Excentricidades en un imperio decadente (II)
José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
El empresario lunar Denis Hope, puso en marcha su plan ante la perplejidad de quienes conocían su intención, entonces escribió tres cartas: a la Organización de las Naciones Unidas, al gobierno estadounidense y al soviético. En todas pedía lo mismo: reclamaba la propiedad de la Luna. Los destinatarios no dijeron que sí, pero tampoco dijeron que no. Desde 1980 ha vendido lotes en la luna a más de 6 millones de personas.
Las opciones de compra van desde 1 acre, poco más de 4000 metros por 24 dólares algo así como media manzana. Por 2,50 dólares adicionales se puede agregar el nombre al título de propiedad. El comprador recibe el certificado, un mapa fotográfico del terreno y cuando estás por pagar, Lunar Embassy te ofrece el pasaporte extraterrestre lunar5, por un precio de oferta de 21,99 dólares.
En septiembre de 2021, el boyante negocio era replicado por los medios noticiosos en el mundo. La pregunta era: Si alguna vez imaginaste comprar una parcela o terreno del satélite natural de la Tierra, este es el momento. Lo conseguirás por un valor de entre 25 o 500 dólares, a través de la página web “Lunar Embassy”.
El auto proclamado dueño, que patentó a la Luna en 1980. A pesar que en 1967 se firmó el Tratado sobre el Espacio Exterior en el que se les prohibía a los Estados apropiarse de un terreno ultraterrestre, el acuerdo no hablaba nada sobre las personas individuales ni empresas.
Por este motivo, el empresario reclamó e hizo una presentación judicial ante la ONU y los gobiernos soviéticos y estadounidenses y consiguió su objetivo. A través de internet, logró concretar su plan: vender parcelas en el Sistema Solar.
Hope no solo reclamó la propiedad de la luna, sino que también de todos los planetas. Por lo que podrías comprar terrenos en Venus, Marte o Saturno.
La mencionada Lunar Embassy es donde se podrán realizar las compras de las parcelas. En ella, se puede encontrar la historia de Hope, la Constitución de la Luna, un mapa, pasaportes, una bandera alegórica y las parcelas de terreno.
Los interesados han preguntado si quedan lotes en venta, la respuesta es documentada: Quedan muchos lotes disponibles, zonas exclusivas, otras reservadas para investigaciones, hay sitios lunares que constituyen monumentos nacionales, áreas donde hombres o máquinas han estado, que no se enajenan y otros de reservas.
Precisamente lo prohibido es lo más buscado, los terrícolas quieren tener la exclusividad, como si estuvieran en la Tierra y compraran islas solitarias, volcanes etc. Pero Hope es flexible, si alguien quiere elegir su ubicación puede hacerlo si su compra es de 5380 acres o más. Puede elegir siempre y cuando no sea en un área de reserva. Como ejemplo se precisa que el sitio donde supuestamente alunizó el Apolo 11, así como el cráter en la Luna en el que aparentemente se ha encontrado agua, pero aún no se ha confirmado, no está a la venta. El fundamento “ético” es que “sería irresponsable que la empresa vendiera estas áreas históricas y recursos naturales únicos”.
Para hacer más erráticas estas ventas, los mecanismos de mercado capitalistas están de moda, existió una promoción, una tentadora oferta para celebrar el 50° aniversario de la llegada del Apolo 11 a la Luna, si se compraba un lote se podía adquirir otro a mitad de precio.
Hay un razonamiento, que explica por qué hay compradores para adquirir un lote en la Luna, con difícil acceso y posibilidad real de ocupación y es lo que mismo ofrece el apellido de su dueño universal, es la esperanza que es un común denominador. La esperanza de un futuro, la eventualidad de estar allí.
El emprendedor Hope, antes de dedicarse a bienes raíces cósmicos, fue ventrílocuo, ahora no da entrevistas, salvo que se las paguen. Sobre el aparente discreto precio de la parcela, opina que no es muy barato, ya que él, según su opinión, tiene un mandato, preservar a la Lunas y otros planetas como bien de la humanidad, él con su venta garantiza el Tratado Espacial de 1967 se cumpla, es un benefactor universal, guardián, es la visión y misión de su empresa. Entonces nosotros, la Embajada Lunar, somos ese vehículo que expresa la verdadera intención del tratado. Todo ser humano debería tener al menos 1 acre. Todos tenemos que poder tener la voz de decidir qué pasará en la Luna en el futuro. Corporaciones y gobiernos harán descensos y dividirán la luna ellos para su poder. Nosotros queremos tener voz. Si cobro más por estos terrenos no serían accesibles para todos.
El estadounidense Hope, no tiene la exclusiva, también la empresa inglesa Moon Estates, también vende terrenos. Fue un desprendimiento de Lunas Embassy. Se explica que la categoría de Embajador, implica que su tenedor posee un territorio exclusivo para vender, un Embajador es el representante de esa área. Moon Estates empezó a vender parcelas por fuera de su área, rompiendo su contrato. Un fraude. Tenemos varios rivales que fueron nuestros Embajadores. Pero, somos los únicos dueños, sin precisar a quién le compró la Luna original, que sería el comienzo del quimérico negocio.
Los rivales Lunarland, Lunar Registry, Moon Property, Buy Mars, Amazing Gift Company son algunos de los que Lamar llama imitadores y los considera fraudes, como también le dijeron a Hope varias veces. “Fui llamado corrupto, fraude también. Sólo tuve una idea y la seguí, dijo al periódico New York Times en el año 2013.
Hay alarma en la comunidad de compradores, se sienten amenazados ante el anuncia de que la NASA, proyecta volver a llevar astronautas a la Lunes en el año 2024, el objetivo a largo plazo es hacer base allí para invadir Marte. El nuevo programa se llama Artemisa y la idea original era volver en 2028, pero en el medio está Donad Trump y adelantó la meta cuatro años, aunque el barnizado republicano, está en campaña para someter a Estados Unidos en el mismo año del inicio del programa de esa agencia estadounidense.
El tema en debate es qué pasara con la presencia humana en la Luna. ¿Qué pasará con los terrenos? Hope responde: “Dijeron un montón de cosas a lo largo de los años. Dijeron que volverían a la Luna muchas veces y jamás lo hicieron. Veremos si esta vez se cumple. Nosotros apoyamos la investigación y que haya agencias en todo el mundo que hacen exploración con fines científicos”.
Para esta nueva etapa en la carrera espacial, la NASA se asoció con empresas como SpaceX, de Elon Musk y Blue Origin, de Jeff Bezos. Cuando Hope comenzó el negocio, Musk y sus cohetes a la Luna no existían. Sí la aerolínea Pan Am, que en 1969 anunció que comenzaba a tomar reservas para su primer viaje a la Luna: sería en el año 2000 y el pasaje costaba 28 mil dólares. En 1990 la lista de espera era de 93 mil personas. Pan Am quebró en 1991.
Otro debate es, si lo que hasta ahora parecía imposible, pero se acerca otra alternativa, qué pasa con las propiedades, se devolverá el dinero invertido, se han revalorizado las parcelas tras lo años, si Elon Musk logra hacer realidad el turismo lunar y yo no quiero que nadie pise mi terreno, ¿qué puedo hacer?, se preguntan muchos.
El nada tonto Hope, responde: “Estas son preguntas que nunca estuvieron, hasta hoy, en la conversación. En este momento es una pregunta irrelevante porque no existe aún la tecnología para poner un pie en la Luna. Pero estamos trabajando no sólo para lograr una voz más fuerte de todos los dueños sino también en el gobierno lunar, que creamos en 2004 para poder responder esa pregunta cuando llegue el momento”.
El empresario se ha acorazado, tiene una bandera Galáctica, una Constitución, en el año 2001, comenzó a regir su gobierno, que se creó en respuesta a las consultas de los dueños de la Luna que preguntaban cómo protegerían sus lotes de visitas ajenas.
También pensaron en su propia moneda: Delta. Hope solicitó su reconocimiento al Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2008. El organismo no ha respondido aún pero en Hope ya dijo que ofrecerá a todos los ciudadanos galácticos 10 mil Delta por 1000 dólares apenas el FMI responda.
Esta “demencia” no solo atañe a la Luna, se han vendido lotes en Mercurio, Marte, Venus y Júpiter.
La propiedad no es estática, inamovible, el dueño está habilitado para subdividir hasta diez veces su terreno. No puedes hacer un negocio de eso, pero se puede subdividir hasta diez y ponerle nombres.
Esta excentricidad contamina y cruza los océanos, así Ángeles Durán, la española que dice ser la dueña del Sol es gallega. Ángeles Durán, una mujer de Vigo, Galicia, supo de Hope y lo que él llamó vacío legal del Tratado Espacial y allá fue ella: a por el Sol. En 2015 la empresa le impidió las ventas porque entendía que lo que Durán pretendía vender no era un bien tangible. Ella llevó el caso a la justicia. Perdió. La cosa se puso más fea cuando algunos amenazaron con pedirle indemnizaciones: como dueña del Sol le exigían a Durán que respondiera por quemaduras en la piel, daños en la vista y sequías.
El dispuesto Hope, nunca se interesó por el Sol, el reclamo original es la Luna y todos los planetas, los 8, y sus lunas del sistema solar. A diferencia de la Luna, que la loteó, Lamar vende a Plutón entero por 250 mil dólares. Lo que no vende es Júpiter: al ser un planeta gaseoso y no poder determinar su geografía y tamaño no es posible lotearlo y, por ende, la Embajada Lunar considera que no es serio.
En el Imperio, todo es posible, existe una temporada alta para comprar lotes en la Luna, para la Navidad y el Día de los Enamorados (San Valentín), la demanda de compras aumenta, no solo para ella, también Venus se vende muy bien en esa época. Conocer para creer.
Así van los negocios en el país más invasor y agresor del mundo.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Getty Images.