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¿Qué razones tiene Biden para no otorgar un perdón a Leonard Peltier?

Por Gustavo Maranges/ Resumen Latinoamericano Corresponsalía Estados Unidos.

Han pasado solo unos días desde Leonard Peltier, un prisionero político de origen indio, comenzó su recuperación luego sobrevivir a la Covid-19. Peltier tiene ya 77 años de edad, de los cuales más de 46 han trascurrido en prisión, lo que le convierte en el preso político más antiguo de Estados Unidos. El riesgo que implica para una persona de su edad recuperase de la Covid-19 en las condiciones de un sistema penitenciario ha llamado la atención sobre su caso, pero lo cierto es que su libertad ha sido una demanda permanente desde el mismo día de su injusto encarcelamiento.

Durante décadas, activistas estadounidenses y extranjeros, junto con personalidades de renombre como el Dalai Lama, el Reverendo Jesse Jackson, el senador Patrick Leahy, e incluso el Papa Francisco, han exigido que se haga justicia en su caso. Sin embargo, los ex presidentes Bill Clinton, George Bush y Barack Obama han hecho oídos sordos al asunto, descuidando su función constitucional de corregir a los tribunales cuando estos no hace justicia, tal y como sucedió el caso de Peltier.

Desde que el presidente Joe Biden llegó a la Casa Blanca, se le ha presentado la petición de perdón presidencial en varias ocasiones, pero todas se mantienen sin respuesta aún. Entre quienes han exigido al presidente de los Estados Unidos que conceda clemencia ejecutiva al activista de los derechos civiles se encuentra el exfiscal James Reynolds, quién participó en dos de las tres apelaciones presentadas por la defensa de Peltier luego de ser condenado de forma arbitraria. En su carta al presidente, el jurista reconoce que participó en los juicios amañados para enviar tras las rejas sin ninguna evidencia que lo declarara culpable.

Pero, ¿por qué debería Biden indultar a un nativo americano que supuestamente mató a dos agentes del FBI? Reconocer la injusticia sería la primera y más obvia de las razones para hacerlo, ya que hay muchas pruebas sobre la inocencia de Peltier.

Teniendo en cuenta las declaraciones de Reynolds y todas las pruebas reunidas a lo largo de estas 4 décadas, está claro que el sistema judicial se puso del lado de las agencias gubernamentales, concretamente del FBI, para culpar a Peltier de un doble homicidio, incluso cuando había pruebas que apoyaban su inocencia. El FBI amenazó e intimidó a varios testigos para obtener testimonios manipulados, al mismo tiempo que ocultó pruebas balísticas que aseguraban que el rifle de Peltier no disparó las balas que mataron a los dos agentes del FBI.

El juicio fue tan falso que, después de que los fiscales se vieron forzados a admitir no sabían quién había matado realmente a los agentes, Peltier fue condenado por ser cómplice y condenado a dos cadenas perpetuas, lo cual es totalmente desmesurado. También resulta sospechoso que las otras dos personas que inicialmente fueron acusadas al igual que Peltier fueran declaradas inocentes debido a la falta de pruebas consistentes. Está muy claro que alguien tenía que pagar por la muerte de los agentes y hacerlo de forma ejemplarizante.

Otra triste coincidencia del caso es su relación con COINTELPRO (Programa de Contrainteligencia del FBI, por sus siglas en inglés) pues Peltier era uno de los miles de militantes de izquierda y activistas por los derechos civiles vigilados por el FBI debido a sus actividades en defensa de los derechos de los nativos americanos. El gobierno utilizó fabricó una acusación falsa para demostrar lo que le podía sucederle a quienes se atrevieran a levantar la voz por un país más justo.

La segunda razón por la que Biden debería conceder un indulto es porque Peltier cumple los tres requisitos para la conmutación de su pena. El senador Brian Schatz, jefe del Comité del Senado que supervisa la Oficina de Asuntos Indígenas, lo describió perfectamente. Schatz escribió una carta al presidente informándole que Peltier es de edad avanzada y padece enfermedades graves, ya ha cumplido suficiente tiempo en prisión y, por último, la inexistencia de otras vías para dejarlo en libertad.

Leonard Peltier padece de diabetes, enfermedades cardíacas, renales e hipertensión arterial. Para un anciano como él, recuperarse de Covid-19 en estas circunstancias no es otra cosa que una sentencia de muerte. especialmente cuando ha recibido una dosis de refuerzo. Sobre este asunto, Peltier se quejó en varias ocasiones, pues las autoridades de la prisión federal de Coleman, la cual describió como un “cuarto de tortura”, se negaron en repetidas ocasiones a suministrarle una dosis de refuerzo.

¿Cómo es posible que luego de suplicar por una vacuna, sus peticiones hayan sido negadas? La Oficina de Prisiones (BOP) argumenta que no han podido garantizar la vacunación, ni siquiera a los presos de edad avanzada, con la dosis de refuerzo. No obstante, en el mundo exterior, el gobierno emite mandatos de vacunación, lo cual no lleva a pensar que el problema no es la falta de vacunas y recursos, sino de voluntad para tratar a los presos como seres humanos.

Sin embargo, Peltier es sólo un ejemplo que ilustra el trato que reciben los presos políticos en Estados Unidos. Como mencionamos en un artículo anterior titulado “Political Prisoners in Cuba and in the United States; Facts and Fiction, Part 2”, otros presos políticos como Sundiata Acoli o Mumia Abu-Jamal también se contagiaron con COVID-19 el año pasado y sufren enfermedades críticas y hoy sus vidas siguen en riesgo. El sistema judicial parece indiferente ante todo esto y empeñado en martirizarlos hasta el final de sus últimos días para permitirles salir sólo después de perder la capacidad de valerse por si mismos, como fue el caso de Russel Maroon Shoats, quien fue liberado en condiciones críticas de salud y murió 51 días después.

Los presos políticos son el caso más visible, pero el problema afecta a toda la población penitenciaria, que representa 2,3 millones de personas o lo que es lo mismo, el 25% de la población penal del mundo. Es muy cruel la desatención que sufren cuando el problema no es la falta de de recursos. ¿Por qué? ¿Por qué son mayoritariamente latinos, negros y pobres? ¿Dónde está el respeto a los Derechos Humanos? ¿Dónde está la empatía y la conciencia social? Definitivamente, estas son cuestiones sobre las cuales la sociedad estadounidense debe reflexionar de forma individual.

La mayoría de esas personas pueden ser culpables de algunos delitos, pero siguen siendo víctimas de un sistema social y político que los margina y les priva del acceso a un desarrollo digno. En otros casos, el único delito del que podrían ser culpables es la lealtad a sus ideales y luchar por un país más equitativo y justo, como es el caso de Leonard Peltier. Por tanto,, todos los amantes de la justicia y las causas justas deberían ponerse al lado de Peltier y exigir a Biden que salve una vida inocente.

“Estar o no en confinamiento el año pasado significaba al menos una ducha cada tres días y una comida más allá de un sándwich mojado con un poco de mantequilla de maní, pero ahora con el COVID como excusa, no hay nada de eso. Sin teléfono, sin ventanas, sin aire fresco, sin personas con quienes reunirse, sin la voz de los seres queridos, sin alivio”. Así describió Peltier su situación actual en la prisión Coleman I del Estado de Florida. No existe mejor evidencia de las condiciones inhumanas de la más grande y poblada red de prisiones del mundo.

Es evidente que la vida de Peltier corre un grave peligro. Por lo tanto, el indulto de Biden resulta una decisión de vida o muerte, que solo necesita de un plumazo para ser resuelta. El gobierno de los Estados Unidos no es conocido por tomar decisiones basado en obligaciones morales, pero Biden tiene la oportunidad de hacerlo. La vida de Leonard Peltier, el valiente luchador por la justicia de los indios de Estados Unidos está en sus manos. Entonces, surge a pregunta clave ¿Qué razones tiene Biden para no liberarlo?

Tomado de / Foto de portada: La Jornada.

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