A 70 años de la histórica denuncia de Fidel en el juicio del Moncada
Por Pedro Ríoseco López-Trigo.
El valiente alegato de autodefensa pronunciado por el doctor Fidel Castro Ruz, conocido hoy mundialmente como La historia me Absolverá, convirtió hace 70 años de acusados en acusadores a los prisioneros juzgados por el asalto al Cuartel Moncada en el juicio que comenzó el 21 de septiembre de 1953.
Desde entonces, demostró a Cuba y el mundo que el asalto a la segunda fortaleza militar del país el 26 de julio de 1953, no era solo una acción militar para destituir un gobierno fraudulento, sino que respondía a un programa político revolucionario para remover las estructuras de la nación, vulneradas por el artero golpe militar de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952.
Fidel organizó y entrenó a un numeroso contingente de aproximadamente 1 200 jóvenes obreros, empleados y estudiantes, que provenían la mayoría de las filas ortodoxas. Con 160 de ellos, el 26 de julio de 1953 comandó el asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba y al cuartel de Bayamo, acciones concebidas como detonantes de la lucha armada contra el régimen de Batista.
Al fallar el factor sorpresa, no pudieron alcanzar el objetivo. Fidel fue hecho prisionero por las fuerzas represivas de la tiranía pocos días después del revés militar y se le mantuvo incomunicado durante 76 días. Fue sometido posteriormente a juicio y condenado a 15 años de prisión en Isla de Pinos.
La instrucción de la Causa 37 comenzó a ser confeccionada por la Sala de Vacaciones del Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba contra 122 encartados, mientras que el juicio se efectuaría en tres escenarios distintos: el Palacio de Justicia, entre el 21 de septiembre y el 6 de diciembre de 1953; en el Hospital Saturnino Lora, donde fue juzgado Fidel Castro el 16 de octubre en una pequeña habitación luego que fue separado arbitrariamente de la sala del Pleno; y el Centro Benéfico de la Colonia Española el 23 de octubre.
En el interrogatorio del Fiscal, Fidel asumió su responsabilidad y aún en su condición de acusado afirmó: «Nadie debe preocuparse de que lo acusen de ser autor intelectual de la Revolución, porque el único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí, Apóstol de la independencia cubana», testimonio conocido gracias a la presencia allí de la periodista Marta Rojas.
Desde el primer momento Fidel se declaró jefe del movimiento y de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, los que se conocerían posteriormente como la Generación del Centenario, en la pequeña sala atiborrada por militares con bayoneta calada, y en la que se prohibió la entrada de fotógrafos y público.
Fidel exigió que, en su condición de abogado, se admitiera su propia defensa. El Tribunal tuvo que acceder, pues antes a políticos de oposición no les fue negado ese derecho, aunque primeramente tendría que responder las preguntas del Fiscal y magistrados, luego de escuchar los cargos contra él.
Cuando finalmente pudo pronunciar su alegato comenzó denunciando los crímenes atroces cometidos por el ejército y la policía de la tiranía contra sus compañeros, torturados y masacrados después de ser prisioneros, expuso los lineamientos políticos que sostenían la acción, destacando la reivindicación de la memoria de José Martí en el año de su centenario, y mencionó elementos de su programa contenidos en el Manifiesto del Moncada a la Nación.
Al comenzar a referirse al contenido del programa, el Fiscal lo interrumpió por considerar estaba haciendo política, pero el documento constaba en el Sumario y no pudieron impedírselo. Destacó que, con esa acción se levantó el espíritu nacional desde lo más recóndito de las almas de los hombres libres para proseguir la revolución inacabada que iniciara Céspedes en 1868, continuó Martí en 1895 y actualizaron Guiteras y Chibás en la época republicana.
Y citó el Manifiesto donde postula que «La Revolución se declara libre de trabas con las naciones extranjeras y libre también de influencias y apetitos de políticos y personajes propios. La Revolución es una entidad viril y los hombres que la han organizado y que la representan pactan con la sagrada voluntad del pueblo para conquistar el porvenir que se merece… La Revolución es la decisiva lucha de un pueblo contra todos los que lo han engañado».
Subrayó las bases jurídicas en las cuales sustentaba la defensa, a partir de las doctrinas más importantes del derecho, esbozó en su alegato el programa de la futura Revolución en Cuba y terminó con la famosa frase: «Condenadme, no importa, la historia me absolverá».
Desde la cárcel Fidel prosiguió su denuncia del régimen opresor, maduró sus planes revolucionarios y profundizó la preparación teórica e ideológica de sus compañeros. Como resultado de una fuerte presión y campañas populares, fue liberado en mayo de 1955. En las semanas subsiguientes desplegó un intenso trabajo de agitación, denuncias, y fundó el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) para proseguir la lucha revolucionaria.
En julio de 1955, mostrada la imposibilidad de proseguir la lucha contra la tiranía por medios legales, Fidel partió hacia México para organizar, desde el exilio, la insurrección armada y con el desembarco del yate Granma el 2 de diciembre de 1956 nacería bajo su liderazgo el glorioso Ejército Rebelde.
Tomado de Granma / Foto de portada: Archivo de Granma.