El hambre contra el mundo
Por Patricia María Guerra Soriano / Colaboración especial para Resumen Latinoamericano
La realidad de millones de personas está delineando un axioma preocupante, con énfasis en 47 países, 28 de los cuales pertenecen a África Subsahariana: Será prácticamente imposible lograr el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas que apunta a erradicar la inseguridad alimentaria para 2030, mejorar la nutrición y promover una agricultura sostenible.
En 2019, antes de las nefastas consecuencias de la pandemia de la COVID-19, 650 millones de personas pasaban hambre en el mundo, cifra a la que se sumaron, al menos, 118 millones de personas en el último año, lo cual devela un escenario alarmante que somete especialmente a los pobres.
Según las proyecciones actuales del Índice Global del Hambre (GHI, por sus siglas en inglés), una herramienta diseñada por la organización alemana Welthungerhilfe para evaluar los avances y retrocesos en la lucha contra ese flagelo, la seguridad alimentaria está siendo dañada por el empeoramiento de los conflictos, las condiciones meteorológicas extremas asociadas al cambio climático global y los retos económicos y sanitarios asociados a la pandemia.
Las puntuaciones establecidas por el GHI basadas en datos públicos de 2016 a 2020 que evalúan los indicadores de subalimentación, emaciación infantil, retraso en el crecimiento de la infancia y mortalidad infantil y que va de cero hasta 100 como límite para la peor calificación; indican que el hambre se considera “extremadamente alarmante” en un país (Somalia), “alarmante” en nueve y “grave” en 37 países, ante lo cual-reconoce el informe-resulta difícil ser optimista respecto a esa adversidad en 2021.
Si bien el hambre en el mundo ha disminuido desde el año 2000, el progreso se está ralentizando. En este sentido, es preocupante la prevalencia de la subalimentación (porcentaje de la población con ingesta calórica insuficiente), que muestra un ligero aumento a partir de 2018 y un marcado incremento en 2020.
Pese a que el cambio climático y la pandemia han aumentado la inseguridad alimentaria, las guerras constituyen la principal condicionante de la situación. Desde esta perspectiva, el GHI expone que de las 155 millones de personas en situación de crisis alimentaria aguda, emergencia o catástrofe en 2020, el conflicto fue el principal factor causante del hambre para 99, 1 millones de personas en 23 países. “Si no se resuelve la inseguridad alimentaria es difícil construir una paz sostenible y sin paz-zanja el informe- la probabilidad de acabar con el hambre en el mundo es mínima”.
“El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2021”, el más importante análisis sobre la materia publicado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que a finales del año pasado entre 720 y 811 millones de personas se levantan con la incertidumbre de si comerán ese día.
Estas cifras referidas solo a quienes no tuvieron una alimentación suficiente, se incrementan al tener en cuenta a las personas que no accedieron a una dieta balanceada: más de 2 300 millones, lo cual representa el 30 por ciento de la población mundial, con una tendencia a empeorar, pues cerca de 660 millones de personas continuarán estando en situación de inseguridad alimentaria a finales de esta década.
Como salida a esa realidad, el secretario general de la Welthungerhilfe, Mathias Mogge, aseguró desde el prólogo del GHI, que la narrativa aún puede tornarse diferente porque no falta la ambición expresada en una multiplicidad de acuerdos y cumbres internacionales que, sin embargo, deberán resolverse “mediante soluciones políticas y sociales”; mientras, “el derecho internacional deberá reforzarse para garantizar la rendición de cuentas por las violaciones del derecho a la alimentación” y el impulso a los Estados hacia una buena gobernanza. De lo contrario, todo terminará siendo letra muerta.
Foto de portada: La vanguardia