El peso de la justicia (II)
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
La actuación de todas las instituciones intervinientes en el proceso que siguió a los hechos vandálicos del verano pasado en Cuba, está refrendada por las buenas prácticas de todo el sistema de justicia cubano, precedido por el policial, que individualizó las responsabilidades para poder con equidad y justicia valorar las consecuencias de esos actos ajenos a intentos por perfeccionar el sistema económico, político y social del país. Esos actos tuvieron una inspiración y realización subversivas.
El proceder de los costeados por intereses foráneos, los llamados “confundidos”, los auto convocados, más los sumados delincuentes habituales, que decidieron pescar el río revuelto, todos entraron en conflicto con la ley.
Ahora quienes le hicieron el servicio al imperio están fuera de las calles, la tranquilidad ciudadana se fortaleció para poder dedicarnos a construir en lo que creemos y por lo que luchamos, en un país inclusivo y ordenado para todos los cubanos.
El panorama en donde nace el mal llamado “sueño americano”, es diferente, las largas condenas pululan en toda la nación, además del no tan excepcional mencionado caso de Terry Nichols con 906 cadenas perpetuas impuestas, está en Estados Unidos Michael J. Devlin, quien el 2007, fue sentenciado a 74 cadenas perpetuas, acusado de secuestro. El reo más perturbado, pareciera ser el de Abdullah Barghouti, quien en el 2015, fue sentenciado a 5,200 años de cárcel sin posibilidad de libertad condicional, fue acusado de terrorismo.
El caso del asesino serial estadounidense Gary Ridgwaw, sentenciado en el 2003 a 49 cadenas perpetuas, 48 de ellas sin el beneficio de la libertad condicional, para un total de 480 años.
También en esta lista de largas condenas está Martín John Bryant, sentenciado por asesinato el 28 de abril de 1996, condenado a 1, 035 años y Billy Joe Godfrey, acusado de sodomía en primer grado, recibió 35 sentencias de cadena perpetua, para un total de 1,050.
En algunos países no se emplea el término cadena perpetua, aunque en la práctica judicial pueden tener el mismo propósito. Tal es el caso de aquellos condenados a más de mil años. Un ejemplo notorio es el de Chamoy Thipyaso, acusada y sentenciada por corrupción empresarial en Tailandia, recibió en 1989 la pena de 141.078 años, lo cual fue registrado en el libro Guinness de los records del año 2006.
La emprendedora Chamoy, estafó a más de 16,000 tailandeses en un esquema piramidal por valor de 204 millones de dólares, pero como los resortes de las leyes en países capitalistas tienen sus hendijas y a veces son porosas, la ley tailandesa de la época especificaba que los condenados por fraude no podían cumplir más de veinte años de prisión, y ella fue liberada después de solo ocho.
En España la ley es generosa para otorgar sentencias largas, el caso del terrorista Otman el Gnaoui, y su cómplice Jamal Zougam participantes en el acto terrorista del tren de Atocha en Madrid, fue sentenciado en el 2007 a 42.922 años, cada uno debe cumplir como mínimo 40 años.
El plazo de cárcel más largo impuesto a un estadounidense por múltiples causas, es el de Charles Scott Robinson, condenado en 1994 a 5,000 años, por cada uno de los seis cargos en su contra, para un total de 30,000 años.
En ocasiones se insiste en la posibilidad de impugnar la condena inicial, con la creencia de que siempre beneficiara al reo, abogados litigantes influyen en sus clientes para que recurran a la apelación de la primera instancia con un claro propósito de seguir ganando por su servicio, pero en ocasiones esto no funciona así, ya que en el proceso de revisión pueden aparecer nuevos cargos o circunstancias agravantes de la responsabilidad criminal no tomadas en cuenta en el momento de dictar sentencia y que provocan una resentencia incrementada. En Estados Unidos es frecuente este desenlace.
Los casos vinculados de Allan Wayne McLurin y Darron Benalford Anderson es uno de esos típicos finales no felices. El primero fue sentenciado a 20.750 años, después de la apelación su sentencia se redujo en 500 años, en cambio a su cómplice en 1994 recibió la mayor cantidad de tiempo de cárcel dado como resultado de una apelación. Se le declara culpable de delitos que van desde la violación en el Condado de Tulsa, Estados Unidos, hasta hurto, robo y secuestro, y lo sentencian a 2,250 años. Apeló, fue recondenado, sentenciado nuevamente y recibió un período adicional de encarcelamiento de 9.500 años, que luego se redujo en 500 años.
Y, finalmente el estadounidense Richard Speck, en 1972, fue condenado por asesinato a 1,200 años, de los cuales debía cumplir como mínimo 400, había sido sentenciado originalmente a muerte en la silla eléctrica en 1967, sentencia conmutada en 1972. Murió de un ataque al corazón en 5 de diciembre de 1991. Abundan otros casos de delincuentes, que recibieron sentencia de miles de años imposibles de purgar.
También condenas largas para solamente la intención de cometer el delito sin su consumación, solo la ideación del crimen. Este es el caso de Shawn Ryan Thomas, quien en el 2015, recibió 915 años en Estados Unidos por el delito de posesión de pornografía infantil. Más tarde, sentenciado a 30 años adicionales después de afirmar que planeó el abuso y asesinato de una niña de 9 años frente a la cámara, sin realizar tales hechos.
Es oportuno recordar los casos de emigrados cubanos, que desde 1980 están encarcelados en Estados Unidos sin ser juzgados, en un limbo jurídico, en su mayoría salidos de Cuba durante el éxodo por el puerto del Mariel, que habían delinquido en Cuba o lo hicieron después en Estados Unidos.
Los actos criminales cometidos o ideados por las mujeres y los hombres tienen consecuencias ante la legislación penal en todos los países, si se delinque el peso de la ley caerá con justicia, el fiel de la balanza será imparcial, pero disuasivo.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Reuters.