Isla de Pinos y el Tratado Hay-Quesada: Una historia que debe ser recordada
Por Roberto F. Unger Pérez.
La peculiar condición insular de Isla de Pinos (Isla de la Juventud-1978) y la situación creada en torno a su jurisdicción cubana o norteamericana, a causa del limbo jurídico que generó la aprobación de la Enmienda Platt, que en el artículo 6to declaraba que “… Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por tratado, la propiedad de la misma”[1], dio inicio a un importante capítulo de dominación neocolonial donde se mezclaron mecanismos institucionales, con las apetencias de compañías y emprendedores segundones ávidos de rápida fortuna.
Esa situación fue aprovechada por los colonos norteamericanos, asentados desde finales de siglo, quienes desarrollaron una fuerte campaña para la anexión a los Estados Unidos, después de la toma de posesión del primer presidente de la república cubana Tomás Estrada Palma. Dos documentos motivaron la cuestión: 1- la proclama del General Leonardo Wood al hacer la entrega del gobierno a Estrada Palma: “… los Estados Unidos tienen entendido que el gobierno actual de I. P continuará como un gobierno de facto, a reserva de resolver el dominio de dicha isla mediante un tratado…”[2]. 2- la respuesta entreguista de Estrada Palma: “…queda entendido que I. P continúa de facto bajo la jurisdicción del gobierno de la República de Cuba, a reserva de lo que en su oportunidad convenga al gobierno de EEUU y el de la República de Cuba…” [3]
Las presiones norteamericanas ante la inconsecuente actitud de Estrada Palma condujeron a negociaciones que culminaron en el año 1903 con el acatamiento del Tratado de Reciprocidad mercantil y el de Relaciones Permanentes. En el último, en el artículo no.1 se hacía mención a que los EEUU renunciarían a todo derecho sobre Isla de Pinos; y en el artículo no.2 confirmaban que: “…esta renuncia se hace en consideración a las concesiones de estaciones carboneras y navales en la Isla de Cuba que antes de ahora se han hecho en los Estados Unidos de América”[4]. Era cuestión de cambiar una porción del territorio cubano por otro: Guantánamo. Hasta Cayo Avalo era reclamado por otro grupo de 32 norteamericanos.[5]
En la campaña anexionista, que tuvo su desbordamiento a finales de noviembre de 1905 con la proclamación de un gobierno norteamericano en suelo pinero mediante la “revolución[6]”, se destacaron los colonos Samuel H. Pearcy, Tomás J. Kenan y Charles Raynard, especuladores segundones, sin fortuna, quienes mediante varias publicaciones impusieron matrices de opinión tales como: “…I.P. la más reciente adquisición territorial hecha por el Tío Sam”; “…I.P. es parte del territorio cedido por España a los Estados Unidos”; así como acerca de la gran feracidad de sus tierras. La propaganda interesó a Senadores como Penrosse, Carmack y Pomerona, también a los Representantes Crumpaker y Richardson[7], quienes avivaron el lobby correspondiente en el Senado norteamericano.[8]
Los reclamos anexionistas respondían al negocio de la exención de derechos de importación a los productos de Isla de Pinos. No les importó a sus promotores que el Departamento de Hacienda de Washington hubiera declarado el 1 de agosto de 1902 que los artículos procedentes de Isla de Pinos debían pagar derechos a su entrada en los Estados Unidos, a los mismos tipos que los similares de otros países, resolución que fue confirmada por otra del mismo departamento, de agosto 2 de 1906, por lo que se dispuso que las mercancías procedentes de Isla de Pinos debían aforarse para los mismos tipos que las de Cuba., criterio que fue más tarde reconocido por el Tribunal Supremo de Justicia de los Estados Unidos, el 8 de abril de 1907, en la decisión aprobada durante el pleito Edward J. Pearcy-N. Stranahan [9] de que los EEUU no tenían ningún derecho sobre Isla de Pinos, y que de jure ésta pertenecía a Cuba.[10]
La actitud predominante del gobierno cubano se limitó al terreno diplomático[11]. Mediante la gestión de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Ministro Plenipotenciario de Cuba en Estados Unidos, se firmó en La Habana, el 2 de julio de 1903, un primer tratado sobre la jurisdicción cubana de Isla de Pinos rubricado por el Secretario de Estado interino de Cuba, José María del Monte, y el primer enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en Cuba, Herbert G. Squiers[12]. La inclusión de una cláusula de caducidad, referida a su nulidad si no era ratificado por el Senado norteamericano fue la causa de ese primer fracaso diplomático. El 2 de marzo de 1904, el ministro cubano lograba un nuevo acuerdo, en esa ocasión con el Secretario de Estado norteamericano, John Hay, y por cuya causa se le nombró Tratado Hay-Quesada. En esa ocasión fue omitida la cláusula de referencia; una decisión acertada, pues demoró 21 años su ratificación por el Senado norteamericano.
La designación del ex coronel del Ejército Mambí Cosme de la Torriente y Peraza como primer embajador en los Estados Unidos, el 4 de octubre de 1923, le dio nuevo impulso a las negociaciones oficiales, caracterizadas por una actitud cautelosa, no obstante la inteligencia mostrada por el diplomático cubano. En Cuba, el movimiento estudiantil encabezado por Julio A. Mella asumió posiciones críticas, con un profundo carácter antimperialista, mientras que en Isla de Pinos se vertebraba un movimiento a través de la creación de Comités, que se constituyeron desde 1923, y que tuvieron alcance nacional:
-El 22 de noviembre de 1923 fue fundada en Nueva Gerona la “Columna de Defensa Nacional de Isla de Pinos”.
-A inicios de 1924 se organiza el “El Comité Patriótico Pro-Isla de Pinos, responsabilizado con el apoyo de una vigorosa campaña a la ratificación. Estuvo integrado por la Junta de Educación de La Habana, Emigrados Revolucionarios, Asociación de Maestros, Columna de Defensa Nacional, Veteranos, Club Atenas, Sociedad Unión Fraternal, Asociación de Graduados de la Escuela de Pedagogos, Gran Logia de la Isla de Cuba, entre otras instituciones.
-El 16 de enero de 1925 se inició la “Misión Patriótica”, suerte de campaña del Comité Patriótico, por todas las provincias del país por la misma ruta de la invasión protagonizada por el Ejército Mambí bajo el mando de M. Gómez y A. Maceo, en la Guerra del 95.
-También el movimiento contó con el talento y patriotismo de destacados intelectuales como el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, Don Fernando Ortiz, Dr. Evelio Rodríguez Lendián, el abogado Luis Machado Ortega, y otros.
El alcance del movimiento cívico fue tal que en las historias de diversas localidades, en la actualidad, se rememora lo acontecido, como en la heroica ciudad de Bayamo en el oriente del país:
“…Bayamo, al igual que el resto del país reaccionó cívicamente contra el intento de despojo. Durante varios días, desde la ciudad del Cauto se enviaron decenas de telegramas y llamadas telefónicas al Gobierno de Oriente, al Presidente de la República Alfredo Zayas, al Congreso cubano y al propio Presidente de los Estados Unidos. Los mítines se efectuaban a diario en centros laborales, en plazas y en plena calle”.[13]
El 13 de marzo de 1925 el Senado norteamericano ratifica el Tratado Hay-Quesada, que fue colateral del Tratado Permanente de 1903, y uno de los principales mecanismos de dominación neocolonial.
A pesar de la actitud condescendiente del presidente Alfredo Zayas con el gobierno norteamericano, y de la cautela de Cosme de la Torriente durante la última etapa de negociaciones, el reconocimiento de forma explícita de la cubanía de Isla de Pinos se transformó en causa de lucha del movimiento revolucionario estudiantil, y de un movimiento cívico que se extendió a todo el país para evitar se reeditara lo acontecido con la base naval de Guantánamo: la ratificación ni fue una regalía yanqui, ni un trámite burocrático, sino, una causa de lucha por alcanzar la soberanía total sobre el archipiélago.
Referencias y notas:
[1] -Álvarez Estévez, Rolando: Isla de Pinos y el Tratado Hay-Quesada. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1973; p.25.
2 -Hevia, Aurelio: Los derechos de Cuba sobre Isla de Pinos. La Habana. Imprenta “El siglo XX”. Rep. Brasil, 1924; p. 17.
3 -Ibídem.
4 – Álvarez Estévez, Rolando: p. 27.
5 -Hevia, Aurelio: p.38.
6-Álvarez Estévez, Rolando; p.32.
7-Representante por Tennessee, lugar de procedencia de Pearcy, y promotor de dos proyectos que pretendían que las propiedades de norteamericanos avecindadas en un país mediante contratos civiles de compra-venta, podrían conferirles el derecho de reclamar la nacionalización del territorio donde estaban enclavadas. No fueron aprobadas, al igual que otro que declaraba a Isla de Pinos territorio americano.
8- Hevia, Aurelio; p.20.
9-La causa fue el decomiso de un embarque de tabaco por la Aduana de New York procedente de Isla de Pinos, en virtud de la Ley Dingle, por no haber sido pagados los derechos correspondientes como procedencia extranjera.
10- Después de esta sentencia los Estados Unidos comenzaron a nombrar Agentes Consulares en Isla de Pinos: entre agosto de 1910 y 1924 fueron 8 funcionarios. También Gran Bretaña tenía acreditado en 1924 un vicecónsul, y España, un vicecónsul en Batabanó con jurisdicción consular en Isla de Pinos.
11-El gobierno cubano se limitó a solicitar la expulsión de los colonos norteamericanos complotados en 1905, cuestión que fue denegada por el Departamento de Estado norteamericano. De igual forma, en el juicio iniciado por el alcalde pinero la Audiencia de La Habana, con fecha 23 de diciembre de 1905, dictó auto de sobreseimiento, devolviendo la causa al Juzgado de Nueva Gerona.
12-El 29 de noviembre de 1905, fue expulsado del territorio nacional por su probada injerencia en acontecimientos con fines anexionistas.
13-Rodríguez Román, José Eloy: Luchas y memorias. Del Bayamo y Cuba del Ayer (1901-1958). Libro digital s/f; p. 32.
Tomado de Cubadebate.