fuertes. Si este es el caso, sería difícil no estar de acuerdo con el hecho de que nuestra fuerza y ​​nuestra disposición para luchar son la base de la independencia y la soberanía y brindan la base necesaria para construir un futuro confiable para su hogar, su familia, y tu Patria.

Estimados compatriotas,
Estoy seguro de que los soldados y oficiales dedicados de las Fuerzas Armadas de Rusia cumplirán con su deber con profesionalismo y valentía. No tengo ninguna duda de que las instituciones gubernamentales de todos los niveles y especialistas trabajarán de manera eficaz para garantizar la estabilidad de nuestra economía, el sistema financiero y el bienestar social, y lo mismo aplica para los ejecutivos de las empresas y toda la comunidad empresarial. Espero que todos los partidos parlamentarios y la sociedad civil tomen una posición consolidada y patriótica.

Al fin y al cabo, el futuro de Rusia está en manos de su pueblo multiétnico, como siempre ha sido el caso en nuestra historia. Esto significa que las decisiones que tomé serán ejecutadas, que lograremos los objetivos que nos hemos propuesto y garantizaremos de manera confiable la seguridad de nuestra Patria.

Creo en vuestro apoyo y en la fuerza invencible arraigada en el amor a nuestra Patria.

Moscú, 24 de febrero de 2022.

Tomado de RT.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *