Recordando el genocidio del pueblo armenio
¿Qué es un genocidio?
La Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción al Delito de Genocidio de 1948 define: Se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional étnico, racial o religioso como tal:
a) Matanza de miembros del grupo;
b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;
e) Traslado por fuerza de niños de un grupo a otro grupo. Contra el pueblo de Armenia se aplicaron estos actos de “limpieza étnica”, para permitir el control social por parte de la raza turco-mongola.
Armenia, su importancia para los imperios Armenia se encuentra en el sur del Cáucaso, dominado por el monte Ararat, lugar en el que según la Biblia tocó tierra el Arca de Noé luego del diluvio universal. Este país fue el primero en declarar el cristianismo como religión oficial en la segunda mitad del Siglo III.
Durante mucho tiempo su territorio formó parte de una red de rutas comerciales a través del continente asiático que une el este, el sur y Asia occidental con el mundo Mediterráneo, así como el norte de África y Europa, conocida como la Ruta de la Seda. Su territorio fue conquistado por los imperios persa, griego (Alejandro Magno), romano, bizantino, ruso y otomano; así como por los árabes y los mongoles (Gengis Khan). Esto permitió un desarrollo cultural muy importante producto de la asimilación por los armenios de las tradiciones de los ocupantes, sin perder su identidad. De allí que sean considerados “los europeos de Asia”.
¿Cuáles fueron los antecedentes del Genocidio del pueblo armenio?
Los armenios vivieron sometidos al yugo del Imperio Otomano desde 1375 hasta la creación de la República en 1918. Los otomanos disputaban el control del territorio con la Rusia Zarista y los Persas. Armenia siempre luchó por alcanzar la autonomía y la independencia. A finales del siglo XIX empieza la decadencia del Imperio Otomano y la pérdida de territorios con lo cual las autoridades intentaron reforzar su presencia en Asia Menor planteando la unidad en torno a un cinturón turco-mongol. La oposición Armenia a tales propósitos y la exigencia de autonomía encabezada por los sectores de la intelectualidad, fueron reprimidas por las fuerzas imperiales de manera violenta. En 1876 toma el poder del imperio Otomano el Sultán Abdul Hamid II. Su llegada al poder coincide con el interés creciente de Rusia en el Caucaso y su política de protección de las minorías cristianas, incluso en territorio turco. Esto llevó a la guerra ruso-turca (1877-1878).
Los armenios eran acusados por el Sultán de colaborar con el Zar ruso, alentando acciones militares y de eliminación física contra los miembros de esta colectividad. El fin de la guerra ruso-turca significó un retroceso en las condiciones de vida del pueblo armenio, lo que alentó los intentos a luchar por la independencia por la vía armada. A mediados de 1895 el Sultán Hamid II ordena la aplicación de una política de terror contra la población armenia ligada a organizaciones políticas (Partido Armenagán, Federación Revolucionaria de Armenia, Partido Hunchakian y Partido Ramgavar), así como los vinculados a misiones religiosas cristianas. Aunque no hubo un plan de exterminio, la represión trajo consigo la muerte de importantes sectores de esa nación. A la grave situación interna del Imperio Otomano, se sumaba la pérdida progresiva de territorios en los Balcanes. En tales circunstancias se forma el Partido Unión y Progreso de los Jóvenes Turcos con presencia en Europa y EE.UU.; organización que habría de derrocar al Sultán el 24 de abril de 1908.
El Partido de los Jóvenes Turcos y el proyecto de la “gran raza turca”
Con el lema de “Unión y Progreso” los Jóvenes Turcos llegaron al poder, acompañados del clamor de la población por el cese de la represión, el respeto a los bienes afectados por la acciones del Sultán, así como por promesas de creación de un Estado laico que reconociera la igualdad de derechos, garantías y participación parlamentaria que cobijaran incluso a las minorías étnicas. No obstante, los dirigentes de la organización tenían entre sus planes la turquificación de la población en los territorios ocupados, conocido como el Panturanismo, corriente que impulsa la adopción, por los pueblos de Asia Central y las minorías étnicas, de la lengua turca como idioma común, la uniformidad de la enseñanza así como la introducción y adopción de patrones culturales turcos por parte de los pueblos ligados al imperio otomano. Uno de los principales dirigentes del Partido de los Jóvenes Turco, Nazim Effendi expresaba así su propuesta: “Sobre el territorio asiático, en dirección a oriente, hay ilimitadas posibilidades para nuestra expansión y desarrollo… es nuestro deber sagrado realizar la unión de la raza turca desde el Mediterráneo hasta el Mar Aral… A cambio de la idea del panislamismo, nuestra piedra fundamental política debe ser el panturanismo”.
Luego de reconocerse herederos de la Horda de Oro de Gengis Khan, sus ideólogos exaltan “la gran raza turca” caracterizada, según ellos por su “valentía física, nervios firmes, resistencia, heroísmo, decisión e impetuosidad, genio militar, el gobierno de una minoría superior, la armonía de los instintos y el espíritu de disciplina”; facultades necesarias para formar ejércitos y dominar países.
“La turca es una raza dominadora y hecha para el mando; ha venido al mundo para gobernar”, reza su prédica. Los anhelos de independencia del pueblo armenio y de creación de un Estado limitaba geográficamente el proyecto expansionista hacia Asia Central de los Jóvenes Turcos. Era necesario asimilar por la fuerza a los armenios o en su defecto, exterminarlos. Los Planes de Genocidio contra los armenios En 1909 inició la segunda fase del exterminio iniciada por el Sultán Hamid II; la misma tuvo lugar en la ciudad de Adaná con el asesinato de 30 mil armenios. En respuesta se reorganiza la resistencia armada por parte de los partidos políticos de esa colectividad. Así justificaba el Dr. Nazim los planes de exterminio: “Si quedamos satisfechos con masacres locales como las de Adana, si la purga no es completa y definitiva tendremos problemas. Es absolutamente necesario eliminar al pueblo armenio totalmente, que no quede ningún armenio en la Tierra, y que el concepto mismo de Armenia se extinga…El Imperio Otomano debe liberar a la patria de las aspiraciones de esa raza maldita…”
En 1914 empieza la Primera Guerra Mundial, una oportunidad para ejecutar el plan de “limpieza étnica” de los Jóvenes Turcos. El mismo tuvo tres etapas: a) Desarme de la población en general, poseedora de armas para la guerra contra Rusia. b) Desarticulación de las organizaciones políticas y de la intelectualidad armenia. El 24 de abril de 1915 fueron detenidos 600 intelectuales en Estambul, capital de Turquía. La mayoría fueron ejecutados como consecuencia de juicios forjados. c) Aniquilación de los hombres. Con la excusa de la Guerra, el ejército turco enroló a los hombres armenios de edades comprendidas entre los 15 y 45 años. Estos no fueron dotados con armas para la guerra, sino que se usaron como carne de cañón y para construir trincheras u obligados a hacer trabajos forzados. La mayoría perecieron. Otra práctica utilizada para la aniquilación fue convocar a los varones que quedaban en las ciudades para su ejecución. Quienes lograron sobrevivir lo hicieron gracias al apoyo de la población turca que alertó sobre los planes de los Jóvenes Turcos d) Deportaciones masivas. Por orden del ministro del interior, Taleat Pasha, la población armenia “se reubicaba” en “zonas ajenas a la guerra”. Los deportados eran ahogados en mares y ríos, fallecían en el desierto de Deir El-Zor, eran degollados o simplemente morían en la travesía. La muerte no distinguía razones de edad, sexo o religión; el río Éufrates fue escenario de muchos de estos crímenes.
El ministro del interior turco, Talat Pasha señalaba el 9 de marzo de 1915: “Todos los derechos de los armenios de vivir y trabajar en suelo turco han sido cancelados. Con respecto a esto el gobierno toma la responsabilidad y ordena no hacer excepciones de ninguna especie, incluyendo las criaturas recién nacidas… Sírvanse evacuarlos, ya sean mujeres o niños incluyendo a los incapacitados físicos… Podrán ser tomadas medidas directas, sin mayores miramientos…” Algunas aldeas resistieron, razón por la cual el exterminio no fue total. En 1917 la coalición ruso-armenia derrota al ejército turco dirigido por el Ministro de Guerra Midhat Pasha. El revés trajo consigo la condena a la pena de muerte a los cabecillas del Partido de los Jóvenes Turcos, acusados de organizar y ejecutar el genocidio. República de Armenia, las potencias negocian con Turquía Tras la derrota turca en 1918 en la Primera Guerra Mundial, las potencias victoriosas decidieron auspiciar la creación de la República de Armenia. La misma fue proclamada en 1920 como consecuencia del Tratado de Sevrés; no obstante el apoyo los países vencedores en la contienda no se hizo palpable y al contrario, apoyaron a Turquía que se negó a reconocer el pacto. Las causas armenia y kurdas fueron olvidadas en el nuevo escenario de lucha contra la Rusia Bolchevique. Turquía desarrolló una ofensiva para recuperar militarmente el territorio cedido a la naciente república. Al mando estaba Mustafá Kemal, continuador de la matanza de la población armenia residente en las zonas reconquistadas. La masacre continuó hasta 1923. Kemal asumiría el poder el 29 de octubre de 1923.
Su siguiente tarea, construir una “Turquía para los turcos” y ocultar el genocidio. Consecuencias del Genocidio Armenio Las políticas de exterminio dejaron una profunda huella en la conciencia colectiva del pueblo armenio. La eliminación de un millón 500 mil personas trajo aparejada la pérdida de elementos de la herencia cultural y espiritual de un pueblo que tiene más de 3 mil años de existencia. Adicionalmente se produjo la llamada diáspora armenia y la pérdida de la unidad nacional.
Hoy encontramos armenios en todo el mundo, ligados sentimentalmente a su tierra, pero en un exilio obligado por el exterminio, la ausencia de justicia y de protección efectiva para su pueblo. 22 países del mundo han reconocido el Genocidio Armenio, entre ellos Rusia, Venezuela, Argentina, Suecia y El Vaticano. Uruguay fue el primer Estado en reconocer la causa del pueblo de Armenia, en 1965. 42 de las 50 entidades miembros de los Estados Unidos reconocen el genocidio; el Congreso estadounidense aprobó en 2007 una resolución en apoyo a Armenia, pero el mandatario George W. Bush no acató la resolución por considerar que afectaba las relaciones con su aliado en la OTAN y en la llamada “Guerra contra el terrorismo”. Israel, Reino Unido, Alemania y España, tampoco reconocen el crimen de lesa humanidad. Recientemente el Papa Francisco condenó el crimen y lo calificó como el primer Genocidio del Siglo XX; “una tragedia inaudita”.
La voz de condena del Pontífice católico generó ataques verbales y amenazas por parte del gobierno turco de Tayyip Erdogan, que considera que no existen pruebas que vinculen al Imperio Otomano con el exterminio de la población armenia. De acuerdo con las cifras de Turquía, fallecieron 300 mil armenios a causa de la Primera Guerra Mundial; el resto murió en enfrentamientos con sus propios connacionales. Erdogan advertía al pontífice católico en abril de 2015, “No permitiremos incidentes históricos sacados de contexto y usados como herramienta contra nuestro país. yo condeno al Papa y le advierto que no cometa errores como este otra vez. No existió un genocidio contra Armenia”.
¿Por qué es importante el reconocimiento del Genocidio?
En 1985 la Subcomisión de Derechos Humanos de la ONU reconoció el Genocidio Armenio, un crimen de lesa humanidad. Los crímenes de guerra y de lesa humanidad no prescriben, es decir, no cesa la responsabilidad penal por el transcurso del tiempo. En este caso Turquía estaría obligado a: castigar a los responsables del genocidio, si están vivos (no es el caso actual); reconocer formalmente el crimen; e indemnizar a las víctimas. El Estado turco estaría obligado internacionalmente a asumir la responsabilidad de los hechos.
Tomado de Acercándonos.