Cuba

Salvarnos como especie: El centro de la Cumbre de La Habana

Por Javier López

Pocos seres humanos con raciocinio atemperado a la realidad de estos tiempos –y con cultura política– pondrían en dudas el éxito de la Cumbre del G77+China que se desarrolla en La Habana desde este viernes 15 de septiembre de 2023.

“¡No son tiempos normales y los cubanos están locos para enrolarse en un evento de tales proporciones!” Pudiera ser también una afirmación, máxime si los medios hegemónicos y lacayos diseminados como plaga en las plataformas de infocomunicación se desgastan en ofrecer una visión catastrófica del ecosistema político, económico y social de la Isla.

Los que realmente debemos ponderar es que no por capricho Cuba ha sido designada para conducir por un año los destinos de uno de los grupos globales más importante de estos tiempos.

En la capital cubana están los jefes de estados y representantes del 80% de la población global, uno de los mayores mercados por su potencial, generador por demás de la materia prima que requiere el 20% de los países productores y exportadores.

¡Qué mayor oportunidad pudiera haber para esta nación, altruista por naturaleza!

Que la Cubre tenga como tema central la ciencia, la tecnología y la innovación tampoco es un desacierto, menos casualidad. Este pequeño archipiélago contiene uno de los recursos más deficitarios en cualquier escenario mundial: capital humano.

Aún la humanidad no se sacudía de los efectos de la pandemia de Covid 19 cuando estalló lo que pudiéramos calificar como Tercera Confrontación Global, desarrollada simultáneamente en los teatros de operaciones militares, económico, comercial, financiero, cibernético y comunicacional.

Nunca antes en la historia de la humanidad se articuló la inteligencia de los seres humanos con la inteligencia artificial para obtener –con la destrucción moral y ética– nuevos repartos de poderes entre las potencias contemporáneas.

¡Todas pujan y se recienten al mismo tiempo!

No debemos creernos –en primera instancia– que el mundo es frágil para enrumbar las perspectivas económicas mundiales.

Por el desarrollo cultural alcanzado y las interconexiones existentes hay una mayor consciencia universal de los derroteros y las alianzas, ahí el talón de Aquiles de las potencias hegemónicas.

Hoy los países en desarrollo saben qué elegir y ofrecer a la multipolaridad es la única manera que tienen para sobrevivir la especie humana.

Obviamente, los mecanismos de presión son cada vez más aceitados, y los “patrones” (antiguos y nuevos imperios) toman los alimentos y la energía como zanahoria bendecida para anclarse en los nuevos mercados y escenarios que garanticen supremacías.

Los términos emigración y desplazamientos humanos son manipulados políticamente, generalmente con fines electoreros, cuando debería concebirse como un fenómeno de movilidad regulada hacia mercados de trabajo frescos, atractivos, donde haya inversión al desarrollo, y la voluntad sea oxigenada por el capital financiero mancomunado.

De tal modo, los seres humanos –ciudadanos del mundo– pudieran convivir desde otras perspectivas menos agresivas para con sus derechos.

Por su parte, el cambio climático, y los efectos adversos generados por el hombre, tiene un punto de convergencia e inflexión en el equilibrio que se logre entre todos. Si nos respetamos seremos respetados, para ello las leyes, los acuerdos y las alianzas ante el poder hegemónico.

En tanto seamos capaces de revertir las pérdidas de la biodiversidad estaríamos preservando el futuro de las nuevas generaciones. Siendo el justo momento donde entraría a jugar, con un rol determinante, la capacidad de erigirnos como iguales mediante la educación y los sistemas de salud basados en la anticipación para logar la plenitud, la equidad y la convivencia responsable.

Ni qué decir de lo importante que sería dar acceso a todos a los medios digitales, ofreciendo la posibilidad no solo de consumir información, sino de generarla, y los medios de comunicación estén al servicio de la verdad.

No es mucho pedir si todos aprendemos.

Este es el escenario-oportunidad ofrecido a Cuba en esta Cumbre de la Dignidad de la Especie Humana. Tenemos no solo una oportunidad histórica de demostrar nuestra valía como cubanos, también de ser consecuentes con la confianza de 134 naciones esperanzadas.

No entenderlo en toda la magnitud y dejarnos manipular –ante la grandeza de la Cumbre– gracias a los efectos de la limpia brisa que ofrece la capital cubana también nos estaría degradando como especie.

Tomado de Razones de Cuba/ Foto de portada: Estudios Revolución

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