El acoso mediático y la “feliz” inmoralidad de la CIA
Por Raúl Antonio Capote * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
La CIA creó en 1948 un programa destinado a controlar a los medios de comunicación domésticos y foráneos, cuyo jefe de operaciones fue Richard Helms. El programa denominado Operación Sinsonte (Mockingbird en inglés), empleó millones de dólares y emplantilló a miles de profesionales de la prensa, la radio, la TV y el cine.
En mayo de 1967, el directivo de la CIA Thomas Braden escribió un artículo en el Saturday Evening Post titulado “Estoy feliz de que la CIA sea inmoral”, y revelaría años después:
“Si el director de la CIA en el presente quiere atacar a alguien, usa 50 000 dólares de los que no tiene que dar cuenta a nadie. Simplemente no tiene límites y no hay personas que estén fuera de su alcance en esta guerra, la guerra secreta”.
La experiencia de este programa finalizado a finales de los 70, ha servido para implementar proyectos similares a lo largo de las décadas posteriores.
En la guerra mediática que se sigue contra Cuba poderosas plataformas tecnológicas de la comunicación son la vanguardia del ataque.
Se utiliza la desinformación o alteración de hechos y descripciones, para construir una imagen negativa y justificar el castigo al “enemigo”, de manera que incluso la víctima dude de sus propios valores, según creen los especialistas de los servicios especiales yanquis.
El asesinato de la reputación o del carácter es una herramienta cardinal en la estrategia para acabar con la Revolución, estamos ante un proceso deliberado, dirigido a destruir la credibilidad y el respeto de una persona, grupo social o país.
El ciberacoso forma parte de la estrategia del asesinato de la reputación, el anonimato es una característica de los que hostigan en las redes sociales a los revolucionarios, intentando desestabilizarlos e infamarlos a los ojos de sus compatriotas y de la opinión pública.
Cientos de trolls, de sicarios digitales, cibermercenarios, entrenados y pagados por la CIA, participan en los ataques, que son perfectamente planeados y que cuentan con guiones preelaborados en los laboratorios de guerra sicológica estadounidenses.
El sicario digital es un profesional entrenado, un mercenario de nuevo tipo, contratado para hacer el trabajo sucio en Internet.
La CIA tiene en nómina, a través del Grupo Operativo de Internet para la subversión en Cuba, a una decena de netcenters, a los que se subordinan los mercenarios digitales.
Cuadros y militantes de fila de las organizaciones políticas, de masas, del gobierno, activistas de la solidaridad, amigos de Cuba, son blanco de campañas bien organizadas, preparadas meticulosamente, articuladas desde los grandes medios.
Necesitan «sacar del juego» a todo aquel que no alquila su vergüenza y su honor; para lograrlo se valen de los recursos más bajos del jornalismo paparazzi, les hacen blanco de sátiras en las redes sociales, tergiversan lo que dicen y usan la mentira sin recato.
No olvidemos, que el blanco es la Revolución y sus defensores.
El canto del sinsonte no se ha detenido, la operación que subordinó a la CIA a cientos de medios de prensa de todo el mundo y puso a sueldo de la Agencia a miles de periodistas, continúa con plena vitalidad.
De las arcas insondables de la CIA fluye el dinero que sufraga la mentira, la calumnia y la infamia contra nuestros compañeros, contra todo aquel que alza la voz para defender a la Isla rebelde.
(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.