Miami, sus historias no contadas (IV)
Por José Luis Méndez Méndez (*) /Especial para Resumen Latinoamericano
La ciudad de Miami, impresiona, obnubila, atrae, hace soñar antes de visitarla, al llegar entonces la realidad aparece, se muestra descarnada. Si los visitantes a apegan al folleto de la agencia de viajes, no habrán conocido las historias no contadas de la ciudad, tiene como la luna más de una cara, incluso oculta. Las redes solo promocionan lo conocido, son cuidadosas en no estimular la curiosidad del incauto turista.
Sin embargo también es una verdad para todos sus residentes, que es una de las ciudades que tiene uno de los peores índices de delincuencia y violencia con armas de fuego, Esto último se ha incrementado con las ordenanzas, con fines electorales, del gobernador estatal Ron De Santis, que ha suavizado aún le tenencia y porte de armas.
Hay crimen organizado y transnacional, pandillas independientes y un alto índice de delincuencia diseminada por todo su territorio, aunque en algunos barrios el crimen es endémico, está en el ADN, de los que nacen, se transmite de generación en la siguiente, es una forma y estilo de vivir.
En folletos serios para el turismo, no se oculta toda la verdad, se matiza, se edulcora, hay párrafos como este: “Sigue siendo una ciudad segura para recorrer, pero hay que extremar las precauciones para evitar sus lugares peligrosos”. Se debe evitar portar cámaras, prendas lujosas, no ostentar el dinero etc. Lo cual es práctica turística en cualquier lugar.
Uno de los lugares que se recomienda obviar en un tour, es Liberty City, también conocida como Ciudad libre o Ciudad Modelo, habitada por una comunidad de estadounidenses de origen africano, que viven con precariedad marcada. Ubicada en el noroeste, eufemísticamente se le denomina para matizar lo real que es patrimonio cultural africano en el centro de arte hay minúsculos, las llamadas galerías de arte y otros sitios de baile y música. El visitante de ocasión llegará hasta ahí, habrá conocido lo que se quiere que vea y escuche, pero donde termina ese párrafo, comienza la calamitosa existencia de un inframundo.
Otra guía más real ofrece: “Esta zona de 25,023 habitantes, conocida popularmente como Liberty City, no solo está plagada de delincuencia, sino que es uno de los barrios más indeseables de Miami. Está muy habitada y alberga indigentes y se conoce como el ghetto. Es conocida por los crimines violentos y los delitos relacionados con las drogas, se producen tiroteos violentos, asaltos, atracos y robos. La espiral de homicidios creció un 40% entre el 2011 y el 2013 y no se ha detenido”. Se recomienda solo visitas diurnas, evitar los paseos nocturnos en particular a las mujeres y una solo buena noticia los carteristas en el transporte público, que no existe, no abundan.
Le sigue de cerca el evitado por propios y extraños barrio de Overtown, una de las comunidades más pobres y con más casas públicas. Vecindarios de estadounidenses de origen africano, con desvencijadas casas y caramancheles de hule y cartón.
Es uno de los distritos más aplazados de Miami, situado también en el noroeste de la ciudad, donde están segregados los negros, su población de casi diez mil habitantes, Desde hace años cuenta con una presencia policial permanente dislocada por todas sus entrada y salidas, sin embargo se ha determinado que la delincuencia en particular la violencia con armas de fuego, es habitual en esta comunidad. En los últimos cinco años se ha incrementado el tráfico y consumo de drogas diversas, los asesinatos masivos y de los tiroteos. La tasa de delitos violentos es un 124%, superior a la media nacional en Estados Unidos, mientras que el registro general de delitos es de 145 %, superior. Es un barrio de los peores de la llamada “vitrina del sueño americano”. La recomendación es abstenerse de visitarlo en todo momento, a pesar de exhibir una buena condición: la delincuencia menor no existe, por lo que viajar en ómnibus es menos riesgoso.
Al caer la noche, las bandas, que por lo general duermen de día, se apoderan de la zona, sus esquinas se colman de todo tipo de delincuentes y por la forma de andar, vestirse, hablar y preguntar un foráneo es detectado de inmediato y es difícil que salga ileso del desafío.
El centro de la ciudad de Miami o Downtown es su corazón, centrado en la Flagler Street y la avenida Miami. Las calles de Miami son etiquetadas de acuerdo con su relación con la intersección principal de ahí parten el noroeste, noreste, suroeste y sureste.
El Downtown Miami es un área comercial muy grande con muchos locales de venta de productos electrónicos. Sus principales atracciones turísticas son: Centro Cultural Miami-Dade, incluyendo su Museo de Artes, la Biblioteca Pública y el Museo Histórico de Florida Sud. También están el Bayside Market place y la llamada Torre de la Libertad.
Hasta ahí lo que el ingenuo visitante conoce y se anima a visitar tan pintorescos sitio, pero a medida que indaga, las alarmas se encienden. Con una población de más de treinta mil personas, más la población flotante que viene y va por la centro de la ciudad, no solo del exterior, sino también de otros barrios, que van a pescar todo lo que se le pegue, sexo, droga, tráfico de cuanto hay y se consigue.
Se pasea entre los sitios miamenses con alta prevalencia de delitos violentos. El total de delitos es de 10,200 por 100 000 habitantes, con 1200 delitos violentos y 9000 delitos contra la propiedad y no obstante los impresionantes indicativos, se asegura que es más segura que hace una década.
Por igual se recomienda pasearlo de día y tratar de pasar inadvertido, no utilizar ropas llamativas, evitar las alhajas, privarse de celulares vistosos ni cámaras llamativas, son limitaciones para un visitante, que ha pagado para disfrutar del lugar donde está.
Una peculiaridad es la presencia notable de mendigos de ambos sexos, debido a que hay numerosas personas sin hogar, en situación de calle, estos asedian pidiendo dinero, aunque existe un programa del Alcalde de origen cubano Francis X. Suárez, dirigido a sanear las calles de pordioseros porque afean la ciudad y molestan a los turistas, para ellos se ha reservado campamentos en la zona de Virginia Key, donde hay una planta de tratamiento de aguas albañales. Tendrán prohibición expresa de salir de estos y aventurarse en la ciudad puede acarrear multas y sanciones con prisión de reiterarse la falta.
Muy relacionado con el barrio anterior, está el llamado Pequeña Haití: Ubicada en el noreste entre el Bulevard Biscayne y la Avenida Miami, allí se habla creole, con la existencia de interesantes comercios.
Haitianos y negocios espirituales.
También conocida como Lemon City, fue fundado por inmigrantes haitianos y caribeños. Los turistas se sienten atraídos por la cultura, comida y mística, pero desconocen que tiene una alta tasa de delincuencia, tiroteos frecuentes y violencia. Es calificado como un barrio marginal, los delitos contra la propiedad tiene una prevalencia de 80% por encima de la media nacional, sin embargo los delitos violentos, homicidios, asesinatos por encargo llega a 200 % por encima de la media país. Se sostiene con fuerza que las operaciones disuasivas de la policía en este nicho delincuencias de la fastuosa Miami, no son transparentes y por lo general no llegan a juicio.
La recomendación es abstenerse de visitar el sitio a cualquier hora del día o de la noche, estas historias no reveladas de la violencia diseminada por la “capital del sol” continuará.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Getty Images