Internacionales

Vigencia del programa de acción encubierta contra Cuba (II)

Por José Luis Méndez Méndez * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Los diseñadores del actualizado programa de acciones encubiertas contra Cuba del 19 de mayo de 1961, emitido a un mes del concluyente desastre, que impactó de manera negativa en la flamante administración demócrata y amplió las divergencias entre sus civiles y militares, en particular removió a la CIA, agencia que lideró la invasión desde su concepción hasta después del descalabro.

El nuevo texto incursionó sobre el inmediato antecedente y lo reflejó así: El fracaso de la fuerza de golpe cubana, en abril de 1961, para lograr sus objetivos, requiere de una cuidadosa reevaluación de la extensión del problema y una reevaluación de los medios existentes y potenciales que se podrían emplear en un esfuerzo encubierto para debilitar al régimen de Castro y acelerar su eventual derrocamiento.

Continuaba: Parece que hay un acuerdo general, de que no existe un camino seguro para derro­car el régimen de Castro, aparte de la interven­ción militar de Estados Unidos. Existe la posibilidad, muy ligera, de que medidas menores –encubiertas y abiertas– pudie­ran traer como consecuencia el derrocamiento del régimen desde dentro. Sin embargo, mientras Castro avance, su mayor amenaza – el ejemplo y estímulo de una revolución comunista de los trabajadores – persistirá. Esta es la premisa que los ha guiado después de 60 años, con una irredenta Isla, dueña de su destino a noventa millas de sus costas e irradiando ejemplo de resistencia para todo el mundo.

La oposición ha perdido algo de sus fuerzas más poderosas, su fragmentación es grande y la confianza en Estados Unidos se ha estremecido. Las fuerzas armadas y las milicias de Castro fueron efectivas hasta un grado no esperado en la derrota de la invasión. El incremento de la represión y la atmósfera de terror policial ciertamente ha debilitado gravemen­te la oposición existente y las fuerzas clandestinas dentro de Cuba.

Los analistas de la CIA, acostumbrados a sustentar sus reflexiones con la prepotencia de ser parte del país más poderoso y agresor del mundo, esta vez ante los innegables argumentos, concluyeron en parte: En resumen, se puede decir que la posición de Castro en Cuba es mucho más fuerte que antes de la invasión de abril de 1961, aunque está más aislado en América Latina. Esta última parte, constituyó un craso error, imaginaban que la ruptura de relaciones, tomada por gobiernos dóciles en los países de la región serían fuente de aislamiento, hasta ser suspendida de la OEA, pero ignoraban a los pueblos de esas naciones, que se manifestaron más solidarios e incentivo al estímulo de las fuerzas progresistas y de izquierda.

Con un enfoque equivocado, en que imaginaban un país dividido entre los seguidores de la Revolución con su líder al frente y por otra parte los aniquilados contrarrevolucionarios, cuando en realidad imperaba una unidad monolítica, incluso con apoyo al socialismo proclamado el 16 de abril, quienes combatieron y  murieron en Playa Girón, lo hicieron en defensa de la Patria agredida y el socialismo.

La interpretación viciada decía: Los firmes seguidores de Castro están altamente armados y muy entusiasmados a su favor y el amplio apoyo que él ha recibido en el extranjero probablemente ha aumentado su estatura entre muchos otros cubanos. El abortado esfuerzo para sacarlo del poder posiblemente le proporcione una excusa útil para justificar una mayor austeridad económica; así como un nivel para una ayuda adicional soviética.  

Los diseñadores del actualizado programa agresivo, no pudieron sustraerse  de la fantasía en su redacción, habían perdido la mayoría de sus fuentes previo, durante y después de la invasión, además de haber roto relaciones el 3 de enero de 1961, hizo que sus estudios perdieran objetividad por carecer de una visión real del acontecer cubano. Se guiaron más por sus deseos, que por lo que acontecía, por ello elevaron a definitiva esta apreciación: En general, a no ser que Castro cometa mayores errores (ej. un ataque armado directo sobre algún otro país latinoamericano o la prolongación de un reino extremo de terror) o que Estados Unidos instrumente un brillante golpe maestro, Castro probablemente será capaz de beneficiarse de los frutos de su victoria por algún tiempo.

El programa era de inspiración revanchista, sus objetivos así lo constatan: Planificar, aplicar y sustentar un programa de acción encubierta dise­ñado para explotar las debilidades económicas, políticas y psicológi­cas del régimen de Castro. Ni se espera ni se discute qué la ejecución exitosa de este programa encubierto traerá como resultado el derrocamiento del régimen de Castro. Este plan se debe ver solo, como una contribución encubierta a todo un programa nacional diseñado para acelerar la desintegración moral y material del gobierno de Castro y apresurar el día en que la combinación de acciones y circunstancias hará posible su sustitución, por un gobierno democrático que responda a las necesidades, las aspiracio­nes y la voluntad de pueblo cubano. La vigencia actual es sorprendente.

Para alcanzar esos propósitos, se propusieron las siguientes tareas: Para alcanzar esos objetivos se acometerán una serie de tareas a corto y largo plazo. Cuando sea factible y posible, estas actividades se llevarán a cabo bajo la égida del Consejo Revolucio­nario Cubano. Sin embargo, esto no será siempre practicable o deseable por varias razones. Se llevarán a cabo operaciones unilatera­les de la Agencia y operaciones independientes por grupos y elementos fuera del marco de trabajo del Consejo. Ese llamado Consejo, era una pantalla ignorada y que fue recluido en México durante la invasión en espera de la quimérica victoria mercenaria, ahora sobre las cenizas de ese instrumento inoperante, lleno de intereses contrapuestos y contradicciones ambiciosas, habidas de poder, se propuso actuar, idea destinada al rotundo fracaso. El Consejo se diseñó, para representar no para ejecutar ninguna agresión, era la estructura la que en realidad tenía la capacidad de decidir y actuar, el proponer utilizarlo además de falso era irrealizable.

Algunas tareas a corto plazo estaban dirigidas a recuperar la fortaleza informativa, habían perdido los ojos y oídos en Cuba y los emigrados que llegaban Miami, decían lo que ellos querían oír, eran interrogados con intensidad en busca de respuesta a las miles de preguntas acumuladas y necesarias para organizar sus acciones, esta es una muestra de la desesperación imperante: Cada esfuerzo se hará para perfeccionar y extender nuestras capacidades en la recopilación de información operativa de inteligencia sobre los planes de Castro, sus intenciones y capacidades; objetivos específicos industriales, militares y de comunicaciones; los candidatos a disi­dentes; la moral de la población civil y la extensión de su apoyo y descon­tento con el régimen de Castro. Llamará al fortalecimiento de las redes de agentes internos existentes; el reclutamiento de viajeros legales; el recluta­miento, entrenamiento e infiltración de nuevos agentes; la vinculación con grupos de exiliados cubanos y con individuos que tengan acceso independiente a objetivos; y la continuación e intensificación de los esfuerzos de la inteligencia especial existentes.

Después de recuperar la capacidad de conocer, era obligado actuar, por ello en paralelo se diseñaron: Operaciones de sabotajes contra objetivos seleccionados: Las operaciones de sabotaje serán planificadas y ejecutadas contra objetivos tales como: refinerías, plantas eléctricas, estaciones de microondas, instalaciones de radio y televi­sión, puentes estratégi­cos y facilidades ferroviarias, locales y equipos milita­res y navales, ciertas plantas industriales y refinerías de azúcar. Primero, esto requerirá del reforzamiento de las capacidades actuales, mediante el reclutamien­to, preparación e infiltración de grupos de sabotaje.

El bandidismo había quedado sin apoyo, la Operación Silencio, orientada durante la invasión a las bandas de forajidos que también esperaban el prometido triunfo, habían recibido la orden de cionarino actuar, pero ya se estaba asimilando el fracaso y los bandidos habían sido diezmados por las fuerzas revolucionarias, la desconfianza y la incertidumbre por el futuro, habían minado la confianza en los estadounidenses, algunos jefes de bandas se habían asilado en embajadas en Cuba, otros que viajaron a Estados Unidos para recibir entrenamiento no regresaron jamás, el desconcierto reinó, por ello una de las misiones del nuevo instrumento agresivo previó: Operaciones en apoyo a las actividades guerrilleras: Serán planificadas y ejecutadas operaciones en apoyo de las bandas guerrilleras que existen o puedan surgir en las montañas de Cuba, utilizando tanto operaciones aéreas como maríti­mas para la entrega de armas y suministros, así como para la infiltración y exfil­tración del personal. Como estimamos que existe poca probabilidad de obtener signi­ficativos logros en las actividades guerrilleras por algún tiempo, desalen­taremos las acciones ofensivas en este momento, con la finalidad de que pueda ser preservada la fortaleza de tales fuerzas para circunstancias más propicias. Continuará…

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

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